El despertar del instinto

Había llegado demasiado tarde la noche de la masacre en los alrededores. Era infortunado, pues, de ser la historia distinta, seguramente tendría mi primer víctima registrada en el obituario. Pese a lo anterior, aún celebraba la destrucción del vampiro, pues significaba uno menos de que preocuparme; no podía olvidar, por supuesto, el asunto de los Volturi, aún seguía en un rictus de espera tras mi charla con uno de ellos. Irónicamente, su ayuda, en algún momento, se podían tornar crucial para el desenlace de mi cacería.

Volví a mi precaria base, el cementerio de La Push, un sitio notablemente adecuado para guarecerme, en el territorio donde estaba a salvo de mis enemigos... por ahora. Tenía la sensación de que pronto ocurriría algo descomunal, y no precisamente la invasión a los dominios de Seprov... Las ansias se manifestaron en mi interior con solo pensar momentaneamente en la idea.

La luna se erigía en cuarto menguante en lo alto del cielo, brillando con majestad. Habían pasado casi cien años desde mi última transformación, y esa noche parecía la más adecuada para recuperar sensaciones perdidas en el mar de los años.

Me deshice de mis vestiduras, sin dejar de contemplar el brillante astro. Entregué mi frialdad y sapiencia a los naturales instintos que dormitaban en lo profundo de mi ser, siendo capaz de percibir cada detalle del cambio. Lentamente, el hostil e intimidante humano que era cedió paso al feroz y gigantesco cánido que ansiaba salir al mundo. El aullido que manó de mi garganta no era otra cosa que la felicidad de mi asesino interior al ser liberado después de un siglo... pronto, muy pronto, el mundo sería dominado por lo licanos y los vampiros tendrían que buscar el exilio... pronto, muy pronto, mi Sonja sería vengada al fin

Tenia que hablar con Lucian, mi mente, hasta ahora segura en cada uno de mis pasos, se habia llenado de dudas, no sabia como reaccionaria, pero pronto lo averiguaria, me encontraba caminando cuando un aullido partio la quietud de la noche, no era comparable a nada de lo que hubiera oido antes, era una autentica explosion de rabia, senti como mi pecho se encojia y como incluso los latidos de la tierra cesaban ante aquel monstruo.

Asi que esta es la fuerza de un antiguo entre los nuestros. Maldije mentalmente mientras me acercaba al cementerio, su olor era inconfundible, y aun mas la increible bestia que se encontraba entre las lapidas, yo, pequeña para mi raza, y aun asi del tamaño de un oso, debia de verme como un cachorillo al lado de aquel monstruo.

-Lucian!- Grite pisando la tierra del cementerio, observe aquellos ojos bestiales que se posaron en los mios con rapidez.

-E echo una visita a tu "espia" Lucian... no es mas que un cordero atormentado ante la cuchilla que pende sobre el. ¿Vas a matar a tu hijo por dinero? o que diablos es lo que puedes desear en realidad de el Lucian, mirate!.- Chille furiosa. -Una criatura de la noche, un monstruo manipulador, llevas tantos siglos luchando contra ellos que te has convertido en su igual. La venganza nos a cegado a ambos, e venido aqui para que recapacites Lucian, este no es el camino, no estamos aqui para ser asesinos, somos protectores, si yo e podido volver a recordarlo tu tambien puedes.- Pude notar la tension que adoptaba su cuerpo y me pregunte si podria detener su embite.

-E estado a punto de ayudarte con esto porque te necesitaba, pero no puedo hacerlo, el fin no justifica los medios, no puedo quedarme ciega ante el asesinato de unos humanos para proteger a otros, no me convertire en un parasito.- Escupi la ultima palabra.

-Lucian, podemos hacerlo, podemos detener a los Volturis, pero lo aremos como protectores, no como asesinos.- Su rabia, su odio era palpable, respire hondo y me concentre en leer cada uno de sus movimientos, cada uno de sus musculos, a la espera de cualquier indicio de lo que parecia inevitable, era obvio que Lucian no compartia las palabras que habian salido de mi boca.

Los rayos lunares me hacían sengir más fuerte, casi invensible, pero estaba seguro que no era otra cosa que los años encerrado en m forma humana. Sentir el mundo a plenitud, el movimiento del viento, la humedad de la tierra, la gelidez del aire, la tenue luz del cielo, el aroma a muerte del cementerio, todo me ayudaba a no salir corriendo a cazar a mis enemigos. No obstante, era capaz de sentir cada uno de los pensamientos fluir en mi mente con celeridad, mis ideas no se detenían y circulaban con increíble velocidad. Añoraba, secretamente, aquella sensación tan increíble.

Y un aroma conocido apareció en mi campo de percepción tras unos breves instantes, al menos para mi. Lucrecia. Esperaba que fuese para traerme buenas noticias, porque las emociones que surgían en mi interior en ese momento eran nada menos que el espíritu de matanza del ancestral asesino dormido en mi templo corporal. Desafortunadamente, para ella, escucharla con atención fue peor de lo que pudiese suponerse en un principio. Lancé un rugido que, aseguraría, cimbró el suelo con potencia. Los ojos del gran cazador se exhibieron tan terribles, y recorde la última mirada de Viktor antes de morir en mis fauces.

Pude sentir cada latido del corazón de Lucrecia, casi sentir sus emocione en ese instante. No estaba seguro de como tomar aquella situación: por un lado requería su ayuda para encontrar a mis adversarios, por el otro, adoptar una posición como la que ella señalaba era simplemente lo opuesto a is deseos. Estavez aullé con un tono de guerra, tensando los músculos al límites. Te lo has ganado, Lucrecia fue mi último pensamiento antes de saltar con fiereza sobre ella, con las garras por delante, dispuesto a inmolarla.

Aquí va el dadito

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(Dado de esquiva y ahora pongo la descripcion)

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En un instance Lucian se movio como un borron oscuro y salte hacia un lado esquivanole con facilidad, su rabia izo que realizara un movimiento demasiado predecible pese a que me habia costdo verle.

-Lucian basta, no quiero enfrentarme a ti.- Grite al tiempo que caia al suelo apollandome en el tambien con las palmas de las manos.

Pude comprobar como una de las lapidas de piedra estallaba en mil pedazos ante la failla embestida de Lucian.

Mi errada ira me impidió asestar un golpe certero a Lucrecia, destrozando en mil pedazos una lápida inocente, plantada en el cementerio en el lugar equivocado, o quizá dispuesta ahí para ser mi víctima aquella tenebrosa noche. Gruñí con más fuerza esta vez, decidido completamente a destozar a mi aliada otrora.... Sin embargo, algo en mi interior me motivaba a cesar el combate y buscar una solución diferente, a emplear el diálogo y no matar a un miembro de mi especie.
El centelleante fuego del infierno manaba por mis ojos, pero un ligero atisbo de serenidad hacía su lucha por manifestarse y calmar mi terrible impetu por dar muerte a la cambiaformas frente a mi. Vamos, debes calmarte me espeté con furia, tras escuchar vagamente Lucrecia, pues el enojo me estaba cegando a momentos.

Fuerza de voluntad

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Respiré, todavía en mi forma de combate, tan hondo como pude, bufando en ocasiones y demostrando la ira que me consumía ferozmente. Pero, gracias a los siglos de entrenamiento y autocontrol, finalmente logré detener mi maligna forma de cazavampiros, retornando lentamente a ser un antropoformo de nuevo. El aire dejó de ser tan fácil de percibir, la humedad del suel ya no era tan latente y ya no podñia escuchar más allá de lo que mi humanidad me permitía.
Me mantuve de pie, completamente desnudo, con la mirada posada en la luna, dando la espalda a Lucrecia. Estaba ligeramente cansado, pero más sereno, con la ment fría esta vez.

-Lo siento, me has hablado así en un momento peligroso- le dije sonriendo al cielo.

Permaneci agazapada unos segundos mas, antes de calmarme. Respire hondo y el aire frio de la noche inundo mis pulmones.

-Lucian... - No supe que decirle en aquel momento, asi que volvi a guardar silencio. Comence a caminar y me sente en una gran cruz de piedra, imitandole y mirandoe a la luna.

-Como era todo esto cuando tu cambiastes Lucian... solo se lo que las leyendas de mi pueblo cuentan, y en lo que refiere a los cambiaformas, son demasiado recientes... me refiero ah... bueno, ahora cada vez quedamos menos... y muchos de los que quedan no entienden lo que son, porque han cambiado.- Los echos recientes en el hotel, la vampiresa destrozada en una frenesi de sangre y violencia aunque reconfortante, era una recuerdo que quedaba mancillado al recordar a su acompañante.

-¿Pero como era hace siglos, eramos mas numerosos, estabamos mas unificados o eramos mas fuertes?.- Ahora pareciamos destinados a la extincion, mientras que ellos parecian extenderse como una plaga.

Sacudi la cabeza. -En realidad, no importa, saberlo no nos ayudara ahora.- Que decidira Lucian, ¿habria escuchado mis palabras?

Fui presa de un instante de nostalgia al evocar el pasado, motivado por las palabras de Lucrecia. ¿Cuántos años, exactamente, llevaba buscando venganza contra los vampiros? ¿Cuántos más deseaba estar sediento de asesinarlos y morir en combate un día, quizá, no muy lejano? La sonrisa de mi rostro, en cierto modo de alegría al contemplar la luna, se transformó en una especie de dolorosa mueca al volver a sentir a mi lado a mi único amor. ¿Eran válidos mis motivos para desencadenar aquella sangrienta contienda? ¿No debí detenerme, siglos atrás, con la muerte del verdugo que condenase a su propia hija a perecer? Suspiré sin moverme, con un torrente de ideas rondando mi mente. Lo mejor era comenzar a hablar.

-Hace muchos siglos, al menos en las regiones donde vivía, los vampiros usaban a nuestros hermanos como perros de batalla para defenderse de ataques de otros señores vampiros más poderosos. Nos forzaban a matarnos con el objeto de defenderlos. Tuve la fortuna de ser el favorito de uno de aquellos bebedores de sangre. Sin embargo, lentamente adquirí consciencia de lo que ocurría, del crimen que perpetraba contra mi especie y forjé planes para liberarme e iniciar una revolución contra mi maestro- Raze, confiaba en que mantuviese al grupo unido en los Cárpatos- Éramos muchos más, Lucrecia, creo que casi los igualábamos en número aquellos días, por no atreverme a decir que los superábamos. No obstante, pocos de nosotros contábamos con dotes como los de ellos, y nos aniquilaron, aunque pude matar a mi antiguo captor- me relamí los labios, casi saboreando su sangre de nuevo- Eso los desorganizó y dio inicio mi guerra contra ellos. Sólo un puñado de nosotros quedaba, pero les dimos caza velozmente, menguando su número hasta volverlos inferior al nuestro... al menos hasta que se volvieron a propagar como un virus esparcido por el aire

Me giré para encarar a Lucrecia, sin preocuparme de mi desnudez, pues tiempo atrás ella había estado en aquella situación. Su ímpetu había cambiado demasiado en poco tiempo, ya no era la misma asesina sedienta de víctimas, se había vuelto una defensora, un cambiaformas pasivo quien simplemente se limita a proteger su territorio, nada más. Era desilucionante, pero quizá, contrario a lo que desease, la única alternativa viable en aquella tierra de nadie, al menos hasta hacerme con el suficiente poder para masacrar a los vampiros. Cerré los ojos, tratando de volver a sentir mi entorno, la húmedad del suelo, el aire, la naturaleza en general, cada rayo de la luna caer sobre mi, e incluso el palpitar del corazón de Lucrecia, pero no podía. Abrí los ojos listo para continuar.

-No he venido a América a matar a mi hijo sólo por la codicia, pues, después de todo, ¿de qué sirve el dinero en nuestro mundo, Lucrecia? Él se ha comenzdo a mezclar con los vampiros, y temo que se encuentre buscando alianzas con ellos para ocasionar una devastadora guerra en contra nuestra, la cual traerá el caos y la muerte a nuestra especie.. incluso a los humanos- me dirigí a colocarme mis vestiduras mientras permitía que Lucrecia analizase mis palabras.

Medite unos segundos sus palabras con los ojos cerrados.

-Entonces tu hijo ya esta muerto, lo mataran o lo transformaran, en cualquier caso dejara de ser tu hijo. Deberias encontrarlo y hablar con el antes de que aga nada con ellos... Aunque apuesto a que tu ya sabes donde esta ¿no?-

Decidi no preguntar mas sobre el pasado, no convenia removerlo demasiado.

Parecía que Lucrecia no entendía mi postura, pero realmente tampoco comenzaría a ahondar en el asunto, no tenía la intención. A decir verdad, me parecía más importante e interesante el asunto que me había planteado todavía en mi forma de combate. Me vestí nuevamente, reflexionando un momento.

-Eso es lo de menos. Me buscaste por una razón, Lucrecia.- comenté con ecuanimidad- Al parecer, si no recuerdo mal, has querido decir que finalmente abandonas la cacería para volverte una defensora, ¿verdad?- pregunté como si aquello fuese un asunto bastante relevane para mi, a diferencia de la verdad

Asenti con la cabeza, aunque aun no tenia del todo claras las ideas, si que podia resumirse a eso.

-E vivido demasiado tiempo de la venganza, deberiamos poder tener tambien una vida.- Sabia lo que me habia llevado en parte a este cambio, pero decirselo podia resultar peligroso y no era necesario.

Y nuevamente se entrelazaban los asuntos. Lucrecia no entendía, no estaba seguro de si entendería algún día mi tajante posición al respecto. No obstante, en mis planes no se encontraba revelar la verdad sobre mi terrible secreto, aquel oscuro pasado que me condujese a mi y a mi amada a la felicidad; al menos por un tiempo, pues su fatídico final no vino sino a sembrar el odio perpetuo en mi corazón. ¿Existiría la redención para mi? ¿Algún día se volvería a abrir el sepulcro de diamante que representaban los sentimientos más piadosos para mi?

Suspiré algo inconforme, aunque buscaba no demostrarlo abiertamente, pues prefería mantener aquella serenidad tan común en mi persona. Adopté una actitud fría, gélida. Miré, sin inmutarme, a Lucrecia.

-No es tan sencillo cuando la venganza es tu única fuente de vida tras más de medio siglo de morar por la Tierra, Lucrecia. Perdí a la única persona que he amado a manos de un vampiro y, aunque lo exterminé hace tanto tiempo que ya casi perdí la cuenta, me he dedicado a erradicarlos, con el fin de evitarle la misma pena a alguien más- cerré los puños con fuerza, haciéndome sangrar las manos por la descomunal fuerza aplicada en ellas.

Sacudi la cabeza ante sus palabras. -Mis hermanos eran todo lo que yo tenia, ellos fueron asesinados por las sanguijuelas, por eso comence esta persecucion sin sentido, tarde siete años en dar caza al ultimo de sus asesinos, despues e estado confusa y perdida, pero ahora... e conocido nuevas vidas, vidas que merecen nuestra proteccion. Lucian, tu voluntad es tan fuerte como tu odio, podrias intentarlo, proteger a los humanos, dejar de usarlos como peones en la guerra contra las sanguijuelas, nosotros tambien somos humanos Lucian, no somos monstruos.-

Me costó trabajo dejar de enterrar mis dedos en las palmas de mis manos para cesar el abundante fluido de sangre. Creo que lo que me motivó a ellos fue no herirme innecesariamente, pues ignoraba cuando podría tener un combate y debía estar en óptimas condiciones. No podía pasar desapercibido el hecho de que ella misma había perdido a sus hermanos en combate... pero perder a la persona que amas por caprichoso de un vampiro... eso me seguí pareciendo diferente.

Cerré los ojos, bloqueando el paso a aquellas emociones de ira que se manifestaban velozmente en lo profundo de mi ser hasta alcanzarme a flor de piel. Sentí como si el aire se enturbiase y las arenas del tiempo me llevasen de vuelta al último día en que el Lucian anhelante de libertad viviese, dando paso al maligno caza vampiros. Las últimas palabras de Sonja, su mirada tan valiente, su actitud tan firme... gracias a ello había peleado por más de cinco siglos... por ello seguía existiendo un tiempo que no me correspondía, asechando a mis mortales enemigos.

Sólo una interrogante era más poderosa que cualquier memoria, más indomable que cualquier pensamiento: ¿qué la había hecho cambiar tan súbitamente? Un gesto de curiosidad fue exhibido por mi rostro. Abrí los ojos, buscando un respuesta en la mirada de Lucrecia... Sólo quería que ella lo confirmase.

-Lucrecia, han pasado centurias desde que me transformé en un monstruo, tú misma debiste verlo en mi para haber buscado a mi espía e interrogarle, de asuntos que realmente me importan poco. El ente maligno que soy ha sido la única forma de sobrevivir en mi cruzada contra los vampiros- me pusé la mano derecha debajo de la barbilla, mirando el suelo disparejo- ¿Por qué, Lucrecia, abandonas la caza y te vuelves una defensora? ¿Ya olvidaste tu revancha contra la pareja de vampiros que te atacó o el otro chupasangre que casi te mata? ¡Explícame, Lucrecia, dame un razón válida para dejar de ser el Ángel de la Muerte y transformarme en un Ángel Guardian que sólo está a la expectativa!- le espeté, esperando una respuesta contundente

Que iva a decirle, ni yo misma sabia que me habia llevado a esto. -No, no e olvidado a esas sanguijuelas, pero tampoco debo olvidar lo que yo era, lo que eran mis hermanos y por lo que murieron, eramos protectores, y yo misma e abandonado mi hogar, a mi gente, no se que abra sido de ellos, o si hubieran podido necesitarme, no puedo volver ahora como si nada, pero puedo continuar mi lavor aqui, ¿alguna vez habias visto a tantas sanguijuelas concentradas como aqui? tal vez en el pasado pero no en los tiempos que corren, los lobos de aqui protegen sus territorios y los mantienen en completa seguridad, mantienen pactos que desconozco con las sanguijuelas de ojos dorados, y ese maldito pueblo de forks permanece seguro, no es un matadero aunque ellos lo habiten, son territorios relativamente seguros, ellos sin hacer nada mas que permanecer quietos como guardianes, salvan mas vidas que nosotros persiguiendo a un puñado de mosquitos. Porque seguir destruyendo cuando podemos salvar mas protegiendo.- Suspire y sonrei ligeramente.

-Creo que doy demasiados derroteros, no puedo explicarte nada si tu no lo sientes, el sentimiento de venganza es demasiado fuerte para que nadie que no sea uno mismo pueda aplacarlo, pero por cuanto tiempo mas Lucian, tu tambien puedes tener una vida, ignoro todo aquello que has perdido, pero dudo que hubieran deseado que vivieras asi, sin tener una vida realmente.-

¿Qué hubiese deseado Sonja de ser capaz de verme en el estado en que me encontraba, en la lucha incesante en la cual me encontraba enfrascado? Traté de imaginarla a ella en mi lugar, destrozando a mi especie por haber sido asesinado a manos de uno de ellos... Habría detestado la idea de verla errante, tratando de aniquilar a cuantos cambiaformas habitaban la Tierra en un vano intento por vengar mi muerte... Se hizo el silencio un instante, mientras mi mente cavilaba lentamente cada detalle.

Por un lado, la guerra que había desatado no terminaría con mi abdicación, pues aún existían decenas como yo, matando vampiros a lo largo de Europa y Asia, guiados por mis ideales siniestros pero, de alguna manera, correctos. Así mismo, sin grandes soldados dispuestos a auxiliarme, poco podría hacer, incluso mi campaña se convertiría en un intento de suicidio de mi parte... Requería tiempo, y un astuta forma de reclutar más partidarios... Mi única opción se abría clara frente a mi.

-Será mejor que no hable más al respecto, hay heridas sin sanar después de centurias enteras... Mejor dime, ¿qué propones concretamente, Lucrecia?- pregunté susurrando- ¿Cuál es tu plan? No creo que vinieses aquí sin nada en mente- mis feroces ojos se posaron sobre ella, analizando a la cambiaformas con detenimiento

Sonrei, al menos era un avance. -Dijistes que los Volturis se encontraban por la zona, y en las ciudades ninguno de los nuestros se encarga de evitar que se alimenten, engañar a unos jovenes licantropos para que se unan a una cruzada de sangre es dificil, pero no lo sera convencerlos para proteger un territorio, con ellos protegiendo nuestra zona podriamos concentrar nuestros esfuerzos en rastrear a los Volturi y despues echar a los "protectores" de la ciudad sobre ellos.- Me encogi de hombros.

-Incluso si alguno de esos ojos dorados esta airragado a la ciudad, tal vez podriamos llegar a aceptar su existencia como hacen en la push si nos facilitan cierta informacion, al fin y al cabo yo no sabre distinguir a un sanguijuela de una sanguijuela Volturi sin ayuda.-

Casi podía apostarme que las palabras de Lucrecia encerraban algo más de lo que podía decir por si solas. Ese extraño presentimiento me había salvado en incontables ocasiones a lo largo de los siglos, carecía de una razón para ignorarlo ahora. Alivié un poco la hostilidad que sostenían mis ojos, dando paso a que naciese la astucia y el pensamiento crítico-analítico. Era momento de hablar, tocando cada punto con apenas el interés necesario.

-Primero, pese a que los Volturi podrían haberse ausentado de los alrededores, creo que es muy factible atraer más partidarios a la causa de emplearlos como un vil pretexto... no siempre debe ser todo cierto- añadí con una maliciosa sonrisa- Segundo, no creo que estés al tanto de cuantos prometedores talentos juveniles poseen un gran ímpetu por salir de cacería y aniquilar bebedores de sangre. Por supuesto, esto no implica que tenga inconveniente alguno en tenderles una trampa a los Volturi para que se enfrente a nosotros si a eso te refieres- comenté con indiferencia- Tercero, planeaba buscar a los vegetarianos y aliarlos a la causa, para usarloss como punta de lanza, pero eso es algo en segundo término. Finalmente, creo que los Volturi son como cualquier vampiro, pero su presencia y porte bien podría delatarlos... al menos eso sucedió con la que conocí hace poco

Me crucé de brazos, esperando a que Lucrecia tomara su turno de hablar, mientras sentía mis cabellos moverse a causa del frío viento nocturno.

Baje de la cruz y me estire ligeramente.

-Bueno, si quieres encontrarme, estoy segura de que sabras hacerlo, piensalo, esta ciudad necesita mas proteccion que ninguna.- Comence a caminar hacia el exterior del cementerio.

No podria eliminar su deseo de venganza si el no lo deseaba, solo quedaba esperar que en nuestro proximo encuentro sus ideas hubieran cambiado.

-Hasta pronto Lucian-

Había concluido mi charla con Lucrecia. Parecía que, por ahora, no teníamos nada de que hablar, al menos hasta el momento en que llegase la hora de tomar una resolución. Estaba perfectamente consciente de que no me encontraba en posición de ponerme renuente ante la idea de Lucrecia, pues, a mi juicio, resultaba lo más sensato.
Quizá, si me mostraba suficientemente astuto, podría ayudar a la creación de una nueva manada en América, con el pretexto de proteger humanos... para luego conducirla a la cacería de sanguijuelas de forma extensiva. Sin embargo, por ahora, Lucrecia era un elemento relativamente valioso como para dejarla ir... al menos mientras planeaba como llamar a uno de mis equipos desde Europa... Ya iba siendo, sin duda, la hora de traer el estilo de combate de la vieja escuela a este continente.
Me di la vuelta y me perdí entre las lápidas, disponiéndome a meditar algunas horas.