La gota que rebalsa el vaso (Libre)

Aquella noche había tenido que ir a trabajar a Pzyco para reemplazar a una de las meseras, no había tenido tiempo de avisarle a Catalina que llegaría mas tarde. Estaba atendiendo a Mimi y a Mhyr cuando mi celular sonó, la policia quería que valla a la universidad.

Maneje sin prudencia y lo mas velozmente que mi auto lo permitió ni siquiera estacione en un lugar permitido el auto. Pude ver una cantidad de gente increible, reporteros, policias, enfermeros, ambulancias, autos, alumnos, profesores. Todos rodeaban lo mismo.
Me adentre con brutalidad abriendome paso entre la gente Por favor que no sea ella... por favor que no sea ella... Rogaba para mis adentros y fué entonces cuando finalmente llegue a los cuerpos que mi cara se horrorizo, la sangre se me congelo en mi cuerpo y mis piernas dejaron de responder. Me tiré sobre el cuerpo de Catalina frío y sin vida, tenía el cuello roto.
Las lagrimas comenzaron a caer con fuerza y desesperación mientras con mis manos tomaba su pequeño cuerpecito.
No puede ser verdad.... Acaricié su rostro colgante y acomodé su cabello.
Mi niña estaba muerta, la habían matado despiadadamente. No podía ser cierto. ¿Qué había hecho ella para merecerlo?
Habían sido a caso los hombres de negro que la buscaban...?
A pocos metros del cuerpo de Catalina se encontraba ese extraño muchacho con la que la había descubierto en anteriores ocaciones, se encontraba con el cuerpo desgarrado destruido, ensengrentado... un humano jamas hubiera sido capaz de hacer eso....
Vampiros... Mi cara aun llena de lagrimas, horririzada paso a tener rabia y mas dolor en ella.
Gritaba desesperada lloraba y forcejeaba con los policias que intentaban alejarme del cuerpo, la muerte de Catalina había sido mi culpa, si no la hubiera expuesto a vivir conmigo tan cerca de los vampiros ella nunca hubiera muerto.

Mi alrededor se nublo de negro luego de sentir un pinchazo, alguien me habia inyectado un calmante. Todo terminó de tornarse negro y finalmente me desmayé.

(Off: En teoría, Marion hizo una especialización en medicina interna antes de poder hacer la de cardiología y las otras especializaciones que tiene, así que rolearé esto... Si se puede).

Detestaba esta parte específica de mi trabajo... Tener que cooperar con la policía en casos de muertes sospechosas. Ya había examinado a la niña, había muerto por fractura de la segunda vértebra, dislocación del segundo disco vertebral y sección de la médula espinal; una lesión que tan sólo podía haberse producido por una caída de varios pisos o... Por otro de mi especie. El ligero efluvio remanente me hacía inclinar hacia la segunda opción, aunque el efluvio que mi nariz captaba no era el de un vampiro carnívoro.

El cambia-formas que yacía al lado de la niña estaba hecho, literalmente, jirones. Quien fuere el que perpetuó el asesinato, se había encargado de matar con limpieza y efectividad a la chiquilla, aunque había entrado en cólera al ver al cambia-formas. De lo poco intacto del joven que quedaba se distinguía su cara, que traía una expresión de furia contenida... Él había visto a la chiquilla morir.

Había firmado apenas las actas, cuando el viento me trajo un efluvio conocido. El efluvio de una de mis alumnas, de Amaltea Fromm. Al lograr abrirse paso entre la multitud, ella cayó de rodillas junto a la chica, llorando y quejándose, su dolor tiñéndose súbitamente de furia al comprender lo mismo que yo había deducido. Por lo que sabía, Amaltea no dudaría en abrir la boca y gritar la verdad, una verdad que ningún mortal debía saber. Los EMTs la sujetaron y yo saqué una dosis de calmante, aplicándosela por vía intravenosa -aunque me cuidé de hacerla parece más intramuscular-. Poco a poco Amaltea se calmó y desmayó en brazos de los EMTs.

-Monitoréenla -ordené, firmándo los dos últimos papeles- Hemos de remitirla al departamento de psiquiatría del hospital universitario -indiqué al EMT que conducía y me subí a la ambulancia junto a Amaltea.

Unos pocos minutos después, llegamos al ala psiquiátrica. Le dieron una habitación a ella, cama, pusieron a su disposición enfermeras, todo para cuando despertase. Me cuidé de cerrar la puerta con cuidado extremo: Si ella iba a gritar, era mejor que lo hiciese sin que nadie la oyese o su estadía en el ala psiquiátrica sería más larga. Amaltea poco a poco empezó a abrir los ojos, tomé aire, lista para la sarta de insultos.

Moría... soñé que moría. De un momento a otro estaba en los jardines de la fraternidad gritandolé a Catalina que no se acercara a ese sujeto raro y excentrico que ella llamaba Sony y en un abrir y cerrar de ojos ella MORÍA frente a mis ojos. Una vampira mezcla de Hemera, Lestat e Iliana la sarandeaba brutalmente hasta quebrarle el cuello. Y yo nada podía ser, me queda inmovil, dura, viendo como mataban sin piedad a mi pequeña.

Desperté acalorada y con un fuerte dolor de cabeza, despegué mis ojos con lentitud, que horrible sueño...
Giré mi vista, estaba en un hospital.... Oh no... tube otro accidente acaso... no creo que haya tenido una sobredosis.. o si? Moví lentamente todos mis huesos y musculos, todo parecía estar en orden.
Inspeccioné panoramicamente la habitación, a un costado estaba Marion, mi querida profesora Vampira de medicina... era casi perfecta y un modelo a seguir...esceptuando esa horrible condición suya.

-Profesora...- Corté el silencio- Qué me ocurrió? - Definitivamente parecía no recordar nada

Suspiré antes de responderle. ¿Cómo decírselo? No sabía cómo iba a reaccionar, ella era un bicho aun más raro entre los humanos, no podía prever su reacción a mis palabras. Además, comunicar la muerte de un ser querido es tenaz, ya que la persona saca sus más desesperadas facetas al encararse a la pérdida.

-¿Qué es lo útimo que recuerdas? -le pregunté y pronto le aclaré- Tú estás bien, físicamente; eso te puedo decir.

Me senté en la cama y bostecé. ¿Qué era lo último que recordaba?
Estaba con Mimi y su nuevo raro novio desconocido para mi... atendiendola en Pzyco.. Hi ce una pausa y miré a mi profesora

-Estaba en el trabajo...- Algo mas vino a mi mente La llamada..- Alguien me llamo por celular, pero no recuerdo quien...- Todas las imagenes en mi mente eran muy borrosas - Profesora ¿Porqué estoy acá?

Me senté en la silla junto a su camilla, aunque no me era necesario, me sentía mejor pudiendo analizar sus expresiones y teniéndola a mi nivel. Inspiré un par de veces, pensando cómo más decírselo, ¿qué no había una mejor manera? Al parecer, no la había.

-Amaltea... La llamada era de la policía, ellos llamaban por una chiquilla... Catalina, era su nombre -dije, esperando a la reacción de mi alumna, y ahora, paciente.

Mi rostro cambió su expreción de duda a preocupación y algo de miedo. Mis pupilas se dilataron, mi corazón comenzó a bombear con agresividad.

-¿Qué pasó con ella? ¿Dónde esta?- Me senté en la cama y revolví mi ropa a ver si tenía el celular encima... pero solo encontré la bata de hospital. Sentí un nudo en el estomago, ¿Y que si mi sueño no había sido un sueño?...

Analicé a la profesora, no me decía nada, comencé a desesperarme. La tomé de esos fríos y duros hombros y la intenté samarrear.

-Profesora ¿¡Qué pasó con Catalina?!

Escuché claramente su corazón latiendo con violencia dentro de su tórax. Sus delicadas manos sólo lograrían lastimarse aún más de seguirme zarandeando. Con delicadeza me la quité de encima y la miré a los ojos.

-Amaltea... Catalina murió -dije con tono firme, mirándola a los ojos- La encontraron estrangulada en el campus de la universidad. Tú estabas allí, allí tuvieron que reducirte los del psiquiátrico, estabas histérica -le expliqué-