La reina Albina.
En un frondoso bosque, de grandes árboles verdes y marrones, de flores brillantes y oscuras y de animales nocturnos en las noches oscuras de lunas brillantes hay un gran lago cristalino, de espumosas aguas translucidas y de verdes algas marinas.
En aquel bosque, doncellas jóvenes vestidas de largos vestidos blancos y de coronas de flores en el cabello, ofrecen rosas blancas a su reina albina.
Nevina. Una joven niña de unos 16 años.
Huérfana del cariño y abandonada del amor de un hombre.
Nevina era alta y delgada.
De piel blanca como la nieve, casi enfermiza casi transparente.
Su cabello era blanco liso y fino. Le llegaba hasta las rodillas.
En un pasado muy lejano, su cabello castaño le llegaba por la cintura.
Pero eso fue hace muchos años, cuando era mortal.
La pequeña Nevina en tiempos antiguos, abandonada por el amor de una familia se fue al bosque dejándose llevar por el viento mientras sus lagrimas recorrían su rostro puro.
Las guerras le habían dejado huérfana de todo aquello que mas deseaba, solo su melodiosa le acompañaba.
Sus cantos los llevaba el viento como si en ellos vivieran.
Llevaba un precioso vestido blanco con encajes adornados.
Con una corona de flores blancas alrededor de su cabello.
Sumergió en sus aguas, con el fin de ahogar sus penas en ella.
Las aguas la convirtieron el lo que hoy es ahora.
La bella doncella albina que es adorada por las niñas que se sienten como ella.
Damas blanquecinas vestidas de blanco con flores en el cabello acuden a las orillas del lago para escuchar sus cantos infinitos mientras las doncellas se sumergen en el lago para unirse a ella.
Para escuchar sus eternos cantos.
Para adorar, durante el resto de la inmortalidad a aquella que les quito el sufrimiento.
A aquella que las adopto dándoles cariño.
A su reina Albina.