Una noche en el cementerio (Libre)

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Había decidido pasar la noche fuera de casa. Mi habitación quedaba en la planta alta, y solo las ramas de un árbol me separaban del suelo...
Salí por la ventana, y recé para que la caída fuera más leve esta vez. Salté a la rama más gruesa, y logré aferrarme al árbol. Solo me faltaba bajar de allí y decidir donde ir.

El cementerio resultó elegido: nadie me estorbaría en aquel lugar. Caminé hacia allí (no quería que me escucharan)y luego de pasear un rato me senté usando una de las lápidas como respaldo y observé el cielo. Me entretuve imaginando constelaciones hasta que una voz me interrumpió.

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Estaba a solas en mi habitación, observando las estrellas fluorescentes del techo. Era tan aburrido dormir temprano. Mi cabeza trabajaba rápidamente recordando y procesando lo que hacía poco mas de una hora mis padres me habían demostrado: Yo no les importaba demasiado. Nunca en sus vidas al parecer, había significado algo para ellos. Por eso buscaba la forma de demostrarle que tenían una hija a la cual cuidar a pesar de no importarles sobre ella.

En poco tiempo me di cuenta de que si me escapaba probablemente se preocuparían mas por mí a partir de ese momento. El hecho me asustaba en parte pero poco me importaba eso ahora. Mis padres creían que dormía placidamente en mi habitación y yo sabía que estaría castigada por hacer lo que hacía pero era la única forma de llamar la atención de ellos y hacerlos reaccionar.

Tomé la chaqueta de la silla de madera y me acerqué al pequeño cajón donde guardaba algún dinero de mi comunión, sacando lo poco que aún me quedaba. Abrí con cuidado la ventana para no hacer ruido y me despedí de mis queridos muñecos para empezar a colgarme como un mono por las ramas del árbol mas cercano.

Cuando me encontré en el suelo mi pijama estaba manchado de verde y tenía algunos rasguños en mis manos y rodillas. Me ardían pero ignoré el dolor y empecé a caminar siguiendo las estrellas titilantes terminando en un lugar que me causaba escalosfríos. Me coloqué la campera para no tomar frío pero me seguía sintiendo igula de mal en ese lugar. Empecé a llamar a alguien para saber que lugar era ese.

-¿Hola? ¿Hay alguien que me pueda ayudar?- Dije probablemente a la nada. Me equivocaba. Recibí una contestación en respuesta.

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Me sobresalté al escuchar la voz de una niña. Lo único que me falta es encontrarme con un fantasma, pensé.
Miré a mi alrededor, a la vez que intentaba recobrarme de la sorpresa.

Entonces vi a una niña caminando por el cementerio. Parecía asustada, y seguramente estaba perdida. Me puse de pie y me acerqué a la chica hasta quedar a unos pocos metros a su izquierda.
-Hey, ¿qué haces por aquí a estas horas? -le pregunté.

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La voz se acercó a mí, revelando una figura alta y de cabello oscuro. Un adulto. ¿Por qué siempre ellos me encontraban a mí en vez de ser un niño el que lo hiciera? Sabía que mi razonamiento era tonto. No había personas de mi edad a esas hora de la noche en medio de la nada.

Me alejé un poco de mi reciente acompañante y la observé. Algo en ella me hacía asustarme más, pero no lo suficiente para correr chillando. Me quede quieta, aún mirandola. Ni siquiera la conocía por lo que no debería siquiera hablarle. Eso me habían enseñado pero no me importó y respondí:

-Me escapé de mi casa y seguí las estrellas que me condujeron hasta aquí. ¿Qué lugar es este?- Pregunté observando las tablas de roca con inscripciones sobre las que estabamos cerca. El lugar olía algo horrible, algo... ¿muerto? Me estremcí con la sola idea de pensar en esa palabra. Nunca había conocido lo que todos llamaban ''muerte'', lo pero que puede sucederte en la vida. Jamás la había visto.

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-Pues... Es el cementerio.
Estaba algo confundida por el hecho de que una niña como ella se hubiera escapado y llegado al cementerio sin siquiera saberlo, pero luego recordé que yo también había hecho lo mismo varias veces. Lo único que había conseguido con ello fue que mis padres me prestaran menos atención, ya que con mis escapadas les había demostrado que podía cuidarme sola perfectamente.

-¿Por qué escapaste de casa? -le pregunté, curiosa y a la vez preocupada.

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Seguí observando a la joven, ahora asustada.

-¿El cementerio has dicho?- Le pregunté con el miedo reflejado en mi rostro y en mi voz. ¿Por qué tenía que haber llegado hasta allí?- ¿Aquí viven los..?Los.. ¿muertos?-Pregunté con un escalofrío recorriendo mi pequeño cuerpo. Ese lugar me había aterrorizado desde que era muy pequeña.

-Yo... me escapé...por qué- Dije pensando en que decirle pero son contarle la verdad. Nada se me ocurrió por lo que terminé explicandole que había sucedido hasta llegar ahí. Yo era muy mala mintiendo y siempre me habían descubierto- Me excapé de casa porque a mis padres no les importo. Solo están ellos, su trabajo, la casa, mi hermano y su novia, el perro y por último en la lista aparezco yo y eso no creo que sea justo. Por eso quiero preocuparlos para demostrarles que solo tengo 11 años y no puedo cuidarme sola por lo que deben cuidar de mí si no quieren que me pasé algo malo. ¿Tu que opinas?

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Asentí con la cabeza.
-Sí, pero no te preocupes por los muertos. Por algo se dice que descanzan en paz.

Me acerqué un poco más a la chica. La comprendía mucho mejor de lo que ella podría imaginarse.
-Yo también me escapé creyendo que así mis padres me prestarían más atención, hace unos cinco años. Ya no soportaba que sus vidas giraran alrededor de mi hermana. Ella está enferma, y los tratamientos que tiene que seguir son caros y complicados -expliqué-. A los pocos días volví, y mis padres estaban preocupados por mí. Habían llamado a la policía, de hecho tres oficiales me convencieron de volver -recordé.
Respiré hondo y seguí hablando.
-Siempre le importarás a tus padres, aunque a veces no lo parezca. Además, escaparse no es la mejor forma de llamar la atención, te lo digo por experiencia. Lo único que conseguí por escaparme aquella vez fue quedarme castigada una semana.

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Escuché con atención su explicación a lo que yo y ella habíamos hecho. Asentí, sabiendo que escaparme los preocuparía pero eso era lo que yo quería. Preocuparlos y hacerles entender que, no sólo tenían una hija, también tenía responsabilidades sobre ella.

-No me impoprta estar castigada si eso les hace reflexionar algo. Desde un principio supe que tenía que encontrar alguna forma de llamar la atención de ellos y esto fue lo primero que me ocurrió. Las chicas de la tele lo hacen y funciona- Le dije de forma tímida.

Ella me miraba de forma algo prtectora quizá. Vi la comprensión en sus ojos tambien debido a la situación. Al haber vivido algo similar a lo que acababa de hacer ella podía llegar a entenderme mucho mas que los demás.

Me acerqué a ella y la abrazé de forma espontanea. No sabía el porque ni el cómo de mis acciones. Simplemente lo hice, sintiendome bien.

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Me tomó por sorpresa que ella me abrazara, mas no me pareció extraño que lo hiciera.
La miré cariñosamente y le dije:
-No debes hacerle caso a todo lo que ves en la televisión. Esos programas están todos arreglados para conseguir rating. Y no te preocupes por tus padres, te prestarán toda la atención que quieras cuando vuelvas. Solo asegúrate de llegar a casa con algunos raspones y te cuidarán como a alguien de la realeza durante varios días -bromeé.

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Me miré la ropa y mis manos y empecé a reirme.

-Creo que los raspones ya están- Le dije mostrandole mis manos miesntras seguía riendo-Y hasta tengo la ropa más sucia y desgarrada por haberme trepado por los árboles de casa así que supongo que si se empezarán a preocupar por mí. Pero... aún no quiero volver a casa. Se que si lo hago volveré a estar enojada con ellos y les gritaré cosas de las que luego me arrepentiré y no quiero hacer eso- Dije aún abrazada a ella.

Sabía que sería así. Ya había sucedido una vez y volvería a suceder si no aprendía a controlarme y a controlar mi, a veces, extraño vocabulario para ellos que para mí era de lo más común. También iba a haber problemas a los que no quería enfrentarme y gritos por parte de ellos por una huída sin explicación por la noche.

-Necesito que me ayudes. No quiero volver todavía. No quiero enfrentarme a ellos. No, no quiero- Dije medio sollozando haciendo que algunas lágrimas cayeran de mis ojos, mojando mi ropa y parte de la suya-Ayúdame, pro favor.

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-No hace falta que llores, me quedaré contigo -le dije dulcemente-. Y no te preocupes por tus padres, eso solo lo empeora todo. Luego pensaremos en alguna excusa, si quieres. Decirles que fuiste a un cementerio de noche no los pondrá felices.

Miré a mi alrededor y luego volví a observar a la niña. Ahora que le prestaba la suficiente atención, el cementerio comenzaba a darme escalofríos.
-Todavía no me has dicho cómo te llamas -le recordé.

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Asentí a sus palabras aún con algunas lágrimaes en mi ojos. Era bueno que ella estuviera conmigo más contando que relamente deseaba ayudarme y estabamos en un cementerio el cual me producía aun escalofríos.

Me sequé las lágrimas y la vi observándome con cierto miedo en sus ojos. ¿Que le suedía? ¿Por que tenía miedo si ella decía que sólo era el cementerio? ¿Es que acaso ella también le tenía miedo a ese escalofriante lugar?

-Me llamo... Megan- Dije entrecortadamente a casua del hipo que porducían las lágrimas luego de llorar un tiempo- Megan Ross. Y tu como te llmas?- Pregunté de forma curiosa. Era cierto aún no conocía su nombre ni ella el mío hasta ahora.

Algo que realmente me asustaba hizo que quietara mi vista de ella. Un cuervo pasó volando cerca nuestro y yo pegué un grito pequeño. Odiaba a esos animales. Me hacían acordar a cosas horribles, espantosas. Y ahora también a los muertos.

-¿Podemos irnos de aquí?- Pedí suplicante- Este lugar cada vez me gusta menos y ya empiezan a aparecer los cuervos a los que les temo profundamente.

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-Bonito nombre, Megan -sonreí-. Me llamo Irene Monserrat.

Un cuervo pasó volando y asustó a Megan. A mí no me molestaban demasiado los pájaros, pero en un cementerio todo se vuelve tétrico, más si es de noche.Observé al cuervo hasta que se alejó de nosotras. Seguramente iría a su nido.

-OK, vámonos. A mí tampoco me gusta este lugar -murmuré.
Miré a mi alrededor por última vez antes de comenzar a caminar hacia la salida del cementerio, acompañada por Megan.

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Le sonreí con cierta dificultad por el miedo del lugar ante el comentario de mi nombre.

-Tú también lo tienes Irene- Le dije sincera mientras seguía la dirección de su mirada. Esta observaba al cuervo negro y de norma l tamaño que había pasado hace pocos segundos cerca de mí. Volví a temblar.

-Sí, vámonos- Dije mientras me sujetaba de ella para no separarme. Ella hacía que me sientiera bien, acompañada, alivándo un pocode miedo al estar en su compañia. Algo muy bueno en esos momentos.

Empezamos a caminar hacia la salida del lugar pero, mi siempre presente tropeza cuando menos las necesitaba, hizo que cayera en un pozo profundo, mejor dicho en una fosa. Pegué un girto, asustada. Odiaba estar encerrada y más si se consideraba en donde me encontraba.

-Irene- Dije con pánico en mi voz- Ayúdame, por favor. Sácame de aquí, te lo suplico.

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Caminábamos hacia la salida cuando sentí que Megan se separó de mí. Miré a mi lado, alertada por su grito, mas no la encontraba. Entonces escuché su voz, proveniente de una de las fosas. Me acerqué al pozo y miré hacia abajo, intentando no caerme yo también.
-Ya voy, Megan. Solo déjame pensar en cómo sacarte -intenté tranquilizarla.

¿Me tiro o no me tiro?, me pregunté. Si no calculaba bien, luego no podríamos salir, pero las matemáticas no eran mi fuerte. Tendría que arriesgarme. Me senté en el borde de la fosa, y luego me dejé caer a su interior.
-Tranquila, saldremos de aquí -sonreí, segura de que mi plan funcionaría.

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La voz de Irene cerca de mí calmó en parte mi pánico pero aún este no desparecía.

-Piensa rápido, por favor, ¡quiero salir de aquí! ¡Detesto las fosas y todo aquello que me mantenga encerrada!- Dije alzando un pcoo mi voz máa de lo requerido considerando que ella me ayudaría a escapar de ese horrendo lugar.

Algunos minutos después sus pies aparecieron en el exterior y luego toda ella estuvo dentro, conmigo. Eso significaba que ya tendría un plan y sería fácil salir de allí como ella acababa de decir. Algo en mi interior me confirmó que así sería, que pornto volvería a ver el cielo y la hierba oscura. Otro temblor recorrió mi cuerpo a causa del frío. La tierra producía más frío dentro que fuera de la fosa y esto era una razón más por la cuál deseaba estar fuera.

-¿Estas segura que saldreos de aquí'- Pregunté casi en un tono normal de voz

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-Casi segura, pero... -me acerqué a una de las paredes de la fosa y miré hacia arriba. Tendría facilmente dos metros y algo de profundidad, era mala calculando longitudes-. Vale la pena intentarlo -completé la frase con algo más de optimismo.
Junté mis manos detrás de mi espalda y me agaché, de forma que Megan pudiera trepar. Deseé que ella fuera liviana, aunque con que pudiéramos salir de ese horrible pozo me conformaría.
-Sube y trata de sujetarte bien, que hace tiempo que no me ejercito -le indiqué, medio en broma.

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Observé todo lo que ella hacía y decía. La confianaza en ella aumentó cuando esuché que estaba casi segura y que intentarlo sería bueno. Su optimismo también se transmitía hacia mi interior, dándome ánimos de que lo logaríamos.Hice con exactitud lo que ella me había dicho. Subí sobre sus manos donde debí colocar mis pies para aferrarme al borde que se encontraba fuera y sujetarme fuerte.

Fue algo difícil ya que con mi metro treinta tuve que intentar varias veces hasta conseguir subir. Cuando lo logré intenté sujaetarme como ella me había pedido. Cojí lo primero que encontré para intentar escapar de allí y tiré mientras Irene me ayudaba desde abajo para subirme también.

Cinco minutos más tarde logré subir hacia la superficie donde había esatado antes, donde había hierba, aire fresco y un hermoso cielo algo oscuro par ami gusto. Ahora era momento de ayudar a Irene a salir ade allí.

Tomé sus manos e intenté tirar con la mayor fuerza posible que mi cuerpo permitía para ayudarla. Era una tarea ardua sacar a una adulta de un pozo yo sola. Yo, que no tenía fuerza para hacer nada debía ayudarla a escapara de la fosa donde antes había permanecido yo y por el que ella estaba ahí, por mí culpa.

-Vamos Irene, se que puedes salir de ahí-Le dije intetando animarla a subir también- Vamos, tu puedes

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Increíblemente, el plan funcionó y Megan pudo salir de la fosa luego de varios intentos. No confiaba mucho en mi fuerza, pero sí en que ella entendiera lo que pretendía, por lo que me sorprendió que no fuera tan difícil como había creído.
Ahora sólo faltaba... que yo saliera.
Conseguí alcanzar el borde de un salto, pero habría caído si Megan no me hubiera sujetado. Luego de escuchar sus palabras de aliento, pensé que no podía rendirme en ese momento. Me esforcé todo lo que pude y después de un par de minutos, logré salir yo también.
-Bien hecho, Megan. No habría salido sin tu ayuda -sonreí.

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