La mia cantante: Reconociéndole

Faltaba muy poco tiempo, muy poco para que un nuevo amanecer brillase. No obstante, ese amanecer no era otro que el comienzo de una gran ironía, una ironía turbia en que se tranformaba mi vida, una existencia prolongada por más de cinco centurias. ¿Cuánto más moraría mi retorcido espíritu en un mundo tan ajetreado como el que la humanidad había desarrollado en los últimos años?

Caminé desde la reservación, en La Push, hasta la bahía de Port Angeles, buscando un sitio alejado de mi especie para tener un tiempo de meditar, reflexionar sobre el torbenllino de ideas que azotaban mi mente con despiadada furia... una de ellas, con mayor fuerza que cualquier otra, pues representaba un movimiento estratégico, un movimiento del cual podría depender mi vida: formar parte de una manada Norteamericana.

Aún podía retractarme, aún existía la posibilidad de rechazar la propuesta de Lucrecia y mantenerme como un frío y nómada cazador de vampiros.... pero eso era una simple utopía, una terrible utopía que, de buscar llevarla a la práctica, me conduciría a mi irremediable muerte.

-Sonja, si estuvieses conmigo sabría que debo hacer- murmuré en la soledad de un mundo plagado de humanos, vampiros y hombres lobo; un mundo amenazado por la guerra que yo deseaba desatar entre ambas especies inmortales; un mundo que ya no me importaba.

Una siniestra sonrisa recorrió mi rostro un par de segundos después, un aroma que me hacía sentir mejor, el inconfudible rastro de una presa en las cercanías. Mi mente recuperó su acostumbrada capacidad de razonamiento en un santiamén. Acto seguido, olfateé el aire que golpeaba mi rostro con suavidad. Supuse, por la fuerza del viento, que debía encontrarse a unos minutos de mi posición. Además, ayudado por la dirección en que soplaba la brisa, contaría con el elemento sorpresa hasta encontrarme a una muy reducida distancia.

-Amor mío, siempre he sabido que me vigilas, siempre te he pedido perdón por matar a tu especie, y siempre te he pedido la oportunidad de reunirme contigo una vez, en otra vida- concluí mi plegaria, mientras comenzaba a correr, sin cambiar a mi forma de combate, para no avisar de mi arribo.

Solitario, asi parecia ser el ambiente nocturno en la bahia de port angeles , el siseo lejano de las olas me invitaban a acercarme cada vez mas ,ahora tenia que usar un estupido baston para poder guiarme ya que mi pequeña guia se encontraba enferma ,todo parecia empeorar poco a poco.

Avise a andy antes de salir obviamente ya que no queria preocuparla ,suficiente con tener que mortificar a las personas que me conocieran y terminaban sintiendo compasion por mi.
Odiaba la compasion , incluso el minimo indicio de ese sentimiento causaba repulsion en mi ,sentir compasion por alguien era inutil y era mas estupido sentirlo por uno mismo.

Segui caminando por la acera ,escuchando como muchos se quejaban cuando les daba algun golpe involuntario ...terminaban retractandose al notar la mirada opaca que enmarcaba mis ojos, ultimamente estaba algo sensible en cuanto eso ,nadie podia verme como una persona normal?

La brisa salada golpeo mi rostro por asi decirlo , el tener los demas sentidos mas desarrollados por la falta de la vista a veces era incomodo ,tuve que sacudir un poco la cabeza para borrar esa sensacion de picazon por la sal en mi nariz .Traia unas sandalias ,un pantalon de mezclilla y una blusa...blanca segun dijo andy al pasarmela ,torpemente le habia pedido una de manga corta y mezclado con mi calzada sentia que el aire helado pasaba como una navaja entre mi ropa,en fin.

Me sente un instante en el borde aun de cemento ,jugando con la arena que estaba en contacto con mis pies ,cuando el respiro de alguien se detuvo en seco y podria jurar que el latido era inexistente ...como si fuese una alucinacion-

Tras recorrer un trayecto, desplazándome como una sombra entre lugares que, prácticamente, no conocía, tomé unos segundos para reubicarme, encontrar nuevamente el rastro que mi presa iba dejando conforme avanzaba. Unos afilados dientes se azomaron por mis labios, formando un bizarro gesto similar a una sonrisa, pero con mayor rudeza.

-Se ha detenido- murmuré con un ligero matiz de alegría, opacado en cierta medida por el creciente sentimiento de venganza que ya afloraba en mis palabras- Debe estar matando un humano, eso me dará tiempo de alcanzarle y desmembrarle sin que sepa por donde le han atacado en su última noche rondando la Tierra.

En ese preciso instante, en el cual mis piernas se dispusieran a conducirme nuevamente al sitio donde continuaría con mi noble labor, una idea golpeo mi mente, una idea que me trajo un fuerte sentimiento de culpabilidad... Las palabras de Lucrecia resonaron con fuerza, haciendo un estridente eco en mi cabeza: me estaba volviendo igual que ellos, tomando las vidas humanas como un mero trámite para conseguir mi objetivo... cuando la verdadera razón de mi especie era protegerles...

Un desgarrador gruñido escapó de mi garganta, apenas audible a una corta distancia. Me molesté, me irrité por aquel estúpido segundo de moralidad. Comenzaba a ocurrir más a menudo desde mi arribo a América, lo odiaba, pero debía dejarme guiar por mis instintos... tenía, contrario a lo que desease, una vida por salvar de las garras de un depredador injusto y antinatural, un cazador cuya vida era inverosímil y a la vez posible, un ser cuyo cuerpo ya debía morar en el mundo de los muertos.... al igual que yo.

-De acuerdo, entonces a toda marcha- me ordené mientras volvía a sentir el fortísimo impulso de mis extremidades, llevándome a donde me enfrentaría al vampiro con tal de rescatar una vida... esa noche, sería un guardián y no un simple asesino... sólo esa noche

El silencio que solo era interrumpido por el danzar de las olas fue dando paso a otro, unos pasos muy sigilosos, pareciese que el que caminara fuera un felino ya que el sonido de su andar era amortiguado como si poseyera cojinetes en los pies ....y el latido inexistente

Titubee el hecho de hablar con aquel ...¿personaje? ¿ente? ¿ser? o lo que fuese, pero estaba segura de que no era humana, eso era una definitiva del asunto . Mi educacion pudo mas que mi desconfianza por lo cual al final cedi - Es una noche tranquila por lo que puedo escuchar señorita - comente con una voz pausada y tranquila , a diferencia de mi corazon que parecia un caballo desbocado ,casi podiendo percibir como las venas debajo de mi piel hormigueaban - Me llamo Aenigmate...Usted es? -era raro mi hablar ahora, jamas habia estado acostumbrada a hablar de tu con alguien que tuviera una voz mas joven ,pero algo en el aire me hacia tenerle respeto

Escuche como el andar apaciguado se volvio a crear en el ambiente ,una segunda persona se acercaba a la lejania , ahora me arrepentia de haber salido de casa, tener a lilu junto a mi era diferente, pero un baston de aluminio no podria hacer mucho por mi. Aun asi jamas solte la empuñadura.

Mi sentido del olfato me condujo de forma casi infalible hasta la zona donde se encontraba ese maldito depredador endemoniado. Si logrababa librar al mundo de uno más podía morir en paz, ese era mi pensamiento siempre que me encaminaba al calor del combate, con la mente fría y los músculos preparados para la acción en cuanto llegase.

Pasé por un pequeño parque, saltando un par de bancas en mi desenfrenada carrera, arrancando la mirada extrañada de un par de jóvenes dedicados a patinar a esas horas, así como un pitido de auto al volar virtualmente por las calles. Después de todo, la oscuridad de la noche cubría perfectamente mi identidad del resto del mundo, sin contar que no empleaba al máximo mis habilidades sobrenaturales, con el fin de no llamar la atención.

No lograrás salirte con la tuya quien quiera que seas pensé con una malévola sonrisa en el rostro, semejante a la de esas alimañas antes de consumir la vida de sus víctimas, inmisericordes, fríos... justo como yo lo haría en unos momentos.

Finalmente llegué hasta las cercanías del mar, donde me llevé una ligera sorpresa al percatarme de la persona a quién el bebedor de sangre tenía en la mira: era la joven invidente del bosque, Aenigmate Ravenmoon. Casualidad de la vida, sin duda alguna. Esbosé una sonrisa, pues tenía de mi lado que ella era incapaz de ver, lo cual me proveía de una ligera ventaja ahora.

-Espero no interrumpir nada- me anuncié con aquellas palabras sarcásticas mientras me aproximaba al sitio donde se encontraban la vampiresa y la humana... éramos un trío bastante bizarro, a mi modo de ver, incuestionablemente.

-Aenigmate...-murmuré cuando se presentó. No iba a darle mi nombre, nunca lo hacía, simplemente me dedicaba a jugar con ellos hasta que la sed podía conmigo. Esa noche pensaba hacer lo mismo pero una tercera persona hizo que todos mis planes se torcieran. Me pilló desprevenida, el aroma de la chica era capaz de hacer desaparecer todo lo que se encontraba a mi alrededor, incluyendo el desagradable olor del cambia formas.

Me giré lentamente, dedicándole una clara mirada de desprecio acompañada de una sonrisa forzada. Continué firme conforme se acercaba, una pena que dejaran salir a los perros de La Push. Entrelacé los dedos con tranquilidad mientras continuaba sopesando al cambia formas.

-El caso es que sí interrumpes algo...-dije con tranquilidad, a continuación cambié mi sonrisa torcida por una divertida y le susurré de forma que la humana no me oyera-Y encima parece que alguien ha salido sin collar...-negué con la cabeza simulando desaprobación y preocupación por mi parte.

La frialdad que el aire adoptaba en esos momentos era similar a la que sentía cada vez que tenía que desgarrar la asquerosa piel de un vampiro. Esta noche no planeaba que fuese distinto, al menos estaba casi seguro que la bebedora de sangre frente a mi no se dejaría intimidar por un cambiaformas, desde luego que no... y eso era lo más interesante del asunto.

Era una pena ya no estar en Europa, donde mi fama se extendía incluso entre las sanguijuelas... Tendría que volverla a forjar desde el inicio. Sin embargo, la humana era un impedimento, relativo, para batirme en duelo con la chupasangre. Aunque no podía ver, su sentido del oido estaba desarrollado a un grado bastante alto, eso lo podía aseverar.

Respiré profundo un par de veces, sin esbosar ningún gesto de desagrado por el maldito olor de la vampiresa, aunque era más que evidente mi molestía al respecto. Eché una mirada a Aenigmate, buscando una forma de alejar la amenaza que suponía para ella estar rodeada por un par de inmortales como lo éramos los ahí presentes.

Una sonrisa burlona y confiada surgió en mi rostro mientras respondía al irreverente saludo de mi enemiga natural.

-Sí, dejé mi collar en casa, esta noche me permitieron contagiar de rabia a algunos mosquitos- dije mientras el sonido de las olas era suficientemente fuerte como para que la humana no me escuchase- Es una lástima que mi presencia no sea deseada, tenía ganas de que los participaramos en una amena francachela nocturna a la orilla del mar- añadí con un gesto de confianza cuando el mar me permitió difundir mi voz con perfecta claridad.

Terror, la voz de la mujer me inflingía el más puro efecto de terror en todo mi cuerpo, su voz dulce se vió impregnada lentamente de crueldad notable. Empuñar el bastón ya no me hacía sentir tan segura como hace un rato , era más debil que nunca ,se podria decir.

Pero ese sentimiento se vió un tanto diezmado al escuchar la voz de alguien lejanamente conocido, divagando entre mis recuerdos pude dar con él, Lucian ,el hombre del bosque da la push. Juego del destino o no, ya no tenia el mismo miedo que antes, pero el aire estaba bañado con cierta electricidad apenas perceptible, algo parecido como cuando dos polos opuestos se encontraran a escasos centimetros.

El latido de mi corazon era fastidiante, queria callarlo pero no podia, era un tamborileo excesivo que hacia escasear el aire en mis pulmones. Tenia ganas de huir, pero poco podia hacer ahora, no recordaba con claridad por donde habia llegado, el efecto de adrenalina sobre mi mente era insano e injusto a mi parecer.

¿Quien es usted señorita?- volvi a insistir, intentando poner la voz mas firme que mi garganta pudiese emitir, quedando en la mas pura verguenza al escucharme emitir apenas un hilo de voz- Lucian...como es ella -agregué al menos para saber que me rodeaba,.

El rostro de la vampiresa era el claro rostro de la misma muerte, encarnada una máscara de belleza externa que no hacía sino ocultar un alma putrefacta... si es que aquellos seres aún contaban con alguna... aunque... Sonja... borré su imagen de mi mente, debía estar tan lúcido como me fuese posible si deseaba salvar la vida de Aenigmate, una vida que, al menos esta noche, me había prometido defender hasta las últimas consecuencias.

Inmerso en mis pensamientos, recibí la voz de la joven humana, plagada de un terror perfectamente normal en circunstancias como las suyas. Incluso yo había experimentado el temor a esas criaturas bajo el yugo de Viktor, siglos atrás. Esbocé una sonrisa de seguridad, mientras procuraba sonar tan reconfortante como podía, buscando transmitir calma y serenidad a Aenigmate a través de mi propia voz, la cual solía ser fría normalmente.

-Es una mujer hermosa, Aenigmate. Sin embargo, bajo esa fachada de deslumbrante atractivo, se esconde un ser deforme en ideas, cuya mente sólo es capaz de pensar en alimento y muerte. Quizás un sociópata podría cubrir la descripción correctamente- expliqué con absoluta tranquilidad, una tranquilidad inverosímil ante una situación así... de haber sido humano, claro está- Pero descuida, no te ocurrirá absolutamente nada, puesto que ella ha venido a saludar simplemente.

Pronuncié con lentitud aquella frase, recorriendo la distancia que me separaba de la humana, hasta ser capaz de poner una mano en el dorso de su diestra, con el fin de motivarla a liberarse de los lazos del terror.

-De hecho, creo que la señorita debería partir pronto- declaré con absoluta naturalidad y, esta vez, un tinte de gelidez en la voz.