Dibujando después de clase

Pasaba por aquella plaza para dirigirme a mi negocio, el clima era frio y había gente dispersa que dejaba su aroma como una fragancia en el aire. Me llamó la atención una mujer que dibujaba en una banca, la conocía, ese porte es difícil de olvidar. Su escencia era igual, no hbaía cambiado nada.
-Bonjour Hémera –saludé amable con una sonrisa encantadora- Mucho tiempo sin verla.
No recordaba la ultima vez que entablamos una palabra, solo recuerdo una ocasión enfrente de una fogata dos años atrás. Todo había cambiado desde entonces, esperaba que ella y su sed sea otra cosa que como en aquella ocasión. Observé con detenimiento aquel dibujo que tenía plasmado en el cuaderno, me le quedé viendo unos instantes y percibí la esencia de aquella criatura que estaba ahí, triste, alegre, inocente.

-Seguramente, soy profesor Literatura y Fotografía –sonreí con torpeza-
Ya que estaba de pie, tomé su mano y la besé en forma de saludo. Esa vieja costumbre nunca la dejaría.
-¿Como ha estado Hémera? … También escuché rumores sobre usted… ¿Matriculada en la universidad de Seattle?
Esbocé una sonrisa y me le quedé mirando con atención.

Dejé que besara mi mano, los vampiros antiguos rara vez cambiaban sus costumbres y si lo hacían era en lo más estricto y necesario, al menos eso tenía entendido.
-Rumores ciertos. Pretendo licenciarme en Bellas Artes.-le aclaré y comencé a recoger el cuaderno y los lápices que había usado para dibujar- El campus está lleno de sobrenaturales, ¿no cree, profesor?- le comenté mientras recogía todo aquello y lo guardaba en el bolso. Aunque no le conocía demasiado se me hizo raro el llamarle profesor, quizás debido al aspecto juvenil que su pelo alborotado y sonrisa le proporcionaban.

Ella seguía teniendo ese aroma peculiar, sus costumbres de alimentación eran marcadas, su piel era suave, la miré mientras ella hablaba. Esboce una leve sonrisa y le dije:
-Si, demasiados para mi gusto, debería ser la universidad de fenómenos –reí un poco llevándome una mano hacia mi cabello-

Le di una última ojeada a su cuaderno antes que lo guardara en su bolso, sentí el olor de la tiza y del carboncillo que se agitó cuando ella cerró el cuaderno.
-Dime Laurent, Hémera… no estamos en el campus y nos conocemos desde hace tiempo… -reí encantador y le pregunté en un susurro inaudible solo para que ella me escuchara:
-¿Los hábitos de la sangre nunca cambiaron cierto? -la miré con mis ojos ambarinos cristalinos, ella portaba esos ojos rojizos que me aseguraban sobre lo que le acababa de preguntar, aunque no me sorprendía, ella podía hacer lo que quisiera con su alimentación, mientras no la haga en mis narices-.

Cogí el bolso y me lo colgué como una bandolera mientras le escuchaba. La pregunta sobre mi alimentación no me cogió por sorpresa, un neófito podía cambiar sus hábitos de alimentación tras haber pasado por la etapa de sed continua. Pero no era ese mi caso, negarme el placer de la sangre humana no entraba en mis planes.

-La respuesta a tu pregunta está en mis ojos, como ya habrás comprobado.-pretendía seguir por allí un rato más, hasta que anocheciera completamente y pudiera cazar...quizás me encontrara a aquella chica- Voy a dar un paseo por aquí, ¿me acompañas?

A mi alrededor la plaza se llenaba de grupos de amigos jóvenes, chicas que no paraban de reir y soltar grititos agudos y parejas que paseaban abrazadas. Una chica bastante bonita, morena y con unos enormes ojos verdes no dejaba de mirarnos a Laurent y a mí. No sabía si se dirigía a alguno en concreto, o solo era que la belleza era suficiente para ella y no hacía distinción de sexo. De no ser porque era aún por la tarde y porque estaba con Laurent esa chica no habría tenido tanta suerte. Olía bien, aunque no demasiado...ningún aroma era lo suficientemente bueno en comparación con el de la chica ciega.

Hémera tenía estilo para moverse y para hablar, era una vampira muy peculiar. Sonreí a medias al mirarle los ojos, asentí ante su petición, no tenía nada que hacer en horas, hasta encontrarme con mi esposa en el pzyco.
-Vamos. –Respondí a su pregunta, en un leve murmullo mirando hacia otro lado, el ambiente estaba lleno de aromas de humanos. Aspiré con fuerza, ese olor me encantaba, a pesar de llevar tantos años sin alimentarme de ellos, seguían siendo mi debilidad, mi única debilidad. Observé ala chica que nos miraba con cara de especulación, levanté una ceja al mirarla, realmente no pensé en nada solo sonreí carismático y continuamos nuestro andar entre los camellones del parque. No sabía que decirle a Hémera, la conocía tan poco, tal vez en otra ocasión podría haber pasado algo entre nosotros, que estúpido como me atrevo a pensar en esas idioteces. Aunque debo de reconocer que es parecida a un ángel, su belleza y su atractivo. Pero solo una habita en este moribundo corazón y se trata únicamente de mon étoile, Brody.
-Parece que esa chica no deja de mirarnos, tal vez ha descubierto que los ángeles existen –reí mordaz, hice una pausa y luego pregunte:
-¿Qué materias tomará en Bellas Artes Hémera?

Sonreí por el comentario de Laurent, ángeles...qué lejos quedaba eso de lo que éramos realmente.

-Mmm...quizás parezcamos ángeles pero eso no deja de convertirnos en unos demonios aún más peligrosos.-demonio era la palabra correcta, una palabra que usaba con frecuencia y que rondaba muy a menudo por mi mente. Le dirigí una mirada más severa a la chica antes de alejarnos y ésta dejó de mirarnos. Si andaba cerca más tarde ya le haría una visita.

-Dibujo, pintura, volumen, historia del arte...-le contesté pensativa-Exceptuando historia del arte, todas las asignaturas son muy interesantes...aún así creo que dejaré la universidad.-terminé en voz baja, más bien para mí misma que para Laurent. No me sentía bien en la universidad, no era una vida a la que estuviera acostumbrada y ya tendría tiempo para licenciarme.

Tal vez ángeles fue muy osado, pero para la vista de algunos eso es lo que somos pensé, aunque nuestra naturaleza represente a los mismos demonios encarnados. Seguí observando el panorama, los arboles y lo que me rodea. Luego dirigí la mirada hacía donde estaba Hémera.
-Todos dejarán la universidad, creo que ya no será el circo de fenómenos después de todo –reí carismático- Lo relacionado con el arte suena sumamente interesante, debería intentarlo algún día, no se arrepentirá –lo decía por experiencia- al menos tenemos más tiempo… aunque no sabemos cuanta vida nos queda, si es que se puede llamar vida a nuestra condición –dije en un tono irónico y era verdad, no estábamos vivos, no estábamos muertos, éramos unos seres que vivían en este mundo de los mortales, disfrutando de su universo, del cual no nos pertenecía, ellos eran nuestro alimento, nuestro elixir para vivir-.

Continuamos el paseo por la plaza, pasamos junto a los bares y tiendas y nos encaminamos hacia la iglesia, la cual se veía desde donde nos encontrábamos. Los colores del cielo en las zonas donde las nubes no lo cubrían iban desde el naranja hasta el azul pasando incluso por el rosa. Hacía bastante tiempo que no veía un atardecer así, quizás alguno en Forks, pero la lluvia y sus correspondientes días nublados no eran factores que ayudaran precisamente a la hora de ver un atardecer en toda su magnificencia.

Continué caminando un buen rato en silencio, contemplando el cielo y pensando en las palabras de Laurent. Ni vivos ni muertos, ni humanos ni animales, ni buenos ni malos. Éramos un punto intermedio y ésto, irónicamente, nos hacía destacar. Quizás eso fuéramos nosotros, un atardecer, no éramos ni el día ni la noche pero aún así sobresalíamos por encima del día más soleado y de la noche más despejada. Un pensamiento absurdo ese, del tipo que siempre rondaba por mi cabeza y nunca compartía.

"Volví" de nuevo a la plaza aunque continué observando el ocaso. No sabía la edad exacta de Laurent pero lo que estaba bien claro era que llevaba siendo vampiro más tiempo que yo. Seguramente supiera más cosas sobre el vampirismo, por lo que le formulé una pregunta a la que nunca encontré respuesta.

-¿Qué sabes de nuestro origen?-bajé la cabeza y le miré atenta-Es decir, el de nuestra especie.

No teníamos prisa para seguir nuestro paso en aquel parque donde la gente seguía con su vida cotidiana, ajusté un poco los guantes y los saqué de las manos, para guardarlos en una de las bolsas de mi chaqueta. Estuvimos en silencio un rato, no recordaba cuanto tiempo había pasado desde nuestro último encuentro, ubicaba el lugar, una fogata y el bosque de Forks. El atardecer llamó mi atención sacándome de mis pensamientos.

Escuché su pregunta sorprendido, era una pregunta con muchos significados, pero que significaba para ella… eso me lo pregunté, para ella que significaba ser un vampiro, afrontar todos los días la sed, la muerte humana, la muerte interna.
-No se sabe con exactitud, desde los folklores hasta la literatura, la historia, todo remonta en dichos y sucesos que no se saben con precisión. Lo que si puedo decir es que son reales, existen, existimos. Cortarles la cabeza, la sangre, fuertes como una roca, veloces como un rayo, bellos como un ángel, peligrosos como la muerte.

Parecía saber tan poco como yo, tal vez nunca le había interesado conocer más acerca de lo que éramos, y el serlo fuera suficiente para él. Si queríamos saber más sobre nosotros sólo teníamos que vivir y ver cómo nos desenvolvíamos, pero el origen de todo era algo que me interesaba mucho. ¿Éramos un fallo de la naturaleza? ¿el producto de una enfermedad tal vez? ¿o siempre había existido el vampiro, oculto entre los humanos desde un principio? Tenía que dejar de darle vueltas a todo eso, sería inútil, como buscar luz entre sombras. Dirigí mis pasos hacia la sombra, aunque el cielo estaba atardeciendo no dejaba de ser peligroso exponerse de esa forma con un cielo despejado.

A esa hora Seattle podía ser todo un espectáculo para los desarrollados sentidos de los vampiros: lleno de gente extravagante, olores de todo tipo, risas y llantos que podían parecer cercanos para nuestros oídos y juntos formaban una extraña combinación. Tras un par de minutos en silencio me dirigí a Laurent nuevamente.

-Si se me permite la pregunta, ¿puedo saber cuál es tu edad real? - por sus formas adivinaba mayor que yo, aunque nunca se sabía.