spotkanie z złote oczy (Allysa Fredorovich)

12 de la noche…
Salí de mi nuevo departamento, aun estaba vacío. Lo único que había en este era un gran sillón.
Las luces de los faroles comenzaban a prenderse.
La noche era clama, la luna podía verse llena y clara.
Comencé a caminar por la plaza con paso lento. Observa todo, con mucha atención, una de las cosas que he aprendido a lo largo de los años es a observar, dentro de poco y si todo salía bien, ocurriría algo que cambiaria este lugar, solo necesitaba tiempo.
Pero necesitaba conocer mejor el lugar, los viajes a Fork se me han retrasado, creo que Seattle es un ciudad que pasan cosas bastante interesantes…
Mi celular comenzó a sonar.
-się dzieje?... mmm… Nie miałem czasu…. Hahaha!!!

Zapewniam, szybko …Będę… ok…. Ok…hahaha!!... dobrze, coś ubocznego-

Colgué, una sonrisa maquiavélica se formo en mi rostro y seguí caminado.
Una brisa hizo volar unas hojas amarillas de los árboles.

Las mire atento mientras volaban, pero un aroma me hizo bajar la vista.
Mire al frente y vi una mujer, de aspecto estilizado, pero eso no fue lo que llamo mi atención. Un resplandor dorado en sus ojos hizo que me acercara a ella.

Metí mis manos a los bolsillos y me quede parado, estático al final de la calle donde ella se dirigía.
Cuando ya estaba a pocos pasos de mi, levante la vista.

- que tal?- sonreí con amabilidad

Ultimamente merodeaba mucho por las callles de Seattle, observando, explorando, buscando. Sabía muy bien que no era la unica inmortal viviendo en Seattle y ahora que Iliana habia desaparecido sin dejar rastro, necesitaba conectarme de nuevo con el mundo vampirico, con mi verdadera naturaleza.

Esta noche caminaba por la calle como si fuera una humana normal,sin saltar sobre los edificios como la criatura de la socuridad que era, sumida en mis pensamientos, observando el tono otoñal que iban adquiriendo los arboles de mi camino.

El viento me trajo el aroma de otro inmortal al que me acercaba sin darme cuenta, lo observé, a medida que la distancia entre nosotros disminuia, él tambien habia notado mi presencia y parecía esperarme.

Al llegar al lugar donde el estaba me saludó cortésmente y vi por primera vez que sus ojos eran color escarlata profundo, me detuve y lo saludé a mi vez, sonriendo de la misma manera.

-Buena noche Señor...?-aguardé esperando que me dijera su nombre

Sonreí
-buenas noches a usted también- dije mientras me inclinaba levemente en una reverencia.
Me incorpore y la mire a los ojos.

Hubo un momento de silencio en el que pude estudiar un poco su postura y actitud.

-yo pensaba que Seattle era habitado por solo humanos y que Forks era la cuna de los vampiros, pero al parecer… me equivoque-

Guarde mis manos en los bolsillos de mi gabardina café.

-espero… no incomodarla… no es mi intención en lo absoluto- dije en un tono serio y un tanto pícaro.
Lo que decía a oídos de cualquiera que no me conociera se escuchaban honestas, y en parte lo eran… solo en parte.

- conozco poco de este lugar, creo que comienzo a adaptarme de a poco… talvez estoy sacando conclusiones rápidas… talvez no, pero, estoy seguro que usted ha permanecido mas tiempo en este lugar que yo…- sonreí para alivianar el momento.

- si es así, ¿le gustaría acompañarme en mi caminata nocturna…?- extendí mi mano hacia ella – claro, solo si usted lo desea…-

Y me dejó esperando, tan solo sonrió y me saludó a la vieja usanza, con una reverencia.

Me miró a los ojos, y como era mi costumbre, no aparté la mirada, estudie sus ojos rojos, y podía sentir que él hacía lo mismo conmigo, me estudiaba, tal vez simplemente estaba en nosotros los vampiros desconfiar de los de nuestra clase.

-Ciertamente lo ha hecho, esta ciudad también tiene sus secretos a los ojos humanos.-le contesté, sonriendo levemente.

-En realidad me alegra haber encontrado a otro inmortal, incluso si somos más diferentes de lo que a primera vista puede parecer-dije refiriendome a la diferencia en nuestras dietas, no podía evitar pensar en Sasha y su olor, que al vivir juntas, estaba impregnado en mi, aunque se confundia facilmente con el olor de mis compañeros de universidad, demasiados humanos juntos.

-Casí un año-dije confirmando los pensamientos que hacia poco habia expresado respecto a mi residencia. Extendió su mano hacia mí y dudé, pero contesté con una sonrisa en respuesta a los modales que demostraba tener

-Por supuesto, no veo razón para no hacerlo.

Mi sonrisa se amplio aun mas
-excelente…- dije con voz suave y terciolepada.
-talvez usted guste de guiar esta caminata, no conozco mucho el lugar, para mi todo es nuevo aquí… aunque, ya he tenido algunas experiencias-

Le ofrecí mi brazo para caminar, a pesar de la época en que “vivíamos”, no me podía deshacerme de las costumbres que había utilizado por más de dos siglos.

- es un curioso lugar… al norte hule bastante agradable, pero al sur… mi nariz se quema, es horrible, tan solo el aroma no me ha dejado adéntrame a ese lugar, por lo demás el clima me recuerda un poco al mis tierras natales…-

Temas superficiales talvez pero debía ganarme su confianza… todo es valioso para mi, sobre todo información, y un año se necesita para saber lo suficiente del lugar.

Espere a que ella me guiara.
Donde fuera, daba igual… dependiese a donde nos dirigiésemos, podría deducir mas cosas sobre ella, me gustaba observar.
Talvez eso me ha mantenido vivo hasta ahora…

Sonrió complacido y respondí de la misma manera, con una sonrisa más espontanea que las que ultimamente adornaban mi rostro.

-Seré la guía entonces-contesté y tomé el brazo que me ofrecía, había pasado mucho tiempo desde que alguien hacía eso, las viejas costumbres se habian perdido con la modernidad.

Mencionó el olor que quemaba su nariz al acercarse a las tierras del sur y sentí que era necesario advertirle.Comenzamos a caminar, regresando por el mismo camino por el que habia venido, Ladeé mi rostro para poder observarlo mientras hablaba.

-Debo aclarar, que aunque llevo casi un año en Seattle, llevo tres viviendo en el estado de Washington y es una suerte que se haya sentido repelido por olor y no haya decidido ir a explorar por su cuenta, ¿ha escuchado de los metamorfos?

-mmm.. metamorfos, no mucho, siempre he vivido en la ciudad, pocas veces he sentido ese olor, pero más allá de sentirlo nada mas señorita- respondí

La hipocresía en mi respuesta estaba oculta bajo un velo de duda.
Para cualquiera mi respuesta era honesta, aunque para mi, la respuesta eran las palabras del gran mentiroso y manipulador de hacer 3 siglos atrás... creo que las viejas mañas jamás desaparecen.

Pero era mejor así. Si aparentaba ignorancia ante el tema. La mujer hablaría de lo que hay allá, por lo menos me diría lo que sabe para advertirme.

Seguí jugando un rato con ella preguntando más.

-por el nombre he de suponer en seres que cambian su apariencia... pero... ¿porque no debo ir para allá...?, perdone mi ignorancia con respecto al tema, pero soy nuevo en este lugar...-
Sonreí con amabilidad.

En verdad era posible que un inmortal no supiera de los metamorfos?
Bien, tal vez lo era, pero sabía de otro tipo de criatura que no le seria desconocida, no si era tan antiguo como creia que era.

-Descuide,Tal vez conozca un poco más acerca de los Hijos de la Luna, aquellos humanos que bajo la influencia de la luna se transforman en lobos. Bien, los meta morfos se transforman en distintos animales, es parte de su herencia, y al igual que los Hijos de la luna tienen una aversion natural hacia los de nuestra clase y no dudaran en destruir a los que se atrevan a entrar en el territorio que se sienten llamados a proteger; la unica diferencia es que no dependen de algun elemento externo para su transformación.

Mi respuesta fue lo bastante precisa como para permitirme pensar que este desconocido no cometería un error en sus proximos viajes, aunque, a todas estas, su seguridad no era de mi incumbencia, toda existencia era efímera, incluso la nuestra.

Escuche atentamente sus palabras.
Lo que decía no era nuevo para mí, pero debía parecer sorprendido.

Me quede en silencio un momento.
Comencé a analizar lo que decía…
Entonces estaba en lo correcto, existe un territorio de solo hombres lobo, pero…

¿Porque no han acabado con ellos aun…?
Los de mi clase ya debieron haberlos eliminado hace ya tiempo, pero…si aun los vampiros no han hecho nada… ¿porque?… ¿hay algo que evite su enfrentamiento?… pero… ¿que será ese “algo”?.

En ese momento solo se formulo una pregunta en mi cabeza para responde a sus palabras.
-¿y no han hecho nada contra ellos?- dije con voz pasiva.

La pregunta perfectamente sonaba de alguien que ignoraba aspectos de la ciudad, pero a la vez me ayudaría a deducir aun más…
Si hay algo que impida dicho enfrentamiento, siempre se podrá eliminar.

En realidad yo misma me preguntaba porqué no había una guerra en ese preciso instante, aunque por supuesto el tiempo me habia enseñado mejor.

-Al parecer se logró una coexistencia pacífica gracias a un acuerdo antiguo que estaba vigente desde antes que yo llegara a este territorio. De esa manera nadie se mete con nadie y no hay enfrentamientos a menos que sea necesario y alguien haya roto las reglas.

Eso era a grandes rasgos lo que sabía al respecto, por lo menos todo lo sentía que el forastero debería saber, estaba comenzando a pensar que el vampiro estaba jugando y ella seguiria el juego a su manera.

así que esa era la razón
...un tratado.

que cobarde son los vampiros de acá... además... su extraña dieta.
herejes de su naturaleza, tratando de volver a ser lo que eran antes y encajar en el mundo mortal...
idiotas.

mostré una sonrisa en mi rostro.

-me sorprende saber que bestias así... hagan tratados, pensé que solo sabían rugir... en fin, uno nunca termina de aprender algo, no importa los años que hayas vivido-

Bajo la vista y luego fijo mis ojos, en los ojos de la mujer…

-por cierto, aun no se su nombre…

¡Pero que descortés he sido!- dije llevando una mano a mi frente- tampoco me he presentado!...
Bueno, las damas primero…- esboce una sonrisa

-A mi también me sorprendió, pero créame, no todos los metamorfos son bestias sin cerebro o decencia, hay algunos de los que si vale cuidarse.

Le contesté con una sonrisa que respondía a la suya, mientras sus ojos rojos se fijaban en los míos.

Escarlata y dorado, las dos caras de una misma moneda, aunque no hace mucho mis ojos también eran testigos de las vidas que había arrebatado sin remordimientos.

Por supuesto que había sido descortés, aunque dadas las circunstancias, no podía esperar que alguien de nuestra especie revelara su identidad de buenas a primeras. Nunca estaba de más ser precavido, pero en esta ocasión, sonreí, viendo gracia en la forma en que se había lamentado por su descortesía y me presenté.

-Mi nombre es Allysa, y ahora usted me debe el suyo.

Tome su mano he hice una leve reverencia atrayendo u mano hacia mi boca.
Pose mis labios sobre la uno de sus nudillos.
-Aribert… soy Aribert Heim , un placer conocerla-
Me incorpore y la mire nuevamente a los ojos.

No seria tan estupido como para darle mi nombre original, las cosas que me habia enseñado la vida eran muchas, y solo a pocos le daba mi nombre, pero por ahora me ocultaría bajo la careta de Aribert.

Imaginar que tome ese nombre cuando inicie mi carrera de doctor… ahh… que tiempo,
los humanos lo creyeron muerto… ha!, el que atraparon no fue otro mas que una marioneta, fue facil manipular sus fragiles mentes.

-Bueno señorita, le estoy sumamente agradecido por las recomendaciones que me ha dado, me ha abierto la mente…pues sepa que la mayoría de strzyga de Europa viven bajo un manto de protección lo cual nos hace ignorantes bajo los tema de los cambia formas, pues esas son criaturas de… bosques y montañas, no de ciudad…-

Mente desquiciada, hipócrita, y mentirosa la mía, pues no importaba, quizás no volvería a ver a esa mujer…o quien sabe que tiene preparado el tiempo para mi…

De nuevo me sorprendía ver sus maneras tan....de otro siglo. Me llevaban muchos años atrás...como si el tiempo fuera menos estático y fatuo.

Aribert...un nombre que parecía concordar con el aire de antigüedad que rodeaba a aquel ojos rojos. Pero de todas formas seguía sintiendo que algo en el no era de fiar, como si todo, incluso esta conversación no fuera más que un juego macabro para él.

Mi rostro no dejó de reflejar serenidad.

Había pasado mis primeros años vagando por las oscuras calles de las ciudades europeas, reconocía que los vampiros parecíamos tener nuestra propia dimensión alejada de los humanos que no eran más que piezas de ganado para nosotros, yo solo había escuchado los mitos de los hijos de la luna y los licántropos habían sido algo que solo había experimentado al llegar a América, aunque no dudaba que hubiera más de esas criaturas regadas por el mundo.

-Al mismo tiempo parece que es nuestro destino enfrentarnos con ellos... Toda fuerza tiene su némesis después de todo.