Sleepless Night (Sasha)

Entré al hostal llevando a Sasha en brazos, estaba tiritando por la baja de temperatura y eso en realidad me estaba poniendo aún más nervioso; pedí una habitación y fui hasta allá lo más rápido que podía moverme, tomando en cuenta que no debía ser brusco para no marearla más -vamos a tener que meter algo en tu estómago y vamos a estar despiertos hasta que recuperes temperatura- le dije al oído, besando después con suavidad su mejilla.

La acomodé sobre la cama y fui a prender la calefacción -vuelvo en un segundo... nada de dormirse Zimmerman, cuenta al revés del 1 al 20, no tardaré mucho más de eso en regresar- fui corriendo a la camioneta por mi maletín de prácticas, el que siempre traía en el auto para no fallar en los traslados fraternidad-facultad-hospital-fraternidad y volví a la habitación, ella había llegado ya al cinco.

-Buena chica... me gusta eso de que sigas indicaciones médicas- le sonreí con las mandíbulas algo tensas, saqué el baumanómetro y el estetoscopio -si, tengo mi dinosaurio... no me mires así por no confiar del todo en los digitales- ambos reímos, aunque ella se escuchaba débil; puse el brazalete sobre su biceps, acomodé el amplificador del estetoscopio y comencé a bombear -está baja... demasiado baja- fui al teléfono tras quitarle el equipo y pedí coca-cola y algo de cenar que fuera ligero -vamos a levantarte el azúcar y la presión, hasta entonces... no vas a dormir, así que quizá tengamos más relatos esta noche- acaricié su rostro y me senté a su lado, frotándole el brazo que me quedaba al alcance.

Mi risa sonaba jadeante, como si no pudiera sacar más aire de mis pulmones... De hecho así se sentía. No lo culpaba por llevar su tensiómetro de los viejos, pues eran los mejores... Ya había tenido en varias ocasiones problemas con los digitales, así que no podía echarle la culpa por preferir el viejo.

-Créeme, estoy haciendo un esfuerzo sobrehumano para no dormir -le conté en voz baja, después que él pidió la coca cola y la cena- Pero debo tener el azúcar bien... Mi problema sólo va con la presión

La habitación comenzó a dar vueltas a mi alrededor de nuevo, por lo que me quité los zapatos y me recosté en la cama, con mis piernas apoyadas en la cabecera, más altas que el resto de mi cuerpo. Ése era el mejor remedio contra los mareos, y bloqueé mi vista con mis manos. Me daba rabia haber dañado la velada de esta manera, demasiada rabia conmigo misma... O más bien, con mi extraño SNA.

-Llevaba años sin teneer un ataque tan fuerte -confesé en voz baja

No pude evitar sentirme culpable... me había extralimitado y desconocía totalmente la situación de Sasha -creo que en esto tengo bastante culpa Zimmerman, ha sido demasiado... pero quería que fuera algo especial- reconocí apenado -¿sabías que eres la primera novia oficial que tengo?- inquirí en voz baja y sintiendo como me iba subiendo el color en la cara -por eso quería que fuera diferente... especial- concluí a media voz y mordiéndome el labio inferior.

-No, no, no tienes la culpa de nada, Drew -le expliqué, quitándome las manos de los ojos y mirándolo fijamente- No es tu culpa que mi cerebro sea una cosa extraña, y tampoco es tu culpa que yo haya olvidado mencionar esto...

Lo ví sonrojarse al confesar que yo era su primera novia oficial. Bueno, por mi lado, sin contar al novio de primaria, que veía una vez por semana y lo del noviazgo era un juego, Drew era a su vez, también, mi primer novio oficial. "Y pensar que ni mamá ni la abuela lo conocieron... Estarían encantadas," pensé.

-No hay de qué apenarse -le respondí- También eres mi primer novio oficial... Por eso estaba tan confiada en que mi presión no bajaría que ni pensé en ello... y heme aquí -dije, señalándome, tendida en la cama.

Alguien tocó la puerta. Drew se paró a recibir, era la cena y la coca cola que había pedido. El olor a comida me hizo arrugar la nariz, no quería comida ahora mismo. Tal vez cuando el mareo pasara, pero no antes. Me senté lentamente, mientras Drew volvía a la cama con ambos ítems.

-No quiero comida, aún -rogué, arrugando el gesto- Prefiero la coca cola sola... Por favor -pedí

Enarqué la ceja mirándola directamente -Sasha... necesitamos obligar a tu sistema a trabajar... la temperatura sigue demasiado baja- dije tocándole la frente -sé que soy peor que un padre preocupado, pero estás muerta de sueño y no puedo dejarte dormir mientras no estés estable- le sostuve la mirada y volví a tocarle el rostro, comprobando la temperatura -te voy a dar la coca cola, pero después tendrás que comer algo ¿ok?- abrí la lata y le metí un popote, sosteniéndola un tanto fuera de su alcance hasta que prometiera que comería algo.

Suspiré, derrotada, al verlo como alejaba la coca cola de mí. ¿Cómo explicarle que, realmente, no podía ingerir comida? Al menos no hasta que la crisis pasara, y eso sería mañana, no hoy. No esta noche. ¿Cómo explicárselo?

-Vale, comeré -dije y luego aclaré- Cuando se me pase el mareo, no antes. Conozco mi cuerpo, créeme.

Él acercó la lata a mí, la tomé y bebí dos sorbos largos. Dos coca colas debían ayudar a mi presión, ¿o necesitaría más líquidos esta vez? Me desesperaba verlo tan preocupado, y todo por estos idiotas mareos. Me corrí a un lado, haciendole campo en la cama para que se sentara más cómodo.

-Estaré bien, sólo dale tiempo a mi pedazo de SNA -le dije en un susurro.

La observé detenidamente beberse la coca, ciertamente no iba a obligarla a comer a menos que fuera realmente indispensable y siempre estaba el recurso de mandar a recalentar la comida y esas cosas... de mi lado no había una pizca de apetito así que estaría concentrado en cuidarla, no importaba que tantas cocas fuera a requerir, vería el modo de levantarla y si no respondía mejor en las próximas dos horas, nos íbamos al hospital, aún cuando ella dijera que no -sé que conoces tu cuerpo y las reacciones de tu sistema, pero voy a estar alerta para cualquier medida que deba tomarse ¿está claro?- odiaba sonar autoritario, pero su salud no era algo que tuviera gran ansiedad por poner en riesgo, ya habíamos tenido suficiente de eso por esta noche -ok, un tema de conversación que no sea familia, escuela o el por qué la coca cola hace magia para la presión baja- reí un poco ante eso último -así que estoy abierto a sugerencias de conversación- aseguré acomodándome a su lado y abrazándola para ayudar a su temperatura a ir subiendo.

Me recosté en su pecho. Él estaba, indudablemente, más caliente que yo, cosa que agradecía. Sentí su mentón sobre mi coronilla y sólo sonreí estúpidamente: No podía creer que tuviese tanta suerte, al menos no aún. Pensé en algún tema, pero no se me ocurría ninguno aún. En silencio se estaba bien, pero sabía que él pensaría que estaba mal... Y no quería acabar en el hospital como paciente. No, gracias, ahora estaba del otro lado de la cortina, y no quería volver a mi primer estado.

-No lo sé... -empecé, en voz baja. Aún me costaba esforzarme- Dime, ¿qué es lo que ves en mí? La verdad, aún no me termina de caber en la cabeza todo esto. Me gusta... No, me gusta no, me encanta todo esto, pero, ¿por qué a mí? Sabes que podrías tener a cualquier chica a tus pies, quedan pocos como tú en este mundo.

La miré con cierto escepticismo ¿de verdad no se daba cuenta que por sí misma es fabulosa? bufé un poco y luego la giré entre mis brazos hasta poder mirarla de frente -de entrada, me gustaría que intentaras verlo un poco desde mi perspectiva... jamás elijo a la gente por cómo se ve o las credenciales que tiene... elijo a las personas que quiero cerca por su autenticidad, su calidez y su calidad humana- fruncí los labios buscando una forma simple y mucho menos rebuscada para explicar mi punto.

-Vengo de un mundo en donde la ropa que te pones, el coche que tienes y el color de las tarjetas de crédito son lo que le da valor a una persona- suspiré profundamente -y para ser honesto... lo odio, odio que haya puertas abiertas todo el tiempo para un Brooks, odio que en cierta forma tenga oportunidades porque la gente sólo ve el apellido de mi padre- acaricié su rostro un momento y luego volví a frotar su brazo con mi mano -eso es lo que veo en tí Zimmerman, no sólo que eres una mujer increíblemente fuerte y extraordinaria por tí misma, sino que a esta altura de la noche, estoy seguro de que aunque hubiésemos cenado hot dogs en un carrito ayer por la noche y hace un rato hubiésemos recorrido las áreas verdes del campus... no supondría ninguna diferencia con esta noche que hemos tenido; porque tú estás viendo a Andrew el tipo que conociste en la fraternidad en una ridícula toga y no a Andrew Brooks, el caprichoso hijo del magnate que estudia medicina porque quiere llevarle la contraria a su padre- concluí, esperando que hubiese sido totalmente claro en mi punto.

-Todo un rebelde -dije en tono de broma, aunque el sonido era demasiado apagado como parecerlo- Éso me gusta, Drew -le advertí con una sonrisa débil en el rostro.

Alargué mi mano, acariciándole la cara con suavidad. Lamentaba hacer que ese tipo de temas que lo hacían sentir mal salieran a colación, y no había palabras para animarlo al respecto. Sí, ése era el mundo del que venía... Y gracias a quién sabe qué deidad extraña Drew no había salido como ellos. Subí mi mano hasta llegar a su cabello y lo revolví con gesto tierno.

-Y tienes razón... No habría importado qué hubiesemos hecho esta noche, porque la habría pasado igual de bien. Porque la habría pasado contigo de todas formas.

Alcé mi rostro y besé su cuello. ¿Por qué no se iba el mareo aún? ¿Qué me tenía así? Sonreí a modo de disculpa y alcé mis piernas contra la cabecera de la cama, esperaba que eso mejorara mi mareo con más rapidez que la cocacola

Vivir aquello me gustó... simple y llanamente, era como si todas las cosas que siempre había creído y que durante un par de años habían flaqueado un poco por fin tomaran una forma real, aunque era débil, su sonrisa me parecía algo realmente exquisito y me encantó oír aquellas palabras, porque de entre todos los que ahí figuraban, era la única que podía verlo sin ningún problema -a mí también me gusta... es decir, el tiempo que tenemos juntos- le sonreí dulcemente y le sentí acomodarse para volver a poner las piernas en alto, aquello no me gustaba ni un poco, así que rebusqué de nuevo en el maletín y saqué el estetoscopio y un termómetro digital pediátrico -tú eliges, la oreja o vas a tener que estar con el de mercurio bajo la lengua durante un buen rato- inquirí, mostrándole el termómetro, a sabiendas que esta vez elegiría el digital.

Tomé la temperatura poniendo el sensor en su oído, estábamos tratando de alcanzar los 31°, lo cuál me parecía ligeramente aceptable, aquello terminaría pronto -por el lado de la temperatura vamos bien Zimmerman, pero quiero ver cómo está todo ahí dentro- estaba seguro que tenía "ese" gesto totalmente profesional en la cara, mientras comenzaba a escuchar sus latidos, que ciertamente parecían mucho más regulares que antes -vamos por buen camino, parece que tu corazón ha decidido dejar de hacer fiesta ahí dentro y comportarse un poco- le dije con una media sonrisa ligeramente tensa.

Sonreí al verlo con ése gesto profesional en la cara. Realmente lo sentí por las enfermeras en el hospital que tuviesen que trabajar con él, porque si así se veía concentrado en su trabajo... Pobrecillas. Y él me quería a mí, cosa inexplicable... Sin embargo, la experiencia me decía que algunas cosas era mejor dejarlas así quietecitas, y menos problemas te acarrearás.

-Me alegra que al fin esté comportandóse... Me preguntaba dónde estarían sus modales -dije en broma- No te preocupes, mi temperatura... Ehm... "Normal" es 35°, así que ya casi salgo.

Sonreí de nuevo y puse mi mano sobre la suya. Aunque sentía mi pie fría, había estado peor antes.

Su mano aprisionó la mía y el gesto de médico se desvaneció con la misma rapidez con que había aparecido, transformándose en una sonrisa cálida -¿sabes qué? ahora sí estoy seguro y bien seguro- dije, al tiempo que fruncía los labios en una mueca de certeza inminente y vi como ella me miraba con cierta curiosidad aún cautelosa reflejada en los ojos -te quiero Sasha... simple y llanamente, te quiero- me incliné hasta besar la punta de su nariz y luego sus labios por un momento breve, no convenía demasiado alborotar nuevamente a su corazón.

Suspiré profundamente al oír esas palabras. Era algo que había querido oír en toda la noche, corroborar lo que sentía... Porque sentirse así de bien sólo podría ser producto de algo sincero, algo de verdad. Intenté responder su beso, aunque se retiró rápidamente... Seguramente por mi tonto corazón. Apreté un poco más su mano, con una sonrisa tonta en el rostro.

-¿Sabías que había querido decirte éso mismo en toda la noche? -le dije- Soy algo... Ehm... Cobarde al respecto

-Nunca es tarde para decir lo que se está sintiendo- con mi mano libre acaricié un costado de su rostro, hasta detenerme tocando con la punta del índice en su nariz -además, si no lo decía yo mismo, iba a estallamre el pecho seguramente- me incliné para besarla una vez más, esta vez un poco más largo que la anterior, confiando un poco en mi mano que seguía siriviendo como monitor de sus latidos.

Terminé con el beso y me separé para mirarla -creo que estoy arriesgando demasiado nuestro precario progreso- volví a besarla, sólo rozando sus labios sin profundizar de más, ya que su corazón había decidido acelerarse nuevamente -pero no puedo evitarlo, no puedo creer que en tan poco tiempo me haya hecho adicto a esos labios- le dije a media voz.

-Entonces, te quiero -le dije, haciéndo énfasis en ésas dos palabras.

Entonces, él se encargó de ocupar mis labios. No pude evitar corresponder al beso, ni disminuir el galope de mi corazón. Esas eran cosas con las que tendría que vivir desde ahora, no habría manera de controlar a ése loco de atar que tenía por corazón. Sonreí con gesto culpable.

-Ni en mis mejores tiempos se limitaría a andar normal, Drew, es imposible -le respondí- Así es mi corazón... Una cosa extraña.

Hice una pausa. Lo cierto es que quería besarlo, abrazarlo, lo quería a él, estaba volviéndome adicta a Drew. Bajé las piernas de la cabecera de la cama y me incorporé lentamente, comprobando con satisfacción que el mareo se había ido... Casi del todo, estaba a punto de salir de la crisis.

-Vaya, esto me suena a amor narcótico -dije en un susurro, recordando esa canción que había aprendido para una clase de español.

La abracé aferrándola contra mi pecho, y reí ante aquella frase -si me dices que te sientes igual... entonces vamos a tener un problema por aquí- susurré medio tomándole el pelo -¿cómo vamos a estar si no podemos estar sin tenernos cerca?- me perdí un momento más en ese hormigueo que estaba recorriéndome los brazos, aún cuando la tenía cerca, sentía que necesitaba más proximidad; la besé una vez más, largo, profundo... intenso, como si en ese beso se acortara un trecho de la distancia que mi instinto me decía que seguía interpuesta entre nosotros -te quiero Sash... no sabes cuánto- susurré una vez que nos separamos, un poco ahogado y tratando de recuperar el aire.

Reía entrecortadamente.

Intentaba recuperar el aire que había perdido, aunque éso sería difícil. Por un lado, el beso y la emoción contenida en éste me habían dejado sin aliento, y las palabras de Drew habían acabado la poca reserva que tenía. Ahora ni babosadas era capaz de decir. No encontraba palabras para expresar lo que estaba sintiendo, no las lograba desenterrar de lo más profundo de mi ser, no lograba sacarlas. Abracé a Drew, escondiendo mi cara en su pecho. Me asustaba no saber qué decir, aunque se me antojase a un miedo estúpido.

-Tú no te puedes imaginar lo que siento yo -susurré, aún abrazándolo- Es algo extraño, fuerte... Pero genial.

No atiné más que a estremecerme ante su contacto y aquellas palabras, era mucho más de lo que podía haber esperado, ni siquiera estaba seguro de caber en mí mismo de gozo: quería estar conmigo, tanto como yo quería estar con ella y eso es más de lo que un hombre puede aspirar a tener en una sola noche.

La abracé con un poco más de fuerza, seguía sin sentirla lo suficientemente cerca de mí, besé su cabello y nos acuné a ambos sobre aquella cama, entrelazando mis piernas con las suyas; en el margen de todo esto aún olía a comida caliente, a coca cola destapada y sobre todo a ella, cuya esencia me estaba inundando los sentidos, todo había salido mejor de lo que esperaba y ella merecía saberlo -salió mejor de lo que hubiera esperado Sasha... y esto es lo mejor que me ha pasado en muchísimo tiempo- susurré, con la esperanza de que recordara lo que habíamos comentado la noche anterior en aquel parque de Seattle.

"Lo mejor que me había pasado en muchísimo tiempo," pensé, dejándolo acunarme y abrazarme. Yo, por ahora, estaba pensando. Todo lo que sentía ahora era su cuerpo contra el mío, calentándome, su aroma, su respiración... Lo sentía, simple y llanamente a él. Sonreí, ¿acaso a eso se había referido anoche con la "cosa importante"? Despegué mi cabeza como para verlo mejor y enarqué una ceja.

-¿Esto era lo que querías que saliera bien anoche? ¿Cierto? -pregunté, respirando entrecortadamente. La emoción era demasiada.

-Así es... sin contar la parte de la descompensación y la huída a toda marcha de la bahía, todo salió mucho mejor de lo que había esperado- reconocí con suavidad, ambos estábamos exaltados, al parecer ambos salíamos ganando con todo esto y eso me hizo sentir muy bien, si tenía en mis manos una manera de hacerla feliz ¿por qué no hacerlo? -creo que estás cansada Sash... ¿quieres dormir ya?- pregunté, buscando su mirada y sonriéndole con delicadeza.

Le sostuve la mirada. Lo cierto es que el día había sido agotador, además que tendriamos que madrugar para llegar a tiempo a Seattle mañana, pero todo aquello era tan lindo que parecía más un sueño que la realidad. Mi realidad llevaba años sin verse tan bonita, tan... Tan normal. Entonces, querer dormir... En realidad no. ¿Qué tal si dormir equivalía despertar del sueño? No quería eso. Pero mi cuerpo pedía sueño, con extrema urgencia.

-Debería dormir, que es muy distinto -admití, levantando las mantas y cubriéndonos con ellas- Pero no quiero. Tengo... Bueno, me cuesta creer que esto sea real y no un sueño -expliqué, sintiéndome estúpida- Ya sabes, "la vida es sueño y los sueños, sueños son" y toda esa parte de ese soliloquio...

Reí en silencio ante su última aseveración -Zimmerman... te prometo... es más, te juro si quieres firmado con sangre que voy a estar aquí cuando despiertes- rocé la punta de mi nariz con la suya -en realidad no tengo otro sitio a donde ir, en especial si tú no vienes conmigo- le dije con toda la intención de rozar sus labios con los míos mientras hablaba -además... no tengo la menor intención de dejar de abrazarte, aún cuando ambos terminemos durmiento profundamente- afirmé, dejando claro que aún cuando el tiempo pasara, no sería tiempo en ese momento si no había un nosotros de por medio.

Me estremecí al sentir sus labios rozar los míos mientras hablaba. Tan pronto terminó de hablar empecé a besarle con suavidad, pero apasionadamente. Él respondía el beso como si yo fuera un pedazo de cristal que fuese a romperse en cualquier momento, pero los desbordantes sentimientos entre los dos eran casi tangibles.

-Gracias por quedarte, gracias por todo -murmuré, acomodándome en su pecho, preparándome para dormir.

Aquel beso me hizo saber que estaba conforme con lo que le había dicho antes y dado aquel tácito significado, me concreté en disfrutarlo, junto con el sabor dulce de sus labios y la calidez de su cuerpo, que podía afirmar tranquilamente que había recuperado su temperatura ideal -al contrario... gracias a tí, por tí y por todo- besé su frente luego de susurrarle estas palabras en el oído y así la sentí acunarse en mi pecho, le abracé un poco más, acariciando su espalda con cuidado y cantándole bajito en el oído una canción.

Spoiler:

Su respiración fue haciéndose lenta y acompasada, estaba quedándose dormida y yo no pude hacer más que sonreir antes de dormir con ella en mis brazos.