Azul, esperanza y sentimientos olvidados

Tocaba el turno de que el oido se sumara a la dubla de tacto y cerebro, colaborando arduamente. Me permití ser guiado por Metztli, buscar despertar aquella parte de mí que resultase dañada tras la muerte de Sonja. Mi mano descendió hasta captar con una fascinante claridad el rítmico bombeo del corazón de mi anfitriona. Era un sonido relajante pese a la velocidad con la cual se producía, indicando fácilmente la emoción que inhundaba a una adorable cambiaformas, por quien me sintiese presa del más maravilloso embrujo.

A continuación, mi propia mano se posó a la altura de mi corazón, ayudándome a percibir mi alegría con mayor sencillez, con el auxilio de mis sentidos. Mis ojos habían permanecido fijos en Metztli, tratando de compartir mi experiencia con ella, transmitirle lo que mi alma vivía, rompiendo las barreras del silencio.

-Es como si nuestros espíritus siempre supiesen que nos reuniríamos y simplemente aguardasen este momento con impaciencia, alimentando la flama de la esperanza, impulsándonos a no desfallecer para ser capaces de vivir el cielo en la tierra.- las palabras manaron solas, sin depender de la razón, completando la magia de tan sublime instante.

Un tímido rayo de luz apareció por la ventana, un débil haz luminoso que anunciaba la proximidad de la mañana. Lentamente, sin ninguna prisa, una sonrisa apareció en mis labios, estaba plagada de humanidad, de alegría, de satisfacción.

-Lo más difícil de estar contigo es cuando debo partir- dije con apenas suficiente fuerza para ser escuchado, echando un rápido vistazo a la dirección de donde provenían las noticias del amanecer- Aunque sé que siempre viajarás conmigo, en mis pensamientos, así como yo estaré siempre que me recuerdes.

La sensación de éxtasis reapareció, la necesidad de permanecer al lado de Metztli y fundir nuestros espíritus en uno solo por siempre. Tomé sus mejillas entre mis manos y la acerqué hacia mí sin titubear. No se requería más que un beso puro y sincero, un beso tan profundo y delicado como el que comenzase, para desencadenar la gloria terrenal. Sin duda, si las limitantes de espacio-tiempo no existieran, jamás me habría permitido abandonar el inigualable que sabor proveniente de los labios de mi compañera, puesto que únicamente así me sentía completo.

Despacio, tomándome el tiempo necesario, casi a regañadientes, fui separándome con cuidado, consciente de que tenía obligaciones que cumplir por mucho que ello me desagradace en demasía. Pusé mi frente en la suya, mirándole tan de cerca como me era posible.

-Y de nuevo habrá que aguardar... Moveré todos los recursos a mi disposición para que nos reencontremos cuanto antes. Pude esperar un milenio para encontrarte, pero ahora que sé cuan real eres, un minuto es más largo que todos esos años- una sonrisa se marcó en mi cara, revelando mi aceptación ante los dictámenes del destino- Así pues, guíame al mundo de nuevo, aquel que nos necesita realizando nuestros roles con valentía.

Atentaba contra mis deseos, atentaba contra mi voluntad, pero servía a una causa noble al retirarme de aquel sitio al que ahora podía llamar, con justa razón: hogar... palabra que se ausentase de mi mente durante siglos enteros, incluso al encontrarme en Nachtburg al lado de mis leales y dispuestos soldados.

Estuve cerca de reir ante las últimas palabras de Metztli, pero fui silenciado velozmente por un breve momento de caricias y un beso divino, hasta cierto punto refrescante con el suave viento que sopló por un instante.

Fue corto, suficiente pero corto, el tiempo que me sentí una parte de Metztli. Sin embargo, estaba consciente de que debía mantener una farsa, una escena que comenzaba a odiar rápidamente... Caminé hasta la entrada que bien recordaba, tomado de la mano de mi dulce compañera, tratando de prolongar en la alegría del silencio los segundos que restaban a nuestro feliz encuentro.

-Este siglo debería seguir valorando a los herreros, así podría trabajar en casa y no dejarte jamás- bromeé ladeando la cabeza- Metztli, ha sido fascinante pasar esta noche contigo, poder revivirme a mí mismo con tu embriagante presencia. Sólo esperemos que los días pasen rápidamente y nos veamos pronto- soltándome despacio, sin quererlo realmente- Te... quiero... joven flor de la noche.- dije con algunas complicaciones