Sed de Libertad (Brody)

El clima era frío como siempre en Forks. Entre los arboles corríamos a una velocidad inexistente, como viento que fluye desde el norte. El aire golpeaba nuestros rostros como dos choques de hielos haciendo un ligero silbido con el movimiento. Mi estrella que poseía una mirada obscura igual que la mía, me miró en ocasiones, lo cual fulminó mi sentir. Ahora podía contenerse más y era algo que admiraba. Logró el pleno autocontrol de su sed. Seguimos por aquellos senderos esquivando con la agilidad que poseemos. Malditos por ser unos seres bebedores de sangre, de ese elixir que significa vida, la cual debemos arrebatar para sobrevivir. Ella se adelantó como una gacela en su hábitat, corriendo, deslizándose sobre la tierra, flotando ligera y vivaz, con la furia que le lleva a recorrer esos caminos en busca de una presa, de un recipiente perfecto para saciar la sed que nos quema por dentro, el alma. La seguí a toda velocidad, apenas y podía seguirle el paso, era esa sensación que nos volvía a ser lo que somos, salvajes, bestiales, asesinos.

Y ahi estabamos en busca de aquel liquido, percibiéndolo a cada segundo, tentados a arrebatarlo a como diera lugar.
Yo corría tras mi proxima victima. A veces deseaba que aquél animal fuera un indefenso humano, pero todo se quedaba en la imaginación, no estaba dispuesta a mencionarlo ni quiera a mi esposo.

El lugar estaba frio y a pesar de la frialdad de mi piel, el aire calaba en el rostro, la velocidad a la que corriamos era inimaginable, una accion que con los años se perfeccionaba.

Mis ojos oscuros percibieron la sombra del animal. Disminui la velocidad y trepé al árbol mas cercano, ligera como una hoja, me quedé estática, esperando el momento adecuado para atacar.

La victima buscaba algo para alimentarse, pensé en la frágil cadena alimencia, me sentí superior a cualquie otro indefenso ser del planeta, la superioridad se reflejó en mis ojos y llegó hasta mi boca, sonreí de una manera que pocas veces se veia en mi...

Agitado encontraba alguna manera de llegar algún animal que se escabullía en nuestro paso, solo sentía como la caricia de las hojas rosaba mi rostro. Deseoso e inquieto corría prácticamente sin sentido. Hasta que unos latidos hicieron que perdiera el rumbo. A lo lejos percibí el recipiente perfecto, un Puma bebiendo agua en un arroyo. Sigiloso me deslicé entre los arboles a una velocidad inexistente para poder hacerlo mi presa. La nieve empezó a caer haciendo una sutil capa en el campo, tenía una fina capa sobre los hombros y en el cabello. Brinqué para sorprenderlo lo cual hizo que el animal corriera, la adrenalina invadió mi cuerpo y para su desgracia no pudo correr más veloz que la bestia que lo perseguía, su olor era indescriptible, caliente, salvaje lleno de euforia.

Con toda mi fuerza en frenesí lo tumbé para luego morderlo como si fuera una frutilla madura. Bebí sin contenerme, desquiciado relamiendo una y otra vez hasta despojar la ultima gota de vida. Hasta que cayó inerte a mis pies. Aun tenia mucha sed, tanta que no podía dejar de pensar en ello, deseaba más…

El oso pardo ya no fue mi prioridad, veia extasiada a mi esposo, alimentandose, me senti orgullosa de él, y mas enamorada que nunca, la facilidad con la que hacia suya a sus presas, me recordaba a mi en sus brazos.

Lo miré hasta que dreno la ultima gota de ese animal. Fijé mis ojos ahora en mi presa.

El oso pardo olia muy bien, percibia su calentura desde aquella rama.
Me lancé sin pensarlo mas. Directo a su cuello, luche con él, pero no lo maté de inmediato, podria desnucarlo, pero la sangre sabia diferente, asi es que clavé mis dientes en su cuello grueso y peludo, arranqué un pedazo de piel, el animal luchaba, y yo con él.

Sus garras alcanzaron mi brazo, marcándolo intensamente, no le di importancia.

El animal cayó muerto en segundos, mi brazo sangraba. Busqué a Laurent.

Escuché la batalla de mi amada Brody que peleaba solo por diversión con aquella bestia, el luchaba por su vida, ella luchaba por su sangre. Corrí de nuevo hacia otra presa, esa era ágil y me fue difícil derribarla, era un ciervo viejo con gran cornamenta, una piel brillante, sus ojos translucidos me miraban pidiendo clemencia a la hora de su muerte. Ahora me sentía pleno. Lance un alarido de placer, para luego regresar a toda velocidad hacia donde estaba mi bella esposa a la cual deseaba en ese momento. A toda velocidad seguí su rastro para poder estar a su lado.

La herida era mucho mas pequeña de lo que pensaba, no me preocupé. Miré a mi alrededor, tratando de localizar otra presa, pero el oso estaba bastante gordo, su sangre era grasosa y espesa, sabia que habia tenido suficiente, no me caracterizaba por poseer el pecado de la gula.

Laurent corria hacia mi, podia olerlo, podia escuchar sus fuertes pisadas.

Caminé un poco por el bosque, arranqué algunas ramas de los árboles, solo por diversión y las aventé para ver hasta donde llegaban.

-Maldición, sé que pueden llegar mas lejos- arranque otra gran rama, tomé impulso y la aventé, la perdi de vista, a lo lejos escuché un grito, me quedé callada, esperando a que llegara Laurent

Mientras avanzaba vi que pasó una rama como si fuera una flecha, la esquivé con agilidad. Sonreí levemente y seguí corriendo hacia donde estaba aquel aroma de mi estrella, la sorprendí por la espalda para tomarla por la cintura y darle un profundo beso, un beso con sabor a vida, al elixir que nos mantenía de pie en este mundo decadente que no nos pertenecía. La tomé de la mano y corrimos de nuevo para regresar a nuestro hogar, donde disfrutábamos vivir la no vida que aparentaba ser un simple mortal.