La Mano, Las Mejillas y un plato de Bolognesa (Sasha)

La mesera nos miró sorprendida. Le sonreí con timidez y le dí las gracias en voz baja, antes que se retirara preguntando si queríamos algo más. Miré a Drew con profundidad. Había algo en sus palabras, algo que me hacía sentir que él había pasado por algo muy similar a lo mío... O que debería ser psicólogo, pues parecía entender perfectamente como me sentía y a qué me refería al hablar así. Tomé su mano y le dediqué una media sonrisa.

-Definitivamente, eso de las apuestas fuertes es cierto -le contesté- Creo que esta es una fuerte apuesta, pero no me arrepiento de ello -agregué, apretando un poco más su mano.

-Cuando ya se ha perdido todo, sólo queda jugarse hasta el alma por una sonrisa- agregué a su comentario, mirándola fijamente a los ojos.

-¿Sabes? de momento me sentí algo atrapado en la escena de la Dama y el Vagabundo, cuando comparten el spaghetti en la mesita de mantel a cuadros rojos y blancos- reí un poco por mi tontería -aunque no puedo decir que me moleste parecer perro callejero al lado de una chica como tú- desvié la mirada ligeramente apenado... ella era mucho más de lo que esperaba y estaba casi seguro de que aún tenía más para sorprenderme.

-¿Un perro callejero? -pregunté, levantando una ceja- Cualquier cosa menos eso -respondí- Digamos que somos un par de perros de la misma raza.

Sonreí, aunque aún estaba algo pensativa. Solía suceder cuando sacaba mi pasado de su respectivo cajón. Alargué la mano y le revolví el cabello, sacándole una sonrisa. Sonreí con él, no podía evitarlo: Era contagioso.

-¿Qué tal si me cuentas más de tí? -le pregunté, empezando a trinchar un poco de pasta de mi plato.

-Vale, mientras no seamos chihuahuas todo está perfecto- reí un poco más y eché una mirada a los ravioles, parecían estar muy buenos a juzgar por el olor; liberé una de mis manos y probé uno... efectivamente estaban buenísimos -esto está delicioso... pero bueno, esa no era la pregunta veamos... ¿en dónde me quedé?- levanté la vista al techo.

-Como te dije antes, nací en Washington DC, en abril del '87, soy el menor de tres hijos del matrimonio de Alexander Emmelin Brooks e Isabella Lukach-Brooks...- dije el nombre de mi padre reprimiendo un poco las ganas de decirlo como si escupiera una majadería -y antes de que preguntes... sí, es el mismo Alexander Emmelin Brooks que tiene su pequeño imperio de concesionarias Acura y Mercedes Benz- reconocí apenado, detestaba hablar del dinero de mi padre, cosa que mis hermanos no comprendían y que a mi padre llegaba a molestarle en demasía -no tengo recuerdos muy gratos de mi infancia... en realidad, creo que lo mejor que podía pasarme era estar en la escuela y los veranos en que mis hermanos y yo salíamos a algún tipo de viaje con mamá, porque "el Señor Brooks siempre está muy ocupado"- no pude evitar el tono de reproche en aquella última frase.

Bebí otro poco de la copa de vino -como podrás deducirlo, los tres crecimos muy apegados a nuestra madre, ya que era la figura más constante en nuestras vidas- suspiré a medias y comí otro raviol -hace siete años mamá comenzó a ponerse muy enferma, el diagnóstico fue cáncer de estómago y estaba lo suficientemente avanzado como para que no se pudiera más que extraer el tumor raíz y manejar cuidados paliativos... un año después, murió en una unidad de terapia intensiva- escuché mi voz quebrarse... aún dolía hablar de mi madre -Devon y Liam, mis hermanos se casaron al poco tiempo, podría asegurar que sintiéndose incapaces de vivir sin una figura femenina fuerte en sus vidas... Alexander siguió su ejemplo, conoció a Kelly Anders-Brooks, ve tú a saber en dónde y se casó con ella hace dos años, poco antes de que llegara mi admisión a la UCS- cerré los ojos e involuntariamente me apreté el puente de la nariz, una reacción muy común cada vez que tenía que hablar de él -irónicamente terminó casándose con una muchacha que bien podría ser nuestra compañera de clase... creo que cumplió los veintiuno hace un par de meses- bajé la mirada... no sabía si detestarla por ser una arribista o compadecerla por tener que sufrir a mi padre.

Sentí mi estómago revolverse. De hecho, el había pasado por algo como lo mío. Mi gesto se torció un poco, no era capaz de soportar ver el dolor que cruzaba su cara con cada palabra. Se apretó el puente de la nariz, bajaba la mirada, se notaba cuan incómodo se sentía al hablar al respecto. No podía menos que entenderlo, después de todo, sabía casi con exactitud que sentía. Alargué mi mano, vacilante, hacia el costado de su cara. Se veía tan débil, tan vulnerable... Acaricié su piel con patrones repetitivos, tratando de calmarlo. De transmitirle mi apoyo, de intentar comprenderlo un poco más.

-Es poco lo que podría decir -admití, instantes más tarde- Pero sabes que puedes contar conmigo. Para lo que necesites, para lo que sea.

Corrí mi asiento hasta quedar junto a él, no frente suyo, y llevé mi plato conmigo. Aún sostenía la mirada en el suelo, por lo que le levanté la cara con las manos. Dolía verlo así, dolía saber el tipo de dolor que experimentaba. Besé su frente con delicadeza, y le pasé el brazo por los hombros, en un intento de abrazo.

Suspiré profundamente... odiaba que me pusiera tan mal pensar en Alexander y todas las cosas que había hecho -por eso estoy aquí... porque no quiero tenerlo cerca, de haber sido posible me habría ido del otro lado del país... pero no me arrepiento de estar aquí- levanté la vista en cuanto la tuve cerca -después de todo, me ha traído cosas muy buenas- apoyé mi frente en la suya un momento y seguí -me trajo a Dick... que puede ser un dolor de cabeza, pero es un amigo leal y verdadero...- enfoqué mis ojos en los suyos -y... también me ha traído alguien por quien vale la pena apostar el alma... especialmente cuando la veo sonreir- subí mi mano y con la yema de un dedo dibujé el contorno de la comisura de sus labios.

-De hecho, estás en el otro lado del país... ¿O no vive ya en Washington tu papá? -pregunté, apretándo el abrazo.

Quedamos cerca, nuestras frentes tocándose. Por un instante me pregunté cómo nos estarían viendo los otros en el restaurante, pero no me importaba. ¿Qué más daba? Que miraran, si es que tanta envidia les daba. Una descarga eléctrica recorrió mi cuerpo al sentir como recorría el contorno de mis labios con sus dedos. Alcé mi mano a su mejilla y sonreí.

-Pues, mi alma apuesta por tus sonrisas -respondí, sonriéndole- ¿Ok?

-Él sigue viviendo en DC, con su flamante esposa de veintiún años, y estaba tentadísimo de irme a New York o a Florida, pero con la cabeza llena de mariposas, como de costumbre... perdí los plazos para Princeton y otras escuelas por aquel lado, y Seattle que fue la única que me respondió en tiempo fue mi mejor opción... era eso o quedarme en la estatal- me estremecí levemente y no pude evitar sonreír al escucharla -ya estamos entonces, tu alma apuesta por mis sonrisas, y la mía está puesta por las tuyas- le robé un beso corto, apenas de contacto entre nuestros labios -eres increíble Zimmerman, mi mano invita a salir a tus mejillas y ahora tú me estás robando ¿era esto un plan con maña?- le dije bromeándola un poco y con mi dedo aún acariciando la comisura de sus labios.

Enarqué una ceja, escéptica.

-¿Yo, robando? -inquirí con una sonrisa- Aquí el que roba sonrisas y otras cosas es otro...

Reí en voz baja, aunque hice algo contradictorio a mi afirmación. ¿Qué más daba?, le robé un beso corto antes de volver a mi lugar. Me preguntaba si él estaría hambriento, aunque yo no lo estaba... Al parecer mi cuerpo reaccionaba de buena manera a la compañía de Drew, bloqueando el hambre. Señalé sus ravioles con la mirada.

-¿Piensas comer? -le dije entre risas- Tal vez se te enfríen xD

Dejé que me robara el beso y luego la miré con cierto escepticismo -lo cierto es que los ravioles están buenísimos... pero no pienso tocarlos de nuevo si tú no tocas tu spaghetti- no recuerdo en que punto había perdido el hambre, quizá se había quedado en el carro o no la dejaron entrar al restaurante; lo cierto era que sería sacrílego no tocar aquel plato tan suculento -por como huele, podría apostar que está igual de bueno que los ravioles- tomé su tenedor y enredé un poco de pasta en él, cerciorándome de no tirar nada, lo llevé hasta su boca, dándoselos a probar como a un niño pequeño.

Abrí la boca, aún pensando en la escena de La Dama y el Vagabundo. El spaghetti estaba exquisito, pero me sentía extraña al ver que él me daba la comida. Con mi mano dirigí la suya, hasta que dejó mi tenedor en el plato. Mastiqué lento, tragué y sonreí.

-Ahora a tí -le respondí, tomando su tenedor- Porque no daré un bocado más si no comes... No sea que el desmayado vayas a ser tú en mi lugar.

Reí ante mi propia broma y trinché un raviole que dirigí a su boca. Me puse una cinta mentalmente para evitar hacer comentarios del tipo "el bebé abre la boca para que entre el avioncito, a ver, a ver...".

Me costó trabajo sólo fruncir la boca para no reirme, todo su gesto me decía que estaba planeando decir algo y que no se lo estaba permitiendo a sí misma -no comeré ese raviol hasta que digas lo que estás pensando- le dediqué una mirada juguetona y agregué haciéndome un poco hacia atrás -porque sé que estás forzándote a no decir algo- apreté los labios luego de aquella afirmación.

-No te agradaría saberlo -confesé entre risas, aún con el raviole en alto- No tú, viejito gruñón -le respondí, riendo aún.

Bajé el tenedor con el raviole al plato, preparándome para lo que venía. Reí con anticipación.

-Lo siento mucho, pero...

Volví a levantar el raviole, riéndome aún más al ver su desesperada cara. No podía evitarlo, tenerlo a él en vilo era algo... Impresionante, y divertido, a su pesar.

-A ver, abre la boquita, el nené... -dije, partiéndome en risas y dirigiendo el raviole a su boca, xD

Tenía los ojos como platos, no me decidía entre la risa que estaba por ganarme o seguirle el juego actuando como bebé; así pues me decidí a hacer un poco de ambas primero respirando profundamente y mirando con cierto recelo a Sasha y el tenedor que sostenía frente mi cara, le lancé una de mis sonrisas más enternecedoras y me fui acercando al tenedor, pescándolo entre los labios con un movimiento rápido y haciéndome de nuevo hacia atrás, mirándole aún con un dejo de recelo.

Pasé el raviole y le sonreí de nuevo con la misma sonrisa de antes -quiero más- dije con voz aniñada.

-Y me llevas casi un año -le reproché, dándole otro raviole- Ya sigue tú solito, que yo también como -dije, entre risas.

Comimos nuestros respectivos platos mientras conversábamos de temas variados, lo cual fue agradable. Nunca nos quedábamos sin tema del cual hablar, la comida era deliciosa, el lugar ideal y la compañía... Perfecta. Tragué el último bocado de spaghetti y tomé el poco vino que quedaba en mi copa. Entrelacé mi mano con la de Drew.

-¿Algo más, nené? -pregunté, en tono de broma.

Jamás me había sentido tan curioso con respecto a una persona, Sasha había resultado ser más de lo que había esperado y seguramente me faltaban montones de cosas por descubrir; terminamos la cena luego de reirnos un poco por la escena del raviole y comimos entre risas y más charla.

Finalmente terminamos de cenar y ella buscó mi mano, a lo que correspondí sujetando la suya, entrelazando nuestros dedos -hmmm... quizá... sí, hay algo más que quiero- me incliné hacia ella y volví a besarla, podía parecer el peor de los adictos en cuanto a sus labios se refería, me gustaba besarla y ella también parecía disfrutarlo -sí, creo que ahora sí ya estoy completo- dije con seguridad una vez que nos separamos -creo que tendremos que volver a casa... bueno, a la fraternidad ¿te parece?- pregunté con algo de duda, finalmente nuestras puertas estaban a unos cuantos metros de distancia, pero en realidad preferiría no tener que separarme de ella.

-Tal vez sea lo mejor... Podríamos ver películas, o algo así -propuse y luego reí- Pero no te olvides la cuenta, Drew

Reí un poco más fuerte y la mesera vino a dejarla. Drew pagó y pocos minutos después estabamos saliendo del restaurante, abrazados y charlando entre risas. Al llegar al auto paré y me puse frente suyo, pasandole los brazos por detrás del cuello.

-¿O tienes otra propuesta, aparte de las películas? -pregunté. Total, al día siguiente no tenía clases temprano.

Por reflejo pasé las manos por su cintura acercándola a mi pecho -hmmm... tenemos dos opciones, noche de recorrido nocturno por las magníficas instalaciones de la UCS, incluyendo una visita pirata al comedor general al lado del edificio Lemieux, o noche de cine de arte- tuve una idea interesante mientras decía aquello, ya que lo mejor de mi colección de películas seguía en el departamento -o podemos rebelarnos y no volver esta noche a la fraternidad- sugerí en tono de complicidad.

Enarqué una ceja, con gesto cómplice. Eso de escaparse sonaba interesante, siendo como era Drew alguna idea loca, pero genial habría de ocurrírsele...Además que me gustaba demasiado estar con él y la noche aún era jóven, ¿no?

-¿Ah, sí? ¿A dónde piensas llevarme de escape, Brooks? -le pregunté con una sonrisa

Me llevé la mano a la barbilla, pretendiendo meditarlo un poco... si las cosas salían bien el día de hoy, luego de la fiesta asiática iría lo que ni yo mismo podía creerme que iba a hacer, así que decidí arriesgarme -primero el parque y después, cine de arte con un enorme tazón de palomitas y todo... sé de un buen lugar en donde podemos pasarlo y no terminaremos de indigentes durmiendo en una banca- reí ante mis propias palabras y la estreché un poco más, besé su cabello y luego su frente -¿qué te parece la idea?-

Sonreí al sentir sus labios sobre mi piel. Era una sensación genial, como estar completa después de mucho buscar.

-No me opongo -respondí.

Sonreí mientras pensaba en cuan naturalmente se estaban dando las cosas. Es decir, era algo tan natural como respirar, no exigía mucho y te daba demasiado a cambio. Y si así iba ahora, ¿cómo sería en la fiesta asiática? Esa prometía ser más calmada qeu las anteriores, lo cual me ponía nerviosa, pero contenta.

-Vamos entonces- caminé con ella abrazada aún a mi cuerpo, era un poco más complicado, pero se sentía bien y era bastante divertido.

Le ayudé a subir una vez que estuvimos en la camioneta y me apresuré a subir a mi lado, arranqué hacia un parque cercano, donde había columpios y todo ese rollo de juegos infantiles... me importaba mucho que tuviera momentos que atesorar y eso seguro sería toda una experiencia para los dos -llegamos a nuestra primera parada señorita- bajé y fui a abrirle la puerta, una vez que hubo bajado cerré la portezuela y nos encaminé hacia los columpios.

(off. dejo aquí lo del parque, ya la noche de películas cambiamos de escenario ¿te parece?)

Era extraño que me tratase como una lady de siglos pasados, abriendo la portezuela, y todo eso... Cosas a las que no estaba acostumbrada. Todo un caballero, sí, eso era cierto. Le dí una mirada rápida al parque, que era de juegos infantiles. Sonreí al verlos, me recordaba cuando salíamos a jugar con mis hermanos y yo estaba a cargo de ellos... HAcía tanto tiempo ya...

-¡Columpios! -exclamé, fingiendo el tono de voz de una niña pequeña- ¡Yuuupiiiii! XDDD

(OFF: Vale, mañana seguimos )

-¡Síiiiiiiiiiiiiiii! ¡Columpios!- exclamé siguiéndole la corriente y tomando su mano, corrí hacia los columpios llevándola a rastras, fui a sentarme en uno pintado de color azul y la invité a sentarse en el que estaba al lado de color rojo -veeeeeeeeeeeen vamos a jugar Sash- le sonreí abierta y francamente.

Me dejé llevar a los columpios y me senté en uno de color rojo. Empecé a balancearme hacia delante y atrás con rapidez, como cuando jugaba cos mis hermanitos. Disfrutaba ganarles en altura, y ahora disfrutaba volver a esa época, con Drew.

-Parecemos niños chiquitos! -exclamé entre risas- ¡Esto es genial!