Reencontrandome (Libre)

Un plan... cosa difícil de forjar dadas las circunstancias, sin duda alguna. Miré fijamente el río, sin demostrar expresión alguna por unos instantes. Existína muchas formas de comenzar la cacería en América, de cautivar la atención de los inmaduros jóvenes licanos para unirse a la lucha, de desmembrar los cuerpos de los vampiros, de morir como un guerrero antes que como un humano. Debía ser cuidadoso, ciertamente.

-Veo tres formas:- dije sin dejar de observar el agua- matamos suficientes sanguijuelas, demostrando lo débiles que son ante nuestra fuerza; o tomamos la vía fácil, comenzamos una revolución, inspirando el coraje y la valentía de los licanos para luchar en contra de los malditos engendros del demonio... la tercera es acabar uno a uno a cada alimaña, lo cual tomaría eternidades enteras.- la gabardina ondeo una vez concluí, mientras un par de afilados colmillos se asomaban por mis labios

Bien, al menos estaba claro que el compartia mi odio hacia las sanguijuelas.

-Al parecer ese pueblo... Forks, esta al mando de las sanguijuelas, pero segun parece son demasiadas, seria mejor empezar por otro lado, antes, o hacer una visita a tu vampiresa... si por el contrario quieres empezar con los licantropos locales, conozco a uno de ellos, tal vez el pueda contactarnos al resto.-

Sin duda, la primordial forma de combatir, para mi, radicaba en aliarme con cuantos guerreros pudiese... El asalto a la fortaleza de Viktor había sido un asunto donde contase con el apoyo de decenas de soldados, pero aquí estaba casi solo. Volví a mirar a Lucrecia, con un destello de misterio en los ojos, aunque estaba por revelar mis planes.

-Hace siglos ataqué el castillo de un vampiro, barriendo con sus escuadrones de infelices.... pero fue ayudado de decenas de licántropos. Atacar un pueblo sería lo mismo, sin embargo, esta vez mis hombres están muy lejos, patrullando Europa. Creo que deberíamos ir a buscar a otros que compartan nuestro gozo por asesinar insectos

-Asaltar el pueblo... no creo que sea buena idea, los humanos no deben saber de nuestra existencia, y algo asi... podria revelar demasiado ¿No crees? un licantropo local, me dijo algo de ojos dorados, sabes a que podia referirse, me dijo que tubiera cuidado con ellos, no se si era una amenaza... -De nuevo la ira detono en mi interior y casi escupi las ultimas palabras.

-De todos modos, estamos abarcando demasiado, deberiamos establecer prioridades, y por mi parte podriamos empezar por la parejita.-

Ojos dorados... ese concepto resonó en mi mente unos instantes, mientras buscaba una explicación lógica que proporcionar a Lucrecia: ¡bingo! Se debía referir a las estúpidas sanguijuelas que preferían alimentarse de ratas y escoria antes que humanos... una ayuda potencial pero peligrosa... pornerlos a jugar unos con otros, manipular sus mentes para combatir, crear una guerra civil... sí.

-No, en absoluto. Ellos serán el plato fuerte, la razón que nos motive a mantenernos con vida- hablé ligeramente rápido, sin pensar mucho lo que decía- Creo que debemos buscar más como nosotros, valientes guerreros que quieran ayudarnos a cazar... y, después, organizar una guerra civil como obsequio a nuestros enemigos- la risa que salió de mi garganta no hacía sino reafirmar el aura maligna que me envolvía completamente

Habia oido hace tiempo historias sobre vampiros que se enfrentaban por el control de una ciudad, pero yo no conocia demasiado la sociedad vampirica, tal vez Lucian supiera de lo que hablaba, o solo fueran meros delirios, en cualquier caso, ambos podriamos sacar partido del otro, y no perderia nada por ver a donde llevaba su plan.

Asenti con la cabeza.
-Puedes contar conmigo. Un nuevo amanecer se alzara para las sanguijuelas.-

Negué las palabras de Lucrecia con un delicado movimiento de la cabeza. Sería tan satisfactorio ver consumada mi guerra contra los enemigos ancestrales de mi raza, o concluir mi parte luchando hasta la muerte, en su defecto.

-Estás equivocada, Lucrecia. Un holocausto, un crepúsculo se manifestará pronto sobre nuestros adversarios, y estaremos ahí para verlo, para consumir sus vidas y ofrendarlas a nuestros antepasados, en honor a sus vidas- concluí con seriedad, dejando escapar un tono de venganza en mi voz.... una venganza que acarreaba durante siglos.

No pude evitar sonreir y asentir con la cabeza, la mera idea hace que sintiera un placer indescriptible.

-Suena verdaderamente bien, Lucian, esto parece el comienzo de una... provechosa, relación para ambos.-

Era consciente de que jamas exterminariamos a esa extirpe maldita, pero la idea de menguar su numero siempre me era tentadora.

Y con aquellas palabras de Lucrecia, se finiquitaba, o así lo veía yo, una especie de sociedad de beneficio mutuo. Ella me proveería de mis presas mediante sus capacidades de rastreo, y yo seguramente representaría una poderosa fuerza de combate... aunque dudaba que lo requiriese, pues ella tenía el porte de quien puede cuidar de sí mismo con relativa facilidad. Extendí una mano para sellar el pacto.

-Mataremos a cuantos enemigos tengamos en frente, y moriremos con honor cuando llegue la hora- dije para acompañar mi gesto.

Extendi mi mano sonriente y aprete la suya con firmeza. La calidez de su piel izo que las imagenes de Josh y Ana asaltaran de nuevo mi mente.

-Que asi sea entonces.- Era un juego peligroso, pero parecia que ambos estabamos dispuestos a jugar a el hasta el final de las consecuencias.

Esperaba que Lucrecia cumpliera con su parte, pues yo estaba listo para asesinar, asediar y cegar las vidas de cuantos chupasangre pudiese, hasta que mi último aliento saliera de mi cuerpo... lo cual no debía ocurrir antes del gran día. Me di media vuelta, mirando la zona por la cual llegase.

-Entonces, nos volveremos a encontrar, Lucrecia. La próxima vez seguramente tendré algo más concreto en mente- mi cara adquirió una expresión un poco más siniestra, invisible ante mi locutora- Trata de no morir hasta ese día.

Di un salto y llegué hasta la copa del árbol del cual descendiese al principio, comenzando el camino para salir del bosque.

Le observe alejarse unos segundos en silencio, la escena, me habia dejado, exitada, nerviosa, como una cria que espera un juguete nuevo.

Volvi a quitarme la ropa, y senti la explosión que mis sentidos alcanzaban, mi forma humana me resultaba claustrofobica, sentia que me perdia cosas a mi alrededor que en mi forma lupina percibiria sin problemas.

Recoji la ropa tirada en el suelo entre mis fauces, con cuidado de no estropearla demasiado y comence a correr por el bosque sin rumbo alguno, solo respondiendo ante el impulso primario que ahora se habia apoderado de mi cuerpo.