El Llamado del Instinto (Soul Guardians)

Veía una película con Lyaan, aprovechando el tiempo que teníamos. Escuché repentinamente un aullido, era Metz si no me equivocaba. Hice una llamada a Alex, para que me hiciera favor de cuidar a la pequeña. Apenas llegó, le agradecí de todo corazón y empecé a correr al bosque, entrando en fase con la ropa ya removida y bien atada a mi pierna.

El punto de encuentro era un lugar bastante interesante, como mi anterior visita, evadí por varios kilómetros a unos campistas, era gracioso saber que pensaban ser la especie dominante, cuando nosotros los cuidábamos desde lo lejos del peligro. Llegué, sintiendome feliz de volver a encontrarlos a todos.

-Un gusto volver a verlos- Pensé con alegría.

No pude evitar reír.

-Ojalá fuera eso Metz, tengo que cuidar a un par de niños en mi casa desde hace dos semanas, esto lleva sus complicaciones, y más si su tío resulta ser un licántropo que se escapa al bosque cuando puede- Repuse con una sonrisa. Noté que sólo éramos nosotros cuatro...extrañaba mucho a los demás. Hablando de sábanas, me acosté en el suelo rocoso y con la mirada atenta aún así, no había pegado ojo desde hacía varios días.

Era de noche, estaba en fase, en algún rincón del bosque, tan solo escapando de los pensamientos humanos que no me dejaban dormir, pensamientos que no dejaría me invadieran de nuevo y de los que encontraba un escape viviendo por instinto la mayoria del tiempo.

Hacía más de un año mi vida había cambiado y un nuevo mundo se abrió frente a mis ojos, un mundo que parecía sacado de una historia pero que para mí no podía ser más real. Metzli me había explicado mi herencia, mi legado, mi misión; y me había prometido su guía y una familia, un lugar a donde pertenecer. Mucho tiempo había pasado desde entonces,y después de su matrimonio fallido no la había vuelto a ver...sin embargo había estado esperando por una señal todo este tiempo.

Esa señal llegó a mi mente tomándome por sorpresa Vengan hermanos, es el momento de volver a ser un sólo espíritu Su voz resonó en mi mente, era tiempo, tiempo de conocer a la manada, ¿me aceptarían? ¿le dirían que no había lugar para mi? o tal vez me aceptarían como a un nuevo miembro de la familia?

Solo había un modo de averiguarlo. Comencé a correr siguiendo las mentes que evoloteaban en mi cabeza, evitando pensar, me había vuelto una experta en eso, solo concentrandome en el viento y la tierra; sin embargo mis pensamientos se escaparon como gritos al llegar al lugar de la reunión, me acerqué lentamente al grupo de cambia-formas que tenía frente a mi sin saber que decir.

Una vez más estaba en el límite, llevaba varios meses volviendo al mismo lugar, y esperaba agazapado en algún banco de hojas secas a que pasara cualquier cosa... ahí la había visto por última vez, y ahí seguía esperando que volviera, aunque algo en mi interior sabía que no iba a regresar, no me había vuelto loco ni mucho menos, simplemente esperaba que algo sucediera, algo que me devolviera las ganas de seguir vivo... de hacer las cosas.

Fragmentado... así era como me sentía, como si más de la mitad de mi corazón se hubiera ido con ella, en aquel avión que me la había arrebatado para siempre, ella siempre había sido optimista y no habría querido ver que me viniera abajo, pero era más de lo que podía soportar, ese dolor estaba acabándome y yo seguía ocultándolo bajo la misma sonrisa que siempre le mostraba a Dean cada mañana al llegar a la panadería, incluso había perdido cuenta del tiempo que llevaba sin dormir; estaba hecho un guiñapo.

Hacía bastante tiempo que en mi mente sólo escuchaba los pensamientos caóticos de Adrian y también había aprendido a hacerlos parte de ese dolor que me estaba carcomiendo, el viejo espíritu de la manada ya no habitaba en mi interior y no puedo negar que me tomó por sopresa escuchar aquel aullido y el llamado en mi cabeza... instintivamente me erguí en mis cuatro patas y sacudí el pelaje de mi esbelto cuerpo de zorro, encaminándome hacia las cuevas, de ahí venía el aullido y podía ver claramente la imagen de la cueva que el instinto me decía que debía proteger, aunque no tuviera ganas 'en camino a todo lo que dan mis cuatro patas' respondí con una leve nota de entusiasmo en la voz, finalmente todo cobraba orden y ahora escuchaba más voces... Zazil, Kurt, Adriarckus, Metztli, la pequeña Giselle a la que tanto había visto alguna vez en la cabeza de la que ahora nos convocaba y Adrian, que aún en su caos, parecía estar en calma.

Llegué finalmente hasta el punto en que se encontraban mis hermanos y chillé coreando los aullidos de los lobos y el rugido del jaguar, el tigre permanecía en silencio, con el rostro felino erguido y luciendo imponente '¿qué hay gente? por fin volvemos a la circulación, según parece' sonreí tristemente, mostrando mis dientecillos afilados y luego me tumbé en el piso sobre mi panza, esperando por la llegada de los demás.

Escuché las palabras de Metzli en mi cabeza, en verdad había pasado mucho tiempo desde la primera vez que la había oido, pero volvía a tener el efecto de darme confianza, a ella le debía mi cordura y algún día se pagaría de la forma adecuada.

Me acomodé en un lado de la cueva, observando a los que tenía a mi alrededor, a los que iban llegando con el tiempo, concentrandome, escuchando los pensamientos de todos y tratando de diferenciar cada una de esas mentes entre esa maraña de voces e ideas, acostumbrandome a ella y a cada voz que escuchaba, comenzando a reconocerlas sin mirarlas.

El ambiente comenzó a tornarse más alegre, el reencuentro había despertado todo un arcoiris de emociones y alegría que parecían llevarse todas las otras emociones que me invadían usualmente, me sumergí en ellos, disfrutando de la alegría ajena como si fuera propia hasta que sentía la sorpresa general de todos cuando una joven de rasgos latinos entró al circulo.

Levanté mi cabeza del suelo donde estaba recostada y la miré, al igual que el resto de nosotros, la cueva había quedado en silencio a su llegada. Se resistía a tranformarse, y eso parecía producirle un sufrimiento bastante grande; los pensamientos de los que ahora eran mis hermanos me revelaron que había un motivo para todo esto, una historia de dolor.

El aulllido resono por todo el bosque.

-No, aún no la e visto, pero yo creo que le gustará la idea- Respondí a Metz. Más gente de la que esperaba llegó, gran variedad de especies y colores, ninguno era parecido, mucho menos en personalidad.

-Hola a todos- Hacía bastante tiempo que no había visto a Zazil, fue una grata sorpresa saber que ya tenía pareja, pero dejé el hocico fuera de mis no asuntos. En cuestión de varios minutos, recuperé gran parte de la energía que últimamente faltaba en mis días. Me senté para verlos mejor a todos.

Impresionante, dos años y todo a lo que me había acostumbrado en un principio se había esfumado, unos desaparecieron, otros se fueron para no volver, más fueron a hacer sus vidas tal y como lo planeaban. Fue un golpe muy duro recordar el rostro de Dania después de tanto tiempo, ansiaba volver a verla, pero no era posible, no todavía.

Aullé como mis hermanos, también quería hacerlo con Quit, no dejarla sola, muda y sorda ante nosotros, pero la parte lobuna se negaba, quería quedarse un poco más, después de tantas semanas en las que no había salido de la jaula. Mi lío mental acabó en el momento en que llegó aquella voz, no pude evitar sonreír por la primera vez en la que me la encontré, o mejor dicho, ella me encontró.