El clima favorecía mi condición, a pesar del calor que siempre me quemaba el interior. Sentado sobre una roca me encontraba cerca del rio, acababa de despedir a un grupo que no deseaba ir a su recorrido debido al mal tiempo. Las hojas de los arboles caían sutilmente formando una capa en el suelo. El rio hacia un tenue sonido en compañía con el viento paseando entre las piedras, junto con los peces, las aves cantaban pidiendo un poco de lluvia y la bruma se dispersaba entre la humedad de los arboles centenarios que habitaban en las orillas de esa corriente de agua.
Un aroma se combinó con el aire, pude imaginarme a la mujer que poseía ese olor, aunque no sabia de quien se trataba, era un olor dulce a flores de jardín de casa, tulipanes, violetas, rosas, jazmines… agité la cabeza un momento volví el rostro para mirar donde había percibido aquel aroma.