Mirar una hoja de personaje

Raza :

Humano

Clan/Manada :

Alineamiento :

Neutral Maligno, El Malhechor

Virtud :

Prudencia

Vicio :

Soberbia

Apariencia :

2

Ocupación :

Historia :

Nací en Chicago, Illinois en el año de 1989, mi niñez fue tan simple y común como la de cualquiera, o eso creía, pero mis padres siempre me veían de un modo extraño, algo que no comprendía entonces. Con el tiempo me volví un poco reservado, odiaba que las demás personas adultas o los niños se acercaran a mí, sabia que algo planeaban, que querían hacerme daño. Una vez se lo mencione a mamá, pero ella dijo que no, que nadie me haría daño. El tiempo paso, y mis relaciones sociales eran escasas, se limitaban a hacer lo que debía sin tener que acercarme a los demás. Tenía un hermano mayor, solo dos años mayor que yo, pero igual que mis padres me veía de un modo singular. A veces era señalado por la gente, pero no me importaba, siempre actuaba con superioridad, no me demostraría más débil que ellos. En el colegio, mi hermano decía que yo era adoptado, lo hice pagar caro aquellas palabras, "accidentalmente" había tenido un accidente en el que se fracturo el brazo. Mi madre cada vez me veía con más singularidad, no hablaba con nadie, no tenía amigos, ¿Para qué tenerlos?, no servían para nada. Con solo ver a mi hermano y sus "Amigos", días después de sus borracheras se podía escuchar el rumor de lo que habían dicho entre ellos, no había lealtad. La adolescencia, había sido tan, tan pero tan sencilla, hacer lo que debía y regresar a casa a tramar algo para hacer pagar a aquellos que me señalaban o que se burlaban de mi, si, nadie que se hubiera burlado de mi estaría tranquilo sin antes no pagarlo. Sabia que en el único que podía confiar, era en... mi, mi y mi. Un día, algo que me salió mal hizo que descubrieran que el culpable había sido yo. No tuve más opción que ir visitar a un hombre de lentes, chaleco y cara de idiota, algo que todos llamaban psicólogo. Una sesión, la primera conmigo y la ultima para él, habíamos platicado sobre mi forma de pensar, y lo que me sucedía, ah, y del por qué había hecho eso a aquel chico. Le dije que él tenía que pagar por haberse burlado de mi, haberse reído de mi, nadie lo hacía, y aquellos que se burlaban de mi tenían que pagar de algún modo, además de que al chico no le pasó nada malo, salió como si nada. El tipo me miro de un modo extraño, dijo que habíamos terminado, aunque su cara lo demostraba todo, tenía miedo... me hizo salir del cuarto y llamo a mis padres, escuche detrás de la puerta y dijo que tenia un trastorno y que de cierto modo estaba loco, y debía de estar encerrado en un manicomio. Después de ese día ese doctor desapareció, nadie lo vio de nuevo...aunque yo, sabia lo que le había pasado. Desgraciadamente, antes de su "desaparición", había dejado una receta en la que indicaba que tomará medicamentos, pastillas de dos colores.... Las odiaba, pero mi propia familia me miraba de un modo…cauteloso, como si me tuvieran miedo. Poco fue el tiempo que paso, jamás consumí esas pastillas, mi madre me las daba, pero solo fingía que me las tomaba, metiéndolas a mi boca, para después deshacerme de ellas; en mi cumpleaños número 19, me regalaron un perro, un Pastor Ingles, todo fue bonito hasta cierto punto, cuando empezaron las bromas familiares, fue como ellos me dijeron loco, y así una discusión comenzó. Tomé lentamente el cuchillo, sin que ellos se dieran cuenta, tenía enfrente a mi hermano y de un segundo a otro, se lo lance y este se enterró en su pecho. Mi madre comenzó a gritar, mi padre estaba en un estado de shock. Fue la primera vez que por fin sentí ser yo mismo, y no alguien al que la sociedad había forjado o él que querían ver. Una pequeña sonrisilla llena de cinismo se dibujo en mi rostro, entonces mi madre ya estaba al lado de mi hermano, con lagrimas y todo. Ladeé la cabeza, él ya estaba muerto, no lo regresaría a la vida, mi padre se acerco a mi lleno de furia, me tomo por el cuello y me llevo hasta chocar contra la pared, sentía el aire irse, le pegue al estomago y este me soltó; tome otro cuchillo y le corte la yugular. Entonces mi madre se puso a gritar más histéricamente, para su desgracia la zona en la que vivíamos era casi desértica, casi siempre se hallaba vacía y nuestra sola casa tenía mucho terreno alrededor, pidió le perdonara la vida, pero de un momento a otro ya estaba bañada en sangre. Cogí los cuchillos, para no dejar rastro, subí a mi habitación con tiempo y me cambie, guarde las ropas y los utensilios en una mochila… mi vehículo no estaba en casa, y simplemente yo no sabría nada de lo sucedido hasta que la policía me dijera o alguno de las vecinas llegara a mi hogar. Salí por la puerta trasera, sin que nadie me viera. Caminé hacía el parque, recordando cada momento, los gritos, las caras de miedo… en verdad lo había disfrutado. El perro se había quedado como un humilde detalle de que me preparaban alguna sorpresa. La mochila, la escondí en un lugar al que jamás nadie se acercaría; pase toda la tarde en el parque, mirando a los niños jugar, tan inocentes por fuera, cuando podía llevar un maldito por dentro. Mi celular empezó a sonar, era una de las vecinas, su tono lleno de, ¿Tristeza, Histeria?, quizá hasta miedo, dijo que había sucedido algo lamentable, fingiendo un tonó de preocupación dijo fuera de inmediato. Cuando llegué todo estaba rodeado de luces, rojas y azules, hombres disfrazados de color azul. Alguien se acerco, musito mi nombre y dijo que me sentara, siguió el maldito protocolo, como si no lo hubiera visto a en la televisión. Terminaron dándome al perro, como único recuerdo, dijeron que no descansarían hasta dar con el responsable de ese terrible suceso, si hubieran sabido que el responsable estaba más cerca de lo que creían, yo solo le dije que estaba en el parque y que era mi cumpleaños, pero nadie jamás se había enterado de mi problema, solo mi familia y el doctor. Además de eso, resultaba que mis padres y mi hermano estaban asegurados, algo que no esperaba, una gratificación por demostrar quién era en realidad, sabía que pertenecíamos a la “alta” sociedad, pero recibir cerca de cinco millones de dólares, era algo único. Para no levantar sospechas, un año después, en mi cumpleaños número 20, me mude a Seattle, con el pretexto de que Chicago me traía malos recuerdos, y necesitaba empezar desde cero nuevamente, ¿El caso de homicidio? Termino en los archivos de casos sin resolver, jamás dieron con el responsable. Me hice de una casa con un decorado virreinal, un jardín amplio para el perro, y mi actitud cambio desde entonces, me volví más “social”. Iba a jugar póker de vez en cuando, y andaba de disco en disco algunas veces, continué mi educación. ¿Mi problema?… sigue, aún aquellos que se meten conmigo, pagan las consecuencias, de una manera… dolorosa, pero la diferencia ahora, es que primero soy un conocido, luego su amigo y después su casi hermano…. Y al final, desaparecen misteriosamente.

Descripción :