Hermosa obra de arte (Cedric)

Hacía un calor inusual, eso no quería decir que me sentía en el medio del Caribe, pero la tarde estaba demasiado pesada como para que quiera pasar otro día más dentro de mi habitación de dos metros por dos.

Mis padres habían vuelto a llamarme, unas quince veces según ése aparato que marcaba el número de llamadas. No pensaba atenderlos, al menos no planeaba hacerlo dentro de los próximos días, había sido demasiado aquella actitud suya la última vez que los había visitado. Invitarme a una cena en la que casualmente asistiría un especialista en psicología... y después el enfermo resultaba ser yo. Ellos eran unos malditos insectos ahora, pasaron a ser igual que todos los demás, sucios y repugnantes moscas de color verde que sólo querían pudrir mi vida... Los llamaría cuando mi enojo se haya pasado, no tenía ganas de discutir más con ellos.

La plaza quedaba sólo a unas cuántas calles del lugar que había encontrado para quedarme momentaneamente. Me coloqué mi campera con capucha, tomé un cuaderno, un lapiz y salí a tomar aire fresco... claro, aire fresco con todas ésas personas extrañas que iban y venían alrededor mío.

Tomé mi cuaderno y me senté en un banco, obviando el barro que estaba pisando y lo mugrosa que se encontraba la madera de aquel asiento. Miré a mi alrededor, buscando a alguien.... sí, ahí estaba, sentada unos bancos frente mío, tenía un libro en sus manos y movía sus piernas cruzadas como si fuese un... un... peorro. ¡Dios!, era desagradable... demasiado para mis ojos, aún así, con toda naturalidad comencé a dibujar al enorme insecto en mi cuaderno, en el que ya guargaba toda una colección de los insectos que me había cruzado a lo largo de mi corta existencia.

Estaba demasiado emocionado, parecía un enfermo mental en la forma en que me ponía a dibujar cada línea y lo más gracioso de todo era que la tipa no se daba cuenta de que yo la estaba mirando como un maniatico con los ojos desorbitados casi sin pestañear y mis manos que se movían sin poder detenerlas, mientras que hacía mi acostumbrado movimiento con mi pierna derecha... uno pensaría que de ésa forma no se podía ni hacer media línea como la gente, pero estaba acostumbrado, de hecho quizás no podría dibujar sin estar haciendo aquél movimiento continuo.

Un viento había hecho que mi hoja se doble un poco... me acordé de mi abuela por lo bajo mientras acomodaba la hoja arrugada, detestaba que éso pase, arruinaba todo, todo mi trabajo. Ahora sentía la necesidad de cambiar de hoja, pero quizás no me quedaría suficiente tiempo, y la mujer se iría... panic attack a la vista!!...

No, falsa alarma, y no fue por propia voluntad mía, sino que había visto a alguien a un lado mío, estaba tomando algo del banco, entonces mi mirada fue directamente a ésa persona. Era algo desconfiado, quizás se estaba llevando algo que era mío, dinero... neh, yo no tenía dinero... algún dibujo mío tal vez, pero pobre de él si pensaba que mis dibujos le servirían de algo.

Pero no era éso, parecía ser un papel con algunas escrituras que sabe sólo él de dónde habrá salido. La agarraba con la punta de los dedos y pensé por un momento que estaba bromeando, parecía como si el banco fuese a comérselo. Mis ojos fueron de su mano hasta su rostro... su parecido a una mantis era evidente, especialmente por aquel gesto de agarrar el papel con la punta de sus dedos, qué tipo más extraño.

Entonces entré en razón, había tardado unos segundos... ¡¡¡una mantis!!!. La última que había visto había sido cuando tenía quince años, en el colegio y se había dado cuenta de que había estado observándolo para dibujarlo... entonces vino a mi y rompió mi hoja. Sí, una experiencia traumatica, porque luego todo el colegio me vió llorar. Mi dibujo había sido demasiado bueno como para que tenga que morir en las asquerosas manos de ese... Sacudí la cabeza levemente, ya que el chico-mantis me había hablado.

-dibujo -era dificil de explicar-... dibujo a ésa señora -la señalé con la mirada y la tipa pareció escucharme... y me dió igual-. Pero de una forma diferente, no es lo que todo el mundo ve, sino lo que muy pocos pueden llegar a ver. Ya sabes, quizás pueda decirse que su interior -reí internamente por éso, y quizás el chico-mantis explotaría de la risa también. No era mi culpa, no se podía explicar así como así. Pero para dejar de dar vueltas con palabras le mostré la hoja.

Esperé su reacción y reprimí nuevamente una risa, al parecer hoy estaba en el día en que cuanto más molestara/asustara a la gente más me divertía. De lo contrario hubiese sido una reacción completamente diferente, hasta hubiese llegado a gritarle: TAN DIFICIL ES RECONOCER A UN PEORRO???... pero ése Luke interior estaba durmiendo en alguna parte de mi cuerpo... por el momento.

Recargué por completo mi espalda sobre el banco y dejé por fin quieta mi pierna que a pesar de haber dejado de dibujar seguía moviéndose, la información le había llegado algo tarde, pero le había llegado. El chico-mantis se veía confundido, su mirada fue de la tipa luego nuevamente al dibujo... pobre persona, procesar todo éso y entender por fin que era la forma en que yo veía a la tipa le había tomado algunos segundos.

Escuché su ¿qué es?, y otra vez, mi Luke interior se contuvo. Asentí exageradamente cuando me dijo que parecía un bicho... sí, porque evidentemente era uno y no había forma de que parezca otra cosa. Luego escuché su comentario que siguió, ¿había algo de ironía?. Lo miré entrecerrando mis ojos, y de ésa forma parecía más una mantis... ahhhhh!. Tendría que haber traído la cámara y sacarle una foto para después poder dibujarlo, hubiese sido genial. La proxima vez tendría que salir más preparado, al parecer Seattle escondía insectos demasiado llamativos para mi debil ser.

-sí, es un bicho -dije por fin. La tipa volvió a mirarnos y bufó, para luego negar con la cabeza y seguir en su libro. Yo reí mirándola y luego volví la vista al chico-mantis-. Interesante no, única forma de ver a las personas... es único -puse mis pies sobre el banco y un pedazo de barro que había estado pisando fue a parar a los pies del chico-mantis-. Lo lamento -dije para agacharme y quitar el pequeño y minusculo trozo de barro-. Burlate si quieres -continue ignorando el acontecimiento anterior-... pero es mucho mejor que ver los rostros de forma común.