Ahi estaba la pequeña niña, llorando a los pies del rio.
Sus cabellos rubios le caian lisos y rectos en su espalda encorbada, pues la niña esta arrodiñada y con la cara casi tocando el lago.
Sus ojso eran rojos a causa del llanto por la perdida de su madre.
En el lago se veia el cuerpo hermoso de la recien fallecida, toda blanca, cabello, piel, ojos, incluso sus ropas eran del msmo color. Como si estubiera preparada para su muerte, como si supiera que le hiba a apasar.
La niña entro en el lago, con un largo vestido d ecolor gris perla muy claro, y se acerco al cadaver, aun bello como siempre fue, y la habrazo.
La corrinte se las llebo a las dos, hasta quien sabe donde. El musgo y el fango, las fores y las plantas, todo era de colores oscuros.
El cadaver de la madre ya etsba putrefacto y, sin embargo, la niña la seguia viendo como la misma que era. El cambio de cuerpo a esqueleto no pasa por sus ojos y sigue viendo el cuerpo muerto de su madre como el cuerpo de la reina gelida que tenia cuandoe staba viva. Y ella era su princesa palida.
La niña fue cogiendo flores sin separarse del cuerpo de su reina madre y se hizo una preciosa corona de flores. Cada dia se hiba volviendo mas como su madre. Mas balnca, mas palida mas fria y mas inocente.
Al cabo de los dias, la niña princesita era identica a su madre reina del lago y de las flores silvestres.
Hubo un dia en que la princesita ya no veia a su madre. La busco en el lago, busco su cuerpo su cabello o su sonrrisa, pero no encntro mas que huesos.
La niña comprendio que le llego su ora, a las dos. Ahora le tocaba a ella ser como su fifunta reina.
La tocaba governanr en el paraiso acuatico. Le toca a ella, como en todas las generaciones, vengar a la antigua reina y luego egendrar a su sucesora.
Y siendo amada por el musgo de aquel lagoa pantanoso se le unio una corte de niñas no queridas, en cuyo aspecto se notava la imperfeccion y a ojos de su reina se veia a las mas hermosas niñas que nadie a visto jamas. Y las jovenes palidas permanecieron con su reina hasta que le llego su ora. Como a todas las demas.