Sentidos, Mareos y Coca-Cola bien fría (Sasha)

Respondí a su abrazo igualmente rodeándole por la cintura, olvidando por completo que aún tenía la otra caja en el puño de mi mano -no hay nada que agradecer princesa... quisiera que fuera más... de esto y de todo no quiero escatimar contigo- dije entre besos que le recorrían desde la clavícula hasta el lóbulo auricular y la apreté contra mí, reaccionando por primera vez a la presencia de la caja, cuando en mi afán de sentir su piel con la mía, uno de los bordes de la cajita fue apretado un poco de más contra la piel de su baja espalda -oops... lo siento- dije apenado.

Llevé mi mano hacia mi baja espalda, reteniendo la de Drew allí. Noté que tenía el puño cerrado, estaba escondiéndome algo. Le sonreí, tampoco había dolido tanto como él parecía suponer. Alargué mi otra mano hacia su mejilla, acariciándola con suavidad.

-Si me muestras qué escondes, no tengo problema -dije, enarcando una ceja y empezando a reír.

Sentí el color subir a mi cara y le miré ligeramente avergonzado; la sujeté contra mí, ayudando a incorporarnos a ambos hasta quedar sentados sobre la cama -no quisiera, pero considerando que deseo recuperar mi mano en algún punto- dije, mientras liberaba mi mano y ponía la cajita gris perla en su mano.

A este punto ya debía estar del color de las rosas que adornaban la habitación -Sasha, antes de que la abras... quiero...- dije con voz quebrada -yo... no sé cómo hacer esto, eres la primera persona en mi vida que importa tanto y... quiero que esto salga bien- dije entrecortadamente -sé que te parecerá una locura y estás en tu derecho de decir lo que sientas, pero por lo menos yo, ahora estoy totalmente seguro de que son tus ojos lo primero que quiero ver cada día del resto de mi vida- reconocí sintiéndome ligeramente vulnerable -Sasha ¿quieres casarte conmigo?- pregunté, al tiempo que abría la pequeña cajita sobre la palma de su mano.

---El Anillo---

Spoiler:

Miré la cajita, al principio sin estar segura qué estaba pensando. Mi cabeza se sentía como si hubiese un gran alboroto en ella, como si dos partes de mí estuvieran peleándose, cada una con una visión opuesta, conjeturando, y yo tan sólo admirando a mi novio en medio de su sonrojo y su nervioso discurso. Tan pronto el hizo la pregunta –LA pregunta, debería decir- las voces en mi cabeza gritaron más duro. “Pero ¡¿CÓMO es que pregunta ESTO?! ¿QUÉ está PENSANDO? ¡Sólo tienes 21 años!” gritaba la una, pero la otra pronto la sofocó: “¿Ah, sí? ¿Acaso crees que vamos a estar bien sin él?”. La primera vaciló un poco antes de gritar su respuesta “PERO SON JÓVENES. LOS DOS”… La otra “¡¿Y qué?!”



Ay, por favor, CÁLLENSE YA, pedí con mi propia voz mental. Maldita conciencia.



Él puso sus manos alrededor de la mía, abriendo la caja en mi mano. Dentro estaba un anillo de plata, con una incrustación de zafiro. Al verlo me quedé en algo similar a un shock. ¿No era demasiado pronto? Pero se sentía tan natural estar con él que era como respirar, no daba trabajo. ¿Qué hacer, qué decir? Cualquier palabra fuera de contexto ahora podría ser mi propia perdición. Respiré acompasadamente varias veces, calmándome lo suficiente para poder decir algo coherente.



-Andrew… -empecé, algo vacilante- Sinceramente me dejaste sin palabras –dije, con una risa nerviosa. Ambos reímos nerviosamente- Yo… Bueno, jamás pensé en algo así tan pronto… -admití- Quisiera decirte ahora mismo que sí, lo cual me veo tentada a hacer, pero… Necesito tiempo –dije, bajando un poco la cabeza- Me educaron para pensar en todo menos en un esposo y una familia, y menos a ésta edad… Sólo… Espérame, ¿si?



Ya tenía los ojos llenos de lágrimas. Sí, había dicho lo correcto para mí, pero, ¿acaso eso era lo correcto para él? ¿Para nosotros? Las posibilidades me atormentaban, no quería ni pensar en ellas, pero… Al menos, había sido sincera. Necesitaba meditarlo bien, antes de decir cualquier otra cosa.

No pude contener la sonrisa que se dibujaba en mis labios, Sasha no era una de esas niñas educadas para ser mujeres de casa, y mucho menos para meterse en una aventura como el matrimonio a la ligera, lo cuál sólo me hacía sentir más orgulloso de ella y seguro de mi elección -tienes todo el tiempo que necesites... no llevo ninguna prisa, sólo quería que supieras que está ahí y que ya te pertenece si así lo quieres- la besé con suavidad y luego enjugué las lágrimas que se le habían desbordado de los ojos con la punta de mis dedos -nada de llorar Zimmerman, uno no llora el día de su cumpleaños ¿está bien?- le dije con alegría, tomando la cajita del anillo y la puse a un lado, sobre una mesita de noche -todo entre nosotros está igual que siempre... y te amo- la besé de nuevo y luego volví a abrazarla, acercándola a mí aún más.

Hice un esfuerzo por reprimir las lágrimas, aunque ahora eran más bien de euforia en lugar de tristeza. El tono con el que Drew había dicho lo anterior hacía difícil pensar que había hecho mal. Sonreí a medias al escuchar sus últimas palabras y me apreté hacia él, sintiéndome protegida, como debería haberme sentido por toda mi vida.

-Y yo a tí... Que no te quepa la menor duda, ¿eh? -le advertí, para después besarlo en el deprimido de su clavícula.

Acaricié su brazo al tiempo que me estremecía al sentir aquel contacto ¿cómo era posible que una sola persona pudiera provocar tantas cosas en tan poco tiempo?, era como si ella hubiera sido específicamente creada para despertar las más variadas emociones en mí; suspiré profundamente y la pegué a mi pecho -esa es una de las cosas que más me gusta tener por ciertas- sonreí y luego miré el reloj de pared -no es que me moleste estar así... pero aún faltan más regalos de cumpleaños preciosa... así que por más que nos disguste la idea, es hora de ducharse y prepararnos para ir a cenar- dije un tanto a regañadientes, esa sensación de proximidad me enloquecía y en realidad podría quedarme así para siempre.

(off. ¡¡¡Ouch!!! ya decía yo que algo se me había olvidado, lo siento Sash... afortunadamente el dado nos tuvo buena voluntad)

-Entonces, vamos a ducharnos -dije, riendome y halándo de él fuera de la cama- ¿O no vienes? -pregunté mordiéndome el labio.

Reí, esto era tan extraño en mí... Tomé parte de las sábanas y las arrastré conmigo al baño de la habitación, aún riendo discretamente. Me miré al espejo, admirando cuan desordenado tenía el cabello, y notando un leve rubor en mis mejillas. Sonreí. "Todo lo que Drew produce en mí..." pensé aún sonriendo.

(OFF: Lo sé! Me dió un escalofrío tenaz al ver el post de Metz... Dados, los estoy amandoooo! xD)

Terminé incorporándome con ella sin mucho esfuerzo -ante tanta insistencia y tan poca resistencia... creo que iremos juntos a la ducha- le dije sonriendo, siempre pensé que no estaba listo para semejante nivel de intimidad con nadie, pero con ella era tan sencillo... tan natural y simplemente sucedía, quizá comenzaría a creer en el destino si todo seguía viento en popa como hasta ahora.

Una vez en la ducha jugueteamos un poco, nos bromeamos y estuvimos ahí dentro hasta que el agua caliente decidió emprender la graciosa huída -preciosa, no es que sea un aguafiestas ni mucho menos- comenté, con mis labios en los suyos -pero creo que la ducha ya no nos quiere aquí- la besé otra vez, arrastrándonos a ambos fuera del agua; tomé una toalla y la envolví en ella con mucho cuidado -te amo Sasha- dije, sin siquiera detenerme a pensarlo, decir aquello era tan sólo la constatación de un hecho y no debía siquiera reflexionarse.

-Te amo, Sasha -dijo él.

Tomé aire profundamente. Se oía tan real, tan cierto en su voz... Jamás había llegado a sentir algo ni remotamente parecido, no señor, jamás en toda mi vida. Estaba embelesada, con él las cosas parecían ser tan naturales, como si realmente existieran medias naranjas en este mundo -teoría que yo rechazaba desde los 15 años-, como si él hubiese sido creado específicamente para mí. Mi sistema límbico no me engañaba xD, esta cosa que sentía por él no podía ser un simple invento de mi imaginación. Era real, tan real como el oxígeno que ambos respirábamos ahora. Anudé la toalla para evitar que se cayera y pasé mis brazos por detrás de su cuello, sintiendo su aún húmeda piel bajo mis dedos.

-Éste tipo que dijo que la vida es sueño... No creo que tenga la razón. Pero no me importa si es así, porque incluso si esto es un sueño, es el mejor sueño de todos, tan sólo porque estoy contigo a mi lado -dije, trazando figuras con mis dedos en su hombro derecho.

Suspiré ligeramente y busqué centrar mis ojos en los suyos -si estoy soñando, entonces creo que la vida de vegetal se ha hecho para mí- dije bromeando y sintiendo apremio por no soltarla y tenerla conmigo para siempre -no quiero estar en ningún lugar en el que tú no estés, ahora que te he encontrado Zimmerman... sería el más grande de los idiotas si te dejara ir- la besé una vez más y nos llevé a ambos fuera del baño, hasta caer yo de espaldas sobre la cama con ella reposando sobre mi pecho -eres hermosa- susurré, besándola una vez más y giré hasta que quedamos de costado los dos sobre la cama -tengo un buen presentimiento acerca de todo esto- completé, con un tinte ilusionado en la voz.

Le sonreí amablemente, acariciando su húmedo cabello con mis dedos, escuchando atentamente a cada una de sus palabras. Presentimiento... Claro que sí, era como si hubiésemos estado hechos el uno para el otro. Me apreté contra él, abrazándolo como podía y acercando mis labios a su oído.

-Suelo tener presentimientos también -le dije, susurrándole- Y ahora estoy teniendo uno... Uno muy bueno -proseguí susurrando, con la voz colmada de emoción- Te amo, Drew -concluí, haciéndo énfasis en aquellas palabras.

Escucharla diciendo esas palabras me colmó de una alegría que podía notar como novedad en mi vida, una novedad increíblemente agradable y a la que difícilmente podría acostumbrarme, aún cuando era algo que no me cansaría de escuchar jamás -y yo a tí hermosa, eso por favor, no lo dudes jamás- su proximidad, el olor de su cabello recién lavado y la húmeda calidez de su piel rozando la mía eran una clara invitación para cada uno de mis sentidos, que difícilmente se saciarían de probarla y explorarla... si seguíamos por ese derrotero, realmente jamás íbamos a salir de ahí.

De nuevo, a regañadientes, nos incorporé sobre el suelo y deshice aquel abrazo tan profundo en que estábamos inmersos -insisto... no es que me moleste estar así, contigo... pero creo que ambos tenemos hambre- comenté con la nariz enterrada en la piel de su cuello y escuchando a nuestros estómagos protestar por la falta de alimento y todo el esfuerzo al que habíamos sometido nuestros cuerpos -es hora de ir a cenar... ya tendremos mucho más tiempo para nosotros dos- acaricié su espalda con suavidad, la besé una vez más y fui a buscar mi ropa.

-Sí que lo tendremos -concordé con una sonrisa pícara, y me mordí el labio.

Recogí mi ropa que estaba desperdigada por toda la habitación -lo cual llegó a sorprenderme un poco... ¿Tan brutal había sido? xD- y salí trotando hacia el baño. "¡ME LO PIDO!" grité antes de cerrar el baño, donde me vestí y me organicé un poco el cabello. Mi expresión era distinta a la que había llevado desde hacía casi cuatro años, llena de luz y alegría. "Eso era lo que me hacía falta antes", me dije. "Lo que me hacía falta antes: Drew". Salí del baño pocos minutos después, para encontrar a mi novio ya listo, terminando de recoger parte del desorden que habíamos creado. Dí un vistazo rápido a la mesilla de noche: La cajita del anillo ya no estaba allí.

La habitación era un total desastre, no podía hacerse mucho por ella, cuando escuché la puerta del baño abrirse, todavía estaba terminando de hacer el nudo inglés en mi corbata... malditas manías, eso era algo de lo que mi padre podía sentirse totalmente orgulloso: ninguno de nosotros era capaz de salir con la corbata hecha en un nudo americano.

Vi de reojo a Sasha por el reflejo del espejo, estaba espectacular... había un brillo en sus ojos que no lograba interpretar, pero que, sin lugar a dudas, me provocaba fascinación al detectarlo: era como ver reflejado el resplandor de mis propios ojos en los suyos y me hacía feliz -dame un segundo, por favor... casi he terminado con la corbata- dije, al tiempo que terminaba de acomodar la corbata y bajaba el cuello de la camisa, que aún no lograba explicarme como había salido ileso después de la forma en que nos habíamos desnudado el uno al otro con tanto frenesí.

Sonreí ligeramente y caminé despacito hasta quedar justo detrás de él. Me empiné un poco, para poner mi barbilla sobre su hombro y con mis manos le enderecé el cuello de la camisa. El nudo de la corbata estaba perfecto... Se notaba que tenía experiencia en ello. Le pasé los brazos por detrás de los hombros, girándolo para que quedase de frente a mí.

-Pero qué señorito tan guapo... -le dije, riéndome.

Me acerqué más a su cabeza, empinándome. Él, como siempre, cooperó. Le dí un beso rápido en los labios antes de volverme a alejar para contemplarle, o más bien, admirarle. Se veía tan... Indescriptible. Sonreí.

-Favor que tan encantadora señorita me hace... más me vale lucir bien, si llevo a una mujer tan bella a mi lado- terminé con una de esas sonrisillas estúpidas que se habían vuelto tan frecuentes en mí desde que ella estaba en mi vida, acorté nuevamente la distancia entre nosotros y le rodeé con los brazos por la cintura -reservé en la Bella Italia para cenar aunque claro, puedes elegir cualquier otro sitio si así te apetece... es tu cumpleaños y quiero complacerte en todo- besé la punta de su nariz, y después sus labios suave y brevemente, para después dejarle espacio a que pudiera responder.

OFF:
La Bella Italia *-* xD... No supero ese capítulo del libro xDD

ON:
Solté una risilla tonta que iba muy a tono con la que él tenía en sus labios... Oh, sí, éramos un par de idiotas enamorados... No hice más que agrandar mi sonrisa al pensar en ello. Me dejé abrazar de él, sintiendo aún unos cuantos leves corrientazos recorrer mi cuerpo. Estaba realmente exaltada, mis nervios estaban en un punto álgido. Ahora que él lo decía, La Bella Italia estaría genial. Ese había sido el lugar en el que habíamos cenado juntos la primera vez, ¿no era así? Estaba a punto de responderle cuando sentí sus labios de nuevo sobre los míos y me abandoné a ésa maravillosa sensación, efímera pero intensa. Sonreí cuando él me dió espacio.

-La Bella Italia estará bien -dije, acariciándole la mejilla.

Replegué la mejilla contra su mano instintivamente, volví a sonreírle mirándole con los ojos entrecerrados con la misma expresión placentera de un gato que agradece ser acariciado -La Bella Italia será, entonces... ¿vienes conmigo?- dije con tono de sutil galantería, ofreciendo mi brazo arqueado para que pudiera pasar el suyo por en medio.

Asentí y quité mi mano de su mejilla para entrelazar mi brazo con el suyo.

-Voy contigo -respondí, mientras salíamos de la habitación.