Cocinando… o tratando ♣ Privado// Francy ♣

Invitado

Hacia poco que había llegado a aquel lugar, pero no podía evitar el sentirse como una intrusa, sabia que aquella no era su casa, y que la mujer que la había adoptado como hija, no era realmente su madre, sino su prima… la menor trataba de hacerse a aquel cambio y de actuar lo mas natural que fuera posible, pero poco era lo que lograba…

Se chica de hebras platinadas se levanto de su cama, y bajo a la cocina… Sabia que no había nadie en casa, y se sentía algo sola, así que haría cualquier cosa que se le pasara por la cabeza para distraerse.

-Hmmm… ¡Ya se! Hare una torta.- Dijo sonriendo. Se puso el delantal y busco un libro de recetas, pues la muchacha no podía ni herver agua sin instrucciones. Siguió las pautas marcadas en el libro, y de momento, todo iba bien. Vertió la mezcla en un molde y la metió en el horno.

-A ver… aquí dice que tarda media hora en cocinarse a 30ºC… la pondré a 60ºC y así estará lista mas rápido.- Dijo, y luego de ponerle la temperatura al horno, comenzó a limpiar la cocina. –Tremendo desastre arme aquí…- se quejo, mientras lavaba la losa.

No habían pasado los 15 min. Cuando un olor a quemado se apodero de la cocina. La chica de mirada bicolor se apresuro a ponerse los guantes y saco el molde del horno. -¿¡Y ahora… que hice mal!?- dijo deprimida, la torta había quedado quemada y plana.

En ese momento la puerta se abrió, y una mujer entro en la cocina…

Genial, otro día nublado. Me dije interiormente mientras que miraba por la ventana a aquel cielo oscuro que no pronosticaba nada bueno con relación al tiempo. No podía negar que me gustaba mucho la lluvia, pero un día soleado no haría mal a nadie.. y menos a mí, que siempre de chica me escapaba del sol, de ahí que mi tez fuese muy clara.

Con mi buzo preferido, uno negro con capucha, y los jeans que siempre usaba, salí de la casa asegurándome de que todos estuviesen dormidos, para no molestarlos. Cerré la puerta con llave y caminé ocultando mi rostro en la capucha del buzo.

No pensaba ir a ningún lugar que fuese al aire libre, ya que, si llovía, terminaría empapada, pero no me resfriaría, cosa que a los demás los alarmaría, ya que no era común que una persona que estuviese mojada de pies a cabeza no tuviese siquiera un resfriado.

Esta vez había salido sin Frankie, que lo había dejado sobre mi cama cuidadosamente para que tampoco se despertase. Esperaba que mis primas no le hiciesen nada.. ni se lo comieran. No creía capaz que ellas llegaran a hacer algo por el estilo.. esperaba que no les gustase comer conejo y el pobre estaría en apuros él solito.

Traté de no prestarles atención a mis pensamientos, aunque fue en vano. Mi prima y mi hija no eran capaces.. ¿o si? Sería mejor asegurarme de que en la casa estuviese todo en orden por las dudas.

En el bar que me encontraba en ese momento, ya que había llegado hace no más de media hora, estaba sentada en una mesa. En el lugar había mucha gente, los meseros estaban completamente ocupados. El griterío de los presentes juraría que a otros los podría dejar sordos, pero no a mí, obvio.

Me paré y cuando iba a alejarme de la mesa en dirección a la puerta un mesero que claramente se notaba que era homosexual se me acercó y me habló.

-¿No piensas pedir nada?

-No.. ya me iba- le respondí secamente con cara de pocos amigos y caminé alejándome de donde se encontraba él y la mesa, saliendo de aquel lugar en el que casi no se podía respirar por la gran cantidad de personas que allí había. Deberían de tener un máximo de gente que pudiese entrar, así casi que ni se podía caminar.

Con mis manos en los bolsillos caminé despreocupadamente en dirección a mi casa, para verificar que verdaderamente no se hubiesen comido a mi Frankie. Al acercarme a esta sentí olor a quemado, cosa que hizo que me preocupase un poco. ¿Quién demonios estaba intentando incendiar la casa? Llegué a corriendo asemejándome lo más posible a la velocidad de un humano al correr y entré en la casa que por afuera estaba como si no se estuviese quemando nada.

Caminé por la casa, oliendo el aire que me llevó hasta la cocina. Escuché un grito y pude reconocer de quien provenía. No dejaría que Lisette tocara más la cocina sin que yo estuviese presente. Que niña, pensé y suspiré antes de traspasar la puerta de la cocina y acercarme a donde ella estaba para ver que era lo que estaba haciendo que generaba aquel no muy rico olor.

Me reí al ver que en un molde de aluminio se encontraba toda una masa negra, que era lo que provocaba el olor.

-Creo que lo que has hecho mal es que lo pusiste más tiempo del requerido, solo eso- le dije aun riéndome.

Invitado

Al escuchar la puerta abrirse, la chica volvió su mirada en dirección a esta. Su rostro enrojeció a mas no poder ante el comentario y las risas de la pelinegro, mientras que la chica de ojos bicolor trataba en vano de esconder el molde de aluminio tras de si. -¿No sabes que es malo reírse de la desgracia ajena?- le reprocho a la recién llegada, mientras fruncía levemente el ceño, pero aquella expresión fue rápidamente reemplazada con una sonrisa.

-Bueno… quería que se cocinara mas rápido…- explico avergonzada, para luego dirigirse al lavaplatos y verter agua sobre el envase, buscando así despegar aquella mezcla del recipiente. –No es mi culpa que el horno halla salido defectuoso…- ahora intentaba culpar al electrodoméstico, cuando sabia bien que este no tenia la culpa.

Dejo el recipiente remojando y se acerco a, Francesca, rodeando el cuello de esta con sus brazos, en forma de un calido abrazo. –Por otro lado, me alegra que volvieras…- dijo en tono dulce, sonriente. –Me sentía muy solita aquí…- explico, mientras apoyaba su cabeza en el hombro de la mayor.

-¿Puedo saber en dónde estabas, Francy…?- inquirió con voz suave, sin soltarse del cuello de su madre.

Continué riéndome a pesar de que me estaba reprochando ello. No pude evitar seguir riendo por su sonrojo, pero luego de unos segundos mi rostro volvió a la normalidad, a estar serio como siempre.

-Lo siento.. pero no es mi culpa que se te haya quemado el veneno que estabas preparando- reprimí una risa, ya que no quería que se sintiese mal por ello. Cualquiera en sus inicios de cocinar cometía algún error como aquel, era inevitable.

No pude evitar reírme esta vez.

-Te equivocas, no puedes lograr eso, tienes que ponerlo a la temperatura que te dice la receta o.. te saldrá como lo que se encuentra bajo el grifo de agua- señalé hacia la pileta del lavaplatos y al envase de aluminio. Le puse mala cara con lo dijo-. Creo que no deberías de echarle la culpa a los electrodomésticos, la culpa es tuya- le reprendí.

Asentí y la abracé también, pero recordé algo al notar que simplemente había un efluvio presente en la casa, el de Lisette.

-Por cierto.. ¿sabes donde se encuentra tu prima Natt?- puse mala cara por ello. No estaba bien que ella saliera a la mañana temprano cuando se suponía que tenía que estar durmiendo en su cuarto y no en la calle haciendo a saber que cosa.

La peiné un poco. ¿Acaso esta niña nunca se peinaba? Suspiré.

-¿Acaso me vigilas, niña?- le pregunté enarcando una ceja, pero luego le sonreí-. Fui a un bar..

La solté y me apoyé en la encimera, junto a la cocina que aun permanecía a temperatura elevada.

-¿Qué era lo que intentabas cocinar?

Invitado

-¡No era veneno!- se defendió, un tanto molesta, volvió su mirada a la mezcla y su expresión volvió a pasar a ser vergüenza.- Bueno… eso creo…- dijo, apartando la vista del molde de aluminio.

Se cuzo de brazos en cuanto la mayor le regaño, pero no protesto, por carecer de argumento a su favor. Sonrío en cuanto la ajena correspondió a su abrazo, pero ante la pregunta de esta última, la chica de cabellos plateados se encogió de hombros. –Nop, ni idea. Eh estado solita toda la mañana… aquí no había ni un alma, a parte de mi, claro…- aquello era cierto, en parte, pues desde que despertó no vio a nadie por el lugar, pero desconocía que el pequeño conejito descansaba en la habitación de la chica de cabellos oscuros.

Movió la cabeza de un lado a otro una vez, Francesca la hubo peinado, frunciendo de nuevo el ceño, eh inflando las mejillas en forma de berrinche. –No hagas eso, no soy una bebe…- le reprocho a la mayor.

-No tiene nada de malo… ¿o si?- respondió inocentemente en cuanto la mayor pregunto que si la estaba vigilando. -¿Tan temprano y ya estas tomando, Francy?- inquirió, para luego acercar mas su rostro al ajeno, buscando el aroma a alcohol. –Pero no hueles a alcohol…- ladeo la cabeza, confundida.

-Bueno… se suponía que iba a ser una torta, pero… quedo más plana que una galleta.- suspiro pesadamente.

-Yo creo que si lo era- le contradije sin siquiera prestarle mucha atención y le sonreí.

Puse mala cara. Esa niña nunca me decía cuando se iba y uno que se preocupa por ella. Cuando volviese a casa tendría que tener una buena charla con ella.. si estaba bajo el techo que me pertenecía tendría que hacerme caso.

-De acuerdo.. luego cuando vuelva la reprenderé- suspiré y cerré los ojos.

La agarré de las mejillas y se las estiré despacio, controlando mi fuerza, para no generar ningún daño en ella.

-Para mí si que lo eres- dije bromeando y dejando de estilarle las mejillas o sino terminaría al estilo bulldog.

Le puse mala cara y me alejé de ella cuando se acercó. ¿Qué se pensaba que era? Nunca había tomado como para alguien me considerase borracha.. como ahora Ette me estaba considerando.

-Claro que no tengo olor a alcohol, enana, si no tome nada- le respondí secamente-. Y en los bares no se toma solo alcohol para tu información.

Suspiré pesadamente y limpié el recipiente de aluminio que aun continuaba debajo del agua para que se soltase esa masa oscura que a mi me parecía veneno aunque no lo fuese realmente, pero era divertido molestarla con eso.

-Hmm.. de acuerdo, de acuerdo, te ayudaré con esa torta para que aprendas- le dije con cierto aire superior que no era verdadero. Seguramente yo no era mucho mejor que ella cocinando.

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