Me coloque mis zapatillas de correr y mi buzo delgado, era dia de practica y trote. Tome un desayuno liviano, sabia que a la vuelta comeria todoa mi paso. Cerre la puerta detras de mi y corri desde mi casa hasta la playa, mi primera parada. Como pocos dias, hacia un ligero calor agobiante, mi temperatura corporal no lo resistia. Me sente bajo la sombra de un arbol alejado sintiendo la brisa marina, mientras bebia la mitad de la botella de agua en unos grandes sorbos largos. Enrrosque la tapa en la botella y la tire a un lado, cerrando los ojos y respirando con cierta profunidad relajante. Los granos de arena entraban por mis zapatillas, esa era la razon por la cual la odiaba, ahora era yo y la arena, maldita arena.