Recordando las sombras del imperio ((Bianca))

Había vuelto al cementerio después de todo el asunto con la manada. Contabamos con un sofisticado equipamento, casi podía asegurar que seríamos capaces de vencer a la escoria chupasangre dentro de poco. No obstante, jamás me fiaba de los artefactos creados por los humanos, siempre podía fallar y, era entonces, cuando el poder de mis armas corporales debía surtir efecto.

Casi un milenio después de nacer, seguía en el mundo mortal, morando un planeta que, hacía mucho, ya no me correspondía. Era raro, pero, la razón que me ataba a la existencia radicaba sencillamente en matar a mis enemigos naturales que, irónicamente, alguna vez fuesen mis jurados protegidos. ¡Qué rápido daba vueltas la vida! Y qué fugaz podía ser.... Viktor, el gran señor feudal de aquellos días, el dominador de un vasto territorio de Hungría, había muerto en manos de un joven licano, un ser cuyos siglos se contaban con ambas manos... caido por un inmortal casi naciente.

Me senté un momento, recordándome esa traición, que yo también había sido un traidor... pero por una causa justa a mi modo de ver. Y Aidan, uno de mis hijos adoptivos, ya se encontraba en algún otro lugar, víctima de mi retorcido ingenio asesino. Lo había crucificado y hecho un águila de sangre con él... terminando sus días de una forma verdaderamente trágica. Ante lo cual, sorpresivamente, no había tenido el más mínimo sentimiento; ni culpa, ni satisfacción, nada.

El viento soplaba y se colocaba fríamente entre más de una docena de lápidas de roca frente a mi, un par de tumbas sin rellenar, algunos azadones en el suelo, una lámpara apagada más allá, caprichosos y ancianos árboles alrededor (no más que yo, seguramente), todo dominado por un rojiza luna en el cielo despejado aquella extraña noche. Me inqué, observando una inscripción en un lápida, casi borrada por el paso de los años: "Aquí yace quien luchó por sus ideales hasta el último aliento de su vida, quien no entregó su espíritu sino cuado fue necesario. Y por ello, sus hijos le honramos" Por lo menos, aquella nocturna jornada, había encontrado un epitafio digno para mi

Habia decidido escapar un momento del ruido e unico lugar el cual conocia que era digno de una soledad, como la que buscaa, era el cementerio, vaya lugar pense dirigiendo mis pasos hacia ahi, despues de todo lo que habia acontecido desde mi llegada, manadas, peleas creo que este es un lugar en el cual nunca me aburrire.

Me adentre en el cementerio, meditando las palabras o advertencias del aquel lobo, las cuales para mi sonaban como un trinar de pajaroa para mis oidos, un punto mas a mi lista de diversion por aqui, sonrei de lado, mientras me adentraba cada vez mas.

Me llego el olor de alguien conocido, si fuera una hominoda padeceeria por la penumbra, pero la silueta confirmaba el olor, el habia estado presente en lo de Port Angels, camine acercandome en silencio, no tenia ganas de perturbar su pensamientos, me sente sobre una de las tumbas del lugar, cerrando los ojos y respirando lenta y profundamente.

Me pusé en pie nuevamente mirando la resplandeciente luna, sientiendo sus cálidos rayos caer sobre mi rostro abundantemente. Casi podía aullar, pero no lo haría debido a la otra cambiaformas ahí presente. Ignoraba el motivo de su silencio, pues, no creía, que no estuviese consciente del formidable olfato conque los inmortales nos encontrabamos provistos. Seguramente, como yo, sólo deseaba encontrarse fuera de la rutina de matar y patrullar zonas.

No obstante, me causaba curiosidad saber cual era la idea que el resto de la manada tenía de un siniestro personaje como yo. Al menos, el adjetivo siniestro era algo que Raze me había provisto en más de una ocasión, por mucho que le dijese lo contrario. Ese sujeto, mi amigo, mi segundo al mando, era mi soldado más valioso, sin embargo, no por ello era impresindible en mi ejército, por muy cruento que pudiese sonar... incluso yo no era impresindible en la milenaria matanza de vampiros... de todas maneras, estaba seguro que ya llegaría el día en que me diesen fin, el día en el cual mi cabeza rodase por causa del poder de mis adversarios, el día en que me reencontraría con Sonja en el otro mundo.

Tú eres la nueva recluta de Lucrecia, ¿no es así? pregunté con frialdad e indiferencia, mientras aún me mantenía contemplando los rayos nocturnos de la linterna celeste que colgaba alegremente en el firmamento.

Sin abrir los ojos escuche lo que decia, respire profundamente antes de contestar.

¿Recluta?, jaja he eschi}uchado propuestas solo eso, pero aun no esta decidido, soy libre, institntiva asi que con el tiempo se vera , sonrei de lado al sentir de nuevo el ontacto con mi espiritu interno.

Tu si eres un recluta de Lucrecia, si no me equivoco, aunque tu rostro refleja siglos de enseñanza, juventud y su inverso, junto es increible, apesar de los años que demostraba vivir ese personaje, de la helida voz y frialdad de movimientos, que daban la impresion de estar en presencia de un frio, pero en el cuerpo de un igual.

Esbosé una sonrisa gélida como un sepulcro. Recluta de Lucrecia... ciertamente, por el momento, debía contentarme con esa clase de definición. Quizá, eventualmente, las cosas se transformarían un poco. No obstante, por ahora, los hechos eran completamente diferentes. Debía, contrario a mi voluntad, someterme a sus órdenes, armando a la manada lo mejor posible. El castillo Peregrino ya estaba listo, sólo requeríamos unos toques más antes de ser un grupo de asalto de lo más poderoso.

Encaré a la joven, con la misma frialdad que lo hacía con todos los seres en este miserable mundo. No estaba seguro de que quería darme a entender con aquello, pero realmente no me importaba en demasía. Incluso, me mostraba algo renuente a contestar. Sin embargo, algo me impulsó, el ser tan amable como fuese posible ante aquellos potenciales candidatos de Lucrecia.

-He morado en este mundo por casi un milenio, dirigiendo hordas de cambiaformas en contra de los vampiros. Creo que el momento de descansar había llegado. No obstante, no siempre las cosas son como parecen- añadí con algo de seriedad y malicia.

Abri los ojos lentamente y me acomode mejor para mirarlo, al verlo a los ojosle mostre una mirada fria y seria, si se que tu vida no ha sido sencilla, y nunca te gusta estar debajo de alguien, aunque ahora lo estas...

Lade un poco la cabeza y prosegui Las lines de tu cara y tus ojos demuestrasn lo que eres realment, el hecho de tu naturaleza detestada y amada en ocaciones, la vida que ha recorrido atravez de tus ojos, y el hecho de tener una constante pelea interna, se muestran en cada linea de tu rostro., me levante para quedar frente a el y sonrei de lado ironicamente.

Mi nombre es Bianca

Enarqué una ceja un tanto incrédulo de sus palabras. No estaba seguro de si simplemente lo inventaba o realmente lo creía. Lo cierto era que, en cierto, modo tenía razón. Sin embargo, no tenía por qué contestar a ello. No obstante, de haberme quedado callado, mi silencio bien se habría interpretado como una afirmación.

Miré unos instantes a Bianca, según había dicho ese era su nombre, prácticamente inexpresivo. Después de unos segundos, tuve una interesante ocurrencia, no muy propia en un antiguo como yo, pero efectiva para esa clase de situaciones.

-¿Ah sí?- repliqué con indiferencia- Espero que las líneas de mi cara puedan decir que número de lotería debo comprar, porque, ¿sabes? La situación económica no es exactamente de lo más favorable en estos días. Aunque, bueno, no dudo que quizá también seas capaz de predecir que me excretará en la cabeza una paloma o algo así, ¿cierto?- concluí sin revelar mi nombre, pronunciando cada palabra con gelidez y firmeza

No pude evitar reir ante lo que dijo, creo que tu lado negro-comico, no te va, pero ese no es un punto de interes, mas bien, lo que oculta esa respuesta puede ser interesante,aunque no me interesa saber causales, lo unico que se ven son efectos, los cuales no toleras, pero tienes que aguantar, sonrei de lado y me puse a su lado, observandole de perfil.

De haber sido un cambiaforma menos serio, quizá más cómico, habría soltado una carcajada en ese momento. Pero, afortunadamente, las ganas se frustraron, mientras mi mente se reía sínicamente de aquella extraña declaración. Agaché la cabeza un breve segundo, tras lo cual le miré con frialdad. Meneé la cabeza y más tarde respondí.

-No sabía que estos días los magos callejeros y adivinos se divertían paseando por la frialdad que un cementerio les puede ofrecer- dije como total naturalidad- Creo que ya entiendo la razón por la cual Lucrecia quiere que te unas al extraño circo del cual ya formo parte- añadí con gelidez- Tal vez crea que tus conocimientos en psicología humana van a ayudarnos a matar a un vampiro mediante palabras y buenos chistes

Escuche lo que decia, pero su ultimo comentario me hizo reaccionar, pose mi mano en su barbilla girando su rostro hacia mi para verle a los ojos No pienses, ni creas lo que aparenta, el que pueda comprender la naturaleza humana, no implica que olvide quien soy y cual es mi propocito, asi que cuidado, Hermano, cuidado lo de hermano dicho en tono sarcastico, solte su barbiilla y camine unos pasos dejandolo atras.

El que vengas a recordar tus victorias no implica que las puedas revivir,, sonrei de lado y mire hacia la luna.

Esta vez no me di mucho tiempo de pensar, ni siquiera necesitaba pensar mis palabras una fracción de segundo. Cientos de veces había escuchado semejantes expresiones. Sólo esbosé una gelida sonrisa mientras miraba con algo de inhumanidad a la cambiaformas.

-Las victorias jamás significan nada más que vana gloria, pasajera y vana gloria. Este mundo evoluciona y cada batalla no es más que parte de la experiencia que aprendemos. Yo no recuerdo victorias- dije seriamente-, yo las llevo a la práctica para aniquilar a mis enemigos cada nuevo día. Eso, Bianca, es lo que mantiene viva a nuestra especie después de mil años- concluí con una sonrisa de satisfacción el rostro.

Gire un poco mi rostro al escucharlo, parecia estar escuchando a los frios, pero en las palabras de un lobo, acaso estoy escuchando a un frio, con esa respuesta entiendo tambien el que Lucrecia, te a dejado dentro de la manada, piensas, sientes igual que uno de ellos.

Segui parada sin moverme, las victorias y el acabar con el adversario, es parte de nuestra naturaleza, pero tu por las vivencias que tienes la llevas a ser lo unico que te fortalece, y creo Hermano que eso es de cuidado., sonrei de lado, al hablar lo hacia de modo frio.

Mantuve la inmutable expresión de aquel que ha vivido tanto tiempo que el mismo Crono ha perdido el poder sobre él. Si ella me llamaba "frío", vampiro, chupasangre, sanguijuela, bebedor de sangre o cualquier otra cosa que denotaba a nuestros pálidos enemigos, entonces yo podía llamarle antigua mujer supersticiosa porque, sin duda alguna, por su apariencia, modo de actuar y hablar, seguramente había nacido en una extraña tribú de las que se describen en folklores americanos, incluso quizá entre esos raros Quileutes.

Levanté ligeramente la cara, a modo de orgullo, pues sus palabras no representaban cosa alguna para mi persona. Y la sonrisa de suficiencia y confianza brotó nuevamente, como si se tratase de una fuente inagotable que siempre surgía cuando la requería.

-Bianca, veo que no eres realmente capaz de mirar más allá de tus narices- aquella voz tan fría, casi siniestra, tan cercana, como ella dijese, a un vampiro, apareció de nuevo- Mi ideología no es más que el producto de una necesidad por mantener viva a nuestra especie para hacer frente a nuestros enemigos y traer la paz a este mundo. Tantos años, tantos cientos de combates, me han dado el conocimiento y poder suficientes para aniquilar a los bebedores de sangre hasta la fecha. Eso, hermana- dije remarcando la palabra-, es algo a lo cual no encuentro problema o motivo para tratar con cuidado.

Baje la cabeza un poco, para escuchar lo que me decia sin mirarlo, sonrei de lado, como dije las cosas nunca son lo que parecen, y me agrada que me veas asi.

Camine un poco mas no estoy aqui para crear espectativas o modificar impresione o ideas sobre mi, se y creeme que he vivido en carne propia la supervivencia de la especie, se de lo que me hablas la apariencia de juventud es solo eso.

Segui caminado recorriendo el cementerio.

Los ojos esmeralda, aquellos ojos inexpresivos al grado de rayar en la inhumanidad, se posaron por un breve instante en los de Bianca, estudiando meticulosamente a la rarísima cambiaforma que deambulaba por los alrededores del cementerio. Pese a lo anterior, me mantuve, prácticamente, inmóvil, como una de las frías losas de piedra clavadas al pie de las abundantes tumbas alrededor. Casi ningún pensamiento zurcó mi mente después de lo que tenía dispuesto para continuar aquella peculiar charla.

-¿Apariencia de la juventud?- repetí con algo de escepticismo- En ocasiones, las apariencias bien pueden conducir a desenmascarar la verdad que mora en el corazón de los seres- luego se delineó una sonrisa medio burlona en mi rostro- Pero, creo que esta charla filosófica sin sentido no nos conducirá a ninguna parte, ¿no lo crees?- pregunté con algo de sarcasmo.

Sonrei mas pero aun mantenia la mirada fria, creo que en ese punto tiene razon, esto no nos llebara a nada, puesto que ninguno cedera ante al analisis del contrario, hermano.. y ahora solo hay que pensar en el objetivo en comun, sin ver las debilidades del otro, solo trabajar que el plan esta en marcha., me sente de nuevo y ahora perdi mi vista en aquella luna, con matiz de sangre, sangre que pronto se derramaria por un bien.

Comenzaba a irritarme un poco ese canturreo de "hermano" Si bien consideraba a todos los cambiaformas de esa manera, el empleo de semejante palabra podía diezmar la individualidad de cada quien un poco. Por ello, preferí optar por revelar mi nombre, cosa que no me gustase plenamente, pero se sabría de forma irremediable.
Una corriente de aire movió mis cabellos mientras una nube cubría por completo mi rostro, proporcionándome un aspecto más tétrico de lo normal.

-Lucian es mi nombre- declaré finalmente- Dime, ¿a qué exactamente le llamas objetivo común, Bianca?- pregunté mientras la nube daba paso nuevamente a la claridad de la luna.

Lucian, interesante nombre en verdad,presiento que de alguna extraña forma buscamos lo mismo Lucian, por algo estamos en la misma manada, con un objetivo claroo, el cual no creo que sea nesesario hondar en el. regrese la mirada hacia donde el estaba. alma solitaria y con mucho tiempo enciama pense para mi.

El tiempo es algo que tenemos a nuestro favor, , regrese para quedar enfrente de el, mirandolo a la cara, se que soy nueva en la manada, pero me gustaria que aceptara ser mi ompañero dentro de la misma, por lo que me dijo Lucrecia no pordemos estar solos, asiq eu yo admiro la experiencia, y Lucian la reflejas, me aleje de el dirigiendome a la salida del cementerio, un gusto Lucian, y la propuesta esta sobre la mensa, sali de ahi aminando sin rumbo.

Ciertamente no podía llamarme el hombre más sociable del mundo, mucho menos Lucrecia la mujer más confraternizadora de la creación. Asumo que, ese hecho, fue lo que me privo de conocer el asunto de los grupos de combate dentro de la manada. Sin embargo, esto no se encontraba tan lejos de mis propios métodos, métodos que salvasen la vida de mis soldados en los Cárpatos en más de una decena de ocasiones.

Apenas eché una fugaz mirada a la desaparición de Bianca, pensando si sería prudente hacer dueto con ella. No le conocía del todo, ni siquiera podía decir que le conociese. Pese a ello, el encontrarse dentro del circo de Lucrecia significaba algo.

-Ya veremos como resuelvo la oferta- murmuré mientras observaba los destellos rojizos de la Luna, dándome vuelta, listo para deambular en busca de unos instantes de paz.