–Vaya, esto es agotador –susurré para mí misma, recorriendo una vez más las calles de Seattle. Kelsey había vuelto a casa después de haber visitado un par de departamentos, porque finalmente habíamos decidido mudarnos.
Habían sido tres en total, y lo dejamos en duda porque los tres parecían bastante cómodos y bonitos; además, yo no tenía más ganas de pensar o recorrer, y le había dicho que caminaría un rato a solas. No era algo necesario, sólo quería despejarme un poco. Caminé unas buenas veinte cuadras, pensando en varias cosas a la vez: mi hermana, el resto de mi familia, mi vida... que necesitaba tomar algo...
Dónde hay un bar por aquí?, me pregunté mirando hacia todos lados. Los que vi no me llamaron mucho la atención, así que busqué más hasta encontrar uno bastante llamativo. Estaba abierto, por lo que entré y caminé sin prisa hasta la barra, sentándome cerca de otra persona..., una chica, sí.
Cuando me preguntaron qué quería, me encogí de hombros.
–Un Martini seco –sonreí como tonta. La verdad no tenía ni idea de lo que era eso, sólo había escuchado el nombre un par de veces y siempre me había llamado la atención.
Cuando me entregaron la extraña copa no lo pensé dos veces y bebí todo de golpe, lo que obviamente fue un enorme error: la garganta me quemó, los ojos me ardieron y la nariz me picó horriblemente.
–Mierda –susurré, sacudiendo la cabeza rápidamente hacia los lados. Dejé la copa sobre la barra y vi la sonrisa del barman. De seguro me había escuchado– Lo siento... –dije, antes de reírme entre dientes, llena de vergüenza. Luego miré hacia el costado, y vi que la chica que estaba cerca me miraba casi con la misma expresión; le sonreí sin saber por qué, y me volví a sentar en uno de esos banquillos altos pegados a la barra.
(Off: el título es lo más estúpido que se me pudo haber ocurrido xD, pero en fin...)