Reencontrandome (Libre)

Sali a la superficie sacudiendo la cabeza, me separe el pelo de la cara con las manos aun con los ojos cerrados y respire hondo.
La peste a sangre, sudor y lo que era peor, a vampiro, habian desaparecido de mi piel, sin embargo en mi mente el nauseabundo olor de los vampiros todavia me era perceptible, como si siguiera impregnado en mi cuerpo, sabia que no era mas que el recuerdo, pero instintivamente arruge la nariz.

Ize un chasquido con la lengua y nade unos metros antes de volver a detenerme. El suave sonido de la corriente llenaba el bosque, los arboles se mecian suavemente, y a pesar de lo frio del agua no sentia frio alguno.

Aspire el fresco aroma del agua y las hojas y el hedor que habia persistido en mi mente fue rapidamente sustituido, el viento traia el olor de algun animal, y por un segundo casi pude percibir al cazador que habitaba en mi, deseando correr libre.

Sonrei satisfecha con las sensaciónes que la forma humana me traian en aquel momento y me sumergi nuevamente en el agua, aislandome de mis alrededores.

Mi inspección de la reservación estaba prácticamente completa. Por supuesto, aún me restaban unos cuantos sitios donde husmear. Uno de ellos el río que se encontraba en el bosque. Era incapaz de imaginar como sería ese lugar, por lo cual me dirigi velozmente ahí, dando ágiles saltos, apoyándome de los árboles, cuidando no ser visto.

Me detuve, oyendo finalmente el correr del agua que, pensé, estaría casi congelada por las bajas temperaturas acostumbras de esa parte del mundo. Reempredí mi viaje, poniendo atención en cada detalle, por si algún día me resultaba de utilidad. Y de pronto, percibí el innegable aroma característico de los miembros de mi especie. Tomé aire profundamente para identificar correctamente la ubicación del cambia-formas.

Descendí de los árboles para comenzar una carrera a pie. Por lo visto, mis semejantes abundaban notablemente. Esbosé una sonrisa y llegué donde deseaba. Con un par de saltos, llegué a la copa de un árbol. La vista era maravillosa desde ahí.

-Vaya día para tomar un baño en el río- dije suficientemente alto para hacerme escuchar desde donde estaba.

Escuche la voz procedente de los arboles a la vez que que su aroma me llegaba hasta las fosas nasales, tal vez fuera uno de los miembros de la manada de Kurt.

-Para mi es tan bueno como cualquier otro.- Respondi sin la necesidad de mirarle, hablando en tono calmado, sali del agua dandole la espalda, recogi mis prendas, y me las puse haciendo que con la humedad se pegaran a mi cuerpo. No sentia pudor por la situción, pero supongo que podria resultar algo incomodo que siguiera desnuda, para ambos.

Me gire observe el lugar de procedencia de la voz, su figura contrastaba en el arbol,, lucia un aspecto salvaje, que le daba una belleza fiera.

-Puedes bajar de ahi, no siempre muerdo.- Enseñe los dientes, en una mueca parecida a una sonrisa.

Atento a la voz de la cambia-formas, no perdí detalle de sus movimientos. Tuve la fugaz impresión de que poco le valía que un individuo ajeno a ella se encontrase ahí, siendo testigo de como abandonaba la relativa privacidad del agua para salir a la interpedie. Esbosé una sonrisa ante aquel comportamiento, pues, hasta cierto punto, me resultaba de lo más normal.

Cuando me sugirió dejar la comodidad de mi lugar, mirándome desde donde se encontraba, me encogí de hombros y di un salto para descender a tierra. Caí con firmeza y elegancia, acompañado del hondeo de mi gabardina café, algo que cualquier humano hubiese sido incapaz de lograr, rompiéndose varios huesos (si no moría) en el acto. Eché un vistazo a la chica, evaluandola para forjarme una primera impresión.

-Yo no he mordido a nadie en más de un siglo- dije finalmente, exhibiendo a su vez mis dentadura a modo de saludo- Pero jamás dudaría en hacerlo si es necesario

-Entonces tu te lo pierdes, deberias asegurarte de que esos dientes no pierden fuerza, la piel de diamante es buena para ejercitar las mandibulas.-

Pese a su aspecto salvaje, respiraba una gran tranquilidad, note cierta familiaridad en alguno de sus gestos, aunque me di cuenta de porque era, no me recordaba a mi misma, si no al cazador que ambos teniamos dentro, en ese sentido era como yo, era facil percibir la bestia que reposaba siempre iracunda.

Camine trazando un circulo a su alrededor, tratando de evaluarle.

-No te pareces demasiado al otro lobo domesticado que encontre aqui. Casi me atreveria a aventurarme y decir que no perteneces a su manada-

Me reí sonoramente cuando terminó de hablar la joven frente a mi, o al menos aparentaba serlo. Por algún motivo, ella lucía completamente diferente a la mayoría de los demás inmortales que encontrase a mi paso en América. Un punto a su favor, sin duda alguna.

-No soy de ninguna manada local, he venido desde Europa- respondí con una malévola sonrisa- Además, solo para que lo sepas, el que no use mis dientes no significa que la lista de sanguijuelas que he matado no sea gigantesca. He tenido más de medio milenio para darles caza y muerte en todo el mundo, pero ahora prefiero arrancarles la cabeza con mis manos- concluí cruzándome de brazos, apenas observando a la cambia-formas, quien se movía en torno a mi

Le observe tratando de discernir si era mera fanfarroneria o decia la verdad, si no mentia, seria sin duda el licantropo mas viejo que habia conocido, segun las historias, solo envejecemos cuando abandonamos nuestra forma guerrera, si el habia vivido abrazado a ella durante estos siglos tal vez fuera posible. Al fin y al cabo, yo misma era consciente, de que no habia cambiado nada en años...

-De europa eh, yo naci tambien bastante lejos de aqui, mi nombre es Lucrecia, es un... placer -remarque la palabra - conocerte - ize un gesto con la mano incitandole a presentarse.

Un matiz de incertidumbre apareció en el rostro de mi interlocutora. Estaba consciente de que escucharme decir mi edad, o al menos una forma general de enunciarla, podía pasar más por un cuento o leyenda que por la verdad misma. No obstante, me resultaba indiferente si le interesaba creerme o no, seguramente la hora de demotrarlo llegaría cuando tuviese que enfrentar a mi primer presa.

Después de mis cavilaciones, respondí a las formalidades, adoptando un tono de voz más serio y sereno.

-Soy Lucian- dibujé una cordial sonrisa en mi rostro- Me alegra saber que no todos los licántropos de por aquí son amantes de los vampiros- añadí con algo de malicia.

Solo de oirlo note como la bestia se agitaba en mi interior No son mas que perros traidores. De nuevo la voz de josh rugio en mi mente.

Recorde las palabras de Kurt, si ves un vampiro de ojos dorados, no te atrevas a ir a por el. La rabia rugio con fuerza ante el recuerdo de sus palabras, ¿habia sido una amenaza? ¿o la advertencia de un lobo cobarde?.

-Es simplemente repugnante. Desde luego me alegro de conocerte Lucian, como tu dices, es bueno ver que no ahi mas licantropos que aun conservan su jucicio.- Me despegue instintivamente la camiseta del pecho, aun me molestaba el tacto de la tela, y estando empapada era aun mas molesto, aunque solo logre que se pegara a mi espalda como una segunda piel y decidi darme por vencida en aquel aspecto.

No anticiparía nada, pero Lucrecia parecía compartir mi ideología bastante bien. Eso me agradó, incuestionablemente, por lo cual volví a sonreir con satisfacción. Mi causa no estaba perdida, al menos no del todo en América a causa del trato de las manadas locales con los vampiros líderes de aquella región... Mis enemigos mortales eran más atrevidos en ese aspecto, menos cuidadosos de las leyes... aunque no podía negar que yo también prefería mantenerme en el anonimato y combatirlos desde la sombras.

-De hecho, comando una legión de cazavampiros en los Cárpatos- declaré con ecuanimidad- Somos una manada devota de asesinar a los chupasangres siempre que podemos.

Sin embargo, parecía que ella tenía algo de problemas con sus vestiduras mojadas. Sabía cuan molesto era eso. Me quité la gabardina café y se la ofrecí, aunque casi apostaba a que no la aceptaría.

-Toma, si tantos incovenientes tienes con tu ropa- dije con amabilidad, algo de lo que mi especie solía estar privada a veces- No me importa compartir siempre que sea con una persona semejante a mi.

Una manada cuyo objetivo en lugar de proteger era destruirlos directamente, podia ser interesante este hombre.

Observe la gabardina que me tendia. -No, estoy bien, la tela me irrita ligeramente, pero nada mas.- Me sentia como un lobo bajo la piel de un cordero. Recuperar mi humanidad iva a ser mas dificil de lo que hubiera imaginado, vestir por necesidad o camuflaje era una cosa, pero vestir como ahora para sentirme mas humana era complicado.

-Estas lejos de tu manada Lucian, que te trae hasta aqui.- podia dar la impresion de que todo lo que el era era lo que se veia, pero no debia tomarle a la ligera, ademas, habia descubierto, que las criaturas cuanto mas ancianas se tornaban mas taimadas y tendian a jugar con sus propias reglas, y si el era tan antiguo como aseguraba debia tener cuidado, su mente habria cambiado con el peso de los siglos.

Me limité a sonreir mientras me volvía a colocar la gabardina justo como antes. La suavidad de mis vestiduras era reconfortante, en cierta medida. Seguramente Lucrecia habría pasado gran tiempo transformada, o su cuerpo era simplemente alérgico... en cualquier caso, ese asunto poco o nada me incunvía e interesaba, bastante tenía con hacerme cargo de mi mismo y el resto de mis soldados. Si es que aún están a mi retorno

-¿Qué me trae aquí?- repetí con una maligna sonrisa, meditando como responder la pregunta recién formulada a mi persona, echando un vistazo al cielo, dejando que el viento me rozace la cara con suavidad. La curiosidad ha llevado a muchos seres a la tumba me dije sin que un solo sonido escapara de mi boca. Miré a mi interlocutora, con las palabras más adecuadas en mente- Aunque hubiese preferido mantenerme en Alemania, algunos asuntos familiares me guiaron hasta aquí- sí, encontrar a mi renegado hijo era prioridad, sin duda, así como localizar el paradero de aquellos que le ayudasen.

Le observe intentando evaluarlo -Espero que soluciones tus asuntos cuanto antes Lucian.- Podia distinguir un brillo extraño en sus ojos, desde luego ocultaba algo, pero lo que fuera no me atañia a mi, por lo que a mi respectaba, podia mandar todo este sitio al infierno. -Seria una lastima que tu manada perdiera a un lider tan... ferviente.- Aspire su olor y trate de captar el olor de la sangre, cualquier rastro que antes hubiera pasado por alto.

Recorde el motivo que me habia traido hasta aqui.
-Desde luego a de ser algo importante, no me gustaria distraerte de tu tarea.- Mostre los dientes en una sonrisa felina y le observe esperando cualquier reaccion.

Algo me decía que quizá, de algún modo, podría encontrar en Lucrecia un nuevo miembro para mi clan de matavampiros. Desde luego, ignoraba si una cambia-formas como ella gustaría por trabajar en grupo, tal como mi organización se movía... podía intentarlo, de todos modos no perdía nada.... la chica tenía el temperamento necesario incuestionablemente. Pero, primero, a responderle.

-Mis hombres podrían seguir sin mi, los he enseñado, por el bien de la campaña contra los vampiros, a no depender plenamente de su guía- luego, un sonido semejante a risa brotó de mi garganta- Por ahora, debo esperar a que mi espía me envíe información para continuar mis trabajos en América- me froté la barbilla examinando a Lucrecia- ¿Hace cuanto peleaste con una sanguijuela por última vez?- pregunté finalmente, con algo de curiosidad.

¿Su espia? asi que al fin y al cabo no estaba solo aqui -Hace apenas unas noches- Dije recordando el combate con la pareja de sanguijuelas, aunque apenas unos dias antes habia acabado con otro de ellos. - Tuve un encuentro con una pareja que estaba de caza.-[/b
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-Trabajas mediante espias, asi que diriaque tu objetivo no es una sanguijuela.- Ladee la cabeza observandole.

La chica era perceptiva sin duda, aunque estuviese errada en cierta parte. Una expresión siniestra se adueñó de mi rostro por completo, y la sonrisa en mi rostro la respaldó plenamente. Necesitaba gente como ella, desde luego. Revelar algo de información no haría daño, quizá incluso podría haber visto a mis presas por ahí.

-Es casi la mitad de cierto eso- corregí susurrando, pero audible para los oidos de un cambia-formas- Vengo a matar a mi traicionero hijo adoptivo. Aunque mi principal objetivo es su vampiresa mascota- declaré con frialdad finalmente- Una chupasangres de cabello largo negro, con algunos mechones de color amarillento, no muy alta, tan pálida como cualquier otra maldita sanguijuela. Es de estatura media, esbelta- traté de recordar su nombre... difícil...- Patsy, creo que es su nombre, si no me equivoco- dije haciendo un gesto de asco- Quizá le hayas visto, si no matado, desde luego.- añadí con algo de interés, pues nadie más había sido capaz de darme información sobre ella, tarea que mi agente seguramente sería incapaz de lograr.

Le escuche, parte de matar a su hijo me desagrado notablemente, pero entonces siguio hablando, escuche su descrpición, y la pude ver otra vez como aquella noche, delante mio junto a ese maldito vampiro. Recorde el dolor en mi costado, y pude sentirle al pensar en el durante un instante, lejos, pero no lo suficiente como para escapar, aun al alcance mi mano. -Si la conozco, su descripción... viaja con otra sanguijuela, es la pareja a la que me enfrente hace unas noches, no logre destruirlos.- No me lo podia creer, asi que el iva buscando a esa... era como un regalo caido del cielo.

Sonrei de manera triunfal. -Se donde encontrarla, el estara con el vampiro, y ese vampiro, es mio.-

Me reí lleno de satisfacción. La suerte me favorecía en ese instante, sin duda alguna, o al menos eso parecía. Solo restaba el detalle de encontrar a mi rebelde humano, y entonces mi plan podía comenzar finalmente. Por el otro vampiro realmente no me preocupaba, Lucrecia podía darle muerte como mejor le viniera en gana, incluso sería un entretenimiento... aunque, si ella quería acabar con él, nada haría yo para entrometerme, ciertamente.

-Solo necesito visitar a la vampiresa por ahora, quizá más adelante la tome como rehén para tratar de hacer entender a mi hijo que unirse a mi es lo mejor que puede pasarle, a él y a sus amigos- me froté ambas manos con ansias, mientras mis ojos llameaban con malevolencia- Si deseas matar a su pareja, es cosa tuya... mientras menos enemigos tenga nuestra especie, mejor.

La idea de matarle era ciertamente satisfactoria, hacia tiempo que lo era cuando se trataba de exterminarlos.
Sin embargo la idea de tomar a una vampiresa como rehén sonaba ciertamente peligrosa, pero eso era cosa suya.

-Parece que nuestros caminos estaban destinados a cruzarse, Lucian.- me relami inconscientemente, recorde el vampiro y pude verle tranquilamente sentado, a varios kilometros de aqui, completamente ajeno a lo que le aguardaba. Al pensar en el, la rabia y la ira se extendieron por mi cuerpo como una corriente y no pude evitar reir, de una manera que mas parecio un gruñido.

El lugar se habia vuelto inconscientemente mas agradable, el viento acariciaba mi calida piel, la ropa me parecia menos humeda, menos molesta, el tacto de la tierra bajo mis pies se antojaba comodo, y el deseo de aullar de gozo se hacia patente en cada uno de mis latidos.

-Puedes contar con mi ayuda Lucian.- Es cierto que debia tener cuidado con el, pero el enemigo de mi enemigo...

Aquellos ojos que poseía flamearon con emoción, mi mirada se encendió con el fulgor de la sed de muerte. La cacería en América estaba por comenzar, y también la satisfactoria conclusión de mis planes. No había contado con tener un aliado temporal en un nuevo continente tan rápido, menos con las historias sobre los licántropos teniendo amigos vampiros... sentía la repulsión de la que Viktor hablase cuando era muchísimo más joven e ingenuo: ambas especies éramos enemigos mortales... aunque... usar a los vampiros como guardias, como los perros que eran, tal como ellos mismos hiciesen con algunos de mi especie... ya lo pensaría.

Aquella sonrisa maligna se hizo presente otra vez en mi rostro. Debía forjar un plan de ataque ahora, y para ello tenía que contactar a Aidan cuanto antes. Escudriñé con la mirada a Lucrecia, tomándome mi tiempo. Ella también parecía disfrutar la idea de menguar la existencia de los vampiros, de arrancarles esa luz de vida que ya no les correspondía, de hacer más espacio en el mundo para nuestra especie, someterlos a nuestra voluntad. Una carcajada escapó desde mi interior, y resonó fuertemente por los alrededores.

-Sin duda, esa es una oferta que no rechazaré, Lucrecia- ladeé la cabeza unas cuantas veces. Podría ser un potencial talento para mi armada- Pero dime, ¿cómo piensas dar con ambos?- pregunté lanzando una mirada analizadora.

Pense en ellos unos segundos, era dificil dar una respuesta, ni si quiera yo sabia como era capaz de saber donde se encontraba, pero asi era, igual que lo fue a lo largo de aquellos siete años.

-Puedo encontrarlo a el, este donde este, si ivan juntos aquella noche podrian tener un aquelarre conjunto, lo mas probable es que no se hayan separado, desde hace tiempo tengo una habilidad innata para rastrear mis presas... soy capaz... de verlas, sentirlas...- Instintivamente mire en la dirección que el se encontraba, sabia que estaba a varios kilometros de aqui, pero eso no importaba, ademas, estaba asentado en el mismo sitio desde hace bastante tiempo, lo cual era extraño en los de su especie.

Cerre los ojos un segundo para concentrarme.

-Esta en el lugar que debe ser su madriguera, pasa mucho tiempo alli, se encuentra... parece que abrazando a alguien, pero soy incapaz de distinguir a la otra persona.-

Volvi a abrir los ojos y le observe

Entonces por fin encontraba a uno como yo cuyas habilidades estaban más allá de la simple resistencia, longevidad, poder, sentidos y el resto de capacidades que mi especie gozase. Una rastreadora, como los vampiros llamasen a los dotados con la inusual característica de ubicar a quien deseasen, sin importar donde se escondiese su presa.

No obstante, las suposiciones de Lucrecia podían ser ciertas... los bebedores de sangre, como nosotros, jamás actuaban solos, o raras veces, en la época contemporánea, lo hacían. Quizá era tiempo de reclutar un nuevo ejército en La Push para cazar a los desgraciados vampiros, darles muerte y borrarlos de la faz de la Tierra por siempre... de todas maneras, matar en grupo siempre era más sencillo que en solitario... Si Raze hubiera venido, seguramente estaría encantado de divertirse un poco me dije con una maquiavélica expresión, tras lo cual recuperé la ecuanimidad.

-Lucrecia, creo que, valiéndome de tu habilidad, veo la posibilidad de formar un plan para comenzar lo que tengo en mente- enarqué una ceja mientras formulaba la pregunta- ¿Crees que hayan otros dispuestos a matar vampiros por aquí? No me incomodaría formar un pequeño ejército para aniquilar sistemáticamente a los chupasangre- una media sonrisa, acompañada de un halo de seguridad, se dibujó en mi tosco rostro de piedra.

Pense en los licantropos de este lugar, en lo que Kurt me habia dicho, ellos custodiaban este pueblo y los dejaban ocupar el otro, no pude evitar soltar una carcajada -Los licantropos de aqui ¿dices?, por lo que se, permiten que esas alimañas chupacabras vivan en el pueblo de al lado, no podemos contar con que nos ayuden, no son mas que escoria traidora,.- Dude de si era yo la que hablaba o se trataba de Josh.

-Si quieres algo, hazlo tu mismo- Le sonrei. -Solo conocen mi forma lupina, y el olor cambia bastante, no me reconoceran si les espiamos un poco, aunque se mosquearan por el echo de que haya licantropos en sus alrededores, pero para cuando quieran acutar, nosotros ya sabremos si estan solos o no, y podremos... jugar un rato con ellos.-

Las palabras de Lucrecia, si bien no sorpresivas, si resultaron ligeramente desalentadoras... ¿Acaso habían perdido el ánimo, el gusto por vencer a nuestros opresores, los miembros de mi linaje? Debía contactar a Raze para recibir algunos de mis hombres desde Europa... o hacer caso del recordatorio que me acababan de proporcionar: Jamás esperes de los demás lo que tú mismo no estés listo para hacer.

Un cúmulo de ideas fluyó en mi mente. Pero sólo una meta se plantó con firmeza: aniquilar a los vampiros, incluso si ello implicaba cazarlos uno a uno. Por ahora, éramos dos, aunque, estaba casi seguro, podría convencer a otros para destrozar las pálidas pieles de los enemigos mortales de mi raza.

-Siempre estoy listo para tomar cartas en los asuntos en que no recibiré ayuda- le dije a Lucrecia con una mirada asesina, llena de sed de venganza... una venganza que se había prolongado por siglos enteros, cuyo oscuro pasado se quedaría enterrado permanentemente- Pese a todo, estoy seguro que los más jóvenes licanos estarán de nuestro lado con algo de... persuasión- declaré con malicia

Lo que decia tenia si logica, lo mas impetuosos se nos unirian gustoso, pero seria dificil encontrarlos y tratar de arrancarlos de sus manadas.

-Podemos visitar a alguna de las manadas locales, o llamar su atención- La idea de tener que esperar no era alentadora en aquel momento de euforia, pero era aceptable antes que volver a precipitarse... aunque si esperabamos demasiado... volverian a alimentarse.

-¿Cual es tu plan entonces?- Le mire interrogante, queria saber si tenia alguna idea ya en mente.