Sacando la Hombría... (Sasha)

Resoplé mientras recorría el pasillo, era fácil fanfarronear cuando estaban varios alrededor, pero no sería lo mismo estando a solas con ella; ya me había bateado en la fiesta de togas, medio me había hecho caso en el Carnaval y por poco la mato de un susto cuando la limpieza del cuarto de Faraday.

No pude evitar reirme ante el recuerdo y casi olvido a dónde iba cuando me di cuenta de que estaba llegando a la puerta de su cuarto, abrí los ojos cual huevos estrellados y levanté el puño para tocar a la puerta, pasé saliva y dí un par de golpes tímidos, convenciéndome a mí mismo de que había más de una razón de peso para no salir corriendo de ahí, así que casi atornillé mis pies al piso, esperando a que ella atendiera.

Estaba tocando guitarra, como siempre hacía cuando necesitaba unos momentos para pensar. La canción era la versión acústica de My Hero de Foo Fighters, una de las primeras que había aprendido a tocar. Y una de las que más me gustaban.



Había tenido cosas en qué pensar últimamente. Por un lado, estaba todo el enredo de vivir entre sobrenaturales que, en teoría, no podían saber que yo sabía lo que ellos eran realmente; y por otro lado está otra complicación antes-no enfrentada: Drew. Meneé la cabeza al ritmo de la música cuando escuché que golpeaban a mi puerta.

-¡Va! -exclamé mientras dejaba la guitarra sobre la cama.

Me levanté. Tenía la pinta más relajada de este mundo, unos jeans sueltos, una camisa color púrpura y mi cabello todo despeinado en un intento de cola de caballo. "¿Qué le habrá pasado a Willie?" me pregunté con una sonrisa mientras iba a abrir. De hecho, quien estaba al otro lado de la puerta, no era Willie.

Era Drew.

-Hola Drew -le saludé- ¿Quieres pasar?

Abrí del todo la puerta y me solté el cabello. Definitivamente, esa masa se veía mejor suelta que recogida en ese desorden.

Sonreí de lado al verla y de pronto mis pies olvidaron que tenían toda la intención de salir corriendo de ahí -Hola Sasha... gracias-

Di un par de pasos hacia el interior, no podía negar que la curiosidad estaba volviéndome loco: ver su hábitat me diría mucho más de ella, amplié la sonrisa y miré alrededor como que no quiere la cosa y me detuve finalmente mirándola mientras se soltaba el pelo -tocas bien- me acerqué un poco a ella, le pasé la mano por la cintura y le besé en la mejilla, apuntando un poco más a la comisura de los labios.

Lo abracé de vuelta, sintiendo mi corazón acelerarse cuando besó mi mejilla... Aunque el beso parecía tener segundas intenciones, lo cual hizo mi corazón latir más rápido aún y soltar una sonrisa.

-Gracias -le respondí.

Intenté guiarlo al interior de la habitación, lo cual requería alejarme de sus brazos. ¿Quería eso? No, realmente, pero era necesario. Por eso, deslicé mi mano por su antebrazo hasta la suya, apretándola. Sentí mis manos frías contra las suyas.

-Déjame mostrarte... Ésta es mi cama -dije, mostrándole la cama en la que tenía la guitarra- Y la otra es la de mi roommate. No tengo mucho más por aquí.

Volví a encararle.

-¿Cómo has estado?

Me estremecí un poco al tacto frío y me dejé llevar un par de pasos más mientras se separaba de mí -lindo lugar, parece realmente un cuarto de chicas- reí bajo por mi chiste malo.

-He estado bien, gracias... un tanto intrigado, debo admitir- solté tratando de intrigarla y mirando la guitarra que yacía sobre la cama.

-¿Intrigado? -le pregunté mientras lo veía observar mi guitarra en la cama- Bueno, parece que somos dos.

Me limité a sonreír ante semejante idiotez. ¿Qué no era capaz de hablar sin cometer esos errores? "No, no eres capaz," me dijo una vocecita en mi cabeza. Vocecita que quería asesinar ahora mismo.

-¿También te gusta la guitarra? -le pregunté al ver como miraba a Reddish

-Entonces quizá los dos terminemos con la curiosidad satisfecha- le dije riendo un poco más alto y sin quitar la vista de la guitarra.

-A decir verdad... sé tocar, no soy muy bueno- avancé hacia la cama y tomé la guitarra y me senté a la orilla; la acomodé en mis brazos y pisé un par de notas para probar afinación -sí, creo que puedo hacerla sonar ¿tú qué crees?- le guiñé un ojo y puse los dedos en posición, comencé a tocar.


Una vez que tomé ritmo levanté el rostro, tocando las notas de memoria y busqué mirarla a los ojos; una vez que salió la última nota, le sonreí y guiñé el ojo derecho.

-Creo que serás capaz -le dije con una sonrisa.

Acto seguido, me senté frente a él en la cama, y empezó a pulsar las cuerdas. La canción se me hacía conocida, aunque llevaba años sin oírla: Era "My Girl". ¿My Girl? Esa canción era demasiado... Demasiado dulce. Demasiado hermosa. Bajé la mirada, aunque los ojos de Drew, podía sentirlo, no me abandonaban en ningún momento. Luché por mantener mi mirada arriba, así como mi color de piel normal, y creía haberlo logrado. Al menos, no sentía la cara caliente. La última nota resonó en la estancia, llegando a lo más profundo de mi ser. Ahora, estaba sin aliento... Y sin palabras. Sonreí como respuesta a su sonrisa.

-Esa canción es muy dulce -admití con la misma sonrisa en la cara- Y, sí, te salió perfecta.

Dejé salir un suspiro, que camuflé con unas pocas risas nerviosas. Era la primera vez que me sentía así, y no encontraba un porqué objetivo, aunque ya no me importaba mucho encontrarlo.

Fue complicado no ensanchar la sonrisa, la que ella me dio por respuesta me llenó de seguridad ¿dónde habían quedado los nervios de tan sólo un par de minutos atrás? ¡ja! en el basurero yo creo, o en el cuarto de Kennedy, como reserva para su siguiente salida con la desconocida de Forks -me alegra que te gustara- le sostuve la mirada y levanté mi mano de la caja de resonancia -¿te habían dicho que te ves linda con las mejillas rosadas?- pasé el dorso de mi mano por su mejilla y luego la dejé caer con suavidad de vuelta a la caja de resonancia de la guitarra.

Mejillas rosadas, ¡oh, no sabía si bendecirlas o maldecirlas! Eran altamente delatoras, culpables de alta traición. Sostuve la respiración al verlo acercar su mano a mi mejilla y acariciarla suavemente. Cerré los ojos, concentrandome en la sensación en cada terminación nerviosa de la piel. Escuché el sordo sonido de la mano sobre la caja de la guitarra y abrí los ojos de nuevo. Miré la mano sobre la guitarra. Eso equivaldría a firmar la redención, pero tampoco me importaban mucho esas cosas. No estaba dispuesta a tener que sentir las primeras líneas de Skylines and Turnstiles en mi cabeza hasta la resolución del siguiente malentendido.

-Creo que no había tenido quién me dijese ese tipo de cosas... -le contesté, ahora llevando mi mano hacia la guitarra, posándola sobre la suya- Hasta ahora.

Fruncí los labios y enarqué la ceja reparando en su última frase y murmuré apenas audible -hasta ahora...- miré un momento su mano sobre la mía y eso me hizo sonreir -¿sabes? mi mano quiere saber si puede llevar a esas mejillas tan suaves a cenar el día de hoy...- bajé el rostro conteniendo la risa, me sentí en medio de una de esas películas rosas para adolescentes.

-Y si no terminan huyendo despavoridas... también a la fiesta de mañana- agregué, ahora sí muerto de pena.

Sonreí al ver las manos entrelazadas sobre la guitarra. Era extraño, aunque se sentía natural; era algo que se sentía bien. Se sentía como si no pudiera lastimarme nada, como si el mundo fuera normal.

-Dile a tu mano que mis mejillas aceptan -contesté entre risas- Tanto la cena como el baile

Me sonrojé al decir eso último, aunque en mis planes estaba el pasar la fiesta sobria. No quería más resacas, y menos si todas iban a venir acompañadas de la resaca moral. Suspiré audiblemente y alcé la mirada de nuevo.

-Ví tu nombre en la lista de la acampada -comenté sonriendo y bajando la mirada al suelo.

¿Por qué me intimidaba tanto? ¿Qué tenía que me ponía así?

Apreté un poco mis dedos a su mano, estaba emocionado con la idea de salir con ella y aunque intenté que no se notara demasiado, la estúpida sonrisa dibujada en mi cara hablaba más que yo mismo -entonces es un trato- miré a la mano que tenía entrelazada con la suya -¿escuchaste, las mejillas dijeron que sí?- reí un poco y a regañadientes separé nuestras manos.

-¿A dónde quieres ir a cenar?- pregunté mientras quitaba la guitarra de mi regazo y la ponía de vuelta en la cama.

Hice un gran esfuerzo para evitar suspirar de nuevo. Tomé la guitarra que estaba sobre la cama y la metí a su estuche con cuidado, intentando no entorpecerme por la emoción que sentía dentro.

-No sé, podría ser comida italiana -dije mientras ponía la guitarra en su lugar- No conozco mucho los restaurantes de Seattle, además del Burger King y el McDonald's -añadí con una sonrisa.

Me quedé mirándole mientras guardaba la guitarra, escuchando lo que respondía... me levanté de mi tramo de orilla de cama y fui hasta ella, puse una de mis manos en su cintura -bien, entonces será comida italiana- una vez que se hubo incorporado de nuevo la giré a que quedara de frente a mí -con respecto a tu pregunta... sí, iré al campamento, no pude evitar notar que también tu nombre está anotado- comenté mientras pasaba nuevamente el dorso de mi mano sobre su mejilla, realmente me gustaba el tono rosado de su piel.

Sentí su brazo en mi cintura y no pude evitar el regocijo. Sonreí y me sonrojé al oír su confirmación respecto al campamento. ¿Tres días con él en La Push? ¡Tenía que estar soñando! Ese campamento iba a ser de las cosas memorables del semestre. Miré a sus ojos, que me devolvían la mirada con intensidad y sonreí.

-Será genial el campamento -concluí con una sonrisa.

[OFF: ¿Si vamos a la fiesta asiática? Posteá primero allá por favor xD]

-Vaya que lo será- dije un poco más para mí mismo que para ella, sostuve su mirada y me mordí un poco los labios; aspiré profundamente y aproveché la cercanía para robarle un beso muy breve, que más que beso tomó tinte de caricia.

(Off. voy para allá)

Sus labios estuvieron sobre los míos antes que pudiera hacer algo para reaccionar. Fue un beso suave, demasiado suave y dulce. Como acto reflejo alcé mis brazos a su cuello y le abracé una vez nos separamos. Estaba probablemente muy sonrojada, pero feliz. Muy feliz. Sentí sus brazos apretarme a su cuerpo, y suspiré agradecida: Al parecer, el cariño de Drew era lo que siempre había echado de menos.

Cerré los ojos y recorrí un costado de su rostro con la punta de la nariz, me detuve hasta llegar a su oído -si no salimos de aquí ahora... me temo que podría perderme en algún punto entre tus labios y tus brazos- suspiré percibiendo su aroma y sonreí para después separarnos, aún cuando no solté la mano con que tenía sujeta su cintura.

Sentirlo recorrer mi rostro con su nariz me hizo estremecer levemente. Me hacía cosquillas y solté una sarta de risillas nerviosas.

-Vale... -le respondí, antes de separarnos- Llévame al dichoso restaurante

Nos separamos entonces, aunque su mano seguía firmemente puesta en mi cintura. Pasé uno de mis brazos por su cintura y caminamos hacia la puerta que abrí con la mano libre. El pasillo estaba vacío, cosa extraña a esta hora.

No recuerdo haberme sentido tan bien en mucho tiempo, el hecho de tenerla conmigo, de abrazarla y de que ella misma estuviera abrazándome por la cintura era motivo suficiente para sentirme en la cima del mundo, así que salimos de su cuarto y caminamos hacia el estacionamiento y quité la alarma de la RAV -no sé tú que opines, pero auguro una buena noche para mi mano y tus mejillas- reí un poco y me separé de ella para abrirle la portezuela.

(Off. abro en la zona restaurantera de Seattle)

Bajamos al estacionamiento así, abrazados, como si fuera la cosa más natural del mundo; de hecho, así lo sentía yo. No tenía idea qué estaría pensando él en estos momentos, pero me sentía completa. Como si los últimos cuatro años hubieran sido una preparación para esto, así me sentía. Drew abrió la portezuela del auto, cosa que agradecí con un asentimiento. Escuché sus palabras.

-Sí, creo que será una buena noche para ellos -repliqué con una sonrisa mientras él se montaba por su lado al auto.