~Hice trampas al sol~

"HICE TRAMPAS AL SOL"


No existe nada bueno ni malo; es el pensamiento humano el que lo hace aparecer así.
(William Shakespeare)

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El gran reloj marcaba las tres de la madrugada, Londres dormía tranquila ajena a mi existencia, y yo andaba con velocidad entre los callejones ajeno a la suya. La húmeda niebla se arremolinaba en torno al Támesis, ladridos ocasionales acaban con la quietud de la dormida ciudad, el aire era helado, como correspondía a aquel cinco de noviembre, y soplaba con rabia, azotando a las ramas de esqueléticos árboles. En las calles únicamente quedaba el delicioso olor de mujeres, que vendían banalidad a caballeros de fina estampa, descaradas, de bello cuerpo...comida...

De nuevo mi habilidad me ayudo a replegar la ponzoña que se arremolinaba en mi garganta sedienta de presas tan fáciles. Aceleré mi paso, debía dejar aquella ciudad, volver al campo a cazar insípidos animales o a algunos de los parques repletos de asquerosas aves...necesitaba sangre. Una de las mujeres me ofreció su servicio a voces en medio de una pequeña calle, se acercó a mí y puso su mano sobre mi helado hombro, emitió un pequeño quejido debido a mi temperatura. Viré el rostro con rabia y mis ojos tan negros como la noche la miraron previniéndole, gritándole ¡aléjate!...Parece que entendió la advertencia y las señales...y con velocidad se marchó de mi lado.

Torcí una esquina y me adentré en un callejón que olía a sangre de animal. Un gran perro de aspecto sucio y maloliente, buscaba algo con lo que alimentarse en un contenedor de basura. Lo miraba con quietud y sed...pobre ser, sus dientes y sus ladridos no tuvieron nada que hacer contra mis colmillos y mi silencio. La sangre tibia resbaló por mi garganta, su cuello se partió debido a mis ansias e impaciencia. Unos ruidos me alertaron de alejarme sino quería ser descubierto. Un rápido salto y me subí en la escalera para emergencias de un segundo piso, me oculté entre las sombras, esperando que se marcharan para poder reclamar las últimas gotas de sangre de mi víctima.

Una de las mujeres que no había visto antes en la calle, se metió en el callejón. Melena pelirroja, piel clara, labios carnosos, ojos verdes llenos de sufrimiento, diferente a todas las demás compañeras de profesión, preciosa sin duda, y con un brillo en su rostro que me hacía pensar que deseaba dejar ese mundo...que su vida no se acababa en acostarse con viejos por dinero. Su acompañante, parecía un pez gordo, abogado o político seguro, su indumentaria era cara, su pelo canoso, y los besos que le daba me asqueaban, al igual que a ella por la expresión de sufrimiento que mostraba. Sus manos la tocaban y desnudaban, mientras la joven mujer permanecía inmóvil, sin deseo, sin arrepentimiento. Ella miró hacía arriba y me vio...una sonrisa dedicada a mí se dibujo en su rostro, mientras que aquel hombre se beneficiaba de su cuerpo inerte. Pude oír pasos, dos hombres corrían hacía el callejón.

Dos disparos en la cabeza del cliente...al parecer si era político...Otro disparo más en el estómago de la chica y su roja sangre llenó el suelo cuando se desplomó. Los asaltantes huyeron...

...Y el viento cambió...

Aquella chica más muerta que viva, desprendía un olor indescriptible, mucho más fuerte y dulce que el de cualquier otro humano. La ponzoña brotó con fuerza por mi garganta, y de nada sirvió intentar replegarla, podía saborearla incluso antes de haberla probado...era incapaz de contener mi sed.

Ella miró hacía mi posición y con lágrimas y dolor me gritó -¡Ayúdame!-. Me adelanté un poco, y mirando hacía abajo susurré -No-.

Me lancé hacía ella, su rostro aterrorizado, mis colmillos afilados, y mi boca abierta. Mis ojos eran los de un monstruo, y su sangre deliciosa...



~Continuará~

~Dos sombras~


El cuerpo de la chica yacía casi seco, solo había gritado durante unos segundos, segundos que me dolieron, pero en los que no paré...intenté que su muerte fuese dulce, pero era torpe y deseaba tanto su sangre que las venas de su cuello acabaron por estallarle, aún así no conseguí parar en ningún momento, su sangre era la mayor delicias de todas...Dejé el cuerpo vació en el suelo, con delicadeza.

Unos pasos se escucharon a unos quinientos metros. Demasiados silenciosos, demasiado decididos, demasiado astutos, demasiado rápidos. Escalé por el edificio, de pared en pared hasta llegar a la azotea. Me oculté del mismo viento, con una rapidez que me pareció extraordinaria incluso para mí, debía de ser la sangre de humano que me fortalecía. Mis labios se relamían aún sedientos y desesperados, un sentimiento que no había probado, el sabor de la muerte. Lejos, sumergido en esa sensación donde la ponzoña corría libre por mi cuerpo, arremolinándose en mi garganta y quemándome.

Dos figuras aparecieron en el callejón, llevaban gabardinas tan negras como la noche, con una capucha que ocultaba su rostro, no era capaz de olerlos por mi posición, solo observaba. Uno era alto, de espalda ancha y brazos fuertes, iba descalzo, y sus movimientos eran muy calculados. Para mi sorpresa el otro era una mujer, se había quitado la capucha, era más baja y de cuerpo delgado, su pelo era corto y rubio. Ella olisqueo el aire, parecía que buscase algo...quizás a mí...

-Mark, ¡¡dijiste que estaría aquí!!-Habló la chica al hombre, su voz era estridente y algo infantil. Sus ojos verdes eran enormes y algo desorbitados, podría haberse escapado de cualquier manicomio.

Mark se quitó la capucha también, su rostro estaba lleno de cicatrices, su pelo negro y largo estaba bien recogido en una coleta. Su expresión era calmada, seria, nada alocada como la de la chica. Él olisqueo el aire de la misma manera y miró hacía donde yo me encontraba. Oculto en las sombras me quedé observando y fuesen lo que fuesen no tenían visión nocturna...al menos no en esa forma...



~Continuará~

~Karmesse~

Mark no respondió nada a la chica, se agachó y levantó el cadáver de la mujer por el pelo, con facilidad, sin fuerza y comprobó su cuello. Con el ceño fruncido puso una mueca de asco. Abrió la mano y soltó a la chica que cayó haciendo un ruido sordo contra el suelo, sus ojos quedaron abiertos en una posición aterradora mirando directamente hacía mi escondite. La pequeña chica rubia daba saltos como una bailarina y movía la cabeza con brusquedad, eso me confirmaba su locura.

Ella se sentó a lado del cuerpo de la muchacha muerta que sació mi sed, cogió una de sus manos y la movió en el aire, como si se tratase de una muñeca. Sonrió divertida, infantil y continuó con su juego. Mark mientras se acercaba al cuerpo sin vida del viejo, que yacía semidesnudo y con toda su sangre extendida a su alrededor. A este no le comprobó el cuello, había demasiada sangre como para que un vampiro se hubiese alimentado de él. Se volvió hacía la pequeña muchacha, que paró en seco con su juego.

-Déjala, es una "Karmesse"-El tono de su voz me sorprendió, muy grave, oscuro y sin ninguna emoción. Tenía acento extranjero, debía ser de Europa del este, quizás ucraniano-.

-Lo siento, Mark-Dijo la mujer con su aguda voz y sus grandes ojos, casi fuera de las cuencas-.

-¡Te he dicho mil veces que no me llames por ese nombre!-Le reprochó a la chica, casi en un grito. Ella se tapó los oídos, como un animal asustado, retrocedió entre sollozos hacía las sombras.

¿Qué eran esos dos? ¿Qué era aquella chica...? ¿Una Karmesse?¿Qué relación guardaban todos entre sí?¿Y dónde entraba yo en todo esto? Las interrogantes se mezclaban en mi mente, confundiéndome. Nada tenía sentido, y cada vez más parecía que el asesinato de aquel político, estaba fuera de todo este asunto.

Mark fue a por la chica, le tendió su enorme mano, la cual ella agarró. La ayudó a levantarse. Ella era minúscula a lado de él, incluso con sus grandes tacones. Con uno de los grandes dedos, recorrió con suavidad el rostro de su compañera, mientras esta con sus enormes ojos no dejaba de mirarlo. Estuvieron en silencio y en esa posición durante unos segundos, que se hicieron eternos, deseaba saber que pretendían...

-Viento, ¿sigues con hambre? -Mark sonrío con malicia, y la chica soltó un suspiro infantil de alegría, acompañado de un pequeño salto. Se inmovilizó por completo, como si un niño quisiese parecer serio. Asintió con la cabeza, mientras sus desorbitados ojos se posaban sobre el inerte cuerpo del hombre.


~Continuará~

~Viento~

Viento se deshizo de la gabardina oscura, llevaba una falda de tubo hasta las rodillas, con una pequeña abertura en la parte trasera para poder caminar, los tacones eran muy altos, se movía grácil y femenina, aunque pareciese una niña de no más de dieciséis años. Iba desnuda de cintura hacía arriba, enseñando sus senos pequeños, que armonizaban con el resto de su figura. Un tatuaje en el lado izquierdo de su vientre llamó mi atención, una luna llena dentro de un círculo y rodeada de cinco estrellas.

-Tru..eno..puedo...-Uso un tono muy infantil, y lo llamó por otro nombre algo que complació a Mark, este asintió, y ella volvió a dar otro brinco.

Se desabrochó la falda, se sentó en el suelo a lado del cadáver manchándose con su sangre. Sin demasiado cuidado se sacó los tacones y los lanzó hacía Trueno, cayeron a su lado. Este permanecía serio con un brillo de maldad en sus ojos. La chica se puso en cuatro patas, y cerró los ojos. El viento sopló con fuerza aullando, colándose entre las esquinas de los edificios. Por un segundo fue lo único que escuché, hasta que un crujir de huesos me hizo mirar con cuidado de nuevo. Viento se retorcía, mientras reía como desquiciada. El pelo empezó a brotar de su cuerpo, sus extremidades crecieron, las manos se convirtieron en garras y la boca en un hocico con afiladísimos dientes. Un lobo de color dorado aulló, haciendo estremecerse incluso al viento, que cesó en sus envestidas contra los edificios.

-Adelante pequeña...-Dijo Mark desde su posición, casi sin abrir la boca, y sin cambiar ni un ápice su expresión.

El lobo se abalanzó sobre el cuerpo del viejo, sus colmillos se clavaron directamente en el estómago, produciendo un ruido de una bestia desgarrando la piel y carne, era desagradable incluso para un monstruo como yo. Su hocico se llenó de sangre cuando lo internó en el vientre del hombre. Las visceras quedaron desparramadas por todo el lugar, mientras el lobo las sacudía y masticaba para tragarlas. Los ojos del lobo tenían la misma mirada que la chica, solo que grandes y desorbitados, aunque ahora parecían intensos y concentrados en alimentarse de aquel humano. Clavó de nuevo sus dientes en el rostro de aquel hombre, arrancándole una parte de la cara, y sin esfuerzo la tragó de nuevo.

Mark se acercó a ella, y le pasó su mano por el lomo, acariciándola, el lobo respiró pesadamente, y volvió a por más comida, pero esta vez de forma más lenta.

-Déjame el corazón-Le ordenó Trueno, con una sonrisa que mostraba sus dientes.

Ella se apartó un poco y Mark se acercó al cadáver descuartizado e irreconocible. Buscó con su mano en el pecho del muerto, con un movimiento brusco sacó el corazón intacto. En su frenesí el lobo no lo había tocado, parecía que tenían acordado como repartirse el alimento. Mark abrió su boca emitiendo un alarido, sus colmillos crecieron y sus ojos se tornaron amarillos. Arrancó un trozo del corazón con sus nuevos dientes. La sangre corría por su barbilla de manera deliciosa, cubrí la nariz para no sentir ese olor y no perder mi fuerza de voluntad para bajar a saciar de nuevo mi sed.

Cuando terminó con su comida, el rostro de Trueno volvió a su normalidad, con otro alarido, se acercó a la chica a la que él mismo había llamó "Karmesse". La subió a su hombro con un movimiento brusco, el cadáver quedó con los brazos colgando y con su larga y roja cabellera cubriéndole la cara.

-Viento, tenemos que marcharnos-Le espetó con su voz grave-Hay que enterrarla con el amanecer-Se dio la vuelta y comenzó a caminar-Se enfadará cuando le digamos que el vampiro no estaba aquí- No sabía si era yo ese vampiro, o simplemente me encontraba en el lugar equivocado. Un escalofrío recorrió mi espalda. El viento pareció arremolinarse de nuevo contra toda la ciudad.

La chica volvió a su forma humana, aun con sangre húmeda en su piel, recogió sus cosas y buscó algo dentro de uno de los bolsillos de la gabardina. Sacó una caja de cerillas con la que jugueteó entre los dedos. Trueno le pasó de un botellón de plástico, ella rocío el contenido sobre el que había sido su alimento. La chica prendió la cerilla y miró divertida la llama con una sonrisa y la lanzó. El cuerpo ardió al momento, ocultando las pruebas de su presencia. Un humo oscuro cubrió el callejón, apartándolos de mi vista. Pero pude oír como se alejaban con sus pasos silenciosos e invisibles.

Trueno no era un cambia-formas como la pequeña Viento, aunque ella tampoco tenía un comportamiento usual para los de su especie, mientras que los poderes de Mark parecían ir bastante más allá. Me incorporé ágilmente para salir de aquella escena sacada de una pesadilla. De tejado en tejado me percibí pensando, estaba despierto, era incapaz era incapaz de dormir...necesitaba respuestas...y sabía donde comenzar a buscarlas....



~Continuará~