Reencuentro (Metztli)

Y pensar que terminaría haciendo algo importante en ese pueblucho Sonreí. Era de mañana, recién me había instalado ahí. Había agradecido mucho a Dania el haberme permitido quedarme con ella, pero era hora de que consiguiera mi propia casa. Había preparado un café y salí a sentarme en las escaleras de la puerta principal; observé con detenimiento la zona extensa de casas.

La manada había cambiado muchísimo: Agradecíamos el que Dania estuviese con nosotros nuevamente, pero la ida de Arthuro fue igual de dolorosa, Metztli fue abandonada en el altar, apreté con fuerza la taza, cuánta ira y comentarios había reprimido para no recordarle ello, pero nadie podía evitar sentirlo, la había dañado completamente. Adrian había cambiado, pues no había encontrado a su imprimación en bastante tiempo, por no decir que unos perdieron sus poderes a lo largo; yo en cambio, tuve la fortuna de poder estar con ellos.

Suspiré, no volvería a ser igual, pero teníamos que luchar para cambiar ello, por el bien de todos...Imágenes asaltaron mi mente, recordando aquellos momentos donde lo anterior no hacía la diferencia, y solo era como un susurro...el nacimiento de los niños de Adri, de Metz y la pequeña de Dania...

Sonreí al escuchar a Metz.

-Claro- Me levanté. Tomé por último de mi taza y la metí nuevamente a la cocina. Salí y me acerqué a ella. Le di un gran abrazo y después me puse de cuclillas para observar de más cerca a gemelos.

-Hola...¿como están?- Reí.

-¿Qué? ¿Tengo cara de payaso?- Pregunté a Adam; reí y entonces cargué a Wendy. Era cierto, habían crecido, pues tuve un poco más de dificultad al acomodarla en mis brazos.

-Sip, valió la pena- Miré fijamente a la pequeña y le di unos roces con el dedo en la nariz. -Y dime ¿Cómo está Héctor?- Dirigí mi mirada hacia Metz.

-Así como llegaron, creceran, no se preocupen por ello- Sonreí. Luego miré hacia la casa.

-Falta lo de menos, como unos cuántos muebles, pero los traerán mañana, ya que tuvieron problemas con el auto donde lo llevaban- Sentí que las pequeñas manitas de Wendy me tomaban por el pelo y me despeinaban, en realidad no había bronca, después de todo, ya estaba igual de despeinado.

-Con lo de Adam...quien sabe, tal vez sea natural, pero desde pequeño siempre que le sonreía a un desconocido, increíblemente este me la devolvía...y creéme, no es agradable cuando las chicas lo malentienden; tuve que dar el número telefónico de una pizzeria para que me dejasen en paz, al final terminé ganandome 30% de descuento en el lugar por cada compra al traer tanta clientela- Reí.

-Haces parecer que me agrada- Bufé, disimulando el intento de no estallar de risa por la frase que me había puesto.

-Muchas gracias- Wendy mientras tanto, seguía arremolineandome el cabello. -Perdón si te molesta esto pero...¿No has sabido nada de "él"?- Seguro sabía a quien me refería, cada que pensaba en él tenía unas ganas tremendas de romper todo.

Sonreí tristemente.

-Y yo que pensaba regalarte un nuevo tapete para tu sala- Reí, al ver que no funcionó me acerqué a ella con la niña aún entre mis brazos.

-No te preocupes, si llega a aparecerse, le daré la advertencia- Observé su cara atónita. -De verdad no creeras que Hector no iría a por él, después de todo, te hizo daño, ¿crees que alguno de nosotros lo dejaría pasar así?-

-Ok- Y aunque me hubiera dicho eso, el creciente odio que había dado hacia él no se había apagado, incluso llegué a pensar de que se incrementó.

-¿Rebecca? Ella está estudiando, quiso recuperar la beca que había rechazado, no se sintió bien consigo misma el recordar que "había tirado a la borda su vida" con lo del matrimonio, quiso remediarlo, y yo, no vi problema en eso, aunque casi siempre está estudiando, de cierta forma, estamos iguales respecto a los horarios de visita-

No pude evitar hacerme la imagen de yo y Rebecca...con un bebé entre brazos.

-Esperaré a que termine de estudiar, ahí le pediré matrimonio- Admití mis planes. Me senté junto a ella, Wendy se acomodó mejor en mi regazo al igual que Adam, no paraba de verme; sonreí y le di un beso en la frente.

-¿Tú crees que sería un buen padre?- Pregunté.

-Muchas gracias...y sí, parece que cada que ocurre algo malo, algo más viene y lo cambia todo...la vida resulta ser bastante grata- Sonreí y abracé a Wendy, esta pareció agrader el contacto con la mirada.

-Me llego a preguntar que hubiera sido de mí si no hubiera venido a La Push...- Susurré meditativamente.

-Tienes toda la razón- Concordé con ella ante su profundo pensamiento.

-¿Y de donde ha cogido esos "hábitos de lechuza"?- Pregunté riendo y a la vez curioso. Wendy imitó a su hermano y se acunó. -Corrigo, ¿y de donde "han" cogido esos "hábitos de lechuza"?-

-De hecho, cuando llegué aquí a La Push, mi horario de dormir cambió totalmente, allá dormía cuando mucho una hora y media, aqui tengo el "lujo" de estar de tumbarme en la cama más tiempo, después de todo, siempre habían conflictos por allá- Miré a Wendy, quien parecía ya cerrar pesadamente los párpados.

Reí un poco.

-Tal vez eso me sirva en un futuro...vale- Sonreí y fijé mi mirada en ella, tratando de predecir lo que haría, Adam aún seguía revolcandose en los brazos de Metz.

-Entendido- Con Adam en brazos, subimos a la casa, una vez cerramos, me dirigí hacia uno de los armarios y saqué una cobija. Fui a sentarme en el sofá y se la puse con cuidado.

-¿Y si le damos de comer? Por lo general al estar satisfecho, te da más sueño- Sugerí.