El fin de semana había llegado finalmente. Me encontraba algo perturbado por estar consciente de mi próxima lucha con mi padre, lo cual ya no podía evitarse... uno de los dos moriría en ella, aunque, fuese cual fuese el resultado, mi destino ya estaba sellado. De algún modo, estar consciente de mi suerte me hacía resignarme a ella, aceptarle hasta cierto punto.
Tomé el XJ220, manejé desde mi castillo sin un rumbo fijo, esperando encontrar una señal que me dijese donde parar para meditar un rato. Una vez más, iría completamente solo, sin correr ningún riesgo pues no me adentraría en las zonas de los bosques de Forks, siguiendo los consejos de mi casi hermana. Cuanto más me acercaba a la bahía, la brisa del mar me llamaba con su suave y silenciosa voz. Los invisibles brazos del viento rozaban con delicadeza mi rostro, casi arrullandome.
Me espabilé, decidido a estacionarme en los alrededores. Encontré un lugar, maniobré con sutileza, acabando de frente al inmenso mar. Bajé del vehículo, sin llevar mi capa o el sombrero, incluso el bastón lo abandoné dentro de mi auto. Respiré el refrescante aroma, y me recargué sobre el Jaguar. Clavé la mirada en el horizonte, en el ascenso y descenso de las olas... Justo como mi vida, la cual se encontraba en lo más alto, pero que pronto se extinguiría al golpear las rocas de mi endemoniado padecimiento.... debía vencer a Alexander, pero no sabía como, no estaba incluso seguro si la ayuda que me ofreciese Patsy, de aceptarla, sería suficiente... no sabía si vendría solo o con más inmortales... necesitaba encontrar respuestas a esas preguntas cuanto antes, o después sería muy tarde