Penurias en la arena (Lucrecia)

El amanecer se encontraba aún muy distante, Lyaan había quedado bien dormida en su habitación. Tenía ganas de salir a pasear, reflexionar por todo lo ocurrido en los últimos días; no fue difícil, no era más que dolor y agonía espiritual.

Caminaba con un pantalón largo, la playera interior y una chamarra, no las necesitaba, pero debía disimular al menos un poco, no esperaba que nadie llegase a estas horas, serían como las 5 de la mañana o algo parecido. Cuándo me di cuenta, estaba en la playa de La Push. Tantos agradables recuerdos aparecían en mi mente, por unos segundos mostré una pequeña sonrisa, esta se desvaneció al darme cuenta en mi delirio mental porqué me encontraba aquí. Me senté en la arena, abrazándome las piernas y viendo la marea en la oscuridad.

-Parece que es cosa de tu familia lo de venir aqui a meditar.- Al verle ahora a Kurt podia ver perfectamente a Adrian situado de la misma manera hace apenas unas semanas. Solo unas semanas... como habia cambiado todo en tan poco tiempo, sonrei.

-Temo que tenia una reunion pendiente contigo que cancele finalmente, e estado en tu casa, pero no me a costado seguir tu rastro hasta aqui.-

Me di cuenta de que ahora yo deberia vigiliar mi propio rastro y la manada deberia estar mas unida que nunca, ya que el comienzo de la purga de las sanguijuelas atraeria rencores hacia nosotros, y fuera de la utopia de la push, el mundo era un lugar hostil para nosotros.

Era curioso, paulatinamente me habia vuelto mas habladora, me seguia sintiendo como un lobo con una piel de cordero, pero era innegable que mi parte humana acudia con mas facilidad.

Camine hasta situarme a apenas un par de pasos de el y me deje caer en la arena, con las piernas extendidas y las palmas de las manos apolladas en la arena

Ignoré sus palabras, si ella venía a algo, que hablara, no tenía gana alguna por despegar los labios. Mi expresión podría parecer ausente y perturbadora, no me importaba mucho, ya que Lucrecia no solía fijarse en eso, o era mera imaginación mía. No me moví en todos esos momentos, solo respiraba y veía hacia enfrente, tal cual una estatua.

La pequeña distancia entre los dos lograba hacerme enojar, no quería compañía; bufé cuando dijo lo fácil que fue seguirme, esto del asunto de la licantropía me parecía una molestia más que una "bendición" como la consideraban mis demás compañeros en Rusia.

Parecia realmente irritado, lo cual me era agradable, las otras ocasiones en las que le viera, siempre me habia parecido demasiado calmado, demasiado ajeno, hasta el punto de llegar a resultarme molesto.

-Estas demasiado callado para ser el "amigable" Kurt que e conocido otras veces, el... como dijo Adrian... a si, el señor del circo, en estos casos... suele ser cortes ¿preguntar por tu estado?- Me di cuenta de que podia sonar como una burla, pero es que realmente, aunque el me habia ayudado en el pasado, y reconocia que le debia una, dudaba de que le sirviera de algo hablar conmigo, y no suelo ser buena escuchando.

Sí, un espectáculo de fenómenos, que divertido,, puse los ojos en blanco ante aquel pensamiento.

-En efecto, es cortés, pero no me gustaría hablar de eso, ¿Qué quieres hablar conmigo?- Si bien, había sido una broma o no, no me interesaba; deseaba irme lo más lejos de la gente, o simplemente evadir esa humanidad que llevaba conmigo, solo me hacía sufrir.

Cuando me dio pie a hablar decidi hacerlo, tenia demasiadas cosas en la cabeza en estos dias como para preocuparme por su estado animico. Sin embargo cuando iva a comenzar a hablar le observe unos segundos, su expresion tan ausente...

-Sabes... no importa- Me levante con pereza y me estire de forma exagerada. -Sabes, emos formado un pequeño grupo en la zona urbana, si algun dia necesitas algun tipo de colaboración con las sanguijuelas no dudes en avisar. Por cierto... los ojos dorados... no te fies de ellos, e visto con que facilidad sus ojos vuelven a tornarse rojos. Cuidate Kurt, y mas te vale volver a ser el capullo salvavidas de siempre, pronto volvere a verte, y me dara igual si te estas muriendo, hablaremos.- Le dedique una sonrisa y comence a caminar por la playa con tranquilidad.

-Como quieras- Levantándome, sacudí mis pantalones y me fui caminando en dirección contraria a la de Lucrecia con las manos en los bolsillos. Una vez recorrido lo suficientemente lejos de la civilación en el área de la playa, entré en fase, atándome la ropa antes y corriendo en dirección al bosque.