Pude haberme perdido en el tiempo, pasaba tanto en tan poco, que incluso me sentí aturdida, mucho más de lo que estaba cuando llegué.
En cuanto André y yo llegamos a Alaska, me dediqué a preocuparme de entrada por él, habia sido la culpable de su posible neumonía. Laurent por su parte me habia llevado hasta donde estaba Freda. Me quedé un rato muy cerca de donde ella estaba, sin la capacidad de hablarle, acercarme o decirle algo, Laurent se quedó a mi lado todo el tiempo, quizas yo no estaba preparada para ver a mi hija cambiada, seguramente ella estaria enfadada conmigo por no irla a ver, pero era por la seguridad de ambas, ni siquiera sabia como iba a ser mi reacción.... pero ya habria la oportunidad de hablar.
Se nos pasó el tiempo monitoreando a Tea, en silencio, sin ningun cambio... hasta que la señal de Laurent se escuchó, no fue tan complicado llevar a Tea a la Zona Aislada, lo complicado para mi, fue pasar justo al frente de Freda, sus ojos estaban rojos, llenos de sangre, intenté no mirar.
Corrí por el liquido, sin pensar mucho, sólo actuando, llegué con dos botellas, una se la extendia a Laurent, yo me acerqué con la otra hacia Freda.
La miré atónita unos segundos. Ella ya no era la misma.
-Él esta bien- dije con la botella en la mano, mirando los cerrojos fuera de la celda, pensando cuál abriria primero. Me senti inutil, la miré de nuevo y noté su mirada fúrica hacia nosotros, busqué refugio en los ojos de Laurent.
Percibi el inquietante olor de la sangre que emanaba de la botella en mi mano, senti un fulgor en mis ojos, algo en el cuerpo se me alteró, extendi la botella...
-Aléjala de mí- le dije a Laurent, con aparente calma en la voz.