Diferentes Cenas (Candy)

Luego de aceptar la propuesta de pasar un fin de semana en Forks sabía que tendría que salir a "cenar" más antes de lo que hubiese planeado antes. Sabía que quizás exageraba, pero no quería arruinar nada, no quería ser victima de un paso mal dado a causa de mis impulsos y mi sed. No podía confiarme en que era imposible que algo así ocurra... y quizás, como había dicho Anna... Era un animal o lo más parecido a este, era dificil controlar ciertos instintos.

Salí de la universidad y no me ocupé en dejar las cosas en mi habitación, quería simplemente apurarme, hacerlo lo más rápido posible. Había oscurecido notablemente y la mayoría de las personas se encontraban dentro, cenando tranquilas en algún lugar.

Escuché unos pasos a unos metros míos, una humana caminaba y doblaba justo en la esquina.

Mi padre me habia llevado a cenar a mi y a toda la familia. Estabamos celebrando nuestra llegada a Seattle. No habia duda de que eramos una familia feliz, como ninguna otra. No era del todo malo. No habia hecho amigos nuevos, desde que conoci a aquel chico que me habia robado la respiracion en aquella playa de La Push. Le pedi permiso a mi padre si me dejaba ir a pasear un poco por la zona restaurantera y caminar. Prometi llegar temprano a casa. Queria conocer esa maravillosa ciudad. Me sentia genial. Se respiraba otro aire, recien acababa de entrar la primavera.


Me senti perdida por un momento. Ya no sabia donde estaba. Queria hablarle a mi padre para que pasara por mi, pero... no recordaba el numero. Todo era nuevo. Pregunte a unas personas por ahi cerca, me dijeron que habia un taxi que pasaba todas las noches en la proxima esquina del restaurante. Habian casas, y estaba algo solo, pero no tenia miedo.

Despues de 10 minutos me puse a esperar en la esquina, y ahi habia un chico guapo, alto, y muy blanco. Me acerque a preguntarle.

- Hola, buenas noches. Soy nueva en la ciudad, y no se si hay un transporte que pudiera tomar cerca, sabe algo de eso?- pregunte amablemente.

No hubo necesidad de seguirla o acorralarla mientras caminaba. Observé cómo se quedó esperando en una esquina, quizás esperaría por alguien que la vendría a buscar, quizás estaba perdida... por su cara apuntaba más a mi última hipotesis. Y como si hubiese sido mi día de suerte ella vino a mi por sí sola hacia mi. Y luego de su pregunta pude comprobar que estaba perdida. Qué mala idea dar una vuelta, sola por la noche, por un lugar en donde a penas conocías.

Sonreí por lo indefensa que estaba y negué en silencio y lentamente, respondiendo lo que me había preguntado.

-no sé nada -dije luego. Mis ojos pasaron de un lado al otro, asegurándome que no había nadie más, sólo nosotros dos. Dos personas habían cruzado al otro lado de la calle, hablando entre sí, sin ni siquiera dirigirnos una mirada. Cuando se alejaron, fue el momento perfecto.

Me paré delante de ella, tomándola del cuello y empujándola contra la pared tan fuerte que pude escuchar con claridad el sonido de su cuerpo golpeando contra el duro cemento. Me acerqué a ella, me preguntaba qué sentiría en ese momento, qué pensaría de mi, qué estaría pasando por su cabeza al saber que iba a morir en unos segundos.

Ese hombre guapo resulto ser una extraña criatura que me aterro demasiado. Sus manos eran frias y duras, y era muy dificil safarme de el. Mire sus ojos, rojos, y aterradores. No quise gritar, me quede calmada, pensando en el unico que me podia salvar.

Dios, ayudame. Estoy en tus manos, por favor, toca el corazon de este hombre.

- Por favor- me quede tranquila, muerta de miedo, pero no quise expresarle lo que sentia. Si habia algo a lo que no le tenia miedo era a morir, pero, de esta manera? por una persona fria como el hielo? - Solo te recuerdo que... si no ves bien... peso millones de kilos mas que tu abuela... no era mas apetitosa una rubia como Pamela Anderson?

La chica no soltó ni un solo quejido, como si estuviese esperando simplemente que acabe con ella o como si esperara a que ocurra un milagro. Aunque podía percibir con claridad, su respiración agitada, su corazón a punto de salirse de su pecho. Podía pretender que no estaba asustada, pero yo podía darme cuenta del miedo que sentía incluso a unas cuadras de ella. Y había algo en todo eso que disfrutaba, estaba acostumbrado a aquellos síntomas, pero esta vez era algo raro...

Sabía que no acostumbraba a jugar con mi comida, simplemente los mataba sin darles tiempo siquiera a que se den cuenta de lo que estaba ocurriendo. Pero con esta chica se había demorado más de lo que deseaba. Aunque tampoco podía dejarla viva, ahora sabía lo que yo era, sabía que era algo que se alejaba de toda característica humana. Tomé fuerzas, ignorando lo que me decia, pero no fueron suficientes, ya que no pude matarla.

Le di la espalda, apretando mis puños.

-vete de aquí -le ordené, estaba casi seguro de que saldría corriendo.

Me solto el chico, y me dio la espalda, para esto, yo necesitaba tomar mucha respiracion.

Gracias Dios, te debo una muy grande.

Y luego, me toque el cuello un poco. Sus manos eran frias, y su aliento era el de un refrigerador. Podia soplarle a mi refresco y hacerlo frio para mi.

No me acerque a el. Sabia que por algo no me habia matado, pero que era eso que lo habia detenido? Acaso era yo? Era mi cuerpo lleno de grasa y azucares? Era yo acaso? No estaba segura, pero de lo que si estaba, era de que seguia viva por un milagro de Dios.

- Oye chico... esta bien... solo te agradezco la oportunidad de haberme dejado vivir- respire tranquilamente- De verdad, que Dios te bendiga muchisimo.

No sabía por qué seguía parada allí, quizás el miedo realmente la había paralizado y no se animaba a huir, o tal vez tendría miedo de que la vuelta a atacar cuando esté de espaldas. Estaba a punto de irme, cuando mencionó a Dios, reí por su comentario, algunos humanos estaban tan apegados a aquello que llamaban religión que estaba seguro que la humana habría pensado que se había salvado por obra y gracia de Dios.

-Dios no existe y de hacerlo... no necesito sus bendiciones -dije mientras volteaba a verla. Ella aún se veía asustada, podía verlo en sus ojos, pero no tanto como hacia unos segundos-. Las cosas no pasan porque Dios quiere... sino que son cosas que sólo tienen que pasar... o no... él no tiene nada que ver en todo esto -detestaba que hablen de Dios, que lo nombren, que crean en algo que no existía.

- No, eso no es cierto. Quiza no vez a Dios con tus ojos. Es como el mundo celular, no lo ves, pero sabes que existe. Asi es el mundo espiritual, sabes que existe, pero no lo ves. - Le sonrei- Y no digo esto porque este muerta de miedo, sino porque, el que este viva y que un chico frio... literalmente hablando..- rei nerviosa-... se haya arrepentido de matarme.

Me hice un poco hacia atras. Su hermosura era unica, su piel palida y fria como el hielo, y su vestimenta lo hacia verse como a un modelo. Sus cabellos negros eran perfectos, todo era perfecto en el.

- Soy Candice Quinn, pero puedes llamarme Candy. Perdon... no se por que me inspiras confianza a pesar de que casi me asesinas.