Cacería, antes de volver el trabajo [Camilla S.]

Tema: Cacería, antes de volver el trabajo [Camilla S.] Vie Jul 31, 2009 5:33 pm

Las cosas en Alaska habían dado un rumbo no muy esperado. Amaltea y Freda, no sabíamos nada de ellas. Habían escapado, y quién sabe en qué parte del mundo estaban ahora y bajo qué circunstancias. Había dolido en verdad, tenía un afecto hacia Amaltea ya que ésta había sido mi alumna antes de ser mordida, y no tenía la culpa de los acontecimientos que habían llevado a Freda a hacer esto. No era su culpa que su... Sobrina, hermana, no lo sabía bien, hubiese acabado en las fauces de un vampiro. No era su culpa querer vengarse, eso era natural en los humanos, y los vampiros podíamos comprender aún mejor eso. Y la decepción de Brody y Laurent. Se veían devastados... Como si fueran un par de padres humanos a los que les hubiese acabado de decir "su hijo a muerto", porque podía casi asegurar que así era. Habían perdido a su hija.

Caí silenciosamente sobre el mullido y verdoso suelo del bosque en la península de Olympic. Respiré profundo, sintiendo el olor a hierba húmeda en mis pulmones muertos, los animalitos que corrían en el suelo, un oso a unos veinte kilómetros y un lince a unos seis hacia el norte. La cacería hoy, antes de volver al hospital, sería productiva. Oh, sí que lo sería.

Me eché a correr hacia el norte a toda marcha, pero silenciosamente, para atrapar al lince. Se me hacía agua la boca, además que estaba impaciente por volver al hospital, sentirme de nuevo en Seattle, volver a mi vida "anterior", seguir intentando salvar vidas. Sonreí, al ver a mi presa en medio de una perezosa siesta después de una comilona. Sus reflejos serían más lentos, ya que toda su sangre se encontraba en el estómago y no en sus músculos... Aunque, ni siquiera alerta, un lince llegaba a ser un reto real para uno de mi especie.

El pobre animal no se dió cuenta de nada: Ya había saltado cuando abrió los ojos, y mis dientes se abrían paso a través de la gruesa piel para llegar a sus vasos sanguíneos cuando intentó mover sus débiles patas con el fin de atacar a ese ser que bebía su sangre y le arrebataba la vida con lentitud deliberada. Pocos minutos después, el animal estaba seco. Olisqueé el aire de nuevo, localizando ahora el oso, unos pocos kilómetros más al este... Y además, sintiendo el efluvio de uno de mi especie a pocos metros de mí. Me volví hacia atrás, presintiendo que allí se encontraba el ser, deseando hablar con alguien que me diera noticias. Mi sed estaba aplacada por el momento, ahora quería noticias.

Invitado

Una visita al bosque había sido una idea demasiado tentadora, últimamente cuando me encontraba con algún humano sentía ganas casi incotrolables de seducirlo, llevarlo a un callejón y quitarle la vida, tenía que controlarme y pensar que no estaba bien, me encontraba molesta conmigo misma, por el hecho de negarme a mi naturaleza cazando animales, y también por el hecho de que esos pensamientos cruzaran mi mente, no podía permitirlo, llevaba mas de 20 años intentando acostumbrarme a la dieta de sangre animal, y una parte de mí lo había logrado, feliz por haber encontrado una solución factible a mi repugnancia de matar, pero la otra se encontraba inconforme, deseosa de matar, la otra parte era presa de mi instinto salvaje, pero yo intentaba hacerle caso a mi lado racional, controlarme era lo mejor que podía hacer.

Suspiré frustrada al llegar al bosque, guiandome por los olores, solo dejándome llevar por mis sentidos, en busca de algo mas atractivo que un ciervo...Había un oso hacia el sur, eso me alegró y subió mis expectativas respecto a la cacería de hoy, corrí siguiendo el aroma delicioso, que inundaba mis pulmones, mi garganta clamaba por sentir ese líquido correr, lo necesitaba...vi al oso, olisquiando en busca de una presa para cazar, pero en este caso el sería la presa y no el cazador, sonreí de manera maliciosa y arremetí contra el, casi con furia, lo mordí antes de que pudiera oponer resistencia, el líquido caliente que recorrió mi garganta me hizo sentir mucho mejor, cuando terminé, lo dejé caer, ahora era un cuerpo inerte en el piso...Lástima.

Cuando ya por fin, me encontraba lo suficientemente tranquila como para pensar con claridad, sin dejarme llevar por los terribles deseos de matar a cualquiera, volví a explorar en el aire en busca de algun aroma tentador, pero me encontré con un efluvio diferente, un vampiro...

Caminé en dirección al norte, siguiendo el efluvio que llamaba mi atención y despertaba mi curiosidad, con la caza no se me había movido un solo pelo de su lugar, busqué con la mirada y me detuvé a pocos metros de la mujer frente a mí, y a su lado, el cuerpo de un Lince...sonreí de manera amable, con la vista fija en el animal.

- Buenos Días - susurré - Hoy la caza ha sido buena, hay buenas presas por acá - sonreí a la espera de una respuesta, ella no parecía salvaje y yo no tenía ganas de pelear, me agradaba conocer a alguien de mi especie, y que compartiera mi método de cacería -.

Me volví al percibir la prescencia con aún más fuerza. Mis ojos se encontraron con una de mi especie, que miraba con especial atención al lince que yacía a mis pies. Analicé mejor su efluvio, la vampireza era una vegetariana, al igual que yo. Me alegraba esto, nunca estaba mal conocer más de los de mi especie, que parecían tener una concentración alta en esta parte de los Estados Unidos. Escuché su saludo y su comentario, ante el cual no pude hacer menos que sonreír.

-Buenos días también -la saludé- No puedo hacer menos que estar de acuerdo con usted, no puedo quejarme de las presas que he sentido hoy.

Olisqueé de nuevo el aire hacia el este, podían percibirse más presas, parecían ser venados. No era precisamente la comida más suculenta, pero eran mejor que nada, sobretodo antes de llegar al hospital, a trabajar de nuevo, tras haber estado por meses aislada, conviviendo entre vampiros. Aunque los hábitos no se olvidan, necesitaría comida extra para sobreponerme con más facilidad.

-Me parece haber sentido unos cuantos venados a unos diez kilómetros al este -comenté con tono despreocupado- ¿Le molesta cazar en compañía?

Hice otra pausa y caí en cuenta de algo más.

-Por cierto, soy Marion Blanchard, mucho gusto -dije, tendiéndole mi mano- Y, ¿usted es...?

Invitado

Escuché sus palabras tranquilas, sus ojos dorados - iguales a los míos - también me observaban de manera inquisitiva, escuché su propuesta y una sonrisa se extendió por mis labios, era triste pasar de un gran oso a un insípido ciervo, pero era lo que había, tenía suerte por haber encontrado al Oso, asentí mientras contestaba.

- Un gusto Marion, yo soy Camilla Smith - me presenté y tomé su mano para darle un simple apretón amistoso - Y sí, me gustaría cazar en compañia, nunca cae mal...y me gustaría distraerme - empezamos a correr, 10 kilómetros no eran demasiado cuando eres un vampiro que va a la velocidad de una bala, me detuve en seco junto a ella, observé la manada de ciervos, herbívoros, alimentandose del pasto que había en el bosque, observé a un macho grande, su sangre no era tan tentadora, mas era sangre y eso me nutría, arremetí contra el, y el resto empezó a correr , todos despavoridos, tal vez sabiendo que su final estaba cerca, corté los piel, la carne y los tendones hasta llegar a la parte que me interesaba en verdad, el ciervo quedó seco, y yo...insastisfecha, Marion hacía lo mismo que yo, pero lo divertido era perseguirlos en su intento de huir, localicé a una hembra, mas pequeña pero era suficiente, la perseguí y repetí el procedimiento, al terminar la dejé caer en el cesped y me acomodé el cabello, Esperé que Marion terminara su ciervo - No está mal - susurré - mas no es tan suculento como un Lince o un Oso - hice un puchero de broma - pero no hay demasiado para elegir, es mejor ir a bosques ricos en fieras...eso si que es divertido, toda una experiencia - comenté mientras me sentaba en una piedra y olisquiaba el aire, con la esperanza de encontrar otro oso, o tal vez un puma -.

La sangre de los ciervos no era ni la mitad de satisfactoria que la sangre de un carnívoro, pero no había mucho de dónde elegir. Aún estaba pegada del ciervo que inútilmente se retorcía entre mis manos, mientras yo succionaba su sangre cálida, no tan dulce, pero nutritiva y fortificante. Escuché el comentario de Camilla en susurros y dejé caer al ciervo al suelo, el cual al caer produjo un ruido sordo. Seguro que era pesado, pero en mis brazos se sentía liviano.

-Sin duda es más divertido, pero hay que aprovechar lo que se tiene cerca -comenté, escuchando aún el sonido de los cascos de los otros ciervos corriendo por el bosque. Aún podríamos alcanzarlos, pero estaba casi segura que ni Camilla ni yo querríamos otro ciervo.

Mi pensamiento se vió confirmado al observarla olfatear el aire, intentando localizar una presa nueva. Alcé mi cabeza y cerré los ojos, concentrándome en los efluvios que llegaban a mi nariz. No había mucho que localizar, los rescoldos de la manada de ciervos al oeste, más ciervos al noreste, un perro al sur... Entonces fué que un nuevo aroma llegó a mi nariz. Provenía de lejos, muy lejos al parecer porque el aroma me llegaba tan sutilmente que parecía increíble. Los efluvios correspondían a un par de pumas, probablemente en coito, ya que el efluvio de la hembra permitía sentir las hormonas sexuales con mi nariz. Abrí los ojos lentamente y volví mi cabeza hacia Camilla.

-¿Olfateaste éso? -pregunté, refiriéndome a los pumas que se localizaban al suroeste.

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