la inspiración llega feliz... (libre)

Volviendo al trabajo, regresando a los estudios, todo continuaba nada se detenía… elixir de la vida… la sangre… nuevas notas, más trabajos, mayor inspiración. Recordé los dichos de mi padre, con tristeza o miedo la inspiración llega feliz… irónico, algo estupido, pero ahora lo entendía con más claridad.

Estaba en la quinta escala del diseño de la casa “la propuesta”… después de haber atravesado ya los otros cuatro puntos, el encargo, la investigación, fuentes de información, antecedentes generales. Solo quedaba plantear la propuesta mediante croquis, y planos, la planimetría ya estaba lista, solo quedaba crear las proyecciones y la posición de los muebles, mi carrera se estaba orientando al diseño de interiores, mi primer cliente… por supuesto yo misma… si iba a cometer errores no sucedería con el dinero y el tiempo de otros, eso daría un concepto equivocado en lo que mi carrera respectaría más tarde.

No quería seguir pensando en aquellas cosas que me atormentaban, solo dejaría que esta vez el lápiz guiara mi mano para crear el diseño perfecto. Acomodé la croquera en mi mano izquierda mientras que con la derecha trazaba líneas. Me hallaba sentada sobre el pasto. Con gafas oscuras, y con guantes de encajes, pantalones ajustados negros y una blusa negra con bordados Burdeos. El día estaba nublado, se podía sentir el arrullo de los pájaros que posaban sus pequeños pies sobre las ramas de los árboles cercanos.

(off: más de cuatro líneas… ¿por favor?)

Gozar de buena salud, encontrarme profundamente inmerso en un mundo que no me pertenecía, en un inframundo desconocido para la humanidad salvo por relatos fantásticos y casi siempre erróneos acumulados a través de los siglos, ya no me era suficiente... mis ambisiones se habían acrecentado a un nuevo nivel, fijando Volterra como uno de mis destinos a visitar nuevamente.

Con intención de meditar un poco mejor mis ideas, aprovechando unos momentos de libertad, salí del hotel en que me hospedaba en Seattle por aquellos días, necesitando refrescarme física y mentalmente, tratando de evitar caer en el abismo espectral de la locura.

Un aroma húmedo impregnaba el aire, la misma esencia que anuncia lluvia abundante. Por supuesto, los grisáceos cúmulos de nubes que cubrían el firmamento no hacían más que confirmar lo que el olfato bien entrenado conocía de antemano. Con ello en mente, abandoné mi habitación ataviado con una camisa azul marino, uno de mis pantalones negros, la capa oscura que no llevaba desde días atrás y mi bastón de empuñadura de dragón.

-Como me fascina escuchar los comentarios de esos torpes accionistas cuando me ven así- murmuré con una sonrisa en el rostro ya en el aparcamiento del hotel, abriendo la puerta de mi Porsche 959. Debía admitir, esas reuniones en el banco tenía su toque agradable.

Cuando el reloj indicaba veinte minutos desde mi partida estacioné el vehículo en las proximidades de la Plaza de los Pioneros. Inhalé el fresco aroma que desprendía aquella zona de la ciudad, distinto de la turbulenta pestilencia de la urbe, plagada de nerviosismo, desesperación, preocupaciones y todas aquellas situaciones de quienes se preocupan por la mundana vida.

Caminar en las inmediaciones me revitalizaba un poco, tal como en Alemania salir al jardín de la mansión conseguía plantar una sonrisa en mi cara. Cabe señalar que, pese a disfrutar del paseo, tampoco dejaba de estar atento a mi entorno, lo cual me ayudó a divisar a una joven. ¿Qué la hacía distinta del resto? La peculiar manera de vestir. De acuerdo, yo era un completo excéntrico, pero eso no fue suficiente como para reprimir cierta curiosidad que se manifestaba en mi interior. Me encaminé donde se encontraba, girando el bastón con la mano derecha simultaneamente.

-Guten Tag- saludé en mi acento germano, reafirmando mis palabras con una reverencia- Había escuchado hablar de artistas que se inspiran cuando el paisaje no es de lo más brillante, pero jamás tuve la oportunidad de verles en acción- añadí echando un vistazo al lápiz y la libreta que la joven portaba.

Me encogí de hombros mientras sonreía con una ligera expresión de ignorancia puesto que realmente no conocía mucho respecto al arte, mucho menos el dibujo, jamás había sido bueno para esa clase de expresión artística... mis verdaderos dotes se encontraban en la literatura.

-Soy un tanto ignorante en el campo del dibujo. Jamás conseguí buenos resultados pese a esforzar en el asunto. Supongo que, como se dice, algunos simplemente nacen con el dote- añadí evocando un par de discusiones del pasado- No obstante, tampoco pongo mucha atención a los estudiantes en la universidad, quizás el estar ocupado con tareas, reuniones y cosas por el estilo ocasionan una ligera pérdida de la sensibilidad de vez en cuando.

A eso se le puede sumar tener la mente en lugares distantes y el resultado es una capacidad de observación relativamente baja completé para mí mismo, lanzando una mirada al cielo que se veía de lo más agradable, al menos para un individuo de mi categoría, que odiaba sobremanera los días completamente soleados y calurosos en los cuales el mal humor termina siendo una constante compladísima de evadir la mayoría de las ocasiones.

Miré al humano mientras hablaba… el no ser conocedor de este tipo de arte no lo hacia menos inteligente, solo diferente, la diversidad de pensamientos y de gustos era buena, o de lo contrario el mundo estaría lleno de criaturas cada una más parecida a la otra, y definitivamente no sería agradable de ver…. O escuchar…

Intenté hacer memoria de donde había visto ese rostro antes, si no me equivocaba y mis recuerdos no me traicionaban lo vi un par de veces en la universidad, cabía la posibilidad de que dictara clases allí, pero nunca tome una de ellas.

-es comprensible, tomando en cuenta de que su tiempo para observar es tan escaso- sonreí de medio lado –mi padre me decía que con esfuerzo siempre se pueden lograr grandes cosas, yo no nací dibujando de esta manera, creo que su ayuda me sirvió bastante… he escuchado a varias personas debatir ese tema, si con talento se nace o se va adquiriendo con la practica- analicé uno segundos aquella problemática –desde mi punto de vista todo es alcanzable- sobretodo teniendo el tiempo que yo tenia.

-Sáqueme de una duda… ¿Usted trabaja en la universidad Católica de Seattle?- era un tanto extraño estar sentada y que la otra persona no lo estuviera, de hecho yo no lo necesitaba pero un humano promedio si –si gusta toma asiento, el suelo no está tan frío como parece-

/off: perdón la tardanza crisis imaginativa >.</

Asimilé con detenimiento el breve discurso de la joven sentada cerca de mí. Jamás había cuestionado el poder de la práctica, puesto que yo mismo había sido víctima del mismo en varias ocasiones pasadas, sin embargo, consideraba que aquellos nacidos con alguna facilidad para el arte podía lograr mejores resultados. Debido a que mi intención no era entrar en polémica, decidí que lo mejor sería dejar pasar el asunto por el momento.

Atentamente, me dispuse a responder las preguntas de la chica, quien me invitó a sentarme antes de proseguir. Me quité la capa, para sostenerla en la mano con firmeza y el bastón quedó en mi diestra al momento en que toma lugar sobre el fresco pasto, sintiendo una relajante sensación a través de las telas cubriendo mi cuerpo.

-Seprov Von Wednar, profesor de Historia Contemporánea en la universidad- confirmé con una alegre sonrisa a mi interlocutora- Distraido, pero estricto catedrático- añadí amenamente, echando un vistazo por el rabillo del ojo al pálido rostro de la joven, de quien tenía algunas sospechas- ¿Acaso tengo el placer de charlar con una alumna de la universidad, señorita?- pregunté con un ligero tinte de curiosidad, puesto que realmente no conocía a gran cantidad de estudiantes de la casa de estudios, pese a impartir clases en ella.

Off: Esta vez la disculpa me toca formularla a mí y al sumarme a la crisis de creatividad

El hombre se quito su capa antes de tomar asiento a mi lado, miré atenta cada uno de sus movimientos, si bien no era muy cómodo para un humano estar sentado en un lugar así, el parecía muy a gusto, sonreí de medio lado esperando que comenzara a responder mis preguntas. Acomodé mis dibujos y los metí dentro de la carpeta para que no se volaran con el viento.

Historia contemporánea ese era uno de los motivos por los cuales no lo conocía yo nunca tomaría ese curso, no estaba dentro de la malla de mi carrera. La verdad era como Laurent no se veía como un profesor, aunque en el se notaban un poco más de años y su vestimenta era pertinente de un catedrático. Su nombre no era común, definitivamente era alguien de de otro país… eso tendría que empezar a hacer… viajar…

-Freda Blanc- me presenté al igual que el asintiendo con la cabeza -Así es, estudio Arquitectura- comenté con una débil sonrisa, tenia que reconocer que amaba lo que estudiaba pero últimamente las cosas no andaban del todo bien cosa por la cual me era difícil enfocarme en esto. Miré el cielo, las nubes tomaban ese color gris que tanto disfrutaba, tomé una bocanada de aire entre dientes en otra dirección para que el efluvio de Seprov no me molestará aunque desde donde se encontraba ya podía sentir y ver como la sangre pasaba através de sus venas. – ¿Vive en Seattle?- pregunté dándole continuidad a la conversación.

El aroma a humedad se incrementó un poco más. Era casi evidente que llovería pronto, pero realmente carecía de importancia, salvo que era un momento por demás encantador. Aproveché el momento en que la joven Freda echó un vistazo al firmamento para corroborar mi suposición tan rápido como un humano era capaz.

-Me temo que no- contesté de forma natural ante la última interrogante- He de confesar que jamás me han agradado del todo las grandes urbes, por ello preferí habitar en Port Angeles aunque eso supone cierto tiempo de manejo para llegar a la universidad.

Me encogí de hombros mientras exhibía una sonrisa que comunicaba cierto sentimiento de resignación ante el asunto. Además que vivir en esta ciudad sería estar en mayor disposición de atender llamados de ancianos inversionistas, muy molestos la mayoría de las veces pensé burlándome esos fastidiosos individuos incluso en mi mente.

-Imagino que, quizás, por fines prácticos, será usted habitante de alguna de las tantas fraternidades que existen en la universidad- añadí tratando de adivinar más que nada aquel detalle. Era tan curioso no saber gran cosa de la vida del alumnado, pese a estar varias horas en la facultad durante la semana- De las cuales no conozco ni una sola- concluí con un tono de broma pro muy verdadero que eso pudiese ser.

Unas cuantas horas… me impresioné, de verdad era un largo viaje sobretodo para un humano promedio, pero no se podía hacer nada, cada uno seguía sus propios ideales o hacia lo que le pareciera más cómodo.

No importaba cuanto tiempo permaneciera en algún lugar con poca urbe siempre extrañaría el sobrepoblado New York, podía pasar horas talvez días mirando como la gente pasaba y comentaba respecto sus vidas, cada ser más diferente al anterior, algunos corrían otros simplemente arrastraban los pies agotados tras un largo día pero esas pequeñas cosas no se valoran siendo humana, tenia que aprender a sufrir y sobrellevar todo para poder valorar los detalles. Suspiré recordando nuestras ultimas tarde con mi padre allí.

Reí levemente con esa voz melodiosa que los de mi especie poseían y que yo tanto detestaba, ni nosotros ni nuestras mentes se acercaban a la perfección, solo nuestros cuerpos que no eran más que materia. Miré a Seprov y comencé a hablar - Pertenezco a una aunque no paso mucho tiempo allí, mi trabajo no me deja tiempo libre, y por comodidad voy a mi departamento que queda más cerca que la fraternidad… quizás me retire para darle el cupo a una persona que en verdad lo necesite- eso terminaría haciendo, además ya no tenia motivos para permanecer en la fraternidad, ni siquiera asistía a las fiestas nunca fui una de esas personas. Además el aroma de esa pequeña estaba latente en cada espacio de ese lugar, acomode mis cabellos detrás de mi oreja.

-y ¿qué le parece la universidad?, ¿había trabajado antes de profesor?- pregunté interesada, talvez con el tiempo me dedicaría a dictar clases de planimetría, pero eso se daría con los años.

Aquella risa, tenía un peculiar tono bastante semejante al de... Curioso, notablemente curioso, sin duda alguna. En lugar de continuar divagando en el asunto, me dispusé a escuchar la contestación a mi interrogante, enunciada apenas momentos atrás, mientras sostenía algo de pastura entre las yemas de mis dedos, evocando parte de mi infancia.

El clima era ameno para una charla como aquella, totalmente relajada y en medio de un área verde que sorprendía al encontrarse plena de vida. Dirigí la vista al verde debajo de mí, procesando la información con tranquilidad. Acto seguido, pasé una mano por mi barbilla, mientras regresaba la mirada a Freda.

-Al menos no pierdo mis poderes intuitivos- comenté con una sonrisa de satisfacción en el rostro- Ahora bien, antes de emplearme como parte del cuerpo docente de Seattle, jamás había tenido el gusto dedicarme a la enseñanza, mejor dicho, no había aceptado dedicarme a la enseñanza- corregí con armoniosa voz- No obstante, considero el hecho de lo más entretenido, aprendes a observar a la gente de una manera distinta e incluso surge la preocupación por ayudarles a superarse- añadí con un ligero matiz de entusiasmo- Imagino que será gratificante cuando terminé el ciclo- me encogí de hombros para proseguir- ¿Sería impertinente preguntar que carrera cursa, señorita Blanc?- cuestioné con absoluta cortesía.

Dibujé al instante una sonrisa a modo de disculpa por mi involuntario descuido, ciertamente había pasado por algo un detalle que bien podía pasar como una falta de respeto. Por fortuna, mi interlocutora parecía no tomarlo como tal, lo cual me ayudó a relajarme mucho más... aunque realmente tampoco planeaba prestarle gran importancia al incidente.

Asentí levemente con un gesto de la cabeza al escuchar la pregunta de Freda. Quizás podría comenzar a indagar un poco mientras charlaba un poco sobre mí mismo, todo radicaba en saber llevar el curso de la conversación de la forma más adecuada.

-No hay mucho que la historia de un hombre de edad mediana pueda ofrecer a una joven como usted, al menos quizás a mi vista no- bromeé para comenzar- Ciertamente la universidad representa una parte pequeña de mi existencia, aunque no por ello carente de importancia- me aclaré la garganta un poco y proseguí- Soy historiador, al menos eso dice mi título universitario- me encogí de hombros con una ligera sonrisa- Quizás mi fascinación por leer e investigar sea lo que me ha conducido a lo largo de mi vida, más que los negocios familiares o cosas por el estilo. Tengo especial predilección por el campo de la Edad Media, existían muchos mitos y leyendas bastante peculiares por aquella época: inmortalidad, criaturas fantásticas, etc- pasé una mano por mi mentón y luego agregué- Los hombres de la antiguedad tenían una gran facilidad para explicar las cosas con la fantasía, ¿no cree?- concluí ocultando mi curiosidad con una máscara de normalidad.