~ Habitación de Dick ~

Que desagradable fue todo eso, no sabía que tanto se caían mal. Daniel se había portado muy amable conmigo, de hecho me agrada mucho. Pero no quiero pensar en eso, no quiero volver a pasar una decepción con lo de Test, por eso no me hago ilusiones. Venía pensando todo esto directo hacia la habitación de Dick, la abrí y luego cogí la caja donde estaba sentada y la metí dentro de la habitación. Sabía que mi hermano me daría sermón peor que Holly Kennedy, pero me aguantaría, me la había pasado muy bien, además el también hace sus cosas y no hay nadie que le diga nada. Bufé tirándome sobre la cama, mientras abria mi sideckik y checaba mi blog.

Entré siguiendo los pasos de Willow, seguía furioso sólo de pensar la forma en que él le había besado la frente... de buena gana le rompía la cara y el resto de los huesos del cuerpo, maldito idiota ~así que estás saliendo con Faraday~ solté sin el menor reparo y clavando la mirada en mi hermana, que se había empezado a concentrar en el maldito sidekick ~Ciara, estoy hablándote por lo menos ten la decencia de mirarme cuando lo hago~ fruncí el ceño y dejé caer el maletón de ropa de golpe sobre el piso, a ver si así llamaba su atención ~¿y bien?~

Suspiré y cerré el aparato. Definitivamente sabía que estaba furioso casi se le salen los ojos cuando Daniel se acercó a besarme la frente. Escuché la bolsa sobre el piso y me sobresalté:
-Solo salimos una vez. –le dije mirándolo, su rostro sonrojado y sus ojos parecían chispear, me senté-
-Pues, me cae bien, fue amable conmigo, solo fuimos a comer. –dije seriamente y era verdad, no tenía porque mentirle a mi hermano, menos ahora que estaba furioso-

Más le valía al grandísimo imbécil tratarla bien, si quería conservar íntegro el cuello, no estaba de buen humor y eso me ponía aún peor ~si por mi fuera, te encadenaba a las patas de la cama y no te dejaba salir, pero sé que será inútil... no me gusta que salgas con él Willow, de hecho, me haría más feliz ir al dentista y escuchar la fresa todo el día~ hice el comparativo porque él sabía cuánto odiaba ir al dentista ~tampoco soy nadie para impedirte nada, a final de cuentas eres mayor de edad, pero quiero que tengas bien claro que él no me agrada, ciertamente lo detesto y si se atreve a volver a ponerte en medio como lo hizo hoy día, o se atreve a tratarte un poco mal, será lo último que haga en esta vida ese perro~ dije en tono serio y con la voz más áspera que de costumbre, la cabeza se me llenó de imágenes de Laylah llorando por el trato que Daniel le había dado y lo mucho que la había lastimado ignorándola en más de una ocasión.

Lo miré asustada por sus palabras mi hermano en verdad odiaba a Faraday. Crucé los brazos e hice un puchero un poco infantil, pensaba volver a ver a Daniel eso que ni que.
-A todo esto ¿Por qué tanto el odio si se puede saber? ¿Quién diablos es Laylah?... Si eran tan amigos como dicen ¿Por qué ahora no se pueden ver ni en pintura? –Bufé un poco molesta, también quería saber la respuestas de todo esto, no solo quería ver a Daniel y a mi hermano pelándose todo el tiempo también quería saber los motivos, porque habían motivos que yo no conocía-

Solté una risilla amarga, recordaba a la perfección cómo nos habíamos conocido, como nos habíamos hecho amigos y cómo llegamos al punto en que nos encontrábamos ahora ~Daniel Faraday y yo hemos sido compañeros de clase y generación desde el introductorio a la UCS, nos hicimos amigos de inmediato, igual que con Drew... era el mejor compañero de estudios, compadre de parrandas y amigo confiable que pudiera haber encontrado jamás~ en esa última parte la voz se me quebró un poco, no pude discernir si de rabia o de melancolía, había veces que todavía extrañaba al idiota de Faraday y sus ocurrencias ~a mediados del primer semestre, él conoció a Laylah Ferguson, una chica de Diseño Gráfico que terminó en el servicio de urgencias por un tobillo esguinzado, los tres nos hicimos amigos hasta el día que Daniel y Laylah comenzaron a estar juntos~ no había notado en qué momento fui a sentarme junto a Ciara en la cama y tenía los puños aferrados en el edredón y una lágrima me cayó por la mejilla ~todo para ellos iba de ensueño y jamás me habría atrevido a poner los ojos en Lily mientras estuviera con mi amigo... pero a la mitad del segundo semestre, luego de las vacaciones de pascua, las cosas cambiaron Daniel se había puesto distante con Lily y estaba muy metido en todos los rollos de la fraternidad, una noche Lily fue a buscarme, estaba llorando y preguntando qué había hecho mal para que Daniel la dejara de lado~ suspiré profundo.

~No voy a entrar en detalles de lo que pasó aquella ocasión, sería faltarte al respeto~ bajé el rostro con tristeza, seguía llorando y me molestaba que aún me doliera tanto todo lo que pasó ~Laylah dejó a Daniel... por mí y desde entonces no podemos vernos el uno al otro, Will, sé que no estuvo bien y que jamás debí mirar a la novia de mi amigo, pero él tampoco tenía derecho a tratarla de esa forma...~ levanté de nuevo el rostro, ya sentía los ojos hinchados ~al final del año Lily fue transferida a Princeton, y acordamos quedar como amigos... la vi el verano pasado en Maryland, está comprometida y quiere ver a Daniel para ofrecerle disculpas y tratar de arreglar todo, siempre se ha sentido totalmente culpable de que la amistad entre Daniel y yo se fuera al demonio~ pasé saliva y cerré los ojos, algunas lágrimas más se resbalaron por mi mejilla y bajé el rostro, no podía mirar a mi hermana, no después de haber reconocido aquello tan malo que había hecho.

Toda esa historia era abrumadora hasta parecía una telenovela mexicana. Me hinqué a su lado para escucharlo con atención no podía creer todo lo que me estaba diciendo, limpié aquella lagrima con uno de mis dedos, pero al final cuando lo miré sentí también su dolor, me dio mucha tristeza que esa amistad se haya ido al caño. Lo abracé y también lloré. Me sentí un poco confundida ahora con toda la situación. Pensé en las posibilidades de que Daniel todavía quisiera aquella chica, de que quiera salir conmigo solo para molestar a mi hermano. Muchas cuestiones empezaron abrumar mi mente. Agité la cabeza para reaccionar de nuevo.

Suspiré y lo miré.
-U, no te puedo prometer no ver a Daniel de nuevo –le dije sinceramente, era mejor que lo supiera por mí que por cualquier otro idiota de la fraternidad- Te juro que si se llega a pasar de listo, lo sabrás por mí. Claro, si dejo que se pase de listo. Tú me conoces.

~No esperaba menos de tí... te conozco y sé que prohibirte verlo es prácticamente empujarte a él, dejaré que tomes tu decisión y formes tu propia opinión... aunque eso no significa que me guste la idea~ fruncí el entrecejo y abracé a mi hermana ~si él intenta hacerte algo, en serio... después de tí, sigo yo... y créeme, no le va a gustar lo que le pase, nadie se mete con mi hermanita~ besé su frente y le acaricié el cabello.

Definitivamente mi hermano era mi héroe.
-Eres un tonto, pero sabes, gracias. –Sonreí mirando a mi hermano que ya estaba más tranquilo- sabes que te adoro grandulón. –lo llené de besos que tanto odiaba y me reí mucho después de eso-.
-¿En qué quieres que te ayude ya que estoy aquí? ¿Compartirás tu habitación con alguien más?.

Suspiré teatralmente ~creo que... te toca colgar ropa en el armario, en lo que desempaco la caja de libros y discos~ le alboroté el cabello, cosa que odiaba desde que era niña ~el último en acabar invita los capuccinos en Starbucks~ salí disparado de la cama y comencé a acomodar libros de la caja.

Me levanté en fa y me puse acomodar toda la ropa de Dick como una maniática, pero también era meticulosa, los Kennedy teníamos un defecto, ser un poco obsesivos en dejar todo a la perfección. Miré de reojo a mi hermano que parecía una tortuga acomodando alfabéticamente sus discos, reí, iba a ganar. Ya me faltaba poco, definitivamente mi hermano necesitaba una nueva remesa de ropa y un fashion emergency.
-¡LISTO! –grité mi victoria y sonreí ampliamente tarándome en la cama-

Bufé... el pequeño monstruito me había ganado de nuevo ~sin comentarios sobre mi ropa, ya me has humillado lo suficiente por hoy así que vamos por los capuccinos~ puse el último disco en su repisa y di la vuelta, en realidad no había llevado muchas cosas y Orión estaba nadando felizmente en su betera ~anda pues monstruito, que todavía tenemos la tarde libre~

(off. abres el post en la cosa de estudiantes?)

EL DÍA DE LA RESACA POR LA NOCHE

Estaba super nerviosa, mi hermano se había ido de una manera muy brusca y extraña a medio día. Me sentía mal por eso. Y, la resaca se había ido y era sabado por la noche. Tal vez le gustaría ir a cenar y al fin contarle lo que había pasado, lo que no vio que pasó ayer por la noché con Daniel, me daba mucha verguenza, pero era en el unico que podía confiar, no quería que por ningun motivo se enterara por segundos o terceros lo que había ocurrido, pero conociendo esta fraternidad seguramente ya se había dado por enterado.

Golpié dos veces en la puerta.
-¿Se puede? -esperaba que me contestara y no siguera extraño como en la tarde-

Había estado parte de la tarde fuera, había que surtir la despensa en la fraternidad... no podíamos seguir manteniéndonos de cereal, leche y huevos, así que fui de compras y una vez que iba de vuelta, vi a Willow fuera de mi habitación llamando a la puerta ~aquí estoy... fui a comprar comida ¿necesitas algo?~ intenté no sonar frío al hablar, pero no lo logré del todo, estaba demasiado dolido, por la falta de confianza y sobre todo, por la forma en que se había expresado con Jesse.

Escuché la sbolsas en el pasillo y la voz de mi hermano giré para mirarlo y me acerqué para ayudarle con las bolsas.
-Quiero hablar contigo -dije de una forma seria- Te venía a invitar a cenar, ¿Tienes hambre? -en verdad quería salir de la fraternidad, todo el dìa me la habia pasado metida aqui y quería aclarar todo con mi hermano por mas vergonzoso y dificil que me resultara, esto era parte de crecer-
-¿Que dices? ¿Sandwiches y cerveza?, invito -sonreí a medias esperaba que aceptara- Necesito hablar contigo en serio. -Supiré levemente mientras llevaba una de las bolsas de viveres- ¿Qué tanto compraste?

Una cena... vaya, eso me sorprendía, no esperaba que la niña quisiera hablar con el malo del cuento ~eh... sí, por qué no sólo déjame meter esto que son cosas que necesitaba ¿te habías dado cuenta de lo mal que limpian las instalaciones? tengo que poner a desinfectar la tina~ levanté las bolsas con cosas de limpieza y entré en la habitación ~aunque creo que podría cambiar contigo eso de cervezas y sandwiches, por vino tinto y comida italiana, tengo ganas de lasagna...~ hablé casualmente, entramos en la habitación y fui a meter todos los implementos de limpieza al baño ~¿tu auto o el mío?~ dije una vez que había salido del baño, traté de parecer lo más natural posible, seguramente me diría que dejara de meterme en lo que no me importaba y que me fuera al demonio si pensaba tocarle un pelo a su adorado Daniel... no estaba seguro de poder soportar algo así, pero tendría que pasar, finalmente, la niña había dejado de ser una niña, aún cuando yo seguía viéndola exactamente igual.

Reí un poco ante los planes de mi hermano, eso si que era divertido.
-Si quieres una mano cuenta conmigo para desinfectar, la cocina lo pide a gritos, y el baño también. tambienl a psicina necesita una buena lavada, quien sabe desde cuando no la desaguan. bufé.
-¿En el tuyo? Comida italiana suena genial -sonreí-

Asentí levemente y revisé las llaves del auto en el bolsillo de mi chamarra ~entonces en marcha... y no sé, si tienes tiempo, humor y ganas, hay cloro suficiente para desinfectar las instalaciones completas~ sonreí para mí mismo al pensar en el lugar perfectamente limpio y sin peste a fiesta.