::Moonlight::/free/

El cielo estaba despejado en una noche silenciosa y de luna llena, brillante y redonda, la única luz que había ahora que era pasada la media noche y la ciudad dormía bajo el abrigo de ella..

Corría sobre los edificios de las calles de Seattle, a toda velocidad, saltando sobre ellos y cayendo silenciosamente, haciendo uso de mi naturaleza como no lo hacía en mucho tiempo, sintiendo el viento causado por el movimiento, cada una de las sensaciones, los olores de los humanos que en estos momentos dormian placidamente, ignorantes, felices. El instinto dentro de mí no me dominaba, mi garganta era la menor de mis preocupaciones, esta noche no era para cazar, era una noche de paz, siendo quien verdaderamente era despues de todo un día de farsas.

Me detuve en uno de los edificios más altos, parada, inmovil en su cornisa, observando.

Había salido tarde del buffete, malditas complicaciones con los clientes, siempre era igual con ellos, los mejores, los que mejor pagaban, siempre tenían que reunirse en la noche. Y para mí, la noche era parte escencial de mi vida, era el momento en el que me liberaba de toda la rigidez que me veia obligada a llevar de día.

Por todo esto, había puesto mis pies en las calles de Seattle casi a medianoche. No me importaba, en realidad, sólo pensaba ir un rato a la plaza, siempre encontraba allí algo que hacer, no importaba el día ni la hora a la que llegase, siempre había algo. El color de hoy era el verde brillante, la brillante peluca estaba impecablemente puesta sobre mi cabeza y agarrada con pinzas al cuero cabelludo, para evitar que se deslizase y la gente descubriera mi verdadera identidad. Las medias de maya negra cubrían mis piernas largas y estilizadas, y sobre esta traía un voluminoso tutú del mismo color de la peluca. Mi torso estaba apenas cubierto por una camisa que combinaba con todo lo anterior. Mis ojos castaños estaban cubiertos por letillas de color azul acero -mis favoritas-, llevaba pestañas largas y verdes -como la peluca- y maquillaje recargado. Todo lo opuesto a lo que mostraba de día.

Extrañamente, la plaza estaba casi vacía. Tal vez ya era muy tarde, pero me parecía increíble la soledad allí. Caminé al mini-súper en una de las calles aledañas y compré un six-pack de cerveza importada, la más fuerte, y retomé mi camino. La noche era de luna llena, lo cual me inspiraba más a hacer lo que fuere, incluso sola en ésta plaza. Miré los numerosos edificios cercanos, todos tenían las escaleras para bomberos. No tardé en localizar mi favorito, y con ahínco empecé a escalarlo por la escalera auxiliar para llegar a la azotea. Minutos después llegué allí, la luna brillaba alta, redonda, majestuosa en el cielo, y no demoré en reparar en una esbelta figura que adornaba la cornisa del edificio. Al percibir mi jadeo, ella se volteó a mirarme. La luz de la luna le iluminaba el cuerpo, era esbelta, pálida como la misma luna que la iluminaba,con ojos grrandes y que me miraban coon expresión interrogante. Una mina guapa, definitivamente. Levanté el six-pack que llevaba en una mano al nivel de mii cabeza.

-Es una linda noche -comenté, como si semejante espectáculo se viera todas las noches- ¿Quieres una? -pregunté, mirando alternativamente a las cerrvezas y a ella.

Sentí que alguien se aproximaba y me puse alerta, tratando de descubrir de qué se trataba, a los pocos segundos confirmé que era un humano, nadie más podría hacer tanto ruido, imaginé que se detendría en alguno de los pisos, pero su perfume se sentía demasiado cerca, suspiré pero seguía dandole la espalda a la escalera de incendios, hasta que esa humana revelara por ella misma su presencia.

Cuando su jadeo me reveló que ya estaba en la azotea me giré y la miré en silencio, notando la ropa que traía, interesante, pero extraña de todas formas y sobre todo, demasiado verde.. Levantó el six-pack que llevaba y me preguntó si quería, suspiré imperceptiblemente y asentí.

-¿Porque no?-bajé con un paso ligero de la cornisa y me acerqué a ella- no está bien beber solo.

Recibí la lata que me ofrecía, aún mirandome con ojos indecisos y me senté en la baranda mientras la abría y bebía un trago, por lo menos el alcohol no era tan insipido como el resto de la comida humana.

La observé admirada mientras bajaba de la cornisa. Eso no era normal, no era normal tener tanta gracia, tanta ligereza al andar. "Bueno, a lo mejor y fué malabarista o bailarina de ballet o cualquier cosa", me dije, intentando atenuar mi percepción. Podría tener excelente equilibrio y ya.

Algo más que me había dejado asombrada: El tono perfecto de su voz. No era demasiado agudo ni demasiado bajo, el volumen era perfecto, la escuchaba perfectamente. Ella era de una perfección insuitada, algo increíble. Le ofrecí una lata de cerveza, y por mucho que lo intentara no lograba esconder del todo la mirada interrogante en mis ojos, ¿quién era? ¿cómo no la había visto antes aquí, en las noches? Dejé el resto del six-pack en el suelo después de haaber sacado mi propia cerveza y la abrí, bebiendo un par de tragos primero.

-Soy Michelle -empecé presentándome, a modo de abrir la conversación- ¿Y tú?

Era extraño tener una compañera humana en estas circunstancias, la noche, el lugar, la luna. Todo esto hacía que el encuentro fuera inusual, una humana y una vampira compartiendo cervezas, cómico dependiendo de como lo vieras.

-Allysa-respondí despues que ella se presentara, Michelle, qué la atraía a este lugar?, decidí preguntar.

-¿Y cual es tu historia?-la pregunté observandola con una leve sonrisa en mis labios

Allysa... Al menos ya sabía su nombre. Bebí otro trago largo de cerveza, cuando escuché la atípica pregunta, ¿mi historia? La gente en Seattle solía estar tan ocupada con sus vidas que ni se preocupaban por las de los demás. Alcohol, bares, tal vez sexo y hasta la mañana siguiente, cuando encuentras el condón en la basurera -si era un hombre- o nada, en otros casos. Bebí otro trago, planteándome cómo esconderlo, nadie debía saber qué hacía de día. Nadie, al menos no si pretendía seguir siendo la abogada más competitiva en el distrito.

-Mi historia es bastante común -dije, encogiéndome de hombros- Nací, crecí y probablemente moriré aquí, en Seattle -proseguí, esperando estar mintiendo bien- Después de todo, es un buen lugar para un diseñador gráfico -dije sin titubear casi, ésa era la profesión de mi alter ego.

Y hablando de alter ego... "¡Mierd%! Le dije mi nombre!" pensé, aunque mi cara permaneció tal y como debía, con una sonrisa ligera en los labios y la lata de cerveza rozando apenas ésa zona de mi cara.

OFF:
Dado de carisma + 2

Invitado ha efectuado 1 lanzada(s) de uno D10 :

OFF:
Repito dado...

Invitado ha efectuado 1 lanzada(s) de uno D10 :

Tienes que lanzar uno de percepción, Allysa

((OFF: voy....paciencia..XD)

Dado de percepción +8

Invitado ha efectuado 1 lanzada(s) de uno D10 :

((OFF: dale...que poco perceptiva Y^Y tocó creerte XD))

Pareció dudar antes de contestar, pero tal vez mi percepción del tiempo era equívoca considerando que el este no significaba mucho para mí, sonó bastante segura cuando afirmó que era una diseñadora gráfica común y silvestre viviendo en el mismo lugar en el que había llegado al mundo. No le di muchas vueltas al asunto, tampoco me correspondía a mi meterme en su vida.

Bebí otro trago antes de continuar.

-¿ Y acostumbras subir a los techos de los edificios en medio de la noche?-le pregunté observandola de nuevo, si tan solo supiera el tipo de peligros que en verdad corría, más allá de ladrones ineptos y violadores sin vida.

-Cuando no hay nada más que hace, sí -dije.

Total, éso pertenecía a mi alter ego, no a la Michelle del día. La exitosa abogada jamás se montaría a la azotea de un edificio a la medianoche a beber cerveza con una desconocida. La supuesta diseñadora gráfica sí lo hacía.

-¿Y tú, también haces esto a menudo? -quise saber, mirándole directo a los ojos.

Ojos que se adivinaban color miel, casi amarillo, como si llevara lentes de contacto... Debía ser una buena marca, se veían naturales en ella, le iban bien, la hacían ver misteriosa, como si fuese un delirio mío que desaparecería en cualquier momento de la oscura noche. No pude reprimir un escalofrío, pero para disimularlo bebí otro trago.

Nada más que hacer, suponía que ese mismo principio se aplicaba a mi caso, un plan improvisado a falta de algo mejor que hacer, aunque incluso si Michelle era una chica soportable por decirlo de esa manera, ese no era el escenario que hubiera escogido para pasar el rato.

Me preguntó si solía hacer lo mismo, subir a los edificios a la mitad de la noche, lo hizo mirandome a los ojos y le contesté sin quitar la mirada, nunca lo hacía, incluso sabiendo el efecto que podía tener en los mortales, simplemente no estaba acostumbrada, me parecía un signo de debilidad.

-No, en realidad no, usualmente me la paso vagando por el campus de la universidad. Tambien soy una persona nocturna por asi decirlo.

La miraba extasiada, era increíble pensar siquiera que tanta belleza pudiera estar contenida en un sólo cuerpo. ¿Cómo es que estaba sola? Éste tipo de persona -fuere chico o chica- solía estar lleno de pretendientes a su alrededor, y de seguro iban de fiesta en fiesta, o lo que fuera, pero jamás a solas. Además, era una universitaria, los chicos del equipo de football debían andar tras ella, echando babasa. Compuse una sonrisa a medias, bebiendo los últimos tragos de la cerveza. "Vaya que me tiene alterada esta chica," pensé. "Hace meses que no me acababa una cerveza tan rápido".

-La noche es mejor que el día -solté de primerazo.

En éso la Michelle diurna y la nocturna concordaban, porque justo en ése momento, ambas eran la misma, algo que ni siquiera mis padres habían logrado de mí.

-Así que vagas por el campus... -retomé, agarrando otra cerveza- ¿Quieres otra? -le pregunté, pues no sabía si ella ya había acabado con la suya- ¿En la UCS? -intenté adivinar

Quitó su mirada cuando tomó los ultimos sorbos de su cerveza, y yo me dediqué a mirar la luna, preguntandome qué podía estar pasando por su cabeza en estos momentos, nunca habia sido buena adivinando pensamientos humanos.

Mencionó que la noche era mejor que el día y me limité a asentir con la cabeza, aún mirando el espectaculo del cielo nocturno, para mí el día no significaba más que mentir una y otra vez para seguir con la farsa, la noche me daba libertad.

Volvió a hablar y a ofrecerme una cerveza, aún no había terminado la otra, me parecía mejor esperar, no quería llenarme demasiado de comida humana.

-No, estoy bien gracias, aún me queda un poco-le respondí sonriendo otro poco y mirandola fugazmente antes de volver a mi mirada a la noche- Sí, estudio Medicina allí -le contesté.

Medicina... A mi papá jamás le había gustado la medicina. Muchas veces le dije que pensaba estudiarlo, y él se limitó a cortarme las esperanzas al respecto. Ahora que lo miraba... Turnos nocturnos, trabajo pesado, vidas... Definitiviamente era mejor ser abogado. Al menos para mí lo era. Si se me llegase a morir alguien, por mi culpa, acabaría en un psiquiátrico. Eso, producto del perfeccionismo por cortesía de mi señor progenitor. Tomé más cerveza, a este paso pronto estaría borracha y quién sabe que cosas haría... Pero no me importó. Necesitaba el alcohol en mi sistema, esta guapa me ponía de cabeza, nerviosa, como si este fuese un juicio que determinase mi carrera.

-Debe ser intenso tener vidas a tu cargo, ¿no? -me limité a preguntar. No tenía mucha idea sobre qué más preguntarle.

Podía sentir el nerviosismo de la chica, pensé que era a causa de mi actitud algo fría, ¿que podía hacer? siempre había sido un poco antisocial aún teniendo el carisma para abrirme paso por el mundo. Decidí relajarme un poco, tomar otro sorbo largo de mi cerveza y acercarme un poco más mientras hablaba contestando a su pregunta.

-Es intenso, créeme, te la pasas con los nervios de puntas, aunque en la universidad todavía no me ha tocado, pero antes solía hacer practicas y pasantias en los hospitales de los lugares donde vivia, así que sé como es, pero creo que al final lo mejor es saber que salvaste a alguien...no sé, creo que aún tengo ese pensamiento idealista de la adolescencia.

-Eso es lo normal -le dije.

Había sentido un corrientazo cuando se acercó más. ¿Qué querría decir con ello? Me tenía bastante intrigada, hacía ya bastante tiempo que no sentía algo así. Tal vez las otras veces había estado muy borracha como para recordarlo.

-A medida que terminas de crecer te das cuenta que el mundo no es como lo pintan -proseguí.

En mi caso, eso se había aplicado mostrándome que no todo tenía que ser fríos coctéles, cenas elegantes, rigidez, compostura; que también había locura, desenfreno, alcohol para abusar y muchas calles para estar. Tomé aire y me acerqué a ella un poco más, nuestros brazos casi rozándose. Había algo en ella, un aura de misterio, que me impedía acercarme como lo hacía con las otras personas con las que me había metido. "Demonios, ahora parezco una estúpida colegiala... ¡Y mira que ella es menor que tú, Michelle!" me dije, algo frustrada.

En realidad me fastidiaba descubrir que tanto de la débil humana que había sido aún quedaba en mí después de tanto tiempo, hace mucho que esa adolescente había muerto y se había convertido en mujer, en asesina...en muchas cosas que habían servido para cumplir sus propósitos. Desde hace tres años había tenido que sacar los restos de esa niña para poder vivir civilizadamente...ya no, por lo menos no hoy, quería dejarla escondida hasta que la noche acabara.

Y esta humana me iba a ayudar. Había algo en ella, algo más que su sangre que me llamaba, que había hecho que me quedara en ese lugar a conversar a pesar de todo, a pesar de que en esos momentos todo fuera parte de la farsa usual. Si, lo aceptaba, estaba algo tentada, pero todo dependía de ella después de todo.

Se acercó a mi, dubitativa, nerviosa, dejando nuestros cuerpos lo suficientemente cerca para que nuestros brazos se rozaran levemente, la tibieza contra la gelidez, provocando electricidad en el espacio que nos separaba. Sonreí, más notoriamente, una sonrisa que ocultaba una invitación.

No pude evitar sguir sintiendo los corrientazos en mi piel a medida que nuestros cuerpos se acercaban unos milímetros más. Un escalofrío recorrió mi espalda junto a los corrientazos, no podía evitarlo. Gracias a ella, a Allysa, mi cuerpo estaba reaccionando como el de una inocente colegiala. Entonces, ella esbozó una sonrisa que me cautivó aún más. ¿Era posible acaso que ella anduviese sola por Seattle con una sonrisa así? Era increíble. Increíble.

-¿Alguien te ha dicho lo guapa que eres? -le solté al fin, sin poder evitar un leve sonrojo. Decirle "guapa" se quedaba corto comparado con la exhuberante belleza que ostentaba.

Dí un paso más hacia ella, acercándola a la pared del depósito en la azotea del edificio. Mi corazón latía frenético en mi pecho, pues no tenía ni idea de cuál sería su reacción. Esperaba que fuese lo que mi cuerpo quería, lo que estaba pidiendo: Poder rozar esos perfectos labios bajo la luz plateada de la luna llena.

La electricidad precedía cada uno de nuestros movimientos, la noche había tomado un giro...¿inesperado? tal vez no.

La sangre dirgiendose a sus mejillas en un suave sonrojo, solo la volvió más apetecible para mi, en todo sentido, apetitos que nada tenían que ver con mi naturaleza se apoderaron de mi en ese momento.

Se acercó más a mi, acorralandome contra la pared, justo donde ambas queriamos. Su corazón resonaba como un tambor en mis oidos, tan nerviosa, tan humana...definitivamente tentadora.

Acerqué mi rostro al suyo, aspirando su perfume, con nuestros labios apenas separados por una distancia milimetrica. Susurré, dejando que mi efluvio se confundiera con su aliento.

-Tal vez no de la manera correcta

Ella era... Era deslumbrante. Era increíble. Era una noche perfecta para estar más o menos sobria, porque esto no lo iba a querer olvidar jamás. El aire que escapó de su boca al susurrar me obnubiló, anuló todo pensamiento coherente que pudiera estar llevando en mi cabeza, me hizo concentrar única y exclusivamente en ella. En Allysa.

-Eso es tal vez porque no hay palabras que te hagan justicia -susurré a mi vez, dejando caer la lata de cerveza al suelo.

Los corrientazos seguían recorriendo todo mi cuerpo, sentí como arqueaba mi espalda a modo de respuesta. La miré a los ojos por una fracción de segundo antes de cerrarlos y acercar mis labios a los suyos, y deleitarme con el torrente de sensaciones que entraban a mi cuerpo. Jamás había sentido algo así. Ni siquiera en la más tremenda borrachera podría olvidar una sensación tan poderosa como la que percibía ahora.

-¿Te sientes bien? -le pregunté en un susurro al oído.

La noche estaba fría, y aunque mi emocionado cuerpo no percibía el frío de Seattle, tal vez el suyo sí. Yo ya estaba acostumbrada a ésto, ella... Tal vez no. ¿O sí?

Un susurró suyo jugó con mi labios de la misma manera que yo lo habia hecho con los suyos.

Dejó caer la lata de cerveza, ahora nuestras manos estaban libres para explorar. La electricidad continuaba entre nosotras, creando la atmósfera de expectativa previa que hacía que el encuentro de nuestros labios fuera aún más memorable.

Nuestros ojos se encontraron brevemente antes de que ambas nos hundiéramos en el éxtasis de un beso lleno de sensaciones que recorrían cada rincón de nuestros cuerpos. Estaba fascinada con la suavidad y la calidez de sus labios, había pasado mucho tiempo desde que probaba un néctar así y mis manos buscaron el camino hasta su cintura para acortar aún más la distancia entre nosotras.

Se separó levemente de mí, susurrando a mi oído con la respiración entrecortada, recordándome que el oxigeno era una distracción necesaria para ella. Me preguntó si me encontraba bien y no pude reprimir una pequeña risa.

-No hables de frío con una mujer rusa Michelle- Mis labios volvieron a encontrar el camino hacia su boca recorriendo su mandibula y parte de su cuello en el proceso, deseando más.

Me apreté más a su cuerpo al escuchar el suave tintineo de su risa en mi oído. Sus labios se sentían fríos contra mi piel, pero si ella decía no sentir frío, así debía de ser. Yo no sentía el frío. Sólo sentía fuego abriéndose paso en mi interior. Sus labios recorrieron mi mandíbula, mi cuello, y tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para reprimir un gemido. Subí una de mis manos hasta su cuello, entrelazando mis dedos con su cabello suave, lacio, mientras mis labios jugueteaban con los suyos. La otra mano la bajé hasta tocar su cintura, empecé a trazar figuras con mis dedos allí.

Separé mis labios de los suyos por un momento, tomando aire desesperada, sin poder evitar sentir su aroma en mi nariz, ése aroma que no olvidaría, ese aroma perfecto... Besé la suave piel de su mejilla, apretándome más contra su cuerpo que se sentía perfecto bajo el mío, recorriendo con mis manos su silueta. Dejé que me aprisionara ella a mí contra la pared.

-Tu es parfait -susurré en un jadeo, mientras sentía sus labios en mi piel.

De nuevo jugábamos en una danza de caricias que solo podría suceder entre dos mujeres, la delicadeza en la pasión de cada beso y cada toque era algo que no se podía igualar.

Sus manos me empujaron aún más hacia ella, la distancia era nula y mis manos se deleitaban recorriendo su cuerpo y su torso.

Se separó de nuevo, en busca de aire pero mis labios no se separaron de ella, besando de nuevo su cuello, descendiendo mientras ahora era ella la que estaba atrapada contra la pared, prisionera, sin escapatoria mientras presionaba aún más contra su cuerpo.

- Cela dépend à qui vous demandez-contesté a su susurro antes de morder levemente su oreja y seguir disfrutando del camino a su cuello.

Me mordí el labio al sentir la suave presión de sus dientes en mi oreja, sus pulidos labios bajando por mi cuello, sus manos acariciando mi cuerpo con premura. La luz de la luna estaba ahora opacada por las nubes que cubrían casi siempre a Seattle. Los labios de Allysa seguían acariciando mi cuello y mi cara, sus manos aprisionandome contra la pared, mi espalda arqueada por la intensa sensación contra la pared de concreto.

-Ven aquí -pedí con voz ronca, dirigiendo su cara con mis manos hacia arriba.

Bajé mis manos por la espalda, intentado acercar a Allysa a mí. Busqué desesperada con mis labios los suyos. ¿Qué era lo que tenían esos labios? Me estaban volviendo loca. La lluvia empezó a caer torrencial sobre nuestras cabezas, empapándonos. Sintiendo su respiración en mi cuello miré hacia arriba, sintiendo las gotas de lluvia caer sobre mi cara.

La lluvia comenzó a bañarnos y su aroma se acentuó con con cada gota de agua que esta derramaba sobre nosotras.

Dejé que me atrayera hacia ella y de nuevo me sumí en la calidez de sus labios con más fuerza, con más ansia. Separandome solo lo estrictamente necesario para que ella pudiera respirar aunque mi respiración tambien estaba acelerada.

Mis manos seguían recorriendo los rincones de su anatomía, una de ellas descendiendo hasta su pierna, apoderandose de ella y enroscandola a mi alrededor.

Volví a separarme de ella para recorrer el camino hasta su oido y susurrarle.

-¿Sabes que pienso?...que usas demasiado verde.

Mis manos rasgaron su camiseta antes que ella pudiera reaccionar, estaba dejando que esto se me saliera de las manos.