Cuando la luna se pone re grandota, como una pelotota... (Sasha)

Me acomodé sobre su regazo. Sus palabras me llegaron, e incrementaron la intensidad de mis sensaciones. Sentía sus dedos recorrerme la espalda, sentía como me acercaba a sí mismo. Yo misma sentí como me apretaba hacia él, aún besándolo con intensidad. El aire empezó a faltarme, por lo que me retiré milímetros apenas para respirar.

-Vaya, eso estuvo movidito -comenté entre risas, al ver la posición en la que nos encontrábamos.

Yo estaba sentada sobre su regazo, con una pierna a cada lado, estaba toda despeinada por el viento del mar, y nuestras respiraciones parecían las de un colibrí. No me moví un ápice más de lo necesario, me encantaba poder mirar sus ojos a esa distancia, detallarlos, y sentirlo a él... Como si fueramos una sóla persona.

Le sonreí con dulzura, fijando mi mirada en la suya, mientras con la mano que no le sujetaba la espalda, acomodé un poco su cabello, en realidad se veía muy linda, pero eso de tener cabello estorbándome la visión plena de sus ojos no me complacía para nada -sí, un poco movidito- me mordí el labio inferior un poco apenado, siendo tan quisquilloso como lo soy, jamás me había permitido dejarme ir de semejante forma con una chica, lo cierto era que ninguna otra chica me había interesado antes de la forma en que Sasha estaba interesándome y de paso poniendo al revés mi mundo -me gustaría hacer algo más... cualquier cosa- estoy seguro de que la expresión de mi rostro le dijo claramente la incertidumbre que me estaba recorriendo -tomó demasiado tiempo encontrarte y ahora no sé ni por donde empezar- reconocí un poco frustrado -hay tantas cosas que quiero mostrarte, tanto que quiero que compartamos- la miré con intensidad.

-Y tanto tiempo, Drew -completé la frase por él, ya que tenía razón... Era algo extraño, antinatural. Aún así, me encantaba- Yo no sabría por donde empezar, tampoco...

Le devolví la mirada con igual intensidad. Con una banda que tenía en la muñeca, me recogí el cabello: no hacía más que estorbar. Respiré profundo un par de veces, no sabía ni qué decirle, mucho menos qué habría de hacerse. Entonces era cuando resentía mi poca experiencia en el asunto de los romances y novios y eso.

-¿Qué se te viene a la cabeza en estos momentos? -pregunté al fin, mordiéndome el labio inferior.

Reí contenidamente al pensar en la primera idea que me cruzó la cabeza -te vas a reír- confesé medio ahogado por la risa; cerré los ojos y respiré con profundamente; me miró con escepticismo y exhalé para poder hablar tranquilamente -en este momento, tengo unas ganas locas de saltar como chapulín por toda la cubierta, hacer el baile de la victoria y luego...- entrecerré los ojos, sintiendo como su pecho vibraba un poco por la risa.

La aferré firmemente entre mis brazos y nos puse de pie, le dí un breve beso en los labios y luego empecé a saltar como loco por toda la cubierta, luego hice la danza de la victoria que hacía siempre que anotaba en LaCrosse, y corrí hacia ella, la abracé por la espalda y la cintura, inclinándola hacia atrás en un beso totalmente cliché de película en blanco y negro -y luego... besarte hasta que nos quedemos sin aire y pueda decirte en ese momento...- volví a besarla, esta vez apasionado... profundo, pasaron varios minutos ni siquiera estoy seguro de cuántos hasta que el aire comenzó a faltar, me separé de ella jadeando un poco por la falta de aire -que soy el hombre más afortunado del mundo por tenerte aquí, ahora...- concluí en su oído, mientras nos iba enderezando gradualmente.

Al principio no pude menos que sonreír con sus expresiones de euforia: Los saltos por la cubierta, su "danza de victoria" -supuse que la hacía en los partidos de Lacrosse-, sus sonrisas de niño pequeño en mañana de navidad. El beso al mejor estilo de película de inicios del siglo XX, luego, vinieron los otros besos, tan cargados de emoción, tan intensos, que me hacían sentir mareada. O, bueno, tal vez eso fuera por la falta de aire, pero la adrenalina impedía a mi cuerpo fallar. Bendita sea! xD. Respiré agitada a medida que escuchaba sus últimas palabras. Crucé mis brazos por detrás de su cuello, sonreí y apoyé mis labios en la base de su cuello. Lo sentí estremecerse, tanto como yo lo había hecho.

-Ahora soy yo la que ni sé como empezar -confesé, riendo- Me has quitado las palabras de la boca... Definitivamente, me haces la mujer más feliz sobre la faz de la tierra, Andrew Brooks.

Sonreí satisfecho, escuchar ese tipo de cosas y en un momento como ese... no tenía precio, mi cuerpo seguía estremeciéndose al sentirla tan cerca, por curioso que pudiera parecer, el mundo parecía haber desaparecido dejándonos sólo flotando en medio de la nada -es una buena forma de empezar Sasha Zimmerman... una muy buena- acaricié su espalda, recorriéndola por toda su extensión -comenzamos siendo felices, sabemos como se siente, así que nos esforzaremos porque siga siendo así- apoyé mi barbilla en la parte alta de su cabeza y la aferré hacia mí, no deseaba que el momento terminara jamás.

Permanecimos así quietos, quién sabe cuánto tiempo en medio del océano, sólo con las estrellas y la luna como testigos de todo esto. Se sentía excelente estar así, deseaba que el momento no acabara nunca, que la vida pudiera prolongarse eternamente, para poder estar así por siempre. Lamentablemente, mis débiles venas no pensaban lo mismo, y el estar tanto tiempo en esa misma posición, quieta, además con la emociones exaltadas habían hecho que mi temperatura descendiera y que empezara a marearme. Por pura terquedad no dije nada, seguíamos escuchando la brisa del mar y cada vez sentía más frío. Me apreté más a Drew, quién empezaba a inquietarse, aunque no me lo dijese. Miré a la luna, aunque su blanco resplandor se tornó turbio, pasando de blanco brillante a un opaco gris, y finalmente, a la oscuridad absoluta. Mis manos, hasta entnces bloqueadas tras el cuello de Drew se aflojaron, quitándole el soporte a mi cuerpo y permitiendo que me derrumbase. Detestaba esos ataques, y más en momentos como este.

La sentí perder firmeza entre mis brazos -oh oh... esto no está bien- subí una de mis manos hasta que su cabeza quedó apoyada en mi brazo y con el otro la levanté por las corvas, la acomodé en el banquillo largo de la popa -te descompensaste, primero te estabilizo y luego vamos de vuelta a casa- besé su frente y fui a buscar algo con carbohidratos suficientes para hacer subir su circulación; saqué una coca cola del mini bar y se la llevé destapada, junto con una manta que había sacado del mueble bajo la cabina de mando; fui hasta ella y la envolví con la manta, luego le di el refresco -no tengo mucho más aquí, pero ya vamos de regreso- una vez que me aseguré de que estaba bien acomodada, volví a la cabina y eché a andar el bote rápidamente, quité el ancla automática y navegamos de vuelta a los muelles.

Me bajé del banquillo y alcé las piernas, apoyándome en éste. Era lo único que me ayudaba en estos casos, más que la coca cola o cualquier tipo de comida. Pasaron unos minutos, Drew ya navegaba de vuelta a la ciudad y yo estaba lo suficientemente bien como para culparme por terminar semejante noche. Me incorporé lentamente, mi mundo parecía estar estable... Tanto como se puede estar en altamar. Tomé Coca Cola y me levanté de mi pedazo de suelo para caminar a la cabina de mando, donde estaba Drew.

-Lo siento -murmuré, apenas audible sobre el sonido del motor- Olvidé mencionar que soy disautónoma -le dije.

Mi temperatura estaba volviendo, pero decidí que sería más prudente continuar envuelta en la manta. Me senté en el lugar del copiloto y recosté mi cabeza en su hombro.

-Hey... nada de disculparse, en realidad creo que ninguno de los dos esperaba que esta noche tomara un rumbo tan distinto- hablé con la voz un poco ronca, producto un tanto del nerviosismo y otro tanto del frío, que hasta ese momento había empezado a sentir; la sentí recostarse sobre mi hombro -además me parece bueno saberlo, así tendré más cuidado contigo en futuras ocasiones- desvié un poco la mirada hacia ella -el verte sonreir, incluye también cuidar de tí para que sigas teniendo razones de sonreir- le guiñé un ojo y sonreí para ella; separé una de mis manos del mando y acaricié su rostro mientras volvía a mirar por donde íbamos, ya estábamos cerca de la zona de muelles.

Sonreí, eso no podía evitarlo.

-Fue una cadena de sucesos... Hmmm... Predisponentes -expliqué- Normalmente, no me descompenso tan fácil.

Volví a cerrar los ojos. Por mucho que me hubiese "recuperado" del síncope, aún estaba exhausta y las emociones acumuladas sólo aumentaban la sensación. De vez en vez Drew tarareaba algo, y así hasta que pocos minutos después, la embarcación frenó del todo. Sentí como él besaba mi coronilla para despertarme, a lo que respondí levantando la cabeza y besandole en el ángulo de su mandíbula.

-¿Ya volvemos? -pregunté.

No quería separarme de él, pero me sentía tan cansada y exhausta que probablemente no sería una buena compañía, al menos no si incluía planes despierta.

Habíamos llegado al muelle, besé su coronilla suavemente -Sasha... llegamos- dije en tono suave y volví a pasarle la mano por la mejilla, sentí su movimiento y luego como me besaba en el mentón, la respuesta automática a ello fue una sonrisa -no estoy seguro de que estés en condiciones de un viaje largo en carretera- admití en tono serio y aún un poco ronco -dime tú si quieres que vayamos a Seattle o busquemos en donde quedarnos a pasar la noche- sentí que las mejillas se me ponían rojas, hay miles de formas de pasar la noche con la chica de tus sueños, pero ninguna de ellas incluye razones médicas que te obliguen a quedarte... de hecho, esa noche no planeaba dormir hasta que hubiese recuperado el color, la temperatura y la estabilidad de signos.

-Mientras lo meditas un poco, vamos al auto- fui a poner la rampa de descenso y volví por ella, levantándola en brazos para llevarla de vuelta.

Me sentía muy débil para caminar, por lo que no opuse resistencia al sentir que me cargaba hasta el auto. Una vez allí me puse el cinturón de seguridad y esperé a que él se montara al auto. Drew tenía razón con lo del viaje; no sería buena idea tenerme así en el carro, y además era algo tarde ya como para manejar de vuelta a Seattle.

-Creo que es mejor pasar la noche aquí -admití apenada.

A pesar de lo que sentía, la vergüenza, mis mejillas no se ponían coloradas. Realmente estaba mal, pero ¿por qué? Era normal un mareo leve, hasta un desmayo, pero ¿esto?

La miré bastante preocupado, seguía pálida y el movimiento de transportarla hasta el carro había resultado contraproducente: se había debilitado más -en First Street hay un hostal, creo que podremos pasar ahí la noche- me puse el cinturón una vez dentro de la camioneta y arranqué en dirección de aquella posada que había visto en el camino -cierra los ojos, ayudará a que te marees un poco menos- acaricié su frente checando la temperatura... estaba helada.

Asentí y cerré los ojos, intentando concentrarme en algo que impidiera el mareo... La luna que habíamos visto más temprano, la fiesta asiática, lo que dijimos en el yate, lo que fuese para mantenerme consciente. Me percaté de sus dedos checando mi temperatura corporal, la velocidad a la que conducía -baja para evitar que me mareara más- y todo eso. Pocos minutos después, él detuvo la marcha. Abrí los ojos, él estaba revisándome ahora, con la suave luz del carro iluminando la estancia.

-¿Llegamos?

-Sí... llegamos- bajé rápidamente y fui a sacarla del asiento de la misma forma en que la saqué del yate.

(off. voy abriendo tema en Main Street)

OFF: VAle