::Time to Come Clean::

Su calma no era para nada normal, alguien más había intervenido en el secreto, alguien que lo había descubierto...Pronto las piezas del rompecabezas empezaron a formarse mentalmente en mi cabeza, golpeé mi frente con mi mano libre y luego negué, pero con una pequeña sonrisa. Volví a verlo a los ojos.

-Mamá me delató, ¿No es así?- No tuve que esperar su respuesta, era demasiado obvio. Miré a Anne. -Lo siento por arruinar el secreto, pero mi madre tiene poderes más allá de los que alguien hubiera soñado, logró sonsacarme todo en un segundo- "Un milagro" Dijo Elliot mientras comenzaba a servirse y a comer, a pesar de lo pesado que solía ser, reí, extrañaba su enfadosa y brillante personalidad. Me sentí liberado, pues realmente el peso de mis hombros se había ido, sin duda, esto había sido mejor de lo que esperaba. -¿Nos sentamos?- Pregunté cariñosamente a mi angelito.

Y vale, que ni el era policía ni nosotros eramos criminales, pero si que me sentía culpable. y ahora a los dos les habia dado la vaca loca u otra enfermedad que los hacía comportarse como dos enajenados porque uno andaba de lo más normal, como si nada pasara y el otro se daba un golpe en la cabeza como si hubiera entendido el origen de los pelícanos rojos.

ya no entendía nada, bien perdida que estaba y nadie se dignaba a darme un mapa.

Ike por fin me explicó que le habia contado a su madre y bueno, dejando de lado que mi cara se puso como tomate, porque ya la "suegra" sabía de mi existencia oficial, por lo menos ya podía respirar y sentirme tranquila...en lo posible, que ya me provocaba vetarlos a los dos de todas las chocolaterias del mundo

Dije que sí con la cabeza y tomé el refresco a medias que habia sacado Elliot de la nevera, me senté a tomarlo como si fuera lo único que hubiera bebido en dias, mira que la angustia existencial y las noches sin dormir para saber que todo estaba bien...

-¿No me odias cierto?-le pregunté al repetido número uno que se hacia llamar Elliot separando mi mirada del repetido numero dos y del refresco que ya no tenía sino aire.

-No, ¿Por qué habría de odiarte?- Alcé las cejas con repentina sorpresa. ¿En verdad daba la impresión de que estaba enojado con ella por algo como esto? -Tenían sus razones para ocultarlo, lo entiendo, después de todo, es difícil asimilar todo lo que a ocurrido en los últimos dos años y medio y hacer como si nada ante esta nueva situación- No estaba enojado con Ike, en lo más mínimo.

Miré su botella, llena de aire. -Deberías dejar de tomar así, un día te atragantarás- Dije con una sonrisa, mientras me dirigía a la cocina y sacaba otra botella, nueva, y se la entregaba. Seguí comiendo como si nada, en serio que Anne era como mi hermanita, la quería mucho y para mi mala suerte, yo hacía la función de el hermano sobreprotector que piensa que solo es una frágil pluma.

Creí que si un meteorito caía encima de la casa en este mismo instante, sería un milagro para no responder esa pregunta, Elliot solía ser recoroso, y bueno, tiene razones para serlo. Casi me derrumbo cuando respondió de esa forma, sinceramente creí que se desquitaría, pero me mostró que él es comprensivo, que tuve suerte de tenerlo a mi lado, y que más que nunca, debía de pedirle un millón de perdones para considerarme al menos un buen humano, alguien con sentimientos.

Abrí la lata y la serví en uno de los vasos, comencé a servirme, a pesar de haber comido, o intentar comido, tenía hambre.

El alma me volvió al cuerpo y por fin pude respirar tranquila, de verdad parecía que todo andaba bien, me parecía que no le habiamos dado el crédito que se merecía, ahora mismo se mostraba comprensivo, calmado, racional...como el hermanito postizo que habia conocido antes de que mi vida se convirtiera en un culebrón mexicano.

Sonreí cuando me entregó la otra botella, si que habia extrañado sus episodios "hermano mayor".

Los miré como un par de bichos raros, cada quien concentrado en su comida y solo mirandose.

-Y no se piensan dar un abrazo, un golpecito en la espalda, un zape en la cabeza por lo menos? vamos que han pasado dos años!!-los regañé

-Tú deberías saber mejor que nadie que nuestras relaciones afectivas no siempre son mostradas de forma cariñosa, somos unos bichos raros, lo admito, además sabemos que estamos en buenos términos- Tomé un sorbo de mi vaso. -Pero intuyo que, en lo más profundo del alma de mi querido hermano, está a punto de hacer algo de lo que yo me puedo arrepentir y él no sentiría pena ya que el momento cursi lo pasaría él y yo no, y mientras él procesa toda su información, aprovecho y termino de comer que me muero de hambre desde hace ayer en la noche- No había absolutamente nada en la cocina ¿Por qué demonios creía que compré comida china para merendar y cenar?

Sonreí, bastante satisfecho por que había logrado confundir a Ike con solo decir varios rodeos que eran iguales, las cosas no habían cambiado en nada, él sabía que bromeaba, y que todo seguiría igual, excepto porque Anne tenía el poder para regañarnos, sacarnos de la casa y vender nuestras pertenencias si estaba aburrida.

No entendí una muy buena parte de lo que Elliot-soy-un-genio-y-me-burlo-de-mi-hermano dijo, pero lo tomé como algo positivo, estaba sonriendo, yo con eso era sumamente feliz, había aceptado todo con tanta naturalidad que hasta parecía una mala broma o un sueño, en serio que había dudado de lo que fuera a decir o hacer.

-¿Sabes? Es cierto, es algo de lo que probablemente TÚ te arrepentirás, pero aún agradezco mucho que no me hayas roto la nariz como aquella vez que jugamos futbol americano- Sangré, sangré, y seguí sangrando más, incluso me terminé un paquete considerable de servilletas intentando detener la hemorragia. -Lo cierto es que sí, estoy muy muy pero muy arrepentido de lo que te hice en toda esta etapa donde me querías ayudar y me necesitabas, no actué como un buen hermano, por eso me disculpo, en serio lamento todo por lo que pasaste en el reformatorio, apenas me enteré quise llamarte, pero sabes como es mamá con los exámenes médicos, creyó que si tomaba el teléfono, la radioactividad que emite me iba a volar un brazo- Sonreí, a él siempre le hacía gracia esos comentarios.