Cuando la luna se pone re grandota, como una pelotota... (Sasha)

Recién salimos de la fraternidad subimos a la camioneta y comencé a conducir, ella parecía relajada aunque perdió un poco la pose cuando tomé la carretera -es una sorpresa y no importa cuánto me mires con ojos de cachorro asustado, NO TE VOY A DECIR NADA- reí un poco y me contuve cuando la ví torcer la boca de forma reprobatoria... eso de las sorpresas se me daba bastante y no dejaría que terminara haciéndome ceder, así que me concentré en el camino.

Detuve la camioneta y busqué en la guantera de la camioneta, saqué un paliacate limpio, solía llevar uno de reserva por si el que usaba para entrenar terminaba demasiado mal; el lugar estaba obscuro así que ayudaba un poco a mi propósito, no creía que ella pudiera ver específicamente a donde habíamos llegado -¿confía en mí señorita Zimmerman?- le pregunté en tono juguetón, mientras doblaba el paliacate para vendarle los ojos.

-Andrew Brooks, quiero que me digas YA a dónde carajo me estás llevando! -exigí al sentir el carro frenar.

¿Que si confiaba en él? Por supuesto, pero las sorpresas jamás habían sido de mi agrado. Las sorpresas, oh como las odiaba, siempre habían sido el preludio de algo no muy bueno. Tal vez con Drew fuera distinto, con él todo era distinto, pero no podía evitar el escalofrío al recordar. La carretera se me había hecho familiar, aunque no tanto, por lo que descarté que nos dirigiéramos a La Push o a Forks. A Forks, imposible, el olor salado del agua de mar me llegaba a la nariz. La Push, imposible, habría reconocido la carretera. ¿Dónde más me habría llevado? No tenía idea, pero intenté relajarme por enésima vez. Torcí el gesto y lancé un suspiro de derrota.

-¿Para qué preguntas, si sabes la respuesta? -inquirí, cerrando los ojos para que me colocase la venda que me alargaba.

Mis párpados yacían inútiles bajo el trapo que me impedía ver. O más bien, verlo a él, porque no había mucho más que ver por ahí. Oí que cerró la portezuela de su lado y pocos segundos después abrió la mía. Busqué su mano, no me agradaba estar sin saber dónde me encontraba.

-Más te vale que no me dejes caer -le advertí entre risas.

-Sería mucho más factible que me cayera yo a que te dejara caer Zimmerman, así que flojita y cooperando- aferré su cintura con uno de mis brazos y cerré la portezuela de un caderazo, antes de avanzar me acerqué a su oído y le susurré -el trato es el siguiente... como esto es una aventura para los dos, yo voy a ser tus ojos durante un rato, pero tú serás el resto de mis sentidos... quiero que me describas todo lo que sientes, escuchas y percibes... absolutamente todo y justo a partir de ahora- besé ligeramente su cuello una vez que terminé de hablar y me mordí un poco el labio conteniendo la risa al ver su mueca de desagrado ante su imposibilidad de ver -no te preocupes... te diré cada cosa que van viendo tus ojos- susurré una vez más en su oído y comencé a andar.

Su paso era inseguro y la sentía tensa bajo mi brazo -hey... relájate, así puedes percibir mejor- aspiré profundamente y exhalé con lentitud, llevándonos a ambos hacia la parte iluminada del lugar -estás viendo una calle alumbrada, no es un acceso principal, pero si es una calle transitada; hay varios autos estacionados cerca de la acera y justo ahora estamos esquivando un poste... a tu lado derecho hay algunas jardineras que decoran un local de comida italiana y un poco más adelante hay una librería que está siendo cerrada por su encargado es un nativo de gesto adusto pero con expresión amable y te está sonriendo- seguimos avanzando y aún la sentía un poco tensa, aunque había relajado un poco la marcha, la miré un momento y la vi sonreir esto pintaba para ser algo no sólo diferente, sino sumamente divertido.

Sonreí de vuelta al nativo de la librería, así no le pudiese ver. Sentía de vez en cuando la agitación en el viento que ocasionaban los carros al pasar, así como los tibios brazos de Drew, encaminándome segura.

-Bueno... -empecé- Siento el viento que ocasionan algunos carros al pasar. Puedo oler el ambiente como a sal, playa, como si estuviéramos cerca del mar. También estoy sintiendo unos brazos que me están apretando y que son tibios... Y fuertes -me sonrojé en eso último- Siento que estamos moviéndonos al frente, como pasando la calle. Oigo el sonido del mar. Escucho una respiración cerca a mi oído derecho.

Palpé con mis brazos hasta que logré rodearlo con ambos a modo de abrazo. Sentía frío, algo usual en mí, pero él no parecía inmutarse por ello.

-Y tengo frío, aunque eso no es raro en mí -aclaré- Ahora, quiero saber, ¿cuándo tendré mis ojos de vuelta, Dreeeeeeeewwwwwwww? -pregunté y estallé en risas al escuchar el tono con el que había salido la demanda xD

Reí al escucharla, era linda... detuve nuestro paso cuando me abrazó y la cobijé entre mis brazos por completo -no se preocupe señorita, estoy aquí para cuidarla- le acaricié el cabello y me separé un tanto para mirarla; negué un poco con el rostro y le besé la frente -debemos seguir antes de que me congele, si mi cuerpo dice que tengo frío entonces debo ponerme en movimiento- le aferré de nuevo por la cintura y seguimos avanzando.

El encargado de la librería rió contenidamente al vernos pasar cerca de él, parecía divertidísimo con la situación -ahora el amable encargado de la librería cree que es gracioso que tus ojos estén en mi cara- escuchamos al hombre reír más abiertamente y nos saludó con la mano -el encargado se despide de nosotros con una mano, creo que es necesario que mi mano corresponda la cortesía- dije ahogando un poco la risa y nos fuimos acercando cada vez un poco más a la bajada de acceso al paseo marítimo -estamos llegando a un descenso, y vamos a tomar la rampa, ya que como mis piernas están un poco tensas al andar, tus ojos estarían en serio peligro de caer junto con el resto de mis sentidos- la aferré un poco más y bajamos por la rampa hacia un pequeño muelle -cuidado al pisar, las tablas de este muelle suelen ser un poco engañosas, no te preocupes, tus ojos ven todo a la perfección así que no permitirán que tropieces- reí un poco más.

Detuve nuestra marcha frente a un yate pequeño de paseo... de las realmente pocas cosas que a veces tomaba a bien de la lujosa vida de ostento de mi padre que a mí francamente me parecía detestable -Zimmerman, esto es muy importante... no vayas a moverte, tendré que dejarte un momento, serán menos de dos minutos y no puedes hacer trampa, quiero saber que estoy sintiendo en este momento, así estaré escuchándote- tras aquellas palabras, la puse de frente a mí, besé levemente sus labios y la solté dirigiéndome al pequeño yate, para preparar nuestro abordaje.

Voleé la mano al aire, sin poderla ver, para corresponder al saludo del divertido encargado de la librería. Sentí el descenso en mis pies, tuve miedo de caer, aunque sabía que Drew buscaría la manera de impedir que tocara el suelo o me levantaría, en el peor de los casos. Las tablas del muelle se sentían ligeramente tambaleantes bajo mis pies, oía el susurro del mar, así como sentía la salina brisa. Sentí sus suaves labios sobre los míos, sensación indescriptible. Entonces, me sentí sola y desubicada en medio del muelle.

-Estás sintiendo la brisa helada que viene del mar, sientes el olor a sal en el aire -dije e hice una pausa- Estás escuchando el sonido del mar, así como el incontrolable ritmo de tu corazón -continué- Sientes la madera que se balancea por el viento, sientes frío. No un frío insoportable -me apresuré a aclarar- Sino un frío que puede ser incluso agradable. ¿Qué más pretendes sentir? -quise saber con una sonrisa impaciente en los labios- No es mucho más lo que puedo describir aquí, parada en un muelle de nosécuál puerto, Drew -reclamé. Quería mis ojos devuelta! Quería verle la expresión al oírme decir esos disparates! Demonios, quería ver todo eso. xD

Sonreí satisfecho mientras la escuchaba hablar; por lo menos ahora sabía que no era el único que tenía el corazón a mil y tenía motivos para que estuviera así... había planeado esto con tanta precisión que temía que se me saliera de las manos.

Escuché su reproche mientras colocaba con cuidado la rampa de abordaje -hmmm... creo que con eso es suficiente, me gusta lo que siento- respondí con una ancha y estúpida sonrisa en los labios, podía sentir que de tan ancha hasta comenzaban a dolerme las mejillas. Bajé por la rampa de abordaje y la sujeté por la cintura -te dije que llevaría menos de dos minutos- le susurré en el oído y comencé a guiarla por la rampa -este es un buen momento para que mis piernas cooperen y se pongan menos duras ¿sabes? es difícil subir una rampa con pasos tan cortos e inseguros- le dije bromeándola, podía adivinar en el gesto de su cara que estaba desesperada por ver todo esto, pero todavía faltaba un poco para que le descubriera los ojos.

Una vez que estuvimos en cubierta, la llevé hasta la popa y la senté en el pequeño banquillo que estaba ahí dispuesto -no más caminata, pero eso sí... aún no puedes recuperar la vista- le dije con tono medio serio, medio juguetón mientras volvía para mover la rampa y cerrar la barandilla del acceso -espero que estés cómoda, porque todavía tenemos camino por delante- le dije riendo un poco y apurándome a llegar hasta el mando del yate; encendí los motores y todo estuvo listo para zarpar -puedes descubrirte los ojos a la cuenta de cinco- comencé a sacar el yate del muelle y tras suspirar cortamente, conté -uno...dos...tres...cuatro...cinco-.

-Créeme, a mí también me gusta -dije con un ligero temblor en la voz.

Él no se llegaba a imaginar cuánto me gustaba todo lo que estaba sintiendo... A excepción, claro, de mi ceguera temporal. Eso me estaba empezando a desesperar. Subí la rampa a pasos cortos e inseguros, aún sabiendo que él estaba ahí para guiarme, no podía evitarlo. Entonces, de repente, sentí el bamboleo bajo mis pies: Drew me había montado a alguna especie de bote, eso supuse. Cuatro... Cinco, conté mentalmente junto con Drew.

-¡Al fin! -suspiré, batallando para quitarme la venda.

Spoiler:

Deslicé el pedazo de tela entre mis dedos, lentamente, mientras miraba hacia atrás. El muelle había sido el de Port Angeles. Probablemente el de la librería fuera el mismo hombre que, hacía dos años ya, me había vendido el libro de las leyendas quileutes cuando estaba en esa misión investigativa con Sev. Luego, pasé a un plano más cercano. Drew estaba dirigiendo el yate hacia el mar que en estos instantes estaba justo a mi espalda. Me volví a ver el mar, apenas iluminado por una gran luna llena, y volví a mirarlo a él. Era un PECADO que no me hubiese dejado contemplar sus gestos y expresiones en éste ambiente.

-Wow -exclamé, sintiéndome casi sin aliento.

Me paré y caminé, algo vacilante por la corriente bajo el yate, hasta Drew. ¿Acaso podía haber pensado en algo más hermoso? ¿Algo más perfecto? Le sonreí ampliamente.

-Gracias -dije entrecortadamente. Mi estúpido aliento aún vagaba en algún lugar de Port Angeles y no se había dignado a volver a mi garganta- Esto es... hermoso -dije, mirando la luna llena y a él, de nuevo.

Suspiré sonoramente al escucharla y parecía que mi cuerpo adivinaba su cercanía a juzgar por la corriente eléctrica que me recorría en ese momento la espalda, de no ser porque estaba dirigiendo el yate, me habría girado a abrazarla y besarla, pero aún no era momento... todo estaba calculado -muy bello en realidad... mejor aún con la compañía que tengo- le respondí, hablando un poco más alto para que me escuchara sobre el sonido del motor, que en donde estaba yo era fuerte -y esto, esto es sólo el principio...- murmuré.

Pasados unos quince minutos de navegación, detuve el pequeño yate, justo a mitad de la bahía, con el mar abierto extendiéndose frente a nosotros; bajé el ancla automática y volví para encontrarme con ella -aunque no apostaste conmigo... estoy cumpliendo con el paseo a la luz de la luna- le rodeé la cintura con un brazo y la besé una vez más -y también con el beso- dije sin despegar mis labios de los suyos, cerré los ojos -estás sintiendo paz y la inmensidad del oceano extendiéndose ante tí, la brisa marina algo salada y el bamboleo suave del yate sobre el agua, hay algo de viento que está revolviéndote el cabello y se siente bien, aunque tu corazón aún no deja de latir frenéticamente- completé para finamlente separarme de aquel abrazo; fui al extremo bajo de la cabina y saqué un par de refrescos de lata del mini bar, justo a un lado estaba el pequeño equipo de sonido que había instalado ahí hace un tiempo, ya que prácticamente era el único en ocupar aquel bote; rebusqué entre los discos que había dejado ahí la última vez y puse uno, seleccionando un track y dándole click al botón de play... mientras el acorde de la guitarra comenzaba volví hacia ella dejé los refrescos sobre el banquito y rápidamente la abracé por la cintura y desde la espalda, incliné mi rostro a su oído y comencé a cantar con el CD.

-Tienes razón con el corazón -concordé a medida que empezaba a resonar el sonido de alguna guitarra- Ése loco no piensa calmarse esta noche.

Sonreí y sentí sus brazos rodearme por la espalda. El aire que escapaba de sus labios mientras cantaba con la canción me hacía sentir un extraño cosquilleo en el cuerpo, un cosquilleo agradable. Miré la luna llena que estaba allí arriba, iluminándonos con su etéreo resplandor, haciendo todo el asunto más mágico. Más irreal. Recliné mi cabeza sobre su pecho, cerrando los ojos, concentrándome en cada sonido del mar, de su respiración, los latidos de su corazón y los del mío propio.

-Me pregunto -susurré, aún con los ojos cerrados- Qué será lo que sigue.

Sonreí silenciosamente y abrí los ojos. Me encontré con los suyos, mirándome con una extraña intensidad. Como si quisiera saber qué pensaba al respecto. De hecho, yo también habría querido encontrar una manera racional de explicar éso, pero no la había. Simplemente, las palabras no eran suficientes. Me las arreglé para volverme y encararlo a él.

-Supongo que querrás saber que pienso -dije.

Miré a sus ojos y dejé salir un lento suspiro. Rodeé su cuello con ambos brazos y alcé mi cabeza hacia la suya. Por suerte, parecía querer cooperar con mi propósito, por lo que acercó su cabeza a la mía y yo alcancé sus labios con los míos. Era mi manera de expresarle lo que pensaba, ya que no encontraba palabras suficientes para describirlo.

-No tengo palabras para ello -murmuré, apenas despegando mis labios de los suyos, ahora con su cara entre mis manos- Es, simplemente... Demasiado.

Sonreí sin despegar mis labios de los suyos, y aferré un poco más su cintura y espalda, acercándola a mi pecho. Retomé justo en el punto en que ella lo había interrumpido, hasta terminarlo (de momento) con tres cortos besos de punta de labio y moví mi cabeza para apoyar mi frente en la suya -nada es demasiado... no contigo... no para tí- dije mirándole los ojos así de cerca -aunque ahora... tengo curiosidad- quité la mano de su cintura y la subí acariciando su brazo hasta llegar a su cuello, acunando el costado bajo de su rostro y parte del cuello en mi mano -voy a repetirte lo que te dije en la fiesta... palabra por palabra- le besé los labios una vez más y de forma breve, luego la nariz, la barbilla y luego la base del cuello, para luego hablarle cerca del oído.

-Me gustas Zimmerman... más de lo que estoy dispuesto a admitir en voz alta- le besé el oído y luego volví a buscarle el rostro -reconociste también que te gusto, asi que... ahora que ambos lo hemos admitido...- entrecerré los ojos y volví a apoyar mi frente en la suya, podía sentir su respiración entrecortada y su corazón latiendo tan rápido como el mío -¿hay algo que quieras que hagamos al respecto?- pregunté finalmente, mirándole a los ojos y volviendo a poner mi mano en su cintura aferrándola hacia mi pecho... esta vez no podría escaparse.

Mi respiración era rápida, mi corazón saltaba frenético en mi pecho. Dijese lo que dijese, esto era demasiado... Demasiado lindo, demasiado tierno, demasiado romántico, demasiado genial. Era, simplemente, demasiado. ¿Qué hacer al respecto? Siempre había tenido miedo a tomar la iniciativa en estas cosas, y no conocía alguna manera de hacerlo sonar bien. Como si fuera música, como lo hacía sonar él. Cerré los ojos, sintiendo nuestras frentes tocarse, su entrecortada respiración casi al ritmo de la irregular mía.

-El hombre propone... -atiné a decir.

Tal vez sería mejor así. Sentía su mano aprisionandome contra su pecho, así que ¿por qué negarmelo? Le pasé los brazos por el cuello, colaborando a hacer menor el espacio restante entre ambos. Me aferré a él.

-No pienso salir corriendo, así que habla -le dije, empinándome para rozar mia labios con los míos.

Me relamí un poco los labios, rozando con la punta de la lengua en los suyos; tomé una respiración profunda y a media voz comencé a hablar -se me ocurren tantas cosas, que no sabría por donde empezar... aunque esto tiene tintes de comienzo- la besé una vez más y luego le busqué la mirada -Sasha... quiero estar contigo, quiero conocerte y que me conozcas... que seas mi amiga, mi cómplice y, sobre todo, mi compañera- corrí el rostro para volver a enterrar la nariz en su cabello y así poder hablarle al oído -quiero tener el honor de entrar en tu mundo y la gloria de que tú formes parte del mío- besé su cabeza y luego volví a mirarla de frente, con un espacio que era corto de una forma irreal -la pregunta aquí sería ¿tú también lo quieres?- inquirí con una nota de inseguridad en la voz.

Me estremecí al contacto de su lengua con mis labios. Demonios, él me tenía transtornada. Mis nervios estaban exaltados, cada cosa que él hacía los hacía trabajar aún más rápido. Podía casi sentir el sabor de la adrenalina que desbordaba en mi sangre. Tal como lo había presentido, él lo hacía sonar todo tan hermoso... Si ésa parte me hubiese tocado a mí, toda la propuesta se habría reducido a un escueto y simple "¿Por qué no intentar algo?". Asqueroso, sinceramente. Sus ojos me miraban intensamente en un espacio tan corto que bastaba una leve pérdida del equilibrio para acabar encima suyo. Al final su voz tembló un poco, delatando la emoción que lo desbordaba, tanto como a mí. Suspiré, e intenté hablar, pero las palabras no querían salir. Sonreí y asentí, tratando tomar aire. Maldito tan escurridizo cuando más lo necesitaba.

-Sí, quisiera ser parte de todo eso -logré decir al fin.

Al menos la voz no me había temblado, y suspiré con alivio. Estaba tan segura de todo esto como había sonado mi voz, tan segura que quería intentar esto como estaba segura de la necesidad del oxígeno para vivir, y eventualmente, morir. Así de segura estaba.

Fue en ese preciso instante que la máscara de compostura que había mantenido casi intacta durante todo el rato simplemente terminó por desvanecerse, me había sobrepasado -Sí, quisiera ser parte de todo eso, jamás me habían parecido tan bellas siete simples palabras y por instinto, busqué sus labios con una necesidad más apremiante que la de costumbre... quería bebérmela, reconstruirla y grabarla en cada uno de mis sentidos: su suavidad, su calidez, el aroma suave de su cabello y el sabor dulce de sus labios.

Aquel beso fue largo, más largo de lo acostumbrado... disfruté cada segundo de sentirla entre mis brazos, de los suyos alrededor de mi cuello y de como el tiempo y el espacio se desvanecieron a nuestro alrededor, éramos sólo ella y yo. Gradualmente nos fuimos separando -gracias... por tí y por todo- cerré los ojos sonriendo y besé su frente.

Mis nervios trabajaron acompasadamente, al fin dando rienda suelta a lo que hacía rato intentaban decir y mostrar, con ése beso. Apasionado, sí. Hermoso, también. Conmovedor, aún más. Suspiré lentamente al sentirlo besar mi frente con ternura, con delicadeza, como si yo pudiera romperme en cualquier momento, así se sintió eso. ¿Gracias, a mí? Gracias a él, por mostrarme que había vida más allá del estudio y las preocupaciones por el futuro. Gracias a él por hacerme sentir completa...

-Gracias a tí también -le respondí, recostándome en su pecho y abrazándolo por la espalda- Por ser como eres, por todo esto... Insisto, es demasiado.

Reí bajito y escondí mi cara en su pecho. Me sentí protegida, me sentía bien. Y eso, eso era genial.

Reí un poco al escucharla y volví a besarle la frente con sumo cuidado -ya te lo dije antes, nada es demasiado- me separé de ella un momento y fui por las latas de refresco que había dejado en el banquillo -como dijimos que eran planes libres de alcohol...- puse una de las latas en su mano y luego abrí la mía -por los comienzos... salud- choqué mi lata con la suya y bebí un trago de refresco; de fondo el disco seguía sonando y reconocí los acordes de otra canción apropiada para el momento.

La abracé por la cintura con mi mano libre y comencé a cantarle al oído otra vez -es de verdad, ya estás aquí... ha sido un largo tiempo de espera y la ansiedad de saber que ibas a venir, me ha puesto en un estado entre llorar y reír- no pude evitar reir un poco por lo bajo y continué -no hagas caso... ¿cómo te va? ven déjame abrazarte y ya después me dirás, siempre hay tiempo... mentira, la dicha se da en tantas formas...- justo en esta parte volví a atrapar sus labios con los míos.

Le devolví el beso con pasión acumulada. Efectivamente, era demasiado. Demasiadas emociones, demasiadas cosas para una sola noche. Observé la luna llena que se elevaba en el cielo, milagrosamente con pocas nubes. Sonreí antes de enfocar mi mirada en él de nuevo. La distancia entre ambos era corta, realmente corta. Lo abracé más fuerte, rozando sus mejillas ásperas por la barba a medio crecer con mis labios.



Sonreí al escuchar los primeros acordes de la canción, y entonces empecé a cantar.

-And I'd give up forever to touch you, 'cause I know that you feel me somehow. You're the closest to heaven that I'll ever be and I don't wanna go home right now. -hice una pausa, dándole un beso rápido en los labios- And all I can feel is this moment. And all I can breathe is your life. When sooner or later it's over, I just don't wanna miss you tonight.

Habíamos empezado a dar vueltas por la cubierta de la embarcación, como si estuviéramos bailando. Sonreí y estiré mi cuello hacia atrás. La música seguía allí, en el fondo, sonando. Ambientando.

Sin darnos cuenta, comenzamos a movernos al compás de la música... algo que no había calculado, pero que ciertamente, no me hacía salir de la línea de aquel paseo. Ella se sentía agradecida por mí y por todo esto ¿qué no notaba que todo aquello era por mucho, una mínima fracción de lo que merecía? -¿te había dicho lo espectacular que estás esta noche?- le pregunté en voz muy baja y sujetando con un poco de más firmeza su cintura.

No podía imaginar una situación mejor, ni más perfecta... por primera vez en mucho tiempo, me había quedado sin palabras para definir lo que estaba sintiendo aunque estoy seguro de que jamás voy a olvidar el torrente de sensaciones que estaban recorriéndome el cuerpo.

Sonreí a medias. No lo había dicho, aunque tampoco había esperado que lo dijera. Eso era una mala costumbre, mi sempiterna autoestima baja, bajísima, metros bajo tierra.

-No -me limité a responderle.

Aún dabamos vueltas por la cubierta, bailando. Me sentía segura, completa en sus brazos; debía ser algún tipo de magia, magia demasiado poderosa e intensa como para poderla ignorar. Aunque él me había acercado a su cuerpo, me las arreglé para acercarme más. Aün estaba sin palabras, no sabía ni qué decir. Suspiré, lentamente.

-Podría seguir así por siempre -le confesé, besándolo en el ángulo de su mandíbula.

Cerré los ojos totalmente perdido en su contacto, jamás pensé que fuera posible sentir tantas cosas tan distintas y tan intensas al mismo tiempo, busqué mirarla, inclinando mi cabeza hacia la de ella y juntando una vez más nuestras frentes -pues ciertamente lo estás... totalmente espectacular- finalicé aquella frase besando sus labios y luego apoyé la barbilla sobre su cabeza, el momento era ideal.

Ni siquiera notamos cuándo terminó la música, simplemente seguimos moviéndonos y girando sobre la cubierta, refugiados uno en los brazos del otro, al final, la escuché hablar y me sentí dichoso -seguirá por todo el tiempo que tú así lo quieras... estoy aquí para tí, ¿recuerdas? aposté mi alma por verte sonreir- le dije, buscándole finalmente la mirada.

Ante sus últimas palabras no pude menos que exponer una gran sonrisa. Apostaría todo lo que poseía por hacerlo feliz, tan feliz como me fuera posible, por verlo bien. Además, su alma era demasiado como para ponerlo en juego por algo tan... Callé mis pensamientos.

-Te recuerdo que aposté lo mismo -le respondí, aún sonriendo.

Le tomé la mano y caminé hasta el borde del yate, sentándome en el suelo. El cielo estaba hermoso, demasiado como para perderse semejante espectáculo con él. Nos sentamos, y él me abrazó, recordando que no había traído ninguna chaqueta. Sonreí de nuevo, recostándome en su pecho.

-¿No es una linda noche? -pregunté, mirándolo.

Correspondí a su sonrisa ante aquella frase -entonces tenemos apuestas fuertes el uno por el otro- acaricié su rostro y luego me dejé llevar por ella hasta la popa, pronto estuvimos sentados en el piso y ella se encaramó en mi pecho; como respuesta comencé a deslizarme hasta quedar recostados sin soltarla del abrazo, sólo subí el izquierdo para apoyar mi cabeza sobre él y mirar hacia el cielo... estaba tan estrellado que ni siquiera parecía que estuviésemos en uno de los lugares más nublados de todo Washington -no sólo es bellísima, podría decirte con seguridad que esta es una de las mejores noches de mi vida- respondí a su frase hablando con total certeza de lo que estaba sintiendo en ese momento.

Un nudo subió por mi garganta, obstruyéndola, haciendome sentir algo intenso, algo intensamente hermoso. Que alguien... Que él cosiderase esta noche una de las mejores de su vida, al igual que yo, era algo inexplicable. Hermoso, poderoso, pero inexplicable. Las lágrimas empezaron a rodar, pero eran lágrimas de emoción. Sonreí, como queriendo decirle que todo estaba bien, que probablemente no me había sentido tan bien en años.

-Estamos.... Sync -alcancé a decir, aún con la voz quebrada- Y esto es genial

Entonces, dejé de pensar racionalmente. Lo besé, como queriendo transmitirle todo eso que pasaba por mi cabeza, por mi cuerpo, queriendo hacerlo partícipe de todo.

Respondí aquel beso de forma profunda, como si fuera posible transmitir toda esa marea de emociones y sensaciones que me recorrían por medio de los labios; dejé que se acomodara de la forma que se sintiera más cómoda y sentí los movimientos sobre mi pecho -no te imaginas lo increíblemente placentero que es esto- susurré sin separar mis labios de los suyos, sujetando firmemente con mi brazo su cintura , mi dedo índice dibujando pequeños círculos en la parte baja de su espalda y la brisa del mar, revolviéndonos el cabello mientras la humedad de sus ojos se impregnaba un poco en mis pestañas, era mucho arriesgar decir algo así, pero casi podía sentir como éramos uno solo en ese momento.