. . : : Nexcoyotl ~ Boox Bola’ay : : . .

El momento para los hijos de mi hermana había llegado, ella comenzó la oración de Selene, mientras yo le seguía, mis ojos se posaron en la luna, esa luna que una vez vi como ellos la ven a hora cuando acepte mi espíritu el protector desde ese momento hasta ahora.

Observe a los dos pequeños mientras posaba mi concentración en las palabras de Selene, las cuales mi hermana y yo teníamos tatuadas en el alma y ahora brindaría protección alas nuevas generaciones, cerré los ojos para concluir la oración, mientras a nuestro rededor se comenzaba a escuchar pasos, el llamado se complementaba , era hora de empezar

Finalmente el día para enfrentar a aquella colonia de sabandijas había llegado. Benjamin, Hilda, Castor, James y yo nos encontrábamos listos para salir a asesinar algunos vampiros cerca de la medianoche, un momento elegido por mí con total premeditación. Cabía la posibilidad de que los engendros pudiesen esconderse entre la gruesa capa de nieve que cubría el suelo, pero era un riesgo que asumiría sin titubear puesto que mis hombres demandaban acciones inmediatas de su líder.

El frío era tolerable, tan tolerable como una brisa para un humano. El punto de reunión era la enorme puerta del castillo, en donde cuatro centinelas vigilaban las proximidades tanto con la vista como usando el olfato.

Antes de partir, por algún impulso que desconocía completamente, tomé el par de obsequios elaborados especialmente para Adam y Wendy. Seguramente sólo era el hecho de deseear tener la imagen de Metztli y los dos pequeños tan vivaz como me fuese posible... talvez el espíritu de Búho me guiaba sin darme cuenta de ello.

Las paredes de Nachtburg se veían increíblemente hermosas, con un memorable color blanco iluminado por la mismísima Luna. Me concentré en la misión que tenía por delante... hasta que un potente aroma, reconocible incluso al aire libre y entre tantos cambiaformas, inhundó mis sentidos, deleitándome al instante.

Me acerqué al grupo de combate con el cual saldría, exhibiendo la misma expresión inhumana y gélida de siempre, por más que mis pensamientos morasen en un lugar diferente. La gabardina dejó de moverse al compás de mi firme avance, tras lo cual mi voz, llena de autoridad, se escuchó.

-Vayan delante, al sitio en que aguardaremos el momento adecuado para atacar. Tengo que asegurarme de que la zona alrededor del castillo esté limpia.

Todos asintieron en silencio, comenzando a viajar en dirección a la colonia de vampiros. Yo me desvié, siguiendo el rastro en silencio, esperando que todo estuviese bien... deseando que Metztli y... ¿Bianca?... la situación se tornaba aún más confusa...

Finalmente divisé un claro donde la Luna regalaba sus rayos nocturnos con mayor claridad... en él pude distinguir fácilmente varias siluetas y una de ellas inconfundible... Incuestionablemente algo sucedía, y por ello decidí recorrer la distancia hasta el sitio en que tan familiares personas se ubicaban.

-¿Qué está sucediendo?- pregunté a una distancia prudente, con un tinte frío al igual que mi expresión, aunque cierto matiz de curiosidad se asomaba con fuerza.

Al terminar la oración, ante los ojos de los presentes se revelaron las formas que les guiarían en su camino, las formas reveladas dejaron perpleja a mi hermana y a Lucian que ahora presenciaba esta bendición.

-creo que Selene a hablado, hermana... si buscas respuestas sobre la estrella que haz seguido, alguien se encargo de dártela hoy-, dije hablando por lo bajo, para que ella me oyera.

Mire a Lucian con un gesto serio, dando un paso hacia atrás para darle espacio y observar esas formas tan claras formadas en los pequeños, -es mas padre el que cría, que el que engendra…-, dije en una voz audible para los presentes, sin perder el tono serio que la ocasión significaba y ameritaba.

Siglos enteros habían trasnscurrido desde la última vez que atestiguase algo semejante. Estaba seguro, pese al paso del tiempo, que ese era un ritual, quizás no podía precisar su naturaleza a causa de lo inexperto que era en el tema.

Me quedé estático, mirando simplemente, incapaz de moverme un sólo milímetro. El momento más maravilloso, según tenía entendido y aprendido, de la vida de un cambiaformas era el que Adam y Wendy estaban por vivir.

Incluso, contrario a lo que se podría esperar, fui capaz de entender la lengua en que Metztli se expresaba, recurriendo a una parte de mis antiguos conocimientos. Miré atento lo que sucedía delante de mis ojos, incapaz de mostrar emoción distinta a sorpresa absoluta. Instintivamente, retiré mi gabardina, colocándola en mi brazo derecho, permitiendo al frío golpear con toda su fuerza el cuerpo ancestral que poseía para merodear en el mundo.

Después, un segundo después, una brillante luz me dejó ciego por unos momentos. Sonreí de forma alegre sin exactamente poder explicarme la razón... al menos no el tiempo que estuve incapaz de mirar mi entorno, sólamente especulante a una enorme velocidad.

La sorpresa más maravillosa de todas, así como la menos anticipada por mi mente calculadora, se presentó ante todos una vez recobramos el dote de la visión. Levanté, lentamente, la manga derecha de mi camisa, aquella que cubría la marca en mí, la marca de mis raíces. ¿Había sido el padre de aquel niño de la misma tribu que yo?... o acaso... Eso era imposible, absolutamente.

-Silent Strider...-

Murmuré impactado, sacando el par de medallones de plata guardados en mi gabardina con anticipación, observando a los gemelos. Con pasos decididos, me atreví a irrumpir, movido por un extraño sentimiento de paternidad que crecía incontrolablemente en mi ser.

-Sé que apenas y saben quien es el monstruo que se presenta ante ustedes- comencé tomando el medallón en forma de media Luna que tenía destinado para Wendy-, pero creánme, han despertado un sentimiento de amor muy grande de mi parte para ambos- coloqué aquel pequeño signo de afecto sobre el cuello de Wendy, tras lo cual me dirigí frente a Adam, quien me miraba con analíticos ojos- Su mayor fuerza siempre serán ustedes mismos y el lazo tan poderoso que comparten desde el nacimiento. En ustedes descansa la sabiduría y la fuerza de hoy hasta siempre- concluí, poniendo ahora el medallón que completaba a la perfección la otra mitad que portaba Wendy.

Acto seguido, retrocí despacio, mirando a cada uno alternadamente, aún sin comprender la razón por la cual Adam había sido marcado de la misma forma que yo... esperando, sólamente, que su vida fuese plena y alegre... a diferencia del infierno que viviese durante mil años.

Metztli lloraba... pero no era de ira, como meses atrás... Mi corazón se conmovió con aquella escena tan memorable. Jamás, pasara lo que pasara, podría olvidar esa noche llena de dicha y plenitud. Era más de lo que podía asimilar, más de lo que podía desear, más de lo que podía merecer.

¿Qué mejor acontecimiento para sellar con diamante aquel momento que un divino beso de mi adorada dama de la Luna? Estaba plagado de emociones tan intensas como satisfactorias. Sujeté a Metztli por la cintura mientras aferraba ese beso tanto como era posible para seres de nuestra condición, buscando prolongarle hasta la eternidad... no sabía si volvería del combate que me esperaba, pero bajo las circunstancias actuales, era mi deber.

Finalmente tuve que dejarla separarse de mí, para que regresase con ambos pequeños, no sin percatarme que ella intuía mi partida de algún modo. Me acerqué donde Adam, quien me buscaba con sus tiernas manos, las cuales sujeté con delicadeza.

-Volveré, juro que regresaré. Ni el cielo, ni la tierra, ni lo que mora en ellos podrá evitar que vuelva a estar con ustedes- una tímida lágrima de felicidad circuló por mi mejilla derecha, prácticamente oculta a la vista. Me puse en pie de nueva cuenta, ahora completamente motivado- Nos veremos

Dicho esto, me giré para ir al encuentro de mi equipo, quienes, seguramente, estarían preparados para luchar en cuanto llegase.