¿Qué es lo que te preocupa?

Viviendo en un mundo en blanco y negro… donde el dorado y el rojo eran los únicos malditos colores que se lograban divisar, intente averiguar más de aquellas historias donde las sombras eran seres que permanecían al lado de las personas queridas, en realidad no sabia que tan ciertas fueran pero la verdad quería creer en ellas, debía pensar que esas sombras que me atormentaban de pequeña no eran más que mi madre intentando guiarme. Haciéndome quedar como una loca muchas veces… ¿porque no había dejado alguna señal?.. ¿Por qué mi padre nunca la nombro?... ¿de verdad había muerto de cáncer?...

Odiaba mi no vida, tan mediocre… la humanidad se volvía peor cada día y yo tendría que vivir los años suficientes para presenciarlos, mi existencia cada vez se alejaba más de la perfección que deseaba alcanzar. Soñaba despierta… si soñar… era lo único que me quedaba por hacer.

Caminé por Seattle ya era más de media noche el día había estado soleado por lo que el cielo estaba despejado y la luna irradiaba luz como una perfecta luciérnaga, las sombras a mi lado avanzaban abrazando a cada persona que pasaba por mi lado… soledad… ¿era entonces la mejor compañera?... no lo sabía, ya no tenia nada claro y eso me enfurecía. Detestaba no tener las cosas controladas.

Un olor familiar me hizo detener… pizza… me quede mirando el interior de un restaurante italiano como una fría muñeca de porcelana, recuerdos… tristes recuerdos… un suspiro melancólico, y lagrimas secas… no habían palabras, solo ese dolor punzante en el pecho.

- Me importa bien poco lo que digas, sé que nos están siguiendo.- se paró en seco y giró para mirarle fijamente con unos brillantes ojos negros suplicantes. Respiraba con dificultad y se movía nerviosa, haciendo que la larga cola que llevaba diera sacudidas de un lado para otro. Era joven, al igual que su acompañante y ambos llevaban similares cazadoras de cuero negro.
-Jenny…-se dio la vuelta y miró a su alrededor con una sonrisa de suficiencia- Estamos completamente solos, tal vez te lo hayas imaginado, relájate…-le agarró por la cintura y acercó hasta él, ella se zafó y comenzó a andar mirando hacia atrás.
- Haz lo que te de la jodida gana, pero yo no me lo he imaginado. Bah, me voy a mi casa.- y sin más se fue de allí, dejando al chico solo…o quizás no tanto.

Me dejé ver cuando ella se hubo alejado lo suficiente, mientras el chico murmuraba tonterías a las que preferí no prestar atención. Sobre un muro de ladrillo pocos centímetros más alto que él, en cuclillas y con los brazos caídos y las manos cruzadas decidí llamar su atención y regalarle lo último que oiría de este mundo.
- ¿Sabes? Creo que deberías de hacerle más caso a los demás…- me observaba con ojos desorbitados y aterrorizados, no le culpaba, había salido de la nada y mi aspecto debía de aterrorizarle: demasiado perfecta para ser humana, demasiado real para ser una quimera, demasiado angelical para ser un demonio pero demasiado aterradora para ser un ángel. Me encogí de hombros y esbocé una malévola sonrisa- La próxima vez será...


Jugueteé con el llavero de mi coche sentada en un banco frente al restaurante italiano. Satisfecha y sonriente cantaba en voz baja una canción infantil . Debía de ser una imagen un tanto siniestra ya que la gente me evitaba y pasaba junto a mí a no menos de dos metros de distancia…me pregunté qué habrían hecho si supieran lo que hice minutos antes. Un aroma conocido llegó hasta mí, levanté la mirada del llavero y me encontré con una Freda cuya mirada se perdía y parecía atravesar el restaurante e ir más allá.
- ¿Qué prefieres, la pizza o los italianos?-hablé alto y claro, para llamar su atención y que así sacarle de su ensimismamiento.

Agonizante era la palabra exacta que yo buscaba, los humanos vivían agonizantes día a día sin saber que en cualquier momento morirían, absortos en sus imperfectas vidas, sin preocuparse de todo los que lo rodeaba, viviendo en un mundo de fantasías, donde ellos eran el eje del universo, pero no era así… solo eran golosinas las cuales en un descuido terminaban siendo devoradas… o destrozadas, como yo lo había hecho.

¿Pero en verdad yo repudiaba esa vida agonizante?, ellos podían dormir, llorar… sentir, ellos podían morir.

Fría miraba a través de ese frágil vidrio mientras las personas chillaban de alegría, mis manos se iban formando en un puño y mi olfato se perdía en aquellos aromas que ahora ya no eran apetecibles. Una voz que familiar, de una persona que no conocía, hice memoria de años atrás donde aun vivía en Forks, había asistido con ella a las clases de pintura, cuando mi padre aun existía y éramos relativamente felices. Me volteé lentamente como cualquier humano, la perfecta actriz para la perfecta comedia melodramática.

-no seguimos la misma dieta… pero el aroma de los italianos es mejor que el de las pizzas- dije sin un rastro de alegría en mi voz, mi mirada se fijo en aquellos ojos escarlata que brillaban con un aire aterrador.

-¿Cómo estuvo la cena hoy?- pregunté dando un paso hacia ella, siempre tuve dudas de cómo era su vida, yo no conocía más otra que la que me había enseñado Laurent a apreciar.

Reí suavemente y continué haciéndolo mientras comenzaba a juguetear de nuevo con el llavero. Cavilé sobre su pregunta, los vegetarianos no vivían, sobrevivían y estaban atados a su naturaleza por lo que aunque ellos no quisieran seguían deseando la sangre humana. Una vida de sufrimiento de la que yo me alejé cada vez más hasta el punto en el que la sensación de superioridad frente a los humanos se hacía más intensa por momentos. Cada vez más alejada de la Hémera humana y más cercana al vampiro carnívoro en el que me había convertido, olvidarme de los sentimientos humanos y abrazar la frialdad era algo que buscaba en mi día a día. Necesario para no dejar que mi naturaleza me atormente, pero la forma definitiva de decirle adiós a todo lo que fui en mi otra vida.

Me di cuenta de que había dejado de sonreir, ahora estaba seria al igual que Freda y con la misma frialdad le contesté.
- No me puedo quejar, era joven y su forma de vida aún no había causado demasiados estragos en él- por muy raro que pareciera, drogodependientes estaban a salvo de que un vampiro se alimentara de él...exceptuando que fuera el primero para alguno como lo fue en mi caso. Miré de nuevo a mi interlocutora con una sonrisa socarrona- ¿Y tú? ¿Ya has cenado o estás buscando a algún gato?

Lancé las llaves otra vez, aunque esta las atrapé en el aire: Faltaba el llavero de la fraternidad. ¿Dónde se había caído? Pensé por un momento en el callejón vacío donde maté al chico, no, ahí no podía ser ya que las llevaba guardadas o al menos eso creía...

Pude reír ante su pequeña broma pero no lo hice, las cosas no andaban para ese tipo de demostración anímica. No podía comprender la mentalidad de los carnívoros, ni con la frialdad que podían matar sin sentir remordimiento alguno. Yo nunca había matado a un ser hasta que me convertirme en la bestialidad que era ahora, y aun algunas muertes no me dejaban en paz.

La pregunta era... ¿Cómo logran ser tan fuertes? Parte de mi los envidiaba ¿por qué tenía que ser tan débil?... quizás la crianza que me habían dado ambos padres me hizo ser el la vampira que era ahora, con problemas de personalidad y serios trastornos compulsivos, me criaron para ser una joven sensible y de buen corazón, que acepta a los humanos y quiere lo mejor para ellos… ¿Pero yo seguía al pie de la letra todo?, los toleraba a mi manera, aunque habían varias cosas que me molestaban de ellos, además de tener que convivir con ese constante efluvio que desgarraba mi garganta.

-cene hace un par de días, no necesito tener que beber todos los días para subsistir, y en esta ciudad no se encuentran los gatos que a mi me gustan- afirmé mi cuerpo en un poste de luz, el cual se inclino levente por el peso que estaba ejerciendo. Mis movimientos continuaban siendo un tanto bruscos, acababa de cumplir recién un año de mi conversión, no se me podía pedir mucho.

Las personas continuaban pasando a nuestro lado mirándonos sorprendidos si es que se le podía llamar así a la manera con que nos miraban, humanos… tan predecibles.

-¿Cómo lo haces?... ¿Cómo logras matar sin que el cargo de conciencia no quede estancado en tu cabeza?-pregunté en susurros sin mirarla como si yo misma fuera capaz de responderme esa pregunta, y así era mas no quería ni pensar en las repercusiones que eso arrastraría.

Me sorprendió que me formulara la pregunta. Los vegetarianos, desde mi punto de vista y por los pocos que había conocido, estaban orgullosos de ser lo que eran, y mostrar "debilidad" ante los carnívoros era como rendirse en una especie de disputa silenciosa en la que unos sostenían que eran dueños de su instinto y otros nos dejábamos llevar por él. La respuesta era muy fácil, ella misma la sabría, dejar a un lado su humanidad y comportarse como lo que era no como lo que fue. Bien era cierto que ni siquiera para mí era algo fácil, se trataba de olvidarse de lo que una vez fuiste, algo aparentemente fácil pero que llevado a la práctica no lo era. Cinco minutos humanos no eran lo mismo que cinco vampiros, para nosotros el tiempo desaparece, sabes que no vas a morir y por lo tanto no tienes por qué vivir el momento; pero los humanos son diferentes, ellos sí viven.

-Abrazo el frío y me olvido de lo que un día fui. Dejo que la transformación siga su curso, ya sabes, no sólo cambios físicos, sino también...-me di un par de toques con el dedo índice en la sien al mismo tiempo que asentía lentamente. Esperaba a que me mirara y para conseguirlo le formulé yo otra pregunta- ¿Y vosotros? ¿Cómo sois capaces de sobrevivir de esa forma? Vivir toda la eternidad enfrentado a tu naturaleza...

Me quede analizando su voz y sus gráciles y delicados movimientos. Su respuesta quedó dando tumbos en mi cabeza, si bien lo sabía las cosas pintaban diferentes en mi diario vivir, siempre me preguntaba que abría pasado si desde un principio me hubiese arrancado de la casa en forks y asesinado a cuanto humano se me cruzase… talvez sería como ella, sin estar con ese miedo constante a que cualquier error dañe a uno de mis padres.

Cruce mis brazos sobre mi pecho para dar la impresión de ser una humana más. Miré cuando señalo su cabeza, el problema era que todo lo entendía y el saber que mi familia y yo nadábamos contra la corriente era algo que aun me costaba trabajo adaptarme.

-no viviendo… solo existiendo- susurré tan bajo que solo un vampiro sería capaz de escucharlo, sonreí hipócritamente y traté de deshacer aquellas ideas, no podía fallar, tenía que ser la hija perfecta, para al menos ser perfecta en algo… -todo va en la crianza Hémera, para mi suerte- o mi desgracia – Laurent y Brody me orientaron a ser lo que soy ahora, para ellos cada ser pensante es importante, y a pesar de tener que estar luchando constantemente contra nuestros instintos, la humanidad vale más que la sed que podamos sentir- esas no eran mis palabras y lo más extraño era que se escuchaban como si así fueran. Solo repetía con voz pacifica lo que decía el chip implantado en mi cerebro. Caminé unos pasos y me senté en unas bancas que daban la mejor vista al espectáculo humano… “personas comiendo”.

La luz tenue iluminaba nuestros pálidos rostros en la oscuridad de la noche, dándonos ese aspecto siniestro que solo nuestra especie podía representar con claridad -¿Qué hay de ti Hémera… nunca tuviste alguien que te enseñara a valorar las cosas?- pregunté esta vez sin una gota de arrogancia en mi voz.

/off: perdón la demora ando con crisis literaria xD/

Dejé de mirarla cuando me respondió, tampoco miraba a ningún sitio en concreto, me dedicaba a pensar acerca de lo que me había dicho. Una conversación entre vampiros cuyos valores, si es que se tienen, son completamente diferentes puede ser muy larga ya que se trata más del eterno monógolo interior al que ocasionalmente se añaden palabras ajenas que contribuyen a que el monólogo tome un determinado rumbo. Las últimas palabras de Freda hicieron que mi rumbo se torciera demasiado, tanto que lo reflejé exteriormente. Me puse tensa y la ardiente lava de mis ojos se convirtió en un par de fríos rubíes.

Sí que la había tenido...pero eso pertenecía a la vida que intentaba dejar atrás, a la humana. No era algo que quisiera recordar, los solitarios cuatro años junto a mi padre en Forks, mis últimos cuatro años como humana...antes de que todo se volviera frío. No volví a mirar a Freda cuando le contesté, mi voz, sin emoción alguna podría haberse confundido con el susurro de la brisa.

-Tampoco creo que lo necesitara.- permanecí completamente inmóvil, sabía que ahora a mis plabras les seguían un incómodo silencio que yo no tenía intención de romper. Ante nosotros pasaba la chica que acompañaba a mi cena antes, pura casualidad. Murmuraba enfadada mientras pasaba a grandes zancadas frente al banco y toqueteaba el móvil "Maldito capullo, ¿quieres cogerlo?", "Esta me la va a pagar...ese inútil desgraciado". Ni yo misma podría haberlo definido mejor, sí, inútil desgraciado era la palabra perfecta.

[Off: No pasa nada, como ves, yo estoy igual xD]

Su voz era apaciguada y sus ojos se tornaron fríos, sin emociones aparentes otra prefecta actriz, los vampiros éramos expertos en esconder lo que en verdad sentíamos al no poder sonrojarnos o llorar parecíamos muñecos siempre estáticos y sin corazón… pero eso era cierto no poseíamos un corazón latiente.

¿De verdad podía creer en lo que estaba diciendo?, todos necesitábamos a personas que nos apoyen u guíen a pesar de que nos hiciéramos los duros, nuestra vida necesitaba otra cosa además de la sangre. El viento mecía mis castaños y lacios cabellos, crucé mis piernas, una pequeña mueca de confusión se dejo ver en mi rostro. Cabía la posibilidad de que yo fuera la que estuviese equivocada y tal vez sola estaría mejor… no lo sabía, nunca lo había estado totalmente.

Dejamos que las voces de los transeúntes irrumpieran el silencio, una joven alterada caminaba chillándole al móvil, permanecí en mi lugar como si me fuera a quedar allí toda la eternidad. La miré formulando miles de preguntas en mi cabeza, pero no sabía hasta que punto fueran coherentes o adecuadas. ¿Importaba en realidad?, sonreí sin alegría mirando más allá de donde ella se encontraba, perdiéndome en la carretera y en las luces de los vehículos.

-sé que no es sencillo darnos cuenta de lo que necesitamos- mi voz era baja tanto así que un humano no la podría escuchar, imité un suspiro - este es un juego que nunca debimos jugar… una maldición… o ¿una bendición?- ya estaba actuando como una desquiciada ni siquiera sabia porque dije eso en voz alta y no se quedo trancado en mi cerebro.

Me relajé un poco al ver que no pretendía que la conversación siguiera ese mismo camino, al menos no directamente. El vampirismo seguía siendo nuestro tema de conversación y esta vez Freda se encaminaba por la eterna pregunta ¿somos afortunados o desgraciados? Sabía de sobra mi propia prespuesta, desde que me desperté en el bosque siendo vampiro, desde que maté al primer humano, desde que abrazara el frío... Lo que sí me preguntaba era lo que Freda pensara, un vampiro vegetariano, con familia y ligada a la vida humana ¿era desgraciada por ir contra su naturaleza? ¿o se sentía afortunada por ser capaz de enfrentarse con éxito a ella? Estefan era el único vampiro vegetariano por el que sentía algo de aprecio y con el que tantas veces había hablado, en un debate que seguíamos cuando nos econtrábamos, aunque del último encuentro ya hiciera mucho tiempo, hablábamos sobre nuestro estado, cómo nos comportábamos ante este cambio,...

Seguí las palabras de Freda con tranquilidad y pensando sobre lo que iba a decir.
-No alimentamos de muerte, ya sea humana o animal; seremos los testigos de las desgracias que se sucedan a lo largo de la historia... ¿en serio has llegado a pensar que esto es una bendición?- alcé un poco, muy poco la voz con la pregunta como si quisiera asegurarme de que la había oído bien. Y es que no sabía exactamente porqué, pero pensaba que ella compartía mi misma opinión: estábamos malditos.

Sentí un ligero temblor en el respaldo del banco cuando Freda arrancó un pedazo de él. Sus preguntas me las había hecho numerosas veces a mí misma y nunca había encontrado una respuesta, al menos, coherente. No éramos los dueños de nuestro destino, aunque este fuera bastante predecible teniendo la eternidad por delante.

-A veces pienso en que es cosa del destino, tal vez un pago por errores cometidos, pero por más que intento recordar el error que yo cometí no lo consigo...es más fácil pensar que son cosas que pasan.-hice una pausa, sí, como especie preguntó mas fui incapaz de pensar en nosotros en general, como especie- Los orígenes de nuestra especie, completamente desconocidos por mí, se me antojan necesarios para poder determinar el rumbo de esto a lo que, ignorando determinados hechos, podemos llamar vida. No creo que sea un castigo divino ni nada por el estilo, como antes dije, no encuentro el pecado; cosas que pasan, sí, es algo tan abstracto que intentar obtener una respuesta, añadiendo el estado de ignorancia en el que nos encontramos respecto a este tema, sería prácticamente imposible. ¿Cuántas veces has pensado en esto y cuántas has obtenido respuesta?- dejé la pregunta ahí, que la tomara como retórica si quería o no, aunque me interesaba saber si encontró alguna vez respuesta...

No era la persona más indicada para darle respuestas a Freda, nosotras no podíamos más que intercambiar preguntas y puntos de vista. Vivir sin saber exactamente qué y por qué eres lo que eres podía verse como otro castigo más, pero este siempre nos acompañaba, era latente en todos los de nuestra raza.