Mujer Tortuga (Mimi)

Dulce vodka de naranja!...un río de el, yo me bañaba encantada, siempre mis sueños estaban relacionados con el alcohol, podía ser que hasta en los sueños quería beber pero no podía… maldito cuerpo humano y limitaciones…una montaña de pizza me llamaba desde la otra orilla, mi estomago rugía y solo quería llegar allí, nade y nade… estuve a punto de alcanzarla, hasta que una molesta voz interrumpió mi sueño… mi madre… me moví un poco.

-cinco minutos más mamá hoy no me toca entrenamiento- me acomodé al lado contrario dándole la espalda --Mimi te busca tu amigo Myhr-- pestañee un par de veces y me tapé entera con las frazadas.

-dile que no estoy, que se vaya con Adrian… no sé!, invéntale cualquier cosa- dije en tono alto sabia bien que el me podría escuchar. Cerré mis ojos nuevamente, no lo quería ver… no después de lo que me había hecho pasar… hasta Wuashiminga estaba enojada y eso era muy extraño en ella

Mis ojos se cerraron apenas mi madre abandonó el cuarto, pero esta vez mi sueño no fue tan bueno, todo se había tornado oscuro y yo corría por un callejón sin salida, a mi siga venia Adrian en forma de lobo, mi corazón latía debatido. Yo gritaba, lo insultaba y lo amenazaba con mi katana aun así continuaba avanzando… horrible… se abalanzó sobre mi y alguien agito mi cuerpo… grité con todas mis fuerzas, mi madre me sujeto de los hombros con el signo de interrogación estampado en su frente.

-no es nada… fue solo una pesadilla- dije con la voz entrecortada, lleve mi mano derecha a mi corazón, mi respiración era agitada… cuando logre tranquilizarme mi mamá me sobo la espalda -- está bien nada malo paso linda-- su voz era como una dulce melodía. Fue hasta el baño y me trajo un vaso con agua, me lo tomé.

--tu amigo continua esperándote abajo Mimi… no seas mal educada y ve con el-- dijo acariciando mi cabello.

-Mamá… haz que se largue no quiero nada con el… es igual de traicionero que Sofía… estoy mejor sola...- chille apenada, era verdad… ya me había acostumbrado a estar sola, beber sola, caminar sola, una maldita autista. Que más daba… mi mamá negó con la cabeza y salio de la habitación sabía muy bien que no me haría cambiar de parecer. Myhr se tendría que ir algún día… aunque no podía negar que lo extrañaba… siempre extrañaba a las personas que me dejaban.

No sabia que pensar… ¿Por qué había venido?, Sofía nunca regresaba, yo era la que tenia que ir en su siga como una boba siempre, me tapé hasta el ultimo de mis rubios cabellos, como si las frazadas me separaran de la vida real… como no… era estupida, pero que más daba, supuestamente estás cosas la hacen más fuerte a uno ¿o no?.

Intenté volver a cerrar mis ojos pero la conciencia no me dejaba en paz, quizás había hecho mal, pero ya no me podía arrepentir, no volvería a arrastrarme hasta un amigo por mucho que me importara y aunque yo fuera la que cometiera el error que así era la mayor parte del tiempo.

Un peso significativo hizo que mi colchón perdiera estabilidad y se hundiera de un lado, tocaron mi hombro… que demonios! Le dije que le dijera que no lo quería ver!... di vuelta mi cabeza para enfrentarme a mi madre, detestaba que nunca hiciera lo que yo le decía… y ahí estaba el, mirándome con sus enormes ojos azules, no pude evitar que mi rostro se desencajara de la sorpresa.

Me senté en la cama sin quitarle la vista de encima, se dejo ver la playera negra con estampado de Ramones con la que dormía. Cerré los ojos por unos momentos, y los volví a abrir mirando exageradamente toda la habitación.

-¿Adrian no te acompaño?- pregunté con un fingido asombro mientras estiraba mis brazos… era una maldita celosa.

Y después de todo me estaba tomando el pelo… esto ya era pasarse de listo apreté las manos en forma de puños… tranquila, tranquila, me contuve cuando el tomo una de mis manos, lo miré un poco extrañada, se notaba sincero y era demasiado raro verlo a el decir ese tipo de palabras, siempre se hacia el duro y que nada sentía, hasta habían veces que pensaba que era un zombie sin sentimientos… bueno no tanto… pero en realidad sabía lo mucho que le estaba costando expresar todo eso.

¿Un regalo? ¿Ponerle nombre?, incline un poco la cabeza aun sin decir nada, estaba entre que le gritaba y lo echaba de patitas en la calle o la abrazaba demostrándole lo mucho que lo extrañe… abrí la boca para hablar, pero la cerré en un santiamén no sabia que decir… mono con platillos…

De forma instantánea estiré mis brazos para rodear su cuello y abrazarlo con toda mi fuerza. Besé su mejilla y me separé de su cuerpo. – Bobo – bufé, reí y acomodé mis cabellos, yo era la boba pero me gustaba decirle así – lo único que sé es que la próxima vez que esté Adrian cuando te vaya a ver o nos juntemos me iré automáticamente- definitivamente no quería volver a ver ese rostro de lobo amargado, bostecé – ahora muéstrameeeee esooooo a que le tengo que poner nombre!- dije arrastrando la voz y con los ojos brillosos, quizás era otra serpiente.

Sonreí, al verla más tranquila, parecía una niña del instituto.
-La boba eres tu –la abracé tirándola sobre la cama y le di muchos besos en el cuello haciéndole muchas cosquillas, me incorporé entre risas y escuché lo que dijo de Adrian y no dije nada sobre eso, era imposible, eran como agua y aceite, no podían estar juntos, era de esperarse que Mimi lo odiara una vez la intento matar y además sale con su amigo, levanté una ceja al escuchar sus chillidos.
-Levántate de la cama, está en la sala… -le tiré de un brazo con cuidado para que se ponga de pie y caminamos entre lo que parecía una venta de garaje en su recamara llena de ropa, zapatos y demás tonterías regadas por todo el suelo.

Salimos de la habitación y su madre estaba viendo la televisión en su recamara con la puerta abierta, nos hizo una señal con la mano y seguimos de largo hasta donde estaba una caja en la sala y había otra más grande… también había una bolsa de papel que se ignoraba el contenido.
-Es esto –le di la pequeña caja que por dentro se escuchaba que se movía algo, cuando la abrió vio a la pequeña tortuga que pedía una salida- y esto es todo su seguro animal social –reí- su estanque –era pequeño ahora igual que ella- su comida –unos botes de alimento- y su certificado de nacimiento, donde dice que ahora tu serás su madre. -Todo eso estaba en la bolsa de papel, aun quedaba una caja por abrir-.

Me tiro sobre la cama haciéndome cosquillas, sabia que detestaba eso, reír a la fuerza no siempre era de mi entero agrado. Cuando me liberó le pegue en el brazo, pero el ni sentiría aquel golpe. Me informo que mi obsequio se encontraba en la sala, me levanto de un brazo de la cama, agradecía que la playera de ramones fuera lo suficientemente larga para ocultar mi ropa interior, descalza como me encontraba caminamos entre mis montañas de ropa y mi desorden ordenado, porque para mi eso era estar ordenado, pero para mi madre no era más que un sucio basural.

Seguimos caminando por los pasillos, mi mamá se encontraba tumbada en su cama mirando telenovelas, nos hizo señas con las manos y continuamos avanzando llegamos a la sala principal, habían dos cajas y una bolsa. Abrí los ojos como plato… me pregunte cuando era mi cumpleaños y si tal vez lo había olvidado, pero estaba casi segura de que aun faltaban unos meses para enero.

Abrí impaciente la caja donde algo se movía dentro, eran pequeños pasitos, no podía ser una serpiente… ¿que sera?... una pequeña tortuga con movimientos lentos pero seguros me miro desde dentro, le sonreí, quería salir de esa prisión en la que se encontraba. La tomé con la mano derecha, mientras Myhr me mostraba todas las cosas que había traído consigo.

Cuidando de que no se escapara de mi mano abracé al Calefactor con patas – Es hermosa!- dije con una sonrisa inmensa –graciaaaaaaas!!!- besé su mejilla soltándolo. Metí a la tortuga en lo que sería ahora su hogar –Tienes que portarte bien Wiseppi, ya pronto te adaptaras- le dije a mi nueva mascota. Mis ojos se centraron en la caja que continuaba sin abrir.

-No es otro animal ¿verdad?- pregunté alzando una ceja aun sonriente… -¿la puedo abrir? ¿o es para mi madre?- reí levemente no me extrañaría que le trajera un regalo a mi madre siendo como era con el.

Entonces… ¿que sería?, ya me estaba desesperando, detestaba esperar siempre quería las cosas al instante y esta vez no era diferente. Dije si por inercia sea lo que fuese, nada era peor que todas las estupideces que ya hice anteriormente… ¿lo usaras?... demonios esto no podía ser tan bueno.

Abrí la caja rápidamente, una pequeña cosa de plástico con aspecto de tortuga… ¿wtf?... no entendí para que servia hasta que Myhr la deslizo por mi espalda, excelenteeeee. El problema sería cuando el no estuviera, Sol no querría pasármela por mi espaldita.

Saque lo que quedaba dentro de la caja… reí estúpidamente, era un disfraz, pero no cualquier disfraz uno de tortuga Ninja… cielos!, esto me ayudaría a atormentar a mi padre… mis ojos centellaron, y una tonta sonrisa atravesó mi rostro.

Miré a mi amigo y su cara manipuladora. –ya, ya… me lo pongo- dije entre risas –date media vuelta- lo empuje para que se volteara mientras me ponía el traje – no mires!!!!!- chille al mismo tiempo que me ponía los pantalones…. Al cabo de un par de minutos ya estaba mimetizada con mi tortuga interna.
-listo te puedes voltear- chille maravillada, el sabia que amaba disfrazarme. – ¿quien soy? Leonarda?, Donatella?, Rafaela?, o Migela Angela?-

Claro, para el siempre lucía bien, solo porque era su amiga… Migel Angela… aun así me hubiera gustado ser Leonarda. Comencé a hacer una performance que me enseño mi padre, tenia un notable complejo de Ninja, me pregunté si terminaría haciendo lo mismo que el más adelante, enseñándoles ninjutsu a mocosos insoportables… ni loca!.

-Hum… veamos- di unas cuantas volteretas para parar en el comienzo de la escalera –MAMAAAA!- grité mirando hacia arriba. Al cabo de unos cinco segundos se asomo por las escaleras --¿qué pasa Mimi?-- me preguntó estirando un poco los brazos, está era hora de su siesta antes de ir a dar clases. – ¿Prepararas almuerzo o mandamos a pedir algo?- la miré un poco dudosa, ella por primera vez vio mi vestimenta y soltó una sonora carcajada. -- Dios.. Mimi!, ahora eres una tortuga Ninja!--continuo riendo sin contestarme aun, como era de esperar yo me comencé a artar –Mamá!!!, ¿harás o no almuerzo?- chille alterada, ella por acto automático miro la hora, si risa se desfiguro y ahora era estrés --nooo, no alcanzo, tengo la clase en una hora y aun no me he duchado!-- sin más ni más corrió hacia el baño.

Quede quieta escuchando sus pasos en el segundo piso, me volteé lentamente y miré a mi amigo.-pidamos pizza, como siempre… y de paso pedimos un par de pie de limón, llamo yo!- corrí al teléfono. Hable a la pizzería y pedí la orden tres pizzas familiares y dos pie, era todo lo que alcanzaba con mi dinero.

-llegarán en 10 minutos por ser clientes frecuentes- dije entre risas, se había vuelto un habito comer pizza cada vez que venia a visitarme… acomodé el antifaz y guardé la katana. Tomé su mano y lo guié hasta el sofá principal. –Cuéntame como haz estado, entretanto llega la pizza- me senté.

Era raro cuando me abrazaba me sentía pequeña y frágil siendo que no lo era, su voz no era la típica podía ser que le estuviera pasando algo y yo ni cuenta me daba con mi poca concentración. Dudé un poco en responder, habían pasado varias cosas en su ausencia, sobretodo con mi familia, quizás ya se estaban hartando de mi presencia molesta en la casa… sonreí de medio lado si un rastro de felicidad.

-puff… ¿eso es una pregunta?- lo abracé y bese su mejilla – sabes que es así, no tienes por que preguntarlo, como no extrañar a un calefactor con patas como tú- le mostré la lengua. Tome una bocanada de aire, quité mi nuevo antifaz y deje reposar mi cabeza en su hombro mirando el techo, mis pies se subieron al sofá.

-he estado… mmmm… bien dentro de lo que se puede- suspiré, era difícil para mi hablar de este tipos de cosas, siempre guardaba mis problemas, pero tenia una extraña necesidad de soltarlos con alguien sin tener que estar drogada para ello – han surgido varios problemas, Sol ya no es la misma desde que dejo a Carey, pensé que eso ayudaría a que tuviéramos la misma camarería que antes… pero no era así, si no fuera tan fuerte lloraría cada vez que peleamos, me trata como si fuera una bacteria…- me encogí de hombros, eso sería algo de lo que me tendría que acostumbrar -Y mi padre… si no fuera por la constante intervención de mi vieja me tendría de patitas en la calle- reí sin gracia. –Pero... que más da- dije restándole importancia a lo que acababa de decir, saque un cigarrillo y lo encendí.