Un par de cervezas y La naturaleza de los lobos (Adrian Thomas)

Entramos a un bar en la plaza de la reserva, era una cantina sencilla, poca gente y bastante limpia para lo que era realmente. Era un lugar sombrío, algunas luces tintineaban en las mesas, a pesar de que por fuera todavía había luz del sol. Una mujer atendía la barra, pero no podías asegurar si era una. Me senté en una de las puntas de la barra y le pedía a la chica que sirviera dos tarros de cerveza obscura.

El joven salvaje tomó asiento, aun estaba en silencio, no nos conocíamos por un momento pensé que solo al mirarnos nos decíamos las cosas.
Levanté mi tarro e hice un golpe junto con el otro. Haciendo sonar aquel gordo cristal y desbordando la espuma de la cerveza.
-Por el placer de conocerlo… salvaje –reí y me bebí un buen trago de cerveza, aun no me decía su nombre, pero no tenia prisa, había mucho tiempo para conocer a esa extraña criatura que tenia por compañía.-

En mis tres años en La Push nunca había entrado en aquel bareto, aunque mis dos últimos años no contaban exactamente como vivir en un lugar...lo llamaría mejor sobrevivir...

Nos sentamos en la barra, y la mesonera de aspecto masculino se nos acercó. Poco agraciada en apariencia, pero con intención femenina, uñas con esmalate burdeos y bien cuidadas, carmín oscuro en los labios, aretes baratos pero combinados a la perfección con sus profundos ojos marrones, que brillaban con promesas pasadas, y una sonrisa sincera y serena....Ojala volviese a tener mi habilidad, siempre me ayudaba a conocer a las personas con facilidad...de que color sería el alma de aquel hombre....en que pensaría...como se sentiría...solo era capaz de ver azul...

Sonaba una canción que no llegaba a conocer de fondo, un pequeño ratón corría por algún rincón del bar, las agujas de un gran reloj antiguo estaban apunto de marcar las 6 y nuestras jarras chocaban...Un brindis que quizas significase todo o quizas nada...Salvaje...una palabra que me defenía a la perfección...Bestia salvaje, fiera salvaje, animal salvaje, lobo salvaje...humano...

Asentí con la cabeza y bebí de mi jarra, vaya esta no era la que me gustaba, su sabor era demasiado amargo, fruncí un poco el ceño,mientras la cerveza recorría mi garganta...Solo con un sorbo deje la cerveza a un lado y llamé a la camarera...

-Podría ser una clara-Dije con la voz encantadora y mordiendome el labio, ella me la trajo con otra sonrisa en sus arrugados y oscuros labios-Le sientan muy bien esos pendientes-Le dediqué una sonrisa amable, a la que ella respondió con una sonora carcajada y un "Gracias joven,pero no necesitas adular a esta vieja", le dediqué otra sonrisa sincera, no tenía que cargar a todos con mi amargura.

Aquellos ojos azules no me quitaron la vista de encima durante el tiempo que estuve hablando con la camarera. Le miré esta vez con otra sonrisa dedicada a él...choqué mi jarra con la suya, la cual estaba descansando sobre la barra y bebí un sorbo de mi cerveza:

-Adrian...-Dije con una sonrisa de media cara-...me pediste que te dijese mi nombre en la segunda...-Volví a dar un trago.

No le gustó, no importaba, ahora ya sabía que cerveza prefería. Únicamente me dediqué a mirarlo de la misma manera desde que lo conocí. Me agradó mucho como trató aquella mujer, aunque nunca supe si lo era o no. Me gustaba como sonreía, eso le hacia ver el semblante más tranquilo, como si las preocupaciones que lo hacen poner ese porte duro quedaran atrás.

-Un placer Adrian – murmuré y bebí un sorbo de aquella espumeante. No sabía que decirle, por momentos me sentía intimidado por aquella criatura, su edad, le calculaba alrededor de veinte, pero que me podía decir, tal vez tenia mas tiempo siendo un lobo que yo, tal vez era más viejo de lo que aparentaba-.

También parecía que el me estuviese estudiando detalladamente, ¿qué se estaría preguntando? seguro estaba pensando en mi historia, en el motivo por el cual yo había acabado así.... Apoyé mis zapatillas rojas en el suelo, para obtener un poco más de comodidad, y entoncés la canción cambió 'How long, How long' se escucho desde la vieja maquina de discos, cubierta de polvo, situada al lado del la puerta del baño, reconocí la canción de los Red Hot Chili Peppers al instante, ya que la había escuchado en cientos de ocasiones, aunque ahora no recordaba bien su letra. Una frase vino a mi mente al mismo tiempo que sonaba en la canción'...once you know you can never go back...', mi rostro entristeció por un segundo, pero volví a mirar aquellos ojos de un increible azul, y sin saber porque una sonrisa apacible y sincera apareció en mi cara. Después de un prolongado silencio en el que solo nos mirabamos de reojo y él bebía cerveza, dije algo distraido, mirando como la mesonera toquetaba el aparato de música:

-No llego a enteder que te ha traido a este pequeño pueblo...-Yo no solía hacer preguntas, más bien exprasaba lo que mi mente pensaba, llevaba demasiado tiempo sin mantener una conversaión, por lo que no sabía exactamente que tal lo estaba haciendo-...Myhr.-Pronuncié esa palabra con un tono de voz más bajo y con mayor velocidad, no sabía su significado, quizas ni siquiera fuese su nombre-Pareces europeo...-Afirmé al rato, y me puse la jarra en los labios.

El sabor de la cerveza me resultaba extraño, demasiado amarga, era raro, antés me gustaba, aunque por otra parte era normal, en dos años no había bebido más que agua. Ya la había cambiado una vez, así que me quedaría con ella, aunque no me agradase demasiado. Di un pequeño sorbo y el frío líquido cayó por mi garganta con rápidez, no la dejé pasar ni un segundo sobre mi lengua para no notar su horrible sabor. Sonreí con algo de ironía por mis pensamientos, había comido carne cruda de animales que yo mismo, usando mis dientes había destripado y sin embargo no era capaz de beberme aquella jarra de cerveza.

Algo hacía que esa mirada suya se entristeciera de repente, me pregunté el motivo. De nuevo nuestras miradas se cruzaron, no habíamos dicho una palabra desde que nos bebimos casi medio tarro de cerveza. Su sonrisa me hacía pensar en otras cosas, y olvidarme de todo. Bebí de nuevo y escuché su voz como si fuera una melodía emitida por un ángel.
-Me trajo el destino para encontrarte. -No dije más, bebí un poco de cerveza y observé a la chica que pateo el aparato de música el cual empezó a funcionar mejor. El motivo era claro, este joven me atraía de una manera que no comprendía.- Noruega –musité antes de beber de nuevo otro largo tarro de cerveza para finalizarla y pedirle a la joven con aspecto dudoso que me sirviera una nueva-.
Al notar como se sumergía en sus pensamientos algo despertó en mi interior y lo miré de nuevo con un cierto aire expectante.
-Hay que regresar al bosque -sonreí- para traer de vuelta tus pensamientos.

Su voz sonaba tan dulce y llena de vagas y reconfortantes promesas que por un instante imaginé una vida en la que era libre de mi estupido corazón, una vida en la que el día a día no consistiese en intentar olvidar, en la que el presente fuese lo único que importase, en la que mis sueños no me atormentasen volviendose pesadilla al despertar....una vida en la que el cielo siempre fuese azul....Mi temperatura pareció aumentar, y mi cara se enrojeció, con velocidad bebí un sorbo largo de la fría cerveza, el sabor no me importó...otra muestra de debilidad de mi parte, miré su cara la cual mostraba una bella sonrisa...esta vez no me arrepentía.

La música volvió a sonar de fondo, la camarera hablaba con un nuevo cliente mientras se enrollaba el pelo en el dedo, el ambiente alrededor de Myhr era algo más elevado que el del resto de la habitación. Una pequeña gota de sudor resbaló por mi frente y cayó en el suelo haciendo un ruido inaudible para los humanos y extrañamente yo tampoco lo oí. Mi mente se perdía ahora en otra cosa, solo lo miraba, al igual que hacía él, sin palabras, sin gestos, sin expresión...solo sus ojos clavados en los míos...De repente vi a un jovén reflejado en el azul de sus pupilas: un joven de color rosado, de ojos brillosos y de diferente color, con una sonrisa en los labios y sin tristeza en su expresión...ese no podía ser yo...

Me puse de pie, apoyando todo mi cuerpo sobre el rojo que envolvía mis pies, mi cara se acercó a la suya, unos centrimetros de abrasante calor nos separaba, sus labios deseaban a los míos al igual que mi boca deseaba la suya...Cerré los ojos...tres centimetros de distancia calido verano, dos centimetros caluroso desierto, un solo centimetro ardiente infierno...un solo centimetro...helado glaciar...estatua marmórea...su rostro delante mía...y dolor...un solo centimetro ojos dorados...frío cielo...

La distancia recorrida fue deshecha en menos de un segundo, la silla en la que estaba sentado hacía un momento, acabó en el suelo después de que mi huida hacía atras la empujase...La mesonera me miró extrañada al igual que el hombre con el que estaba. Una última mirada al pozo azul y ahora si que me reconocía lleno de dolor, pena y sin brillo...Me dí la vuelta y la salida me pareció extrañamente lejana...Pasos largos...cabeza baja....de vuelta a mi hogar...de vuelta al bosque...

No dijo nada, no esperaba una respuesta inmediata. Su mirada se quedó fija con la mía, pude ver en su rostro como subía el tono de color, quería descifrar aquellos ojos, aquella mirada que parecía pegar de gritos. Su semblante era perfecto cuando sus mejillas tenían esos tonos sonrosados. Bebió con rapidez, no deje de observarlo, era fascinante y en verdad había despertado curiosidad en mi interior. Nunca antes había conocido a nadie como él.

Aun mirándolo sin decir una sola palabra le sonreí de una forma cálida, no quería apresurarme, salvaje podría correr y conociendo su velocidad, tal vez no lo alcanzaría con facilidad.

Se percibió un ambiente mas intenso, el calor aumento. Perdido en aquella mirada de un color y de otro, no podía articular palabras, nos acercamos tanto como si fuéramos un imán, percibí su sonrisa. Pude verme reflejado en sus ojos, hubiera dado todo porque dijera algo, por saber lo que estaba pensando, ¿En qué estas pensando salvaje…?

Su cercanía hacia que mi cuerpo emitiera ondas de calor inexplicables. Lo deseaba. Su olor a bosque hacia perderme en su humedad. Quería esos labios delgados y rojos. Estuve a punto de tocar ese rostro celestial y perderme en aquella boca que me llamaba, cuando se separó en un segundo.

Una mirada extraña se posó en el. La silla se quedó a ahí en el suelo, y los demás volvieron a lo que estaban cuando se dieron cuenta que no pasaba nada. Pude percibir sus ojos apagados ¿Qué te pasa salvaje?... me pregunté aun mirándolo, estudiando aquella criatura que hacía que cada momento que pasara lo quisiera más. Me levanté y de dos zancadas lo cogí de un hombro para detenerlo y darle vuelta. No podía quedarme sin probar de nuevo aquellos labios que ansiaba. Lo hice, sin permiso, sin premura, perdiéndome en ellos con sabor a deseo.

Nuestras bocas se encontraron y lucharon tibiamente: mordiéndose con los labios...apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos...donde un aire pesado iba y venía con un perfume viejo...y un silencio...Mis manos buscaron hundirse en su pelo...acariciarlo lentamente...mientras nos besabamos como si tuviéramos la boca llena...de flores...o peces de cientos de colores...de movimientos vivos...de fragancia oscura...Y si nos mordiamos el dolor era dulce....si nos ahogabamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa muerte instantánea sería bella....Y había una sola saliva y un solo sabor de fruta madura, y temblaba contra él, como la luna en el agua...

Abrí los ojos y ellos me devolvieron a la realidad, un fuerte puñetazo en la cara que le hizó sangrar el labio consiguió que pudiese librarme de su abrazo, lo miré intentando expresar odio, pero mis ojos se llenarón de lagrimas, ahora volvieron a mirarnos la gente que había en el bar.

-¡¡¡Olvidame!!!-Le grité con rabia, y de una rápida carrera dejé el local.

Corré salvaje, corre bestia, corre animal...huye, huye al bosque...

Una caricia como el viento, unos labios tibios, un sabor a hombre, a salvaje. Mis brazos lo rodearon, para pegarlo a mí y acariciar su rostro de ángel. Como en un sueño me hallé perdido en su aroma, en su esencia, en su ser.

Hizo que despertara bruscamente con puñetazo en la boca acompañado de sangre. Sonrisa a medias, me lo merecía. En sus ojos húmedos, percibí su odio que reflejaba tristeza, empezaba a entender su mirada. Quise acercarme de nuevo. Gritó y su silueta desapareció con rapidez. Algo en mi interior me exclamaba que lo siguiera, no lo hice. Llimpié la sangre.

Sentado en silencio, bebiendo cerveza, mi mente se hundió en recuerdos, en las sombras que me persiguen, las cuales se iluminaban cada vez que aparecía salvaje con sus zapatillas rojas y su sonrisa.
-No puedo –Murmuré antes de beber el último trago de cerveza y pagar la cuenta-.

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