Sobreviviendo en el centro comercial (Anne)

Llegamos Suspiré ante aquél reconocimiento, ya quería tomarla de la mano de una vez por todas. Me estacioné cerca de un centro comercial cercano, con todo el cuidado del mundo, siendo que tenía experiencias de haber estacionado mal autos y que fuera un fastidio sacarlo de su lugar, o simplemente con golpes y uno que otro espejo roto. Bajé del auto y le abrí la puerta, para que pudiese bajar.

-Creo haber visto en los anuncios que había varios restaurantes, ¿qué se te antoja comer?- Pregunté.

Tomé su mano para salir del auto y ya no la solté, reí al ver como nos miraban unas señoras algo estiradas, parecía que nos hubiera llevado un tornado despeinados como estabamos. Caminé con el balanceando nuestras manos.

-Yo quiero....Italiana, hace mucho que no como pasta, mi prima Claire no me ha querido cocinar por hacerle fama de chocoadicta-hice mi cara de perrito regañado.

Su carita...Dios mío...su carita...era como una muñeca para mí en esos momentos. La abracé por un costado, reteniendola más junto a mí, era un deseo egoísta, pero no me gustaba apartarme de ella.

-Entonces comida italiana será- Anuncié mientras evaluaba cuál de todos los restaurantes sería mejor. -Hay muchos para estar en un solo centro comercial, ¿no te parece?-

Caminamos abrazados hasta la plazoleta de comidas, muchos restaurantes, mucha gente...

-Mmm y quien diria que la comida Italiana es "exotica"....-dije mirando a mi alrededor- mira! ese no tiene tanta gente y se ve bastante bien

Fuimos hasta ese local, había mesas dentro disponibles y el mesero nos llevó a una del fondo. Perfecto.

No me pareció mala idea la elección a de Anne, al contrario, el lugar era calmado, la decoración era muy buena y la estancia era agradable, por no decir que era inmensa.

Una vez sentados miré la carta, a simple vista, podía observar que tenía gran variedad de comida, y bien hecha, conocí muchos restaurantes que simulaban ser "italianos", pero únicamente eran imitadores, o con demasiadas "cosas italianas" o la comida era lo que todos particularmente conocían, como pastas, pizzas y ensaladas.

Negué mentalmente la crítica y me dediqué a mirar a Anne a los ojos.

Miré el menú sin saber que pedir, sentía sus ojos clavados en mi y me mordí el labio tratando de no reirme, no podía evitar sentirme nerviosa y flotando sobre algodones. Por fin me decidí por unos raviolis y levanté la mirada para encotrarme con sus ojos...no quería ponerme incoherente delante del mesero.

Apoyé mi rostro en mi mano sonriendo...

-¿Porque me miras tanto?-pregunté por molestar..

-¿Acaso está malo mirarte?- Pregunté también por molestar.

-Esta bien, si tienes problemas con eso, tendré que ver a las camareras- Fingí ver a una chicas de la barra, estas, gracias a Dios, no me miraron o se dieron cuenta de mi vaga mirada. Mis ojos tenían el "instinto" de regresar a su lugar anterior, como una orden, pero el juego se puso divertido.

Ibamos a jugar asi?...bueno...

-Pues si tu miras a las camareras yo mirare al mesero...tal vez me ponga más cuidado que ellas a ti -seguí al mesero con la mirada hasta que me miró con cara de "Que onda contigo?" y tuve que quitar la mirada, reí mientras volvía a mirarlo, me agradaba mucho más esta vista- Parece que asi de feos estamos...

-Dirás tú, la chica de allá con el pelo teñido de rubio me regresó el guiño- Bromeé sin mirarla aún, obviamente no lo había hecho. Aunque más que nada veía el gran plato lleno de pasta que estaba comiendo la chica, lo cuál logró acentuar mi hambre, y quien sabe, tal vez a sus oídos le sonaba diferente, reí por dentro por la ocurrencia. La chica ahora sí se fijó en mí y yo rápidamente y con disimulo fingí ver la tele de plasma de más de 50 pulgadas sobre un partido que en esos momentos no era nada entretenido.

-Seguro...es que como tienes esa pinta de galan de telenovela-le contesté haciendo uso de mi sarcasmo para reirme un poco de él- aunque el cabello natural es mucho mejor que el de mentiras que solo te hace ver de plastico- critiqué a la chica que me había señalado, era tonto, pero de todas formas el bichito de los celos me alcanzaba a picar

-Opino lo mismo, o si uno se pinta el cabello con medios naturales como la manzanilla, no le encuentro tanto problema- De cierta forma, no me gustaría que Anne se lo pintara o hiciera cualquier cosa que se les ocurría a las jóvenes de ahora en día, me gustaba como se veía, pero si es lo que ella deseaba, lo respetaría, y quien sabe, los cambios no son siempre malos.

-Y...si yo decidiera pintarmelo todo de negro?? ¿que te pareceria?-le pregunté por probar que pensaba de ello, ni loca me quitaba mi cabello rubio de encima, bastante que me costaba hacerlo crecer...

El mesero por fin apareció y mi estomago lo agradeció a su manera.

-Mientras a ti te guste, yo no veo inconvenientes- Me encogí de hombros y miré la carta cuando llegó el mesero.

-De tomar quisiera un vaso con agua natural y un plato con lasaga por favor- Lo anotó en su pequeña palm y miró un tanto extraño a Anne, sonreí porque más allá de hacerme "sentir celos", había quedado mal con él.

Me dio tanta verguenza cuando el mesero llegó que ni le miré a la cara y con la mirada pegada a la mesa le contesté apresuradamente.

-Una limonada y unos raviolis por favor

Cuando sentí que ya se había ido miré de nuevo a Ike y reí.

-¿Sabes? me acabo de dar cuenta de dos cosas: uno que la seduccion no es mi fuerte y no tengo idea de que te llamó la atención en mi...y dos que aunque a ti tampoco te den bola no me gusta que mires a otras chicas....es curioso..

-Te prometo que no veré a nadie más que a tí- Levanté la palma de la mano, como si fuese a decir un juramento.

-Si no, permitiré que Fenrir me muerda la mano como juguete para masticar hasta cuando quiera o al final de los tiempos- Reí.

Reí ante la imagen mental que mi loca imaginación se había formado.

-Me parece un castigo bastante justo- Me quedé mirando nuestras manos libres, que estaban entrelazadas sobre la mesa y sonreí, con él no había presiones, ni dudas, todo era tan natural que a veces me daba miedo, pero recordé su promesa y este tambien se disipo, no hice más que volver a mirar sus ojos..

-Tú no tienes porqué ponerte a jurar o un castigo, yo confío en tí- Añadí al encontrar sus ojos, si llegase a lastimarse por mí culpa, me odiaría eternamente.

Los segundos, minutos pasaron, no sé cuántos, pero no me aburría a pesar de seguir viéndole, era algo entretenido para mí.

Si el confiaba en mi sin necesidad de promesas yo haría lo mismo, no tenía porqué seguir dejandome llenar de estupidos miedos, nunca habia vivido de esa manera y no iba a empezar ahora que se abría un nuevo capítulo de ella.

Mientras mis ojos estaban pegados a los suyos, como ya me suponía iba a ser siempre que pudieran, imantados unos a los otros; El mesero volvió y puso la comida en medio de nosotros separandonos, ya ni me acordaba de porqué sentía pena antes y aunque quería seguir con esa...conversacion sin palabras, mi estomago no estaba de acuerdo, así que me resigné a sus deseos y comencé a comer.

Reí por la situación y la imité, empezando a comer...y pensar que no había probado la lasagna en dos largos años, fue una delicia para mi boca el probarla de nuevo.

-Maldición, vendré más seguido a este restaurante, sí así de bueno este plato, ya me imagino como estarán los otros- Se me hizo agua la boca con la variedad de olores, pero seguí comiendo por mi parte.

Apenas produje un sonido ininteligible para contestarle...la comida nos había hipnotizado ( ) Recordé, cuando el monstruito de mi estomago me lo permitio, que hasta hace poco él solo había tenido comida de hospital.

-Hay muchas cosas que probar despues de tanto tiempo...y adivina que? te las voy a preparar yo!!

Tragué el bocado con cierta dificultad al escuchar eso.

-¿De verdad? ¿No sería una molestia? No digo que esté mal, pero lo que menos quiero causar es revuelta por algo como eso- Añadí rápidamente antes de que malentendiera mis palabras y la hiciera creer como una "mala cocinera". Admitía que me gustó ese detalle de su parte.

Me encogí de hombros como si fuera lo más natural del mundo que yo le quisiera cocinar

-A mi me gusta cocinar, tu quieres probar la comida que no has probado en dos años y...siempre puedo experimentar contigo-reí-

-Mmm...conejillo de indias, interesante- Reí. -Entonces no veo el problema, no te quitaré el gusto por cocinar- Bromeé. De verdad, aprecié aún más después de su opinión aquél detalle.

-Bueno, pero yo te ayudo a cocinar y a comprar lo necesario- Levanté las manos en tono inocente. -Te prometo que no volaré la cocina- Volví a reír y seguí comiendo.

Reí con él, parecía tan dispuesto a intoxicarse conmigo..

-Pues va a ser tu cocina...ya si tu quieres volarla...-bromee antes de seguir comiendo, por alguna razón eran los mejores raviolis que había comido en mi vida.

Reí como nunca ante aquél comentario.

-Vaya, no conocí a nadie tan graciosa como tú- Lo cierto es que muchas chicas que conocí tenían el sentido del humor como el de una tortuga...un momento, eso sería insultarlas, esta bien, quedaban por muy debajo de las piedras.