No estoy cansada... (Irene)

Invitado

-Sí... las trampas son la mejor parte -asentí-. Pero también lo más peligroso: todo lo que le hagas a los demás conductores puede ser usado en tu contra después. Así se accidentó un amigo mío, pero no fue nada grave -agregué.

Natalie parecía emtusiasmada con la idea de aprender a manejar una motocicleta. Me recordó a mí misma cuando tenía 15 años, la primera vez que había visto una carrera callejera. Había practicado mucho con los demás hasta que pude sacar mi licencia, comprarme una moto y comenzar a competir por mi cuenta. Había sido difícil, pero valió la pena.

Di un par de pasos hacia mi moto y luego le dije:
-Claro, ven. Y de paso me cuentas cuánto sabes, así me será más fácil saber que es lo que te tengo que enseñar -sonreí.

Invitado

—¿Usado en tu contra? Wow, no pensé que luego hicieran juicio... —reí entre dientes y caminé con lentitud hasta llegar junto a la moto— ¿Qué le ocurrió a tu amigo? —entrecerré los ojos y miré a Irene por unos segundos; luego volví la vista a la moto y deslicé la palma de la mano por el asiento.

Suspiré, analizando a mi ritmo cada cosa que veía; casi todo era prácticamente nuevo para mí, incluyendo la aguja del acelerador. Apreté los labios y leí el nombre impreso en plateado, ese "Yamaha" en letras mayúsculas que llamaba la atención. Ese era el tipo de moto por el que te darías vuelta en medio de la calle para no perderla de vista sino hasta que no pudieras verla más... era demasiado genial. Las letras "YBR", también grabadas de la misma forma, eran llamativas por igual. Miré a Irene.

—¿La verdad? No sé nada —reí entre dientes—. Sólo subir. Creo que eso es un buen comienzo —bromeé, sonriendo a medias.

Invitado

-En realidad, los demás aprenden tus trucos y luego los usan contra ti -dije mientras acompañaba a Natalie-. Tom era bueno "encerrando" a los otros conductores, los obligaba a ir hacia un costado y frenar para no chocarse contra él o el cordón de la vereda. Un día, a Tom le hicieron el mismo truco, sólo que él aceleró. El muy tonto creyó que podía adelantarse, pero perdió el control de su motocicleta y rodó varios metros por el pavimento. Nos asustó a todos, pero sólo tenía algunos raspones, no se rompió nada.

Vaya susto me había dado al verlo tendido en medio de la calle, tanto que había abandonado esa carrera sólo para cerciorarme de que estuviera vivo. Tom era mi mejor amigo, el que más me había ayudado a lo largo de esos casi dos años. Y ahora lo extrañaba, quizás demasiado. Suspiré, aprovechando que Natalie estaba ocupada mirando mi moto, la Yamaha que había comprado gracias a Tom...

-Ok, entonces sube -le respondí, riendo.

Invitado

Bien, sube, me dije. Miré por unos segundos el asiento de la moto y luego salté un poco para poder pasar la pierna derecha del otro lado. Me sorprendí al haber hecho eso sin tanta dificultad, ya que me había imaginado cayendo o pasando de largo hacia el otro lado; sonreí levemente, un poco emocionada.

—Wow, eso ha sido genial —dije, más para mí que para que se escuchara. Hice equilibrio plantando firmemente el pie izquierdo en el suelo, me recogí el cabello y miré casi con asombro el tablero de la moto. Me puse a pensar la cantidad de veces que había subido a una moto... ah, sólo una, que inmediatamente me recordó a los hipócritas que había tenido por amigos, esos que se habían dignado a aparecer luego de que me dijeran que vendría a La Push. Todo había sido tan repentino...
Ya, deja de pensar en eso.

—Bien, ahora qué? —pregunté elevando la voz cuando me di cuenta de que Irene se había ido de la realidad. Por un momento pensé que se había paralizado.

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