Starbucks [Si, la UCS es cool y tiene Starbucks xD]

Mire su brazo con los ojos como platos y me sonroje por primera vez. Es que esta loco? no voy a caminar de la mano con un chico por todas las instalaciones!
Me levante sin ayuda y tome mi mochila. Me puse al lado del, ignorando su brazo y le sonrei.
-Vamos, claro!- Comence a caminar sola esperando que caminara a mi lado

((Sigue aqui: https://risingsun.forumtwilight.com/universidad-catolica-de-seattle-f58/paseando-por-la-uni-leo-t554.htm ))

Me reí cuando Sasha preguntase si vivía en la misma casa de antes. Dos años habían sido suficientes para levantar una nueva edificación mucho más grande y vistoza que aquella morada de tiempo atrás. Sin embargo, antes de hablar al respecto, tomé un aire más serio:

-Imagino que por frío... te refieras a...-miré alrededor para asegurarme que nadie escuchaba. Luego susurré- vampiresa.

Me fijé en los estudiantes dispersos por ahí, seguramente muchos pertenecían a esa categoría... como unos cuantos en mi clase. Luego, algo más relajado, continué:

-Cuando llegué aquí- expliqué recordando lo que sucediese en aquellos días-, solicité un edificio destinado a ser mi hogar. Claro, eso se llevaría su tiempo, y realmente no me importó mucho, pues planeaba quedarme en esta parte del mundo un buen rato. Pero, concretamente- corregí al darme cuenta de que me estaba extralimitando en detalles-, cambié mi residencia, a una zona en las afueras de Port Angeles, con algo más de espacio- añadí, estando casi seguro de que Sasha sabría a que me refería, al menos con el antecedente de haber conocido mi choza antigua- Imagino que tu has logrado conseguir una habitación en la facultad, ¿cierto?

-Sí, me refiero a una vampireza -le respondí en un tono de voz muy bajito.

Lo bueno es que en esos momentos no estaba ningún vampiro cerca, por lo cual podría descartar que se enterasen que yo sabía su secreto... Al menos, alguna parte de este. Luego, mientras Sev le iba dando vueltas al asunto de la casa, una idea empezó a rondar por mi mente.

-¿Más espacio? Vaya, ¡tu extravagancia no ha cambiado ni un ápice! -le exclamé con una fuerte risa- Y, ¿qué tal las clases? ¿Te tocaron buenos alumnos?

-Quizá te invite luego a ver mi castillo- comenté tras el asunto de la casa, sabía que eso si sonaría extravagante- Mis clases van de maravilla. Me gusta sembrar un poco de caos para incentivar la capacidad mental de mis alumnos, ponerlos a debatir mutuamente, forzar su habilidad analítica- suspiré al dejarme llevar por semejantes ideas- Incluso tengo algunos... lobos y murciélagos en ella. Parecen ser los más participativos- me encogí de hombros- ¿Cómo es medicina?

-Jmm... Castillo -dije- Eso reconfirma mi teoría: Tienes extravagancia patológica.

Me reí y bebí el poco de café que quedaba en el vaso.

-Me podría dar otro café oscuro, ¿por favor? -le pedí al chico.

Pocos segundos después el chico me entregó mi café. Le dí las gracias mientras escuchaba a Sev hablarme de sus clases. Eso de sembrar el caos para incentivar el lado analítico de los estudiantes sonaba acorde a su personalidad y no pude menos que sonreír.

-Vaya, tendré que ir a alguna de esas clases...

Entonces él habló de sus alumnos, mencionando a... ¿Lobos? También había mencionado a los murciélagos, deductiblemente vampiros, pero ¿lobos? ¿Después de todo las historias que mi prima y yo oíamos de pequeñas eran... verdad? Obviamente serían los más participativos, dada su capacidad de almacenar información por siglos y siglos... En el caso de los vampiros. Los lobos... No sabía mucho de su capacidad intelectual... Es más, no sabía casi nada de los lobos!

-¿Lobos? -pregunté- ¿Esa también es una historia cierta?

Suspiré.

-Apenas estoy empezando con la introducción a medicina y pronto tendré la clase de nociones a bioquímica... Pero, por lo que la profesora nos ha dicho, la carrera es justo lo que he soñado. Ahora, si te apetece... Y más te vale que te apetezca -le dije con una sonrisa- Me vas a explicar lo de los lobitos.

Sonreí con un halo de inocencia.

-¿Sí?

Así que Sasha no sabía nada. Mucho más interesante, su amiga vampiresa no le había contado el más mínimo detalle sobre la otra raza de inmortales. Si bien ellos eran menos reservados, sin caer en la indiscreción, sobre su secreto, además de un poco más salvajes, no estaba seguro de si charlar sobre ello sería lo más adecuado para la integridad de Sasha. Suspiré, listo para "soltar la sopa" En cualquier caso, tenía una vampiresa para protegerla, y eso representaba una ventaja, algo reconfortante, ciertamente.

-Claro- dije sin pensar en los detalles a profundidad- Verás: se dice que existen hace mucho, jamás he sabido la fecha exacta. Surgieron, según las leyendas, a raíz de que el jefe de una tribu consiguió unir su espíritu con el del bosque, obteniendo la inmortalidad. Gobernó por muchos años con sabiduría, hasta que decidió envejecer al lado de su esposa- hice una pausa, pues aclararía ese detalle- Sí, al parecer los...- miré alrededor, ellos eran más complicados de distinguir- lobos, licanos, licántropos, cambia formas o como quieras llamarles, son capaces de dejar su inmortalidad cuando lo desean. Son más salvajes que los vampiros y, al igual que ellos, poseen habilidades sobrehumanas, como velocidad, regeneración, olfato y su piel es extremadamente caliente al tacto, como si tuvieran temperatura- añadí mientras tomaba un respiro- Tuve la oportunidad de conocer a una en la zona de La Push la primera vez que estube en América.

Me erguí un poco, buscando indicios de inmortales alrededor... sin resultados, por suerte. Volví a agacharme un poco y agregué entre risas:

-Espero que los Volturi no me cacen después de esto

-Ahm... Déjame ver -dije.

Organizaba las caracteristicas en mi mente. Eran el opuesto casi completo a los vampiros... Si bien podían durar mucho tiempo vivos, Sev había dicho que el primer licano había envejecido junto a su esposa.

-¿Dices que son cuasi inmortales, pero pueden envejecer? -pregunté para cerciorarme.

Me extrañaba que Ally no me los hubiese mencionado, aunque ella trataba no hablar mucho conmigo de su raza y los de su tipo, dada mi vulnerabilidad como humana. "Pfff," resoplé en mi cabeza.

-¿Quieres decir en La Push, La Push? ¿Dónde nos encontramos la primera vez?

No pude menos que asombrarme. Tantas veces que había salido a caminar por el bosque entre ambas poblaciones -Forks y La Push-, encontrándome en el medio de dos legendarias razas... Y sin tener la más mínima idea. Definitivamente, estaaba viva de puro milagro. Entonces fué cuando Sev mencionó a los "Volturi". Sentí un escalofrío recorrerme la espalda. Yo conocía, a falta de una, dos chicas Volturi... Las dos vampirezas bebedoras de sangre humana. Y vivíamos en la misma pensión... Y estudiábamos medicina.

-¿Dijiste "Volturi"? -le pregunté- Tengo dos compañeras apellidadas así...

Sacudí la cabeza.

-Los de ése... Clan -dije, sin saber bien cómo llamarlas- ¿Son más peligrosos? Mi amiga... bueno, siempre está con los pelos de punta cuando ellas me hablan y no hemos tenido tiempo de escabullirnos de la pensión para estudiantes a hablar al respecto.

Me volví a asegurar que el lugar estaba despejado. No obstante, era difícil estar a salvo de ellos. Sus oidos llegaban a casi cualquier parte del planeta, y sus ojos del mismo modo. Eran peligrosos, eran la máxima autoridad en el ámbito vampírico, y eran los más poderosos jamás existidos. Alessandrine me había dado más información sobre ellos, me había advertido sobre sus fantásticas cualidades... y una de ellas era mi alumna a su vez.

Volví a ver a Sasha con algo de temor. Luego, a regañadientes, pero seguro de mi mismo, hablé lo indispensable.

-Sí, ellos concentran una de las más grandes fuerzas inmortales en el mundo. Ya me los encontré una vez, en Estambul- comenté sonriente- Además que tengo a una de ellas en mi clase, Jane- añadí para averiguar si era una de las vampiresas que Sasha había dicho- Es muy participativa, toma la iniciativa. No sé si también ellos me estén cazando estos días, pero al menos estoy seguro que la universidad no es el mejor sitio para conversar sobre algo tan riesgoso, aún cuando ambos tenemos quien nos ayude a combatirlos- esbosé una nueva sonrisa, llena de confianza- Si tu amiga y tú desean hablar sobre ellos, les ofresco mi castillo en Port Angeles. Ha probado ser difícil de penetrar hasta para los vampiros- concluí con satisfacción.

Sonreí con desparpajo.

-Sí, ese no es un tema digno de este Starbucks -dije, refiriéndome más a la universidad que al café en sí- Éste fin de semana iré a tu casa, si no te molesta.

Hice una pausa y tomé más café.

-Tendrás que guiarme, ya que no conozco el camino a la nueva casa -le dije con un guiño- Y, qué tal encontraste Europa a tu vuelta?

Me reí cuando Sasha me pidiese conducirla hasta mi nueva... casa. Dudaba mucho que se perdiese con la simple referencia de la localización de mis aposentos. Aún así, accedí gustoso. Sin embargo, al llegar al asunto de Europa, las cosas se tornaron distintas.

-Europa....- repetí ligeramente melancólico- Nunca será lo mismo para mi. Después de lo de mi padre, las cosas en mi familia se tornaron extremadamente complicadas. Me mantuve errante un tiempo, buscando algo de paz. Al final me di cuenta de que ya no quedaba nada de lo que alguna vez fuese mi hogar, excepto América- añadí sonriendo con algo de dificultades- Bueno, además que había invertido demasiado dinero en mis nuevas poseciones por aquí- concluí suspirando

-Vaya... Lamento lo de los altercados con tu familia...

Ése tipo de cosas me ponían realmente a pensar. Muchos peleaban con sus familiares, los hacían a un lado en sus vidas, y yo que ya no los tenía conmigo daba lo que fuera por tenerlos de vuelta, así fuese a pelear, nada más.

-Bueno... América parece indicada para tí, después de todo -dije con una sonrisa- Somos un capricho del destino... ¿O acaso te imaginaste a gusto en América?

Reí más. Ambos sabíamos la respuesta.

Al igual que Sasha, me reí también. Sobraba responder aquello. Y en ese momento me vinieron a la mente recuerdos, memorias algo incómodas sobre mi pasado en tierra sajona. Lo único que extrañaba de Alemania, sin duda, era mi mejor amiga... Melendil. Habían transcurrido años desde la última vez en que nos encontrasemos, pero, aún así, seguía recordándola ocasionalmente.

-Ciertamente jamás imaginé encontrarme tantas sorpresas en un lugar así... al menos no la primera vez que llegué. Aunque- me froté la barbilla meditando lo que diría-, empiezo a creer que mi padre realmente sabía lo que hacía cuando me envió por aquí... Sí, posiblemente así era... pero no me di cuenta hasta ahora. ¿Sabes? Pudo enviarme a cualquier lugar del mudno, pero escogió cuidadosamente Olympic- añadí con un tono de sospecha

Puse un dedo en la barbilla, pensativa. La pequeña península de Olympic era apenas conocida por sus habitantes y colindantes, nadie más. Sonreí.

-Bueno, si tu padre es tan curioso como tú, es probable que supiese en qué tipo de atolladero te había metido hace dos años, ¿no?

Sonreí gentilmente.

-Tremendas sorpresas te da la vida... -dije.

Rogaba porque Sasha, o cualquier persona, tuvieran la fortuna de jamás conocer al individuo que me adoptase con un miembro de la familia Von Wednar. Mi mente estaba turbia, confundida, aún.

-Mi padre es un monstruo- dije con una sonrisa en el rostro, que no reflejaba otra cosa que el concepto tan terrible que representaba para mi- El desgraciado sabía perfectamente lo que hacía- añadí con algo de ira en mis palabras- Pero prefiero, no recordarlo- pedí con un tono más alegre

-Como quieras... -dije al ver a Sev turbado.

Era lo mínimo que podía hacer por él, dado que también me había aguantado mi inestable humor cuando, hacía dos años, aún lloraba la muerte de mi familia..., Y en ese tipo de cosas es mejor no meterse, a menos que te lo pidan. MIré mi reloj y meneé la cabeza: Ya tenía que entrar a clase.

-Sev, tengo clase -dije sonriéndole a modo de excusa- ¿Tu celular sigue siendo el mismo, para llamarte y cuadrar lo del fin de semana? -le pregunté mientras le daba al dependiente el dinero de los dos cafés que me había tomado.

Me pusé a pensar unos instantes antes de contestar la pregunta de Sasha. Habían pasado dos años y realmente no estaba seguro de si mi número telefónico sería el mismo después de ese lapso, pues no solía poner atención en esos detalles. En cualquier caso, decidí sacar una de las tarjetas de presentación que la universidad me había proporcionado a mi llegada.

-Toma- le dije extendiéndole la rectangular tarjeta azul- Ahí podrás encontrar mi número, pues ya no recuerdo si he cambiado de celular últimamente- dibujé una sonrisa algo tonta por ello- En cuanto lo desees, dame un llamado y con gusto las recibiré en mi castillo

Meneé la cabeza mientras buscaba el papel del seminario de Psicología en mi morral.

-Ahí estás pintado, tú y tu desconcentración -dije en tono de broma. Recibí su tarjeta- Vale, te llamo entonces...¡Adios!

Me alejé a paso apretado del café. Si no me apuraba, llegaría tarde a clase y no pensaba permitírmelo