El comienzo de una nueva Era ((Caminantes Silenciosos)

Diez años atrás, cuando comprase aquella propiedad en Port Angeles, jamás creí que fuese a servirme. Incluso, he de admitir, la pensé como un regalo para Seprov después de que éste aceptase su destino y se instalase cómodamente en esa parte del globo. Sin embargo, las turbias aguas del destino fueron contrarias a mis designios, aunque, por suerte, mandé construir, secretamente, algunos anexos muy útiles a esa edificación, relativamente antigua. Así mismo, un buen mantenimiento fue requerido para regresar la mansión a su estado de esplendor.

Había pedido a Lucrecia que reuniese a la manada en el "Castillo Peregrino", el nombre de la mansión que poseyese y ahora compartiese con el resto del equipo. Myhr, no obstante, sabía su ubicación al haber sido mi acompañante en la recolección del cargamento proveniente desde Alemania. Encontrarían, pese a todo, un sitio relativamente en proceso de decoración y demás, lo cual me venía importando bien poco, pues lo primordial radicaba en la organización de nuestro equipo cuanto antes.

Llegué una hora antes de la cita, pues quería encontrarme sólo y recorrer la fortaleza por un rato. Afortunadamente, el molesto mayordomo se encontraba ocupado en algunos asuntos que yo mismo le asignase con anterioridad. Subía a lo alto de la entrada, por las escaleras que corrían detrás de esta, al pequeño balcón que dominaba el acceso a la mansión.

El sol era algo que me molestaba ese día, pero un punto que soportaría estóicamente, sin duda. Tomé entre mis ásperas manos una taza de porcelana ubicada en una pequeña mesa detrás del balcón, con la cual me puse a jugar unos instantes. La devolví a su lugar y mantuve la mirada fija en el horizonte, hasta que el aroma de otros semejantes a mi me hizo despertar del letargo en que me encontraba inmerso. La misma expresión inhumana se mantuvo firme en mi rostro, incapaz de demostrar alguna clase de sentimiento. Me crucé de brazos aguardando a que llegaran todos.

Vaya, el lugar era impresionante, Lucian estaba muy volcado con la causa... extraño.

Quede boquiabierta con el lugar, entonces repare en Lucian que me observaba con desde un balcón, salude con un gesto de la mano, a mi espalda Shadows y Bianca me flanqueaban. Recorri el tramo que me quedaba hasta la puerta, y me detuve un momento, antes de decidirme a abrir las portezuelas, cuando lo ize un olor a antiguad me inundo, y... repare en un viejo que me observaba con una mirada extraña. ¿Teniamos humanos en la casa? Eche una mirada de soslayo a Shadows y luego a Bianca, no habia contado con algo asi.

Que precioso castillos - Dije intentando no prestarle atencion al viejete, pero mi conciencia puede mas que yo... Vaya modales.... menos mal que no hecha rayos pulverizadores por los ojos... pense y deje escapar una risita - Hola! - Dije algo alegre. Ese señor me va a ojear Segui pensando cuando el anciano me miro.

Lucrecia nos habia pedoso a Shadows y a mi ir al castillo con ella, al llegar me quede perpleja ante lo que veian mis ojos, era una construccion imponente, seguimos caminando y observe el saludo de Lucrecia a Lucian, solo me limite a asentir con la cabeza, llegamos a la puerta, atendi un humano la puerta.

Capte la mirada que nos dirigio Lucresia, solo la observe y conteste en voz baja casi audible, creo que tenemos algo con lo que no contabamos, pero nada que no se pueda manejar, seguia flanqueandola cuando entramos al castillo, el cual despedia un olor "peculiar", pero tolerable.

Que educación era esta, ni siquiera habian llamado a la puerta, las observe de arriba a abajo sin disimulo, el antiguo dueño tenia mas clase desde luego. -El señor les atendera enseguida, esperen un momento por favor, mientras tanto, ¿tienen algun equipaje del que deseen que me aga cargo? - Malditas fulanas carentes de modales.

Ya habia terminado las tareas para el "señor" y observe a la escalera esperando a que bajara en cualquier momento. Vamos, seguro que estas deseando pedirme algo mas alimañana mugrienta, deberia quemar el castillo con vosotros dentro antes que permitir que vuestras hediondas mercedes lo profanen.

Parte de los miembros de la manada acababan de llegar. Pesé a que los rayos del astro rey impedían, en cierta manera, vislumbrar correctamente sus rostros, llenos cada uno de un peculiar toque que les volvía únicos en el circo de Lucrecia, sus esencias me fueron casi familiares en cuanto logré percibirlas con la claridad de la tarde. Liberé ambos brazos mientras me daba media vuelta, apenas asintiendo al saludo de mi alpha, por mucho que pudiese caer en una descortesía. De cualquier modo, ella me conocía lo sufiente para aguardar comportamiento semejante de mi persona.

Cerré detrás de mi las puertas de madera, cuyo blanquecino barnizado emitiese un tímido fulgor durante el día; un par de vidrios cuadrados colocados casi a la mitad, cada uno de medio metro, tras los cuales descansaban dos finas cortinas de lino blanco, completaban el toque de elegancia semi perfecto de aquellas piezas. El ruido de ambas fue inaudible, gracias al mantenimiento que sufriese cada rincón del castillo en meses recientes. Acto seguido, descendí por los relucientes escalones de mármol plateado, tallados recientemente por órdenes mías, ignorando el majestuoso pasamanos de tonalidad grisácea. Mi habitual gabardina café hondeó al ritmo de mi movimiento mientras recorría la distancia hasta la entra principal

Dirigí una mirada inquisitiva al vislumbrar mayordomo, cuya aroma se mezcló de forma peculiar con el de la casa, seguramente debido a sus largos años habitándola. Ciertamente, no aguardaba que concluyese sus labores tan pronto, lo cual me sorprendiese en un grado menor. Realmente, su efectividad sería exactamente lo que le mantendría con vida, pues no carecía de ganas de colgarle de la torre más alta de la mansión por algunos incidentes anteriores.

Le hablé con autoridad y firmeza.

-Smither, me haré cargo de las visitas. Cierra las puertas y ve a ocuparte en algo de provecho- una vez pronunciada la orden, observé con detenimiento a las tres. Anoté mentalmente sus expresiones, las cuales exhibían una clara sorpresa al atestiguar la presencia del humano ahí. Innegablemente, eso requeriría una charla al respecto- He de explicarles algunos puntos sobre la mansión y el resto del equipo- comenté para las visitantes... próximas inquilinas- Síganme- añadí fríamente mientras nos dirigíamos al recibidor principal, recorriendo los pintorescos pasillos del castillo, alejándonos de la molesta presencia del mayordomo

Cambie rápidamente de forma, al recordar el sitio asignado por el grupo de cambia formas que me había topado anteriormente en un enfrentamiento, Observe por breves minutos el lugar, un castillo- una sonrisa siniestra se dibujo en mi rostro al reconocer que no había mejor morada para albergar a un grupo de bestias, con el firme propósito de erradicar la creciente plaga de chupa sangres.

Observe al pie de la entrada, las grandes puertas, -¿tocar o no tocar?- me pregunte divertido, el efluvio de varios como yo se percibía claramente en todo el lugar, finalmente deje que la bestia se apoderara de esa forma carente de ambiciones y di una fuerte patada a las puertas, estas se abrieron estrepitosamente ante mi fuerza
Pase observando el lugar, -demasiado lujo- bufe observando a detalle el lugar propio de un rey

-Los lujos son placeres mundanos, solo necesarios por mortales carentes de un propósito real en su estupida existencia- Camine lentamente, observe el rostro de un humano que se había apresurado a ver la razón del estruendo a mi entrada, su rostro cadavérico coherente con la aparente edad vislumbrada en sus facciones faltas del esplendor y brillo de la juventud

Sonreí al verle, -así que habrá diversión en este lugar-me dije ami mismo levantando la cabeza en un gesto de saludo para el hombre arcaico que parecía no gustar de mi presencia-lastima- pensé entre risas aun encaminándome en dirección que el rastro de aquellos aromas me guiaban

Camine sin apuro hasta encontrarme con el lugar en que observe a los presentes
La joven llamada Lucrecia y el alpha del grupo por lo que tenia comprendido, estaba ahí, a sus flacos estaban otras dos jóvenes Bianca-entrecerré los ojos al verle, había cruzado mi camino en una ocasión con es mujer, su sola presencia inducía en mi el instinto de entrar en una batalla, pero al mismo tiempo me era intrigante verle y saber que compartíamos pensamientos –Seguí examinando con la mirada el lugar , otra mujer, que no había visto nunca descansaba en el flanco opuesto al que Bianca resguardaba , Frente a ellas el cambia formas mas siniestro y enigmático que nunca hubiese visto, su mirada era el claro reflejo de sus batallas y el pasar de los siglos –
Levante la cabeza para saludar a los presentes- no sin antes notar las presencia de otra mujer en el lugar –otro cambia formas- otro ser que no había visto nunca

Me recargue en la entrada del lugar cruzando los brazos sobre el pecho y despejando mi vista de aquellos anteojos oscuros , me extraño ver que entre el numero de presentes solo había dos hombres, recordaba por lo menos a otro mas,, sin embargo eso era irrelevante para nuestro propósito , el hecho era que todos perseguíamos el mismo objetivo, una reunión de fenómenos, los instrumentos del destino , armas pensantes que se unían para comenzar el juego establecido por el destino –la supervivencia del mas fuerte reinara en un mundo que desconoce la existencia de sus piezas mas importantes-en tablero comenzaría a moverse, y parecía que la suerte estaba de nuestro lado- existir en las sombras o salir a reclamar nuestro derecho a existir como seres superiores- pensé esperando a que alguno de los presentes reanudara lo que yo había interrumpido a mi llegada..

América no era exactamente el continente que escuchase cuando aún vagaba tranquilamente por el mundo. De hecho, me planteaba la posibilidad de retornar a Europa tan pronto lord Lucian dejara de requerir mis servicios por las inmediaciones, pues prefería trabajar al lado de Raze en los Cárpatos que junto a una pandilla de desconocidos. Sin duda, el amo comenzaba a deteriorarse mentalmente pues no infería otra idea que satisfaciece sus motivaciones respecto a aliarse con esos cambiaformas tan extraños. Pese a ello, una chispa de esperanza me permitía creer que todo era parte de un meticuloso plan de mi líder, como solía suceder a menudo.

He de admitir, que mi traslado de la Sección Uno a la Quince fue relativamente incómodo y largo, pero suficiente y perfectamente provisto de todos los mecanismos electrónicos necesarios para que trabajase mientras viajaba. Extraña, no obstante, la majestad del castillo ubicado en los Cárpatos, esa construcción casi milenario que escondiese bajo tierra intrincados túneles y salas de gigantescos tamaños, albergando más de un centenar de cambiaformas en su seno. Nunca había salido de ahí, no desde que me uniese a lord Lucian, pero sabía que no existía nada comparado a la Sección Uno en todo el globo terráqueo.

Cuando llegué al Castillo Peregrino, como llamasen a la Sección Quince públicamente, me dirigí directamente a mis habitaciones en la zona subterránea. Unas horas más tarde, lord Lucian me recibiría, dándome instrucciones precisas sobre mi trabajo y avisando que los equipos solicitados por mi antes de salir de Uno se encontraban ya a mi disposición. Desde luego, me apresuré a comunicar al amo que me tomaría algún tiempo instalar todo debidamente, más si tendría ayuda, ante lo cual se mostró comprensivo, recordando mi humanidad.

Tras los sucesos relatados, no le volví a ver hasta el día de la apertura de Quince. Hablando sólo lo necesario, diciendo que me presentaría al resto del grupo y que debía comportarme adecuadamente en frente de ese circo de fenómenos, como él mismo les denominase, asentí a sus mandatos, entre los cuales también figuraba manifestarme en el recibidor en cuanto llegara el resto. Lo único a lo que tal vez habría reprochado hubiese sido a trabajar con el mayordomo cascarrabias de Quince, quien, por fortuna, se mantenía todo el tiempo en el piso del Castillo.

Así las cosas, llegada la hora, me encontraba trabajando en la Sala de Mando, prosiguiendo con el arreglo de los sistemas de la mansión. Me movía ligeramente en la silla giratoria de suave piel y respaldo ajustable, mientras mis dedos tecleaban a gran velocidad instrucciones en mi computadora. A ratos me levantaba a verificar el estado del equipo, realizar ajustes y demás, echando un vistazo eventualmente a las cámaras de vigilancia dispuestas a lo largo de Quince. Una vez distinguí a los visitantes en el recibidor, supe que la hora de conocerles estaba próxima. Dejé mis labores por un momento y subí, caminando por los metálicos pasillos de la fortaleza hasta llegar al ascensor, que me condujo directamente a la habitación detrás del recibidor. Entré sin hacer mucho ruido y me dirigí a lord Lucian.

-Mi lord, me presentó ante usted tal como me lo solicitó- dije aún llevando puesto los auriculares, acomodándome los lentes, exhibiendo una sonrisa de confianza en el rostro.

Segui a Lucian en silenció, ignorando ligeramente a mis hermanos cuando estos se dirigieron a mi, tenia demasiadas cosas en la cabeza y la idea de vivir con humanos en el castillo... bueno sabia de los espias que el tenia, tal vez ellos supieran nuestro secreto... Un chico con gafas entro en la sala directo a situarse al lado de Lucian.

El trato que este sujeto dirgia hacia Lucian era muy distinto del altibo mayordomo. -Tendras que explicarme hasta que punto podemos tratar nuestros asuntos aqui, no quiero tener ningun problema de privacidad.- Eche una mirada significativa a cada uno de los reunidos.

Uno a uno fueron llegando el resto de los ausentes: una joven extraña, mimada e incapaz de combatir a mi primera evaluación. No obstante, yo no tenía ningún poder para elegir o argumentar nada puesto que, contrario a mis deseos, carecía de la autoridad necesaria para alegar. A continuación un tipo peculiar, de aspecto sombría y ligeramente turbado, un psicótico posiblemente... nos sería útil en los combates sabiéndole manejar. Después estaba Myhr, el que parecía ser ligeramente carismático... esto dicho sarcásticamente, siendo su mejor punto el obeder instrucciones sin cuestionar al respecto, un buen elemento.

Pose mis ojos esmeralda en cada uno de ellos, analizándoles fríamente. Ya tendría la oportunidad, seguramente, de interactuar con todos más a fondo y forjarme opiniones más concretas respecto a sus personalidades y aptitudes... e ineptitudes. Después de ese pequeño instante, Birkoff apareció tras dejar su sitio en el subterráneo. Otro gran soldado en nuestras filas, además de ser uno excepcionalmente inteligente y útil. Escuché las palabras de Lucrecia, tras lo cual le miré con la misma inexpresividad de siempre, al tiempo que respondía con autoridad y seguridad.

-Él es Birkoff, forma parte de mi equipo en los Cárpatos desde hace casi una década, es un talento en el campo de la electrónica, comunicaciones e inteligencia artifical, le he mandado llamar para que se una a nosotros durante un tiempo, mientras nos ponemos en una organización verdaderamente inexpugnable- después de presentar a mi joven ayudante, me decidí a solvertar la interrogante de Lucrecia- Mi querida líder- dije con un pequeño atisbo de sarcasmo-, en éste sitio existe una zona nula dónde he solicitado la exclusión de sistemas de vigilancia, la llamo la Sala Silenciosa, puesto que nadie puede escuchar nada de lo que ahí se habla. Siempre que te sientas desconfiada de alguno de mis colaboradores, aunque considero más factible eso por parte del mayordomo, puedes recurrir a ese sitio y reunirnos a tratar cualquier asunto que desees. ¿Alguna otra pregunta?- cuestioné con cierta indiferencia- Birkoff, puedes irte- añadí por lo bajo a mi servidor.

Mire a mi alrededor el lugar en el que nos encontrabamos.

-Al menos aqui no tendremos vecinos curiosos, pero ese viejo que huele a cañamo no me gusta, tendremos que andar con cuidado si no queremos que aprenda mas de la cuenta, aunque no creo que suponga ningun problema.-

Asimile el olor de Birkoff, separandole del resto de olores, aunque el castillo tenia una amalgama de olores que era cuanto menos molesta, me desconcertaba ligeramente, y me sentia un poco perdida, tratando de discernir de donde venia cada olor que captaba.

Me gire para mirar a Cesca. -Pronto la pondremos a prueba, y veremos si esta lista para unirsenos, espero que no estes tan verde como aparentas.-

Eché un vistazo a la niñata que Lucrecia señalaba, lanzando una mirada taladrante y completamente escrutadora la misma. Seguramente no tenía siquiera experiencia en combate, provenía de una familia consentidora, o algo parecido... lo veía en sus ojos, veía debilidad... pero también veía la posibilidad de forjarle como una cazadora, de entrenarle en las artes de la matanza justo como una parte de mi deseaba: convertirla en una máquina asesina... al menos eso esperaba, sería un verdadero reto crear una joya de una piedra corriente.

Esbosé una sonrisa de escepticismo, ocultando perfectamente mis intenciones... ya tendría la oportunidad de interactuar con ella en el futuro, ahora debía mantenerme como el misterioso ser que siempre era. Regresé la mirada a Lucrecia, recorriendo las sillas correctamente dispuestas en el sitio, así como las cortinas blanquesinas, las cuales impedían el paso de la luz solar con relativa efectividad.

-Mientras no desees convertir mi castillo en una guarderia para infantes impulsivos, carezco de objeción, Lucrecia- meneé la cabeza, tras recordar cierto detalle al respecto- Aunque, si esos fuesen los deseos de mi alpha- dije con cierto sarcasmo-, no me quedaría más que aceptarles y acatarles, ¿no es así?- concluí enarcando una ceja, mientras aguardaba una reacción

Reí observando las palabras de ese viejo cambia formas, seguí con la vista a la mocosa de quien se refería, su apariencia era ciertamente contrastante con la de una humana sin talento alguno , ningún aporte para la manada,

-Acatarles-pensé rápidamente al escuchar esa palabra, de eso me podía encargar yo, puse la mano sobre mi barbilla sopesando la idea mientras esperaba las respuesta de el Alpha y de la aludida que parecía estar muda tal vez el miedo le doblegaba al estar frente a aquel grupo ..

Escuchaba atentamente a las palabras de los presentes, a pesar de que no participara. Me incomodo un poco cuando Lucian dijo que no esperaba que convirtiesen su castillo en guarderia, de todas maneras trate de no darle importancia, y esperaba que Francesca hiciera lo mismo. Error.

Al parecer a Cesca no le habia gustado para nada que la llamaran niña, por asi decirlo. - Calmate- Le dije en un susurro mientras la codeaba levemente. Ya habra tiempo de demostrar lo contrario Me limite a pensar mientras una timida sonrisa se dibujaba en mi rostro.

Escuche lo que cada uno dijo, sonrei un poco de lado ante el comentario de Lucian, por las veces que lo habia tratado previamente era logica esa reaccion, como se lo dije a el frio como el hielo, Francesca se altero un poco ante el comentario, al ser la mas joven en todos los sentidos era evidente y claro el por que, Shadows en apariencia joven pero impulsiva, eso era una caracteristica que me llamaba la atencion de ella, Julien un sadico solitario, digno miembro de esta manada, al igual que a Lucian lo habia tratado con anterioridad, interesante sera esta convivencia, personalidades tan fuertes y distintas en un mismo lugar pense para mi misma.

Todo y cada uno de los presentes eramos polos opuestos, en definitiva algunos con rivalidad natural, o ¿no?, otros frios en apariencia, cada uno con un pasado y un solo objetivo, la convivencia dentro de la misma fortaleza seria divertida sin duda, me limite a solo obserbar y escuchar lo que se decia, era lo mejor que podia acer hasta ahora para poder entender y conocer mas a cada uno de ellos.

Y he ahí lo que aguardaba. La niñata de Francesca se atrevía a desafiar mis palabras, a levantar la voz en contra del amo del castillo y, sobretodo, de un ser mucho más antiguo, astuto, inteligente y poderoso que ella. Un gesto de hostilidad, acompañado de un atisbo de autoridad, surgió inmediatamente en mi cara, dejando en las sombras la satisfacción que experimentase al recibir aquella insubordinada respuesta, la cual ya aguardaba con impaciencia. Hice que mi voz sonase más seria y, en cierto modo, agresiva, al hablar en esta ocasión. Necesitaba saber hasta que punto sería capaz esa infante de llegar.

-A mi no me recomiendes nada, cambiaformas. Te encuentras en mi castillo, bajo mis reglas, y con un aspecto que deja mucho que desear, así como un rostro que demuestra la inexperiencia en el arte de la guerra y carencia de sed de sangre de sanguijuelas, pequeña- dije enfatizando aquella última palabra con cierto tono de burla- En este momento no tengo el mínimo respeto por ti, espero te quede claro. No obstante, mi perspectiva cambiará si eres capaz de sobrevivir el tiempo suficiente. De lo contrario, pediré permiso a Lucrecia para finiquitar tu vida por mis propios medios- añadí con una sonrisa llena de una expresión asesina- Ah, por cierto, jamás te llamé niña, quizás eso demuestra que te sientes como tal... tú inconsciente te traiciona- acto seguido, me dirigí al resto con un aspecto más calmado- ¿Desean abordar algún tema en especial ahora mismo?

Reí a carcajadas el escuchar la respuesta de ese cambia formas a las palabras de aquella niña que pretendía defender su postura-yo estaría mas que dispuesto a destruirle si ese era el edicto al poco tiempo-pensé aun divertido

Espere hasta que al fin termino su argumento, dándonos por primera vez la palabra a los presentes

Observe a Lucian, su extraña seguridad en si mismo, lo posicionaba en mi lista de cambia formas a quien desafiar en combate y comprobar de esa manera si su siempre exceso de seguridad en si mismo era el respaldo de su fuerza o habilidad o un simple escudo para ocultar su debilidad en un combate -será después- pensé divertido, para observar a Lucrecia

-Tal vez deberíamos esperar a que el integrante mas importante del grupo, nos revele la razón de reunirnos aquí, -guarde silencio por segundos- ¿Qué tiene que decir la honorable Alpha del grupo Lucrecia?-pregunte en un tono de burla , pero al mismo tiempo con un atice de respeto-respeto que por ahora mantendría hacia esa cambia formas, al desconocerle por completo no podía asegurar la total lealtad de un ser que podría al final ser aun mas débil que yo..
Espere a que surgiera alguna respuesta de la mujer que hasta ahora se había mantenido solo al margen de lo que ocurría a su rededor, como solo otro espectador mas y no el líder que debería demostrar ser…

No sabia si habia terminado de discutir o no, habia dejado de prestarles atención y solo respondi de forma tajante. -Ya basta. Me aburris con vuestras chiquilladas. El motivo por el que os e llamado hoy no solo es para contemplar el nuevo hogar, como ya os imaginareis, nuestros actos nos estaran granjeando algunos enemigos, os necesito a todos atentos y despiertos en todo momento, viajaremos por parejas cuando tengamos que hacer las guardias, Myhr, quiero que te encargues de enseñarle a Cesca la zona de la que te ocupas en Seattle, Shadows, tu iras con Julien, aras tu guardia por Port Angeles, Lucian, tengo algunos asuntos que tratar contigo respecto al liderazgo de la manada, tu Bianca puedes descansar por hoy, mañana aras la guardia conmigo.- Pase mi mirada por todos los presentes. -¿Alguna objección? Pues moveos.- Comence a caminar hacia el fondo de la sala con tranquilidad.

(OFF: Perdon chicos, e andado bastante liada ultimamente, pero bueno, intentare no volver a estar tanto tiempo fuera.)

Bueno, por lo menos Lucrecia estaba siendo sensata. Eché una última mirada a todos, intentando averiguar que cruzaba sus mentes. Un poco después desistí, realmente carecía de importancia un detalle así. No obstante, nuestra alpha deseaba hablar conmigo, liderazgo de la manada... había dicho ella. Tenía un noción de a que demonios se refería, la idea al rspecto podía estar errada o resultar ser más cierta de lo que supusiese en ese instante.

Me giré con aire magistral, haciendo hondear la gabardina cual rey o poderoso caballero al caminar y darle la espalda a sus súbditos. Lucrecia ya había avanzado un poco, lo cual me pareció perfectamente irrelevante, era ella quien deseaba charlar conmigo, ella debía aguardar mi llegada.

-Iremos a la Sala Silenciosa, supongo que estarás agusto sabiendo que no hay seguridad o cosa semejante por el estilo. A menos que prefieras estar en medio de la mansión- comenté una vez al alcancé, pensando en si elegiría la zona subterránea y pulcra de la cual hablaba o uno de los sillones en el recibidor.

Mire con un ligero desden a las paredes de la mansión. -Me da igual, aunque preferiria que tus siervos blanditos supieran menos sobre nosotros.- Asi que solo en determinados lugares podriamos hablar con tranquilidad... genial.

Sali de la habitación algo airada, pero me di cuenta, de que era Lucian el que tendria que guiarme, asi que me volvi para mirarle. -Ahi determinados asuntos que necesito tratar contigo.-

La actitud de Lucrecia era loable... hasta cierto punto. Esbocé una sonrisa de satisfacción cuando expresó su desagrado por mis colaboradores. Hubiese sido raro de no ser así. Caminamos, aunque dudaba que mi alpha supiese hacia que dirección iríamos... lo cual se confirmó cuando se giró para hablarme nuevamente. Una mirada triunfal manó de mi, así como un gesto de suficiencia.

-Desde luego, seré todo oidos- dije mientras no detenía mi caminar y continuaba observando el frente, pasando a un lado de Lucrecia.

Llegué junto a una pared, la analicé unos instantes y luego puse una mano sobre ella. Una haz de luz azul comenzó a escanear la palma de mi mano, tras lo cual se levantó una fracción del muro y una puerta de acero quedo exhibida. Saqué una llave magnética de mi gabardina y la introduje para abrir la puerta.

-Vamos, aquí dentro no hay nada que nos pueda vigilar o escuchar- acto seguido ingresé a la pulcra sala, pintada completamente de blanco, con una mesa en el centro y cuatro sillas metálicas alrededor.

Me apolle en una de las paredes laterales y me cruce de brazos posando mi mirada en la suya.
-Sere directa Lucian, la mitad de estos cachorros estan demasiado verdes... y las normas de la manada pueden llevarlos a idealizarlo demasiado, no es algo que me preocupe, en realidad me beneficia para atraer nueva gente a la familia... pero determinados actos podrian llevar a que se decepcionaran... por eso necesito a alguien aparte de mi misma que los lleve en la sombra... pondre un segundo al mando de cara a la manada, mi mano derecha, pero quiero que tu seas mi mano izquierda, trabajarias en la sombra por encima de la autoridad de mi "segundo"... no sera un trabajo facil... los trabajos que deberan quedar ocultos al resto los llevarias a cabo tu... especialmente en cuanto al secreto de la raza se refiere... ¿podria contar contigo para algo asi?-
Termine de hablar aun con la mirada fija en la suya esperando su respuesta.