Una mano aliada -Lucian-

Esa tarde acaba de salir del hospital, despues de lo que habia pasado, no tenia ganas de regresar a casa, asi que me detuve en La Push, ese lugar que siempre por su tranquilidad, llenaba mi ser de diversas sensaciones, tal vez por que me identificaba con los pobladores o el hecho de que yo tenia las mismas raices que ellos, aun no lo sabia. camine distraidamete por el centro, mirando de vez en vez los rostros de los que pasaban a mi lado.

Un rostro capto mi atencion, reflejaba friandad y un tanto de amargura, era un rostro que salia del comun de la gente que moraba en ese lugar, mi mirada trataba de describir que era lo distinto en el, cuando me di cuenta de su reaccion ante mi insistente mirada, decidi caminar un poco mas, acercandome a el aparador de una tienda, tratando de hacer menos evidente lo que habia hecho.

Cuando se adquiere el dote de la inmortalidad, el tiempo se vuelve un elemento meramente relativo, incapaz de afectar las habilidades físicas y mentales de quien es dueño de la longevidad eterna; el sol y la luna aparecen y se esfuman como si se tratase de un soplo al viento. Por lo anterior, posiblemente, el cementerio representaba el único sitio en el cual podía recordar que la vida es efímera y tan veloz como el corcel del sentinela al dirigirse a dar alerta de un ataque.

Abandoné la fortaleza sin compañía de ninguna clase, jamás me acostumbraría a semejante asunto, y me dirigí a La Push, a bordo de mi Aston Martin. El día estaba avanzado, y realmente no me preocupaba una redada de vampiros, sin contar que esa zona se podía denominar, con justa razón, alcázar inexpugnable de cambiaformas. Una vez ahí, tras haber recorrido el tedioso paisaje hasta el camposanto, aparqué mi vehículo en las inmediaciones.

No tardé gran cosa en poner a deambular por ahí, entre un mar de lápidas y memorias de aquellos que han abandonado el mundo terreno y optaron por descanso... o cayeron luchando por defender sus creencias o personas amadas... Tras un rato, inmerso en mi bizarro paseo por el reino de los muertos, percibí la persistente mirada. Con aquellos ojos esmeralda, llenos de inhumanidad y gelidez, observé al humano que osaba posar su atención en mi. Su evidente sorpresa ante mi acto fue inmediata, y con ello pude seguir moviéndome con mayor tranquilidad

Cuando se adquiere el dote de la inmortalidad, el tiempo se vuelve un elemento meramente relativo, incapaz de afectar las habilidades físicas y mentales de quien es dueño de la longevidad eterna; el sol y la luna aparecen y se esfuman como si se tratase de un soplo al viento. Por lo anterior, posiblemente, el cementerio representaba el único sitio en el cual podía recordar que la vida es efímera y tan veloz como el corcel del sentinela al dirigirse a dar alerta de un ataque.

Abandoné la fortaleza sin compañía de ninguna clase, jamás me acostumbraría a semejante asunto, y me dirigí a La Push, a bordo de mi Aston Martin. El día estaba avanzado, y realmente no me preocupaba una redada de vampiros, sin contar que esa zona se podía denominar, con justa razón, alcázar inexpugnable de cambiaformas. Sin embargo, al final preferí no visitar el sitio de descanso de las almas de mis hermanos de especie. En su lugar, me detuve en el Centro, a visitar los locales por simple curiosidad, estudiar en que se ocupaban otros habitantes de la zona.

No tardé gran cosa en ponerme a deambular por ahí, entre un mar de gente y murmullos de aquellos que, como yo, se aproximan con cierta curiosidad a las tiendas, unos adquiriendo productos necesarios, algunos más comprando artículos de lujo, y el resto perdiendo el tiempo. Tras un rato, inmerso en mi bizarro paseo por el reino de lo cotidiano, percibí una persistente mirada. Con aquellos ojos esmeralda, llenos de inhumanidad y gelidez, observé al humano que osaba posar su atención en mi. Su evidente sorpresa ante mi acto fue inmediata, y con ello pude seguir moviéndome con mayor tranquilidad.

Apesar de que me acerque a un puesto para ocultar un poco mi mirada, aun de reojo lo observaba, era algo extraño. Me arme de valor y me acerque a el caminando con pasos firmes, hasta donde el estaba, Buenas tardes, perdone que me acerque a molestarle, pero me parece conocido, mi nombre es Esmeralda, tendi mi mano en modo de saludo, sin dejarle de ver a los ojos, tal vez lo concideraria un atrevimiento, pero habia algo que me llamaba la atencion y que mejor que un viejo pretexto, como ese para acercarme a este personaje.

El centro de La Push poco podía ofrecerme, al menos poco en comparación con la urbe en Seattle, cuyos almacenes se encontraban repletos de artículos muy útiles para el castillo... así como basuras sin sentido que me sorprendían en ciertos momentos. Gruñí ligeramente al reconocer por el olfato a la humana de antes aproximarse... la maldita curiosidad había sido, indudablemente, un factor para su atrevimiento.

Enarqué una ceja al escuchar el pretexto más común en todo el globo terráqueo. Meneé la cabeza a modo de reprobación mientras mis ojos denotaban fácilmente cierta molestia respecto a ese asunto. Estreché su mano por simple cortesía, y después de ese gesto relativamente innecesario, mi voz manó con seriedad.

-Existen formas más sencillas para entablar comunicación con un extraño- me limité a decir con frialdad.

Puede ser, pero me parcio un buen pretexto para sociabilizar. contando con el hecho de que es el nuevo inquilinon que ha inquietado a mas de uno por su presencia, dije de manera un tanto tajante y fria, mire a los ojos de aquella persona, aun sorprendida de lo que reflejaban, años y experiencia, mas que nada dolor.

¿Así que ahora mi presencia era suficiente para levantar cierto revuelo entre la sociedad? Eso era un tanto malo para mis intereses y los de la manada en general. No obstante, tampoco podía preocuparme demasiado al respecto.

Enarqué una ceja mientras respondía, lleno de la frialdad de mi milenaria condición, apenas logrando escuchar el ruido de la tumultosa población ir y venir, así como alguna otra conversación casual por los alrededores.

-Parece que este sitio no ha cambiado mucho entonces- declaré con cierto sarcasmo y burla- Se detienen a parlotear del sujeto más nuevo.

Sonrei ante lo que dijo, tal vez sea asi, pero considerando que no tengo tiempo de parlotear copn la gente nueva, solo los que asisten a mi trabajo, y me siendo usted alguien que hallamado mi atencion, tome el atrevimiento de acercarme, he oido mucho de ustedes, calle entes de seguir, no debia enterarse de que sabien que eran y quienes eran, puesto que las ultimas semanas habia escuchado a mi hermano hablar de ellos.

Lo mire de reojo, y sobnrei un poco por su manera de hablar he de conciderar que usted no es de aqui, al igual que yodioje en tonno cortez mirando hacia el centro

Difícilmente se me pasaría desapercibido ese detalle... ustedes... Había oido hablar de ¿nosotros? Quizá se refería a mi corporación farmacéutica... pero algo me indicaba todo lo opuesto, que esa humana sabía más de lo que era estrictamente necesario para un mortal. Le miré con unos ojos analizadores hasta el máximo, buscando claves para averiguar a plenitud aquella incógnita que me mantenía curioso respecto a aquel personaje.

Debía, no obstante, mantenerme en diálogo si deseaba llegar hasta el fondo del asunto y... en su momento, finiquitarlo de suponer una amenaza en contra de mis planes.

-No tengo idea de quién seas, Esmeralda, pero supongo que si trabajas en la industria farmacéutica entonces me conocerás, mi compañía se desenvuelve en esos ámbitos. Imagino que a eso te referías- dije sin hacer comentario alguno respecto a mi procedencia extranjera... me andaría con cuidado de no revelar más información de la impresindible.

Trabajo en un hospital asi que es muy probable que de ahi sea conocido para mi, por su compañia farmaceutica, claro esta, dije en un tono seco tratando de ocultar lo que sabia de ellos,respire profundamente para despues regresar la mirada hacie el, siendo de la misma naturaleza de mi familia y tan distinta a la vez

Esbosé una sonrisa triunfal... acababa de caer en la trampa, el pez mordía el ansuelo contundentemente. Me limité a continuar hablando con algo de seriedad y frialdad. Después de todo, sólo era cuestión de sacar un poco más de información al respecto. Miré el entorno, muy concurrido, por lo cual posiblemente necesitaría sacarle de ahí en caso de verme forzado a menguar su existencia por motivos de seguridad.

-Es curioso. ¿Sabe usted el nombre de mi corporación y quién soy yo?- pregunté con cierta intriga, pues, de ser conocida la corporación a nivel mundial por actividades farmacéuticas, entonces mi nombre e imagen lo sería también... lo cual era completamente falso.

Esboce una sonrisa, al parecer no me habia creido el cuento de lo que habia dicho, la verdad era tan mala mintiendo, por algo habia escogido medicina como carrera, cualquier otra creo que me hubiera ido mal, le parece si tomamos un cafe mientras hablamos, creo que ni usted, ni yo creemos lo que dije, prefiero ser directa, claro si a usted no le molesta... lo unico cierto es que soy medico y que se ..v arias cosas por que en mi corre sangre... calle antes de seguir, mire hacia la plaza y a las personas que pasaban, le parece bien un cafe y despues de escucharme podra decidir que hara, sabia que el hablar directamente podria costarme la vida, pero queria las cosas en claro.

Bueno, por lo menos estaba de acuerdo en que ninguno de los dos creería esas mentiras. Una mirada analítica y fría apareció en mi rostro nuevamente, acompañada de un gesto fácilmente se confundía con lo hostil y cínico en grado elevado. Después de todo, ella acababa de firmar su sentencia de muerte en caso de estar insinuando que me revelaría datos suficientes como para considerarle una amenaza para la integridad del secreto de mi especie.

-Haz como desees, Esmeralda. Al final, si no me parece lo que digas, espero tengas arreglado todos tus asuntos y tu testamento- añadí con seriedad, pues no quería que se lo tomase como una broma... no era una broma- Guíame donde quieras charlar.

Sonrei de lado ante su abvertencia, usted creria que no se a lo que me arriesgo siendo que formo parte de su secreto, solo quiero ayudarlos de cierto modo proteger a los que me interesan, a pesar de ser yo el eslabon mas debil de mi familia, por mi condicion..guarde silencio un momento, esto lo hacia por el bien de mi hermano y ahora de su familia, tenia que encontrar la manera en ayudar aunq esto me llebara a un camino seguro hacia mi muerte.

No se preocupe, tengo arreglado todo de ser nesesario, tal vez desde tiempo atras, como dije se lo que pasa y me concidero guardian de esto, aunque ante sus ojos sea una debilidad y un error que yo lo sepa, pero sera mejor habla en otro ladobusque en mi bolso una tarjeta, donde venia la direccion de mi casa, si le parece lo espero ahi, hoy por la noche creo quees el lugar mas propicio y seguro para hablarle entregue la tarjeta , esperando una respuesta.

Había que reconocer el valor de la humana... o su evidente carencia de intelecto. Su forma de encararme demostraba que era dueña de intereses poderosos para seguir llevando a delante la tarea a la que se había dado. No le importaba su vida, eso era un hecho, lo cual facilitaría las cosas en cierto punto, de ser requerida su terminación. Me extendió, a continuación, una pequeña tarjeta, elaborada de un material más o menos común para esa clase de objetos. En ella contenía, lo que Esmeralda misa me reveló, la ubicación de su residencia. Negué con la cabeza al ver lo sencillo que sería mi trabajo como verdugo en un determinado momento. Guardé la tarjeta en mi gabardina y luego miré con indiferencia y frialdad a la humana.

-La gente no debe involucrarse en asuntos como los míos- declaré con seriedad- Sin embargo, si tanta es la insistencia, estará al filo de la media noche en donde me indica. Ya veremos que es lo que quiere decirme- concluí mientras me daba media vuelta y caminaba en dirección a mi vehículo, perdiéndome entre las personas que deambulaban alegremente ese día en el centro de La Push.