Otro día y otra caminata sin rumbo ni sentido. Algo demasiado rutinario para mi gusto, demasiado aburrido, demasiado monótono para mi vida. El ya conocido pueblo de Forks me rodeaba esa mañana con su escaso central comercial y rodeado de árboles de gran tamaño tapando la vista panorámica.
Esa vez llevaba puesto unos jeans oscuros y una camiseta de mangas largas bajo mi campera de abrigo. Quizá tendría frío en el transcurso del día pero no importaba, no deseaba regresar en busca de más ropa abrigada. Mi bufanda fucsia tapaba mi garganta del viento que me azotaba junto on la poca niebla que había.
Un local en la avenida llamó mi atención. Era un lugar cálido y el aroma a café se filtraba mezaclándose con el aire sintiéndome algo reconfortada del frío. Me acerqué para entrar en aquel lugar y una ráfaga de aire caliente fue mi recibimiento sumado con un estremcimiento de mi parte. Se sentía bien estando adentro.
Me coloqué en una de las mesas cercanas al gran ventanal donde se podía observar la calle principal y a los pocos autos que pasaban a esa hora. No demasiados minutos después una joven vino a recibir mi orden donde pedí un café descafeinado. Luego de que se hubiera ido mi vista se dirijió hacia la calle donde quedé en blanco, escasa de pensamientos coherentes.